Yeruldelgger (Muertos en la estepa)



¿Qué sabemos de la Mongolia? Que está lejos y que tiene algo que ver con Gengis Khan. Poco más. Algún friqui sabrá del desierto del Gobi, de los huesos de dinosaurio... pero poco más. Pues, que lo sepan, Yeruldelgger (subtitulado en español Muertos en la estepa) es una novela negra que transcurre en Mongolia y sus protagonistas todos son mongoles de Mongolia (excepto algún chino y algún coreano que pasaba por ahí). De entrada y sin leer más, tenemos los tópicos del género en un escenario exótico (muy exótico).

El autor, Ian Manook (pseudónimo de Patrick Manoukian, francés), se dedica, entre otras cosas, a escribir libros de viajes y tuvo la ocurrencia de escribir uno protagonizado por un policía mongol, Yeruldelgger, el protagonista de esta historia. Es, como tantos otros protagonistas de novelas policíacas, un hombre rudo, violento, brutal, pero también provisto de un corazón de oro o algo parecido detrás de toda su apariencia hostil. Arrastra consigo (cómo no) un trágico pasado y se enfrentará a él en el transcurso de una investigación criminal que comienza cuando encuentran el cadaver de una niña enterrada viva en medio de la estepa hace cosa de cinco años. Mientras tanto, algo parecido a un crimen ritual, salvajísimo, sucede en la capital, y Yeruldelgger tendrá que enfrentarse a los fantasmas de su pasado y a dos crímenes terribles. También repartirá bofetadas a diestro y siniestro. Etcétera.

El etcétera tiene de todo: mafias, policías corruptos, matones, crímenes (muy) sangrientos, venganzas, traiciones, algo de amor, que no falte, toques de misticismo y magia oriental, para dar contraste y sabor a la mezcla y... voilà op! Aquí lo tienen, traducido por José Manuel Fajardo y publicado por la colección Black de Salamandra. 

Es puro entretenimiento, no pidan Shakespeare ahora. Pero tiene sus momentos y sus típicos tópicos se perdonan, hasta me atrevería a decir que no podríamos pasar sin ellos. ¿Cómo la llaman? Literatura de evasión, comercial, de género... por no decir que está pensada para pasar un rato entretenido y no más, ¡ni menos! Parece fácil, me dirán, pero lo cierto es que no lo es. Yeruldelgger no está, pues, exenta de méritos y es lo que es, una honesta propuesta de entretenimiento.

Qué gran novedad


Uno lee los periódicos (especialmente, algunos periódicos) y arquea las cejas con cierta sorpresa. ¡Caramba! Llanto y crujir de dientes, lamentos y decepciones, y todo porque ahora se enteran que el antiguo presidente de Banca Catalana (que lo fuera también de la Generalidad de Cataluña) era, a juicio del juez instructor, el cabecilla de una organización de delincuentes formada por su propia familia. También señala el juez que la señora de Pujol, Ferrusola, era la que metía mano a las cuentas andorranas de la banda y que su media docena larga de hijos estaba en el ajo, sin duda. ¡Y lo que no sabemos! Papá y mamá gestionaban una organización criminal, con todas las letras, en la que los hijos se movían como pez en el agua, y todos sacaban pingües beneficios de ello.

Sea cual sea el resultado del juicio, estas afirmaciones las ha hecho un juez instructor. Puede que los sucesos consignados por este juez luego no se consideren constitutivos de delito, puede que las pruebas presentadas no sean al final suficientes para alejar cualquier asomo de duda sobre el delito o el delincuente, pero sí que puede decirse que lo descrito por el juez se considera probado. Y lo descrito, añado, no sorprende a nadie.

Pero un grupo de personajes intentaba salvar la figura del patriarca echando las culpas encima de uno o dos hijos descarriados. Esa estrategia ya no cuela. Definitivamente, no. A la luz de los hechos, y a ellos me remito, la trayectoria política del padre es inseparable de su trayectoria financiera y mafiosa, que se inició con el asunto de Banca Catalana. Ese asunto acabó como el fiasco bancario más grande de la historia de España (todavía), y enriqueció fraudulentamente a los Pujol. 

