Fecomagnetismo


Logotipo fecomagnético.

No existe una medicina alternativa. Si acaso, la opción de uno u otro tratamiento. Medicina hay una, la que cura, y sabemos que cura porque comprobamos y cuestionamos su efectividad. La ciencia médica se pone a prueba, constantemente, y por eso evoluciona y mejora poquito a poco.

En cambio, si viene alguien y anuncia remedios alternativos, holísticos, naturales, energéticos, magnéticos... será, las más de las veces, incapaz de demostrar que su remedio funciona efectivamente. Pero el negocio de la antimedicina es muy lucrativo y los cantamañanas, los sinvergüenzas y los incautos abundan en este universo mundo. También abundan en la industria farmacéutica, pero ésa es otra guerra.

Para demostrar que la medicina alternativa es un timo, nada como la risa. La risa es un argumento poderosísimo y no lo digo yo, sino que ya lo dijo Schopenhauer. ¿Por qué intentar razonar en contra de una tontería? ¿No será mejor reírse de ella? Quizá así reaccionen los tontos, que no reaccionarán de otra manera.

Con esa intención, nació el fecomagnetismo.

Instantánea de la magnetización de un zurullo.
Pillada por ahí.

Del fecomagnetismo surge la fecomagnetoterapia o terapia fecomagnética, basada en (atención) el potencial curativo de las heces de uno mismo o del vecino, diluidas homeopáticamente, aunque previamente (o posteriormente, o mientras tanto, tanto da, no me acuerdo) magnetizadas. Es decir, si yo bebo agua que se acuerda de mi caca, de mi pis, o de la caca o del pis de mi vecino, esa agua con memoria de mierda me curará. Así de simple. Bueno, no tan simple: la mierda ha sido previamente imantada (sic). ¿Cómo se magnetiza un zurullo? Si uno come lentejas, que llevan hierro, ¿se magnetizará mejor?

Conseguir la dilución homeopática de un mojón es sencillo, extremadamente fácil. La concentración de un cagarro cualquiera en el agua del mar (de todo el mar) es bastante superior a la de una dilución homeopática y seguro que usted ya ha hecho de vientre alguna vez, o no me estaría leyendo. Si no, no se preocupe, que a falta de su caca tiene la mía. En cualquier vaso de agua que ha bebido hasta ahora hay más mierda, varios millones de veces más mierda, que en una dilución homeopática de mierda al uso. 

Hahnemann, inventor de la homeopatía y detractor del café.
Tanto por una cosa como por la otra, merece ser criticado.

Así que sólo tiene que tomar un vasito de agua del mar, del grifo o de donde le apetezca y una garrafa de agua destilada (desmagnetizada y desmemoriada, si puede ser). Vierte una gotita del agua del grifo en un vaso de agua destilada, le da un par de golpecitos con el lomo de una Biblia (como hacía Hahnemann), toma una gotita de este vaso, la vierte en otro vaso de agua destilada, vuelve a darle dos veces con el lomo de la Biblia, vuelve a tomar una gotita... Así unas diez o veinte veces y se habrá ahorrado tener que disolver un poco de caca (magnetizada) en agua destilada y andar tomando una gota de aquí, poniéndola allá, etcétera, muchas más veces. 

Con el contenido de este recipiente, tiene para proveer de tratamiento fecomagnético al total de la población mundial durante siglos. No desaproveche la ocasión.

Pero, en fin, ¡hagamos las cosas bien desde el principio! Cague usted, tome un poco de su propia mierda (vale con una gotita) y déjela en una garrafa de agua destilada. A las dos semanas, tome una gotita de esa dilución y échela en un vaso de agua destilada, golpee dos veces el vaso con el lomo de una Biblia y ármese de paciencia, porque lo de tomar la gotita y verterla en un nuevo vaso de agua destilada, darle los dos golpecitos, etcétera, lo repetirá ¡hasta doscientas veces! ¡Y no se deje los golpecitos á la Hahnemann en cada vez! Si no, no funcionará. Con el lomo de una Biblia, recuerde, aunque los homeópatas ateos o agnósticos emplean una cucharilla de plata o una varita de cristal, que el clinc, clinc contra el vidrio tiene efectos mágicos... digo, homeopáticos.

Los tratamientos fecomagnéticos se aplican con éxito en el mundo del deporte profesional y ahora comienzan a extenderse a los deportistas amateurs.

El líquido resultante (agua destilada) tendrá maravillosos efectos curativos. Eso es lo que anunciaron Fernando Cervera y Mariano Colantes el pasado 5 de octubre de 2013, a las seis de la tarde, en una conferencia en la XIII Feria Esotérica y Alternativa de Madrid (sic). Coló. ¡Vaya si coló! Si buscan en internet, seguro que darán con alguna clínica (sic) que propone terapia fecomagnética a sus víctimas... quiero decir, pacientes.

Fecomagnetismo y alimentación.
El maestro Chi Flao ahonda en esta compleja relación.
Próximamente, en sus orinales.

Lo cierto que es tanto Cervera como Colantes son científicos serios. Se les ocurrió la idea de inventarse una terapia alternativa, cuanto más absurda, mejor, a partir de una consulta que recibieron en su blog sobre biomagnetismo. ¡Vamos a ver hasta dónde llega la tontería del personal! Llevaron la broma a lo más alto del absurdo y la desvergüenza... y colaban goles uno tras otro. Más burradas decían, más gente las creía. 

Se inventaron currícula, universidades, estudios, productos, pacientes, terapias, cada cual más inverosímil que la anterior, y nadie ponía en duda sus descacharrantes afirmaciones. Es más, como ya he dicho, ¡se las tomaron en serio! ¡Muy en serio! 


Fernando Cervera cuenta su broma en un libro, El arte de vender mierda, editado por Laetoli. Realmente, verlo para creerlo.

No les voy a hacer todo el trabajo, pero los invito a investigar. Lean el libro, busquen en Wikipedia, descubran a quien todavía ofrece fecomagnetoterapias a sus víctimas... eh, pacientes, naveguen en el absurdo de los doctores Nielsen y Laurie... ¡Asómbrense! Ríanse.

Para saber más, empiecen por aquí:

Ahora me pregunto si esto sería posible en política. Temo una respuesta.

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