Cinco pies al gato


Ten cerca a tus amigos, pero más cerca a tus enemigos.
Dicho mafioso.

Es noticia que el señor Duran Lleida ha dimitido de su cargo como secretario general de CiU. Noticia que no sorpresa. El gallinero hace tiempo que anda alborotado por los quiquiriquís de Mas y Duran y viendo venir al zorro de Junqueras, el de Huesca ha dicho que ahí te quedas tú con ése, que yo me largo. ¡Se nos va a zampar todo el gallinero! ¿Quién se viene conmigo?

Si se va para salvar los muebles o porque está hasta las narices es algo que no sabemos, pero que se va por culpa del Proceso, seguro, segurísimo. ¿Cómo puedo estar tan seguro? Porque hoy mismo ha desmentido insistentemente, en castellano y catalán, varias veces y categóricamente todas ellas que se vaya por culpa del Proceso. Eso quiere decir que sí, en efecto y sin duda alguna, se va por culpa del Proceso. Está tan claro y es tan evidente que no creo necesario explicar por qué dice una cosa cuando quiere decir la contraria.

Los periodistas dicen que había (cito) mal rollo y caras largas. El Gran Timonel se sentía incómodo y el calvo de Huesca, taxativo, ha dicho (cito textualmente) no busquen cinco pies al gato, que el referéndum del 9 de noviembre nada tiene que ver con mi dimisión. Se confirma, pues, que dimite a causa de la convocatoria del referéndum del 9 de noviembre.

El señor Duran exhibe las cicatrices provocadas por andarle buscando tres, o cinco, pies al gato.

Pero todo eso ¿a quién importa? Bah, es la murga de siempre. A mí lo que me ha llamado poderosamente la atención es lo de (vuelvo a citar) no le busquen cinco pies al gato

¿Qué habrá querído decir a los periodistas?

No está mal dicho, quede constancia de ello. Pero no es lo más habitual buscarle cinco pies al gato, pues lo normal es querer buscarle tres. O quizá sea del revés. El Diccionario de la Real Academia dice de buscarle tres, o cinco, pies al gato que es una locución verbal con dos significados. El primero, Buscar soluciones o razones faltas de fundamento o que no tienen sentido. El segundo, Empeñarse en cosas que pueden acarrear daño. ¿En cuál de los dos sentidos lo dijo el señor Duran? ¿Le dijo al periodista que no siguiera por ahí o iba a hacerse daño? ¡Qué amenaza tan sibilina!

La cuestión es si da lo mismo buscar tres o cinco pies al gato, y por qué tres o cinco. 

Acudiremos al Tesoro de la Lengua Castellana de Covarrubias, que dice: Buscar cinco pies al gato se dice de los que con sofisterías y embustes nos quieren hacer entender lo imposible; nació de que uno quiso probar que la gota del gato era pie.

Cervantes, en cambio, busca tres pies al gato en El Quijote. ¿Por qué tres y no cinco? La edición crítica de Rodríguez Marín dice que esta locución es un proverbio que significa (cito) buscar ocasión de pesadumbre y enojo. Luego va más allá y nos aclara ciertas cosas. Dice: Más corriente ha sido decir cinco pies, y parece más propio: lo uno, porque hallar tres pies a quien tiene cuatro es cosa fácil y nada ocasionada a pendencias, mientras que hallarle cinco es imposible; y lo otro, porque solía añadirse: y no tiene sino cuatro, y aun esta otra coletilla: no, que son cinco con el rabo.

Si no hemos entendido mal, buscarle tres pies al gato nos inclinaría a intentar demostrar algo sin sentido y buscarle cinco, provocar enojo dándole vueltas a un caso imposible. Según José María Iribarren, el dicho, tanto da con cuántos pies, Dícese, propiamente, de los que tientan la paciencia de alguno, con riesgo de irritarle. Impropiamente, se aplica a los que con embustes y engaños tratan de probar lo imposible. Es decir, que buscarle tres, o cinco, pies al gato es andar tocándole los huevos (perdón) a alguno.

¿Cuántos pies serán esta vez? ¿Tres o cinco?

La cosa se complica cuando el dicho vive la vida y se transforma. Existe No le busques traspiés (sic) al gato. Da a entender que los gatos no tropiezan nunca y que un traspiés de gato es cosa imposible de ver. Se non è vero, è ben trovato, pero el gato que intenta zamparse a Piolín va de traspiés en traspiés, por si no se habían fijado.

Quizá no sepan que en catalán se dice a veces buscar-li tres péls al gat (buscarle tres pelos al gato). Es un castellanismo, es decir, un proverbio importado. Pero en vez de pies, pelos. Será importado e irá de pelambre, pero no carece de lógica. A lo que me cuentan, y yo voy y me lo creo, el pelo de un gato sólo puede tener dos colores, pero el de una gata, tres. Por lo tanto, buscarle tres pelos al gato (macho) sería misión imposible y una imagen del complicarse la vida en naderías. Buscárselos a una gata (hembra), podría ser.

La mejor interpretación de este dicho que alguien se ha sacado de la manga es poética. No tiene relación con los pies del animal, sino con los pies de la métrica poética. Más que un proverbio, sería un juego de palabras. El pie es la unidad métrica de medida en un verso, que luego sería la sílaba. Gato tiene dos pies, ga-to, y será ga-to ahora y siempre. ¡No tiene sentido buscarle tres pies al gato! Mientras no sea ga-ti-to, naturalmente.

A éste mejor no andarle buscando tres, o cinco, pies al gato.

En todo caso, esta reunión de imposibles se refiere al sentido de complicarse la vida intentando justificar algo que no puede ser, pero nos aleja del significado de andar tocándole las narices al prójimo con peligro de mosqueo y bronca, el significado que, a decir de los sabios, tuvo en su origen.

El debate de cuántos pies hay que buscarle al gato es sumamente interesante, ya lo ven.

No hay comentarios:

Publicar un comentario