Para entonces, el jefe de la banda había conseguido alcanzar el poder político en Cataluña y lo empleó como coartada, como tapadera y como instrumento de extorsión. Recuerden la que organizó cuando lo llevaron a juicio por el descalabro de Banca Catalana. ¡A partir de ahora, de moral hablaremos nosotros!, dijo, después de provocar el linchamiento (por suerte, incruento) de los diputados socialistas. Tuvo el cinismo de montar una fundación para defender la ética en política, porque él se autoensalzó como referente ético catalán... y todos le dijimos que sí. Idiotas que éramos.

Quizá sus orígenes políticos fueran sinceros o meritorios, pero salió de ellos convertido en un canalla. Más pronto que tarde su ambición de poder (y dinero) se confundió con su ideología y con más cosas. Recuerden las palabras de la señora Ferrusola, cuando CiU perdió las elecciones. Indignada, exclamó: ¡Nos han echado de casa! La confusión entre la administración, el partido y el país, y su personalización en el jefe de la banca, de la banda, pudo ser casual en su origen, aunque no lo creo, pero su persistencia y explotación no fue, ni es, inocente.

De esos polvos, estos lodos. ¿Por qué estamos como estamos? Sólo hay que tirar del hilo. Que alguien no acabe de creerse todavía que hemos vivido tantos años bajo la sombra de un canalla y que tantos se han dejado engañar por él, ciegamente, y que de ese engaño nos dolemos todavía en la vida pública... Que todavía haya gente que lo niegue no es más que un síntoma de nuestra enfermedad.

Santjordiendo


Finalmente, llegó el día de Sant Jordi. El primer Sant Jordi en el que iba a enfrentarme a uno de los efectos secundarios de escribir: firmar dedicatorias para mis queridos lectores.


Supongo que no es lo mismo tener que firmar cientos de ejemplares y correr de librería en librería, ahora aquí y ahora allá, con el cronómetro puesto, que firmar unas docenas de libros sin prisa, pero sin pausa, con tiempo para saludar y charlar con los lectores. Este último ha sido mi caso y, créanme, la experiencia ha sido agradabilísima. 

Gente... Había mucha gente. Casi me atrevería a decir que toda la gente. Tanta que me he quedado con las ganas de saludar a unas cuantas amistades que estaban por ahí vendiendo sus libros. A todos, un fuerte abrazo, y siento no haberos visto. También había gente que no tenía nada que ver ni con el mundo editorial ni con la horticultura y, la verdad, podrían dedicarse a sus labores un día en que el libro (y la rosa) tendría que ser el gran protagonista. ¡Para una vez que la gente compra libros...!

Pero ¡no me quejo! Porque ha ido estupendamente y me lo he pasado en grande. Tenía que estar firmando durante una hora y, al final, he estado firmando dos. He recibido muestras de cariño de mis lectores y editores y he sido, en líneas generales y en detalle, muy feliz.

Quiero agradecer, desde estas líneas, esta oportunidad y este día a Principal de los Libros, que me publica. También, naturalmente, dar las gracias a tantos lectores conocidos y por conocer, a los que he conocido y a los que no he podido conocer. Etcétera.











Y ya puestos, ¿no he venido yo aquí a hablar de mi libro? Pues, ahí va: mi libro

¡Leed, leed y disfrutad!

Sant Jordi 2017


Este Sant Jordi será especial. Lo será para mí, al menos, porque será el primero en el que me sentaré en una mesa a firmar los ejemplares que me pongan a tiro mis queridos lectores. 


Así es. Gracias a Principal de los Libros, que ha publicado el primer volumen de mi Historia torcida de la Filosofía, este domingo pasaré por su puesto, de 12 a 13 h. para firmar algunos ejemplares. Será en Barcelona, en la Rambla de Catalunya, a la altura del número 33.

