Este año han fallecido casi dos docenas de turistas por caer balcón abajo. Unos, saltando por ver si llegaban a la piscina, que no llegaron. Otros, llegando a caer en la piscina, pero descalabrándose contra el fondo, porque no es lo mismo arrojarse a ella desde el borde que desde un cuarto piso. Alguno, yendo de balcón en balcón, ora tras unas faldas, ora tras el bebercio. Magaluf y Lloret suman cinco o seis guiris muertos cada una, o algo parecido, no sé muy bien. En todo caso, el darwinismo funciona y los idiotas mueren.
Los periodistas han bautizado estas muertes estúpidas con un anglicismo, balconing. Por lo de balcón más la partícula que designa el gerundio en inglés, no sé si lo pillan.
En Sitges hubo un lamentable accidente con cinco heridos al romperse una barandilla e irse abajo cinco personas que estaban haciéndose un autorretrato con la cámara de fotografiar del teléfono, eso que llaman un selfie. Pero no puede decirse que la tragedia sea un caso de balconing. Que yo sepa, no se han dado casos de guiris muertos, lisiados o lesionados por balconing en Sitges en lo que llevamos de año.
Una escena escalofriante.
Guiris en paños menores practicando el torreting.
No habrá balconing en Sitges, pero se practica el torreting. Es decir, se presenta una (suele ser mujer) en el Baluarte de Vidal-Quadras, más conocido como la Torreta (de ahí torreting) y posa para el fotógrafo y la posteridad, ahora así, ahora asá, ahora mirando para arriba, ahora mirando para abajo... El torreting es un deporte de riesgo extremo que un día nos dará un disgusto, ya verán.
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