Mejor que cambie de amigos


Carla Sarkozy, de soltera Bruni, chachi y divina de la muerte.
Rasca la guitarra, musita en francés en un micrófono y dicen que canta.

Hace unos días, Carla Bruni, señora de Nicolas Sarkozy, que fuera presidente de la República Francesa, vino a Barcelona a darnos un recital en los jardines de Pedralbes. Porque doña Carla canta, o eso dicen, y el pijerío barcelonés en pleno acudió a deleitarse con su canto. 

Copio un párrafo de un artículo de La Vanguardia que no tiene desperdicio:

Previamente el village era una fiesta de apellidos. Pasa Enrique Lacalle, todo sport, seguido de Ramon Bordas de ceñida costura. Los Juvé Camps, amables a rabiar, saludan a sus invitados y Eva Vilallonga pasea su impoluto pijama animal print con su habitual elegancia, Josep Maria Casanova y su esposa, diáfanos y curiosos. Veo al fondo a Vilajosana y, de repente se escucha un murmullo, Carla. Bruni toda de negro ha salido a comprobar el escenario. Y se amontonan fans, prensa, curiosos y, por supuesto, admiradores. Apareció el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, amable como siempre, igual que los Mateu Suque, un encanto.

Se diría un párrafo sacado de La Vanguardia cuando era La Vanguardia Española.

En pocas palabras, retrata en estilo cursi chachi súper el quién es quién barcelonés, y quien sepa recordar, encontrará en tan ilustres apellidos los de quien fuera alcalde de Barcelona y consejero nacional de Falange Española, a la vez que presidente de La Caixa, durante treinta años; a quien creara Casinos de Catalunya, de infausta memoria; al asesor y compinche del presidente Aznar, del conde de Godó, del empresario de la Rosa (vaya uno), especulador urbanístico y ostentador de muchos y muy variados cargos públicos; mercaderes de vinos; hoteleros de postín de tercera generación, célebres por facilitar el lugar de reunión de convergencias electorales; periodistas deportivos de medios subvencionados en la tierra donde mejor fútbol que cultura; alcaldes que confunden el neoliberalismo con la socialdemocracia; etc. Los mismos apellidos que se dieron durante el franquismo, el omniumculturalismo, el pujolismo y el ahora desquiciado neoliberalismo postpujolista catalán. Los de siempre.

Pero ¡volvamos al concierto!

La señora Sarkozy vino con aires de diva, con su señor marido y una tropa de guardaespaldas. Habían reservado habitación en el hotel Juan Carlos I y cuando le echó el ojo encima, pilló una rabieta y dijo que no dormía ahí ni muerta. ¿Por qué? Quién sabe. El matrimonio acabó en el Majestic, en el Paseo de Gracia. Eso dicen los periódicos.

Lo que ya no sabe mucha gente es que el señor y la señora Sarkozy, don Nicolas y doña Carla, iban a ser agasajados por don Artur Mas, presidente de la Generalidad de Cataluña, con una cena íntima en el palacio de Pedralbes, dispuesta por un chef de cuisine con estrella Michelin y que pagó... ¿Quién pagó esa cena? ¡No lo dicen los periódicos! ¿El señor Mas de su bolsillo o fueron gastos de representación? Una cena privada, no lo olvidemos, ¡en un edificio público! ¿Aprovechándose del cargo para emplear bienes públicos con fines privados? ¿Por presumir de ser amiguito de Carla y Nicolas? ¡Por favor...!

Porque el presidente Mas presume largo y tendido de su amigo Sarkozy. ¡Cómo presume! Se le escapa la sonrisa vanidosa cuando piensa en él. Lo invitó a cenar, le consiguió una habitación en el Majestic, se sentó a su lado en el concierto, le hizo la pelota todo el rato... O quería pedirle algo o el hombre se goza creyéndose importante al lado de uno que fue presidente de Francia, no sabría decirlo.

Pero ¿qué pensará hoy? ¿Sonreirá lo mismo? Porque Sarkozy ha pasado la noche en la comisaría, acusado de tráfico de influencias y otras lindezas por el estilo. ¡Otro corrupto en el morral! ¡También es mala suerte! Porque primero fueron Estevill, de la Rosa, Prenafeta, Millet, Alavedra, Prats, la familia Pujol en pleno, gato incluído, un cuñado... ¡¿y ahora Sarkozy?! 

Este hombre o tiene gafe o mejor que cambie de amigos. Va por mal camino.

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