Ahí estaré. Os espero.

Nota: Por error, dije que sería en Rambla de Catalunya, 69, pero no, será en el número 33. ¡Recordad! ¡El 33! Ay, Señor... Tanta filosofía me está afectando... Los nervios, la edad... ¿En qué estaría yo pensando?

Apocalipsis zombie: protocolos del Gobierno


Llevo días sin conciliar el sueño desde que el diputado Mulet preguntara al Gobierno de España lo siguiente: ¿Qué protocolos tiene adoptados el Gobierno ante la posibilidad de un apocalipsis zombie? Comenté el caso en El cuaderno de Luis y si quieren saber más, a ello me remito

El diputado Mulet, preguntando por el apocalipsis zombie.

Pero, como decía, la posibilidad de la apocalipsis zombie me ha quitado el sueño. Tenía en casa un ficus que estaba más allá que acá y justo después de saber de la pregunta del señor Mulet comenzó a inquietarme. El ficus, quiero decir, no el señor Mulet. Su resistencia al finiquito no me parecía normal y ya me ven por la noche asomándome al saloncito donde el ficus seguía intentando salir de la tierra en la que estaba enterrado y manifestarse como aquél que murió y ¡ay! ¡no está muerto!

Por eso he leído con tantísima atención la respuesta del Gobierno de España, que hoy han publicado los periódicos. El diputado Mulet se ha visto enojado y no ha amagado sus quejas. Es cierto que las respuestas del Gobierno de España son tardías y no responden a casi nada, pero lo que más le ha dolido al señor Mulet es que, en este caso, haya sido tan rápida, tan precisa y además, no exenta de humor. Es verdad: como respuesta parlamentaria es casi ejemplar. Casi... Hay cosas que pronto comentaré, con las que no estoy de acuerdo, pero, en líneas generales, merece un aplauso.

La respuesta del Gobierno de España es ésta (v. aquí):

La respuesta del Gobierno de España.
Si le da a la imagen, la verá ampliada.

El Gobierno de España reconoce sus limitaciones. Si se entiende apocalipsis como fin del mundo, entonces, dice, poco se puede hacer llegado ese momento. Si, por el contrario, un apocalipsis es un pollo muy gordo, una catástrofe, un acabóse..., entonces existen planes de emergencia, Protección Civil, ejército, policía, un Consejo de Seguridad Nacional... En fin, que algo hay. Es verdad que no concreta demasiado, pero la pregunta tampoco.

Ay, ay, ay...

En cuanto a los zombis, afirma que el Gobierno de España no considera probable, ni siquiera posible, que las calles se llenen de muertos vivientes. ¡Qué alivio! Ahora ya puedo respirar tranquilo. Aunque... En fin, recordemos que las banderas del Ministerio de Defensa y de los cuarteles ondeaban esta Semana Santa a media hasta en honor a un resucitado de entre los muertos. Así que tan poco probable y tan imposible no será, a ojos del Gobierno de España. ¿Seguro que nos han contado todo y no se callan alguna cosa?

Ahora viene mi principal desacuerdo con la posición oficial del Gobierno de España. Afirma este gobierno que si un zombi es un atontado, que se comporta como un autómata (definición admitida por la RAE), España y sus administraciones públicas disponen de diversas líneas de actuación, aunque el Gobierno duda de que quienes se pudieran encontrar en las circunstancias descritas en la citada definición (por muchos que sean) puedan llegar a protagonizar una situación de apocalipsis como por la que se interesa Su Señoría.

