Flotante o sumergible, a escoger (I)


Barcazas fluviales requisadas por los alemanes.
Serían sus lanchas de desembarco, a poco que pudieran atravesar el Canal.

El desembarco en la costa de Inglaterra había sido bautizado como operación Seelowe (León Marino). En el verano de 1940, Hitler se frotaba las manos de puro contento. Había derrotado a Francia y el Reino Unido había perdido casi todo su material pesado en la retirada. Sólo el Canal de la Mancha se interponía entre sus ejércitos y la victoria. La Luftwaffe pronto iniciaría la batalla de Inglaterra, que pretendía dominar el espacio aéreo sobre el mar, para neutralizar la potencia naval británica. Alemania pondría sus pies en la Gran Bretaña y la obligaría a rendirse.

Soldados alemanes desembarcando en las playas de Normandía.
No es una broma, sólo unas maniobras.
Todavía creían posible desembarcar en el sur de Inglaterra.

Los alemanes habían comenzado a requisar cualquier cosa que flotara para poder embarcar y cruzar el Canal de la Mancha. Lanchas, barcazas, buques de cabotaje, cualquier cosa servía. Comenzaron las maniobras de desembarco y los soldados alemanes saltaban al agua y corrían por las mismas playas por las que cuatro años más tarde desembarcarían los aliados. Tenían mucho que aprender, porque nadie sabía cómo llevar a cabo un desembarco a tan gran escala.

Desembarcando un cañón de 105 mm y un armón tirado por caballos.
Los alemanes se enfrentaban a los problemas del desembarco, que aquí resultan obvios.

La Gran Guerra había demostrado que una sola ametralladora podía diezmar a un batallón en campo abierto y convertir una playa en el escenario de una matanza. Los generales alemanes llegaron a una conclusión obvia: necesitaban carros de combate en las playas, para cubrir a la infantería. Pero en aquel entonces los carros de combate eran desembarcados en los puertos con una grúa y no había lanchas o buques especiales capaces de llevar los carros hasta la playa para dejarlos ahí. ¿Qué hacer, entonces?

La respuesta era muy simple. Con los cabestrantes de a bordo, se deja el tanque en el agua, a cierta distancia de la playa, para que vaya él mismo hacia la orilla. Pueden añadírsele flotadores, para que vaya navegando solito hasta la orilla, o puede ir bajo el agua, moviéndose sobre el lecho marino, como un buzo. En verdad, no había otra manera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario