¡Lástima!

Nieva. Lleva nevando desde primera hora de la mañana, y no ha parado desde entonces. Venga a nevar, venga a nevar, venga y dale. La nieve se fundía al llegar al suelo, como la materia que compone los sueños. Hasta que, sin previo aviso, la ciudad gris se ha convertido en una ciudad en blanco y negro. En un pispás medimos la nieve en centímetros, y la gente deja un rastro tras de sí al pasar, con cara de susto y frío.

Se dice que nieva en silencio, y que es el silencio lo que impone; pero la que está cayendo es una tempestad, y la nieve no cae, sino que se desplaza ahora en vertical, ahora en horizontal, en diagonal, de aquí para allá, gira, sube y baja, arrastrada por una ventolera notable, y el silencio lo dejamos para después.

La imagen del día ha sido esta tarde, al salir de casa después de comer. Una señorita en bikini, alta y estupenda, posaba así, asá, de esta otra manera, y corría arriba y abajo sin más prenda que el bikini y unas sandalias de tacón. De buena gana la hubiera acogido en casa, para ayudarla a recuperarse con unas tisanas y unos mimitos, pero un fotógrafo de moda no me ha dejado, con la excusa de no sé qué reportaje. ¡Lástima! Cosas así no se ven todos los días.

No hay comentarios:

Publicar un comentario