Pues, qué quieren que les diga, no. No sólo no, sino no y mil veces no. Un atontado es peligroso y un número elevado de atontados, más, si cabe. Tenemos sobradas y evidentes pruebas de ello. En Cataluña, sin ir más lejos, tenemos el llamado prusés, una tontería sobrada de atontados. Más de uno (entre ellos, el diputado Mulet) afirma que el Gobierno de España está en manos de atontados y así nos va. Por lo tanto... Los partidos de la oposición no están mucho mejor, a juicio de cualquiera, lo que incrementa el número de atontados. La epidemia, además, es universal. Cuando uno piensa en los EE.UU. y en quién ha podido escoger de presidente a ese atontado... Seguramente, algún atontado. Millones de atontados... ¡Dios mío! ¡Va a ser que el apocalipsis zombie ya está aquí! ¿Qué hacemos ahora?

¡Sálvese quien pueda!
¿Será demasiado tarde?


Esto se pone interesante (Gran Premio de Bahréin 2017)


Ahora, sí, ahora comienza a ponerse interesante. Báhrein es un país pequeñito, asentado sobre un archipiélago y unido a Arabia Saudita por un puente de 26 km de largo, habitado por algo más de un millón de habitantes, un lugar forrado de pasta y con un régimen que es una monarquía constitucional aparente, pero que demuestra muy poca afición por los derechos humanos o el feminismo. Eso sí, tiene un circuito de Fórmula 1 y entonces se le perdona todo, dicen las televisiones. Y es ahí, en ese circuito, donde las cosas, como decía, han comenzado a ponerse interesantes.

Aquí Vettel, en primera posición.

En los entrenamientos parecía que Ferrari tenía problemas de fiabilidad y los Mercedes-Benz, no. Además, las Flechas de Plata iban más rápidas que los bólidos de Maranello. Mal asunto. Pero en carrera ¡atención! Los estrategas de Ferrari están demostrando una gran pericia e hilan muy fino. Un temprano cambio de neumáticos y una conducción impecable han conseguido superar a los Mercedes-Benz, que han sufrido pequeños (en verdad, pequeños) errores de planteamiento, que les han salido muy caros. Las Flechas de Plata son algo más rápidas, pero el equipo italiano está resultando más inteligente. En resumen, hemos tenido un bocadillo: Ferrari primero, Ferrari cuarto y en medio, los dos Mercedes-Benz.

El Ferrari 500, un modelo legendario. Tiene una marca de victorias seguidas consecutivas todavía sin batir y ganó en todas las carreras en las que participó excepto en una: las 500 Millas de Indianápolis.

Mención aparte merece una noticia que ha hecho mucho ruido en España. Fernando Alonso no correrá el Gran Premio de Montecarlo porque correrá las 500 Millas de Indianápolis. Alonso lo tenía todo: había sido campeón del mundo, había corrido en Ferrari... sólo le faltaba correr las 500 Millas y quizá también en Le Mans. En los años cincuenta, aquella lejana época que permanece en la leyenda, más de una vez se cruzaron las espadas entre la Fórmula 1 y la Indy Car. Los coches de la Indy corrieron en Monza y muchos pilotos de Fórmula 1 probaron suerte en Indianápolis. ¿Por qué no recuperar las viejas costumbres? Si son buenas, no veo por qué no.

La minúscula errante y la molesta ese


Convergència tiene un problema sobre la mesa desde que cambió de nombre, para disimular. No me refiero a una cuestión política, sino lingüística. Una cuestión, además, en la que están de acuerdo tanto los académicos de la RAE como los del IEC, pues el problema es exactamente el mismo tanto en lengua catalana como en lengua española. Me refiero, atención, a las siglas del nuevo nombre de Convergència.

Después de muchas vicisitudes y algún ridículo, Convergència Democràtica de Catalunya pasó a llamarse Partido Demócrata Europeo de Cataluña o, más propiamente y sin traducir, Partit Demòcrata Europeu de Catalunya. Las siglas son las mismas: P, D, E y C, aunque, por razones propagandísticas, la C se convierte en Cat, de Cataluña. 

Dicho esto, el nombre de la antigua Convergència se atraganta a todo quisque. Al final, la gran mayoría de la prensa oral y escrita se refiere a ellos como la antigua Convergència, incluso habiendo mencionado sus siglas (que suelen pronunciarse pedecá o pedecat). A la hora de escribir, sin embargo, surgen problemas con las mayúsculas y las minúsculas, que es adonde quiero ir a parar.

Unas siglas incorrectas tanto en castellano como en catalán.

En el logotipo de la antigua Convergència, las siglas del partido son PDeCAT, la e minúscula, restando importancia a la cosa de Europa o europea. Pero son muchos los periodistas que, con mejor criterio ortogramatical que los antiguos convergentes, escriben PDECat. También he visto, en periódicos y sitios web de gran tirada, PdeCAT, PdECAT, PDECAT, PEDECat... Las minúsculas van de aquí para allá en un baile de siglas y sólo la P, por ser la primera letra, parece librarse. Una muestra más de que alguien escogió el nombre del nuevo partido con el culo, y perdonen la manera de decirlo.

La RAE, en su Diccionario Panhispánico de Dudas, acepta que se escriban las siglas sin puntos (es decir, ONU en vez de O.N.U.), con alguna excepción, como, por ejemplo, si todo el texto está escrito con letras mayúsculas. Pero, ¡atención!, recomienda (que no obliga) a que más de cuatro siglas seguidas se escriban todas en minúscula, excepto la primera. Así, la RAE recomendaría escribir PDEC o Pdecat. PDeCAT, como proponen los convergentes, está mal escrito en lengua española.

Ah, me dirán, pero resulta que los convergentes reconvertidos en pedetes escriben en lengua catalana y la lengua española se la pasan por el forro. ¡Peor me lo ponen! El IEC y tantos otros filólogos catalanes recomiendan escribir las siglas ¡en minúsculas! Así, en catalán normativo, la ONU es la Onu, el PSOE es el Psoe y el PDeCAT que dicen los convergentes tendría que ser, en propiedad, Pdecat, coincidiendo en ello con los filólogos de la lengua española. De PDeCAT, nada de nada. Si acaso, Pdecat. 

En fin, que tienen un problemón ortogramatical de difícil remedio sobre la mesa. 

(Nota: Lo hemos tenido durante muchos años y nadie había llamado la atención sobre ello, ha nadie le ha importado. CiU, en catalán, tendría que ser CU, lo mismo que en castellano, porque la conjunción no tendría que aparecer en una sigla.)

No es el Rick's, pero como si lo fuera o fuese.

No son el único partido que se da de narices contra las reglas que rigen el empleo de siglas. El otro partido que tiene un problema gordo con sus siglas es Ciudadanos. En lengua española (también en lengua catalana) las siglas en plural no llevan ese, ni con apostrofe ni sin apóstrofe. 

El Diccionario Panhispánico de Dudas dice que es una ONG (organización no gubernamental), pero no varias ONGs, ni varias ONG's, sino varias ONG (organizaciones no gubernamentales). En algunos casos, como en EE.UU. y CC.OO. (Estados Unidos y Comisiones Obreras), se dobla la sigla, seguida de un punto, para mostrar el plural. Ciudadanos tendría que escoger entre ser C o ser CC., aunque esto último se descarta porque existe Coalición Canaria (CC) y tiene escaño en las Cortes Españolas, además de unas siglas correctas. 

Pero Ciudadanos, ajeno a las reglas de la buena escritura (una característica frecuentísima en nuestra clase política) opta por emplear apóstrofes y eses, pensando que el genitivo sajón (como el de Rick's de Casablanca) es más chachi, y escribiendo, cuando no toca, C's. Si tal es el caso, C's quiere decir de C (de Ciudadanos, en este caso) y, la verdad, queda un tanto posesivo, ¿no? Eso pasa por querer tirar de moderno cuando, ay, dejan la propaganda en manos de gente poco leída.

La corbata del consejero


Observen esta foto con detenimiento. La ha publicado La Vanguardia y se ha publicado también en otros medios. Aparecen en ella cuatro personajes, fotografiados en el interior del palacio de la Generalidad de Cataluña, en su ala gótica tardía. Aquí la tienen.

Cuatro estilos, cuatro personajes, un calvo.

El hombre del flequillo es el presidente de la Generalidad de Cataluña y el calvo pelado, el consejero de Asuntos Exteriores, Relaciones Institucionales y Transparencia (sic). Los otros dos caballeros son congresistas de los EE.UU. 

Sin corbata y con sombrero. 

El del pelo blanco y la camisa a cuadros es un republicano defensor del anarquismo de mercado (sic), con una idea de la economía y del Estado que decir que es ultraneoliberal es decir poco, aficionado a defender otras cosas tan peculiares como la tortura en los interrogatorios policiales, que lo del cambio climático es un cuento chino (http://catastrophemap.org/wordpress/?page_id=2594) o que hay que promover la libre venta de marihuana con fines terapéuticos (él la fuma para curar su artritis). Se le considera un hombre de Putin en Washington y toca la guitarra. Se llama Dana Rohrabacher. Tiene un sitio web propio (http://www.rohrabacher.com/) y una entrada en la Wikipedia mucho más interesante (https://en.wikipedia.org/wiki/Dana_Rohrabacher). Todo un personaje que nos demuestra que Donald Trump no salió de debajo de una seta, sino que tuvo precedentes tanto o más singulares que él mismo.

El de la americana azul, que parece que le va pequeña, es un congresista demócrata moderado, Brian Higgins (v. https://en.wikipedia.org/wiki/Brian_Higgins, o su sitio en el Capitolio, http://higgins.house.gov/). Parece más normal que Rohrabacher.

El principal interés de ambos personajes en Europa era observar cómo llevan lo de la marihuana en Holanda e interesarse por la política antiyihadista europea. Lo del terrorismo islámico preocupa, y mucho, en los EE.UU. y ambos pertenecen a no sé qué comisión del Congreso. Aterrizaron en Barcelona, aquí los invitó el gobierno de la Generalidad de Cataluña a un banquete y la liaron tan gorda con el fiestorro que al día siguiente no se entrevistaron con el ministro español de Asuntos Exteriores ni con el de Interior porque (cito textualmente) habían transnochado demasiado. Sin comentarios. Hoy, la embajada de los EE.UU. ha tenido que disculparse y dar explicaciones.

Pero sigamos con la fotografía. Vistos los invitados, quedan los anfitriones.

No me importa demasiado el aspecto un tanto desaliñado del presidente de la Generalidad de Cataluña. Es público y notorio que éste es su aspecto habitual, y eso no es ni bueno ni malo, sino así, simplemente, y así ha sido siempre. Sus actos hablarán por él y unos creerán que están bien y otros, que no. Ya está.

Pero es la cuarta corbata, la del consejero pelón de Asuntos Exteriores, Relaciones Institucionales y Transparencia (sic) la que me llama la atención y me irrita. Oh, sí, me irrita.


En comisión o en el pleno, sin corbata.

Fíjense, lleva corbata. Qué raro. Porque el señor Romeva es firme partidario del sincorbatismo. Nunca la lleva en los actos institucionales como consejero en Cataluña, ni la lleva en el Parlamento de Cataluña. Nunca. ¡Hasta se le ha visto en mangas de camisa! Pero ¡ojo! A la que visita un parlamento extranjero o recibe a unos congresistas de los EE.UU., le crece una corbata en el cuello. Ay, ay, que se me sube la mosca a la nariz.

¡En mangas de camisa y arremangado!

Puedes optar por no llevar nunca corbata o por llevarla siempre, no tengo nada que decir al respecto. Es una opción personal. Va por gustos. Pero si sólo te la pones a veces, quiere decir que te la pones en las ocasiones importantes, que tú consideras importantes, o cuando lo aconseja el protocolo y no tienes más remedio. El señor Romeva se pone la corbata cuando vienen unos congresistas extranjeros, pero no la lleva nunca (nunca) cuando acude al Parlamento de Cataluña, donde representa a sus votantes y cumple un papel institucional, donde el protocolo recomienda una muestra de respeto y decoro en el vestir. Aquí, no. 

La respuesta de hecho del señor Romeva es: ¿El Parlamento de Cataluña? ¡No merece una corbata! Pero un congresista de los EE.UU. que está medio chiflado, sí. ¿No lo ven? De eso me quejo, de que me falte el respeto delante de mis narices. Piensen un poco y verán por qué. 

Ha ido de poco (Gran Premio de China 2017)


Éste es uno de los grandes premios que nos alejan de los tradicionales grandes premios europeos y americanos, pero desde un punto de vista estrictamente comercial, el Gran Premio de China es inevitable y no queda otra que correr en Shangái. 


Este año, el mal tiempo (más concretamente, la niebla) estuvo a punto de impedir la carrera. Por eso, se partió de la línea de meta con neumáticos mixtos. Y de repente, rapidísimo y sin avisar, el Ferrari de Vettel cambia los neumáticos, pone los blandos, sorprende a todos, va directo hacia la primera posición... y un coche derrapa y se pega un tortazo en la recta de tribunas. Sale el safety car (la pista estaba llena de piececitas de fibra de carbono) y corren todos a cambiar neumáticos. La sorpresa estratégica de Ferrari queda en nada.

Gracias a este incidente en pista, Hamilton y su Mercedes-Benz han conservado la primera posición, pero les ha ido de muy poco. Ha ganado Mercedes-Benz, seguido de Ferrari; en quinta posición, el segundo Ferrari y sexto, el segundo Mercedes-Benz. El tercer puesto ha sido para un Red Bull, el de Verstappen, que ha realizado una carrera magnífica. Aunque ha llegado a ir por delante de Ferrari, no ha podido resistir su empuje. Todo apunta a que Mercedes-Benz sigue delante de todos, pero que, ahora mismo, ha de andar con mucho ojo, porque Ferrari está ahí y no pone las cosas fáciles. Si esto sigue así, podemos divertirnos.

"Viaje a Rusia" y cómo reconocer un buen libro


Joseph Roth disfrazado de albanés, con un revólver en el cinto (un Nagant).

Joseph Roth es uno de mis escritores favoritos. Editorial Minúscula ha publicado algunos de sus artículos periodísticos en varios títulos. Porque el Roth periodista es un Roth que merece la pena conocer y leer. Los escritores periodistas o periodistas escritores, tanto da a final de cuentas, son, hoy, una especie extinguida o, siendo generosos, a punto de extinguirse. Pero hubo una época en que un periódico podía permitirse el lujo (eso es, el lujo) de regalar a sus lectores con las crónicas de Roth, Zweig, Benjamin, Kisch, Reed..., pero el verdadero lujo era comprar el periódico y poder leer alguno de estos artículos que son, en sí mismos, pequeñas maravillas literarias. Insistiendo con Roth, sus Crónicas berlinesas, editadas por Minúscula, son una maravilla. Las recomiendo.

Ya nadie escribe crónicas así. O casi nadie.

Ya había leído Viaje a Rusia y lo he vuelto a leer. Creía que no lo había leído. Un despiste, las prisas, quién sabe. A las pocas páginas me dí cuenta de que sí que lo había leído... y no me importó y seguí leyendo, y disfrutando.

Joseph Roth un año antes de partir a Rusia.
Aunque ya era un novelista de prestigio, el sustento se lo ganaba escribiendo en los periódicos.

La alfabetización en la Unión Soviética. 
Deja el vodka y abre un libro, dice, más o menos, el cartel.
Un buen consejo, aunque Roth nunca soltó la botella.

Creo que ésta es la señal que distingue a un buen libro de otro que no está mal. El buen libro puede leerse otra vez y proporciona placer lo mismo. Si es un libro excelente, proporcionará, además, nuevas perspectivas e imágenes y logrará cautivar al lector algo más, si cabe, descubriendo matices que antes habían pasado inadvertidos y novedades imprevistas. En cambio, un libro que no está mal se puede leer una vez con placer, pero la segunda vez suele ser insulsa, si no directamente aburrida.

Podría alargarme más y echar al aire palabras de mucha enjundia y sobrada pedantería sobre esta cuestión, pero creo que esa reflexión sobre lo que es bueno y lo que no debe hacerla cada lector por cuenta propia. Si no la hace, él se lo pierde.

Esto se nos cae


El Ayuntamiento de Sitges lamenta la pérdida de una propiedad municipal en las mismas narices de la Guardia Urbana de la población, en el mismísimo edificio del Ayuntamiento, el que está en la plaza del Ayuntamiento (de l'Ajuntament, en el callejero). Lo anunció hace un par de días Radio Maricel, que es la emisora del pueblo, y publicó una fotografía en Twitter, la que sigue a continuación.


Si observan con atención, verán que el Ayuntamiento plantó cuatro mástiles para banderas en el suelo de la plaza, justo delante de una ventana, tapándola. Un genio, quien las instaló ahí. Son cuatro mástiles porque tendrían que ondear en ellos las banderas de la nación, la comunidad autónoma, la población y ya puestos, la europea. Echo en falta alguna bandera más, pero mejor dejarlo en cuatro porque, si no, eso parecería el edificio de la ONU. 

Si observan la fotografía con atención, falta una bandera. 

Tal como denuncian los periodistas, alguien se plantó en la plaza y delante mismo de las barbas de los munícipes segó el cable que la sujetaba, la birló y se la llevó a casa. ¡Delante mismo de la ventana! Un hurto en toda regla de la propiedad municipal, llevado a cabo con brillante osadía y práctica impunidad. Que fuera la bandera de España es un detalle preocupante, pero piensen que bien podría haber sido la catalana, la suburense o la de la corona de estrellitas de la Unión Europea. Cualquier día los aficionados a lo ajeno vuelven a provocar más dañó en las arcas (de por sí muy resentidas) del Ayuntamiento de Sitges, un daño que pagamos todos, llevándose otra, o todas. ¡Como que las regalan!

Mientras me pregunto si birlar otra bandera que no fuera la española hubiera armado más o menos ruido (siendo el hecho, en esencia, el mismo, el del robo de una parte del mobiliario público, un acto de vandalismo contra lo que es de todos y pagamos todos), me pregunto también de quién fue la idea de colocar los mástiles ahí mismo. Como he dicho, no sólo estorban la vista desde la ventana, sino que, además, cualquiera que pasa por ahí puede birlar una bandera cuando le dé la gana, como se ha podido comprobar. Eso me hace preguntar, además, por qué no se arrían las banderas al caer la noche, por qué no se izan luego de buena mañana. No pido que toquen la corneta los urbanos, ni que se planten firmes, como en las películas. Pero dejar las banderas ahí, abandonadas, es poco menos que una provocación a los amigos de lo ajeno.

Yo recordaba las banderas colgando del balcón, como suele ser lo habitual. Por eso pregunté qué hacían ahí, plantadas en el suelo. La respuesta y la excusa del Ayuntamiento de Sitges es preocupante. Según Radio Maricel, los técnicos municipales aseguran que no pueden fijarse los mástiles ni en el balcón ni en la fachada del edificio, porque (cito) no podría resistir su peso. ¡Caramba! Ni el balcón ni la fachada del edificio podrían resistir el peso de los mástiles... pero bien resiste al pleno municipal en pleno (valga la redundancia) cuando toca Fiesta Mayor. Ay... ¡Un día tendremos un disgusto!

Porque, ahí está lo dicho por los técnicos del municipio, el Ayuntamiento de Sitges está al