La magia de Torredembarra


El Ayuntamiento de Torredembarra.
Por lo que cuentan, unas corrientes telúricas pasan por debajo y provocan casos de malversación y derroche de caudales públicos, dolores de cabeza y mal de vientre, cuanto menos.

El hasta ahora alcalde de Torredembarra, Daniel Massagué, de CiU, está metido hasta el colodrillo en feos asuntos de corrupción. Tan feos que, directa o indirectamente, se asocian a algunas empresas relacionadas con la familia Pujol y el caso Palau, porque supongo que habrán oído hablar de TEYCO y la familia Sumarroca, por ejemplo. 


El exalcalde Massagué no era un cualquiera, sino que estaba bien relacionado. Arriba, compartiendo aficiones con don Oriol Pujol, también imputado, y abajo, con el señor Macias, que es diputado por CiU en Madrid, un día que se juntaron para hablar de trenes.

El exalcalde pasó dos semanas en la cárcel, en prisión preventiva. Eso nos dice que el asunto es gordo, porque en este país uno no chupa los barrotes si no es un orangután. Él y seis compañeros de la política municipal están imputados por una larga lista de delitos y despropósitos contra la Administración Pública. Conceder, pagar o contratar a dedo era una práctica habitual y el beneficiado era siempre un amigo de un amigo, en jerga mafiosa. 

El señor Massagué ha conocido la cárcel. 
Es algo inusitado. Se deduce que la habrá hecho bien gorda.

El ahora alcalde, Enric Grangel, del PSC, no había podido conocer la magnitud de la tragedia hasta hace un par de días. Eso porque el preso había contratado a una empresa externa (EFIAL) para llevar la contabilidad. Curiosamente, esa empresa estaba metida en el ajo. Para poder disponer de unas cuentas más o menos veraces han tenido que volverlas a hacer y se han llevado un serio disgusto. Por lo bajo, el déficit ya suma dos millones y medio de euros, y lo que vendrá.

Pero lo mejor está por llegar.

Contó el alcalde en rueda de prensa que uno de los regidores imputados escondía algunas facturas en su despacho. El alcalde pasó a verlas y encontró casualmente una factura de 1.700 euros. Figuraba en ella un nombre hebreo (?) y mejor será que el señor Grangel explique el caso.

Hace un tiempo, tres funcionarios del ayuntamiento cayeron enfermos y el alcalde se puso nervioso. Al poco tiempo, apareció un tipo un poco raro (sic) que mandó cambiar de sitio algunos muebles porque (cito) se ve que, según este hombre, [las personas que trabajaban ahí] estarían afectadas por las malas vibraciones. El hoy alcalde añade: Que yo recuerde, mientras estaba en la oposición, hubo otros dos más. No sé si serían magos, brujos o estafadores. Sabíamos que habían venido al ayuntamiento personas un tanto extrañas que hacían cosas muy raras. Sé que hubo alguna más, pero tengo esta factura.

Un gráfico de pamplinas telúricas. Como se puede apreciar con detalle, pasan justo por debajo del Ayuntamiento de Torredembarra y ahí estamos, con zahoríes y cantamañanas cambiando los armarios de sitio.

En su día se preguntó quiénes eran esas personas y qué hacían en las oficinas, pero el alcalde menospreció a los que preguntaron negándose a contestar. Se creía el señor del castillo y no tenía por qué rendir cuentas a sus vasallos. Hoy sabemos que al menos hubo un estudio sobre las corrientes de aguas telúricas (sic) que pasaban bajo el ayuntamiento. Al menos un zahorí había sido contratado por el señor alcalde, a dedo y sin concurso. Con nombre hebreo (?). 

Cosas del péndulo zahorí o alguna tontería semejante.
Nada en lo que valga la pena creer.

En el pueblo corren rumores que hablan de facturas de 10.000 y 15.000 euros en magia potagia, pero nadie puede afirmar nada con seguridad. Cuenta un periodista local que en una de las ocasiones el mago trazó una línea blanca (¿con tiza?) que cruzaba los despachos y pasaba cerca de la mesa de una regidora. Llegó la regidora, vio todos los muebles cambiados de sitio y la raya en el suelo, pilló un sonado cabreo y mandó borrar la raya (sic) y volver a ponerlo todo en su sitio. Pero, ya les digo, el pitorreo es general y los rumores, muchos.

Asesor municipal de Torredembarra.
Tomar el pelo al personal y encima cobrar un buen dinero. Ahí está la magia.

¡Señor, Dios mío! ¡Qué gente nos gobierna! ¿Será éste algún día un país normal?

Alguno haría bien en recordar que el señor Saura, cuando fue consejero de Interior de la Generalidad de Cataluña, se gastó dos millones de euros, dos millones, en un estudio de feng-shui de la nueve sede de la consejería en el Paseo de Sant Joan. Visto lo visto y la que ha caído desde entonces sobre el cuerpo de policía autonómica, el fenchuí podrían habérselo ahorrado y un decorador chachi mogollón divino de la muerte les habría salido mucho más barato. 

Cosas del fenchuí. Pamplinas que provocan gastos inútiles.

A mi juicio, podrían acusar de malversación de caudales públicos al que gasta los dineros del personal de manera tan tonta e irracional. Gastar caudales públicos en fenchuí o zahoríes tendría que ser considerado un caso de corrupción grave o una causa de inhabilitación para un cargo público. Es lo que pienso. Pero todavía saldrá alguno diciéndome que no puedo ser tan obtuso y que tengo que abrirme a nuevas ideas. Oh, si tuviera la mente tan abierta, a la que me agachara se me caería el cerebro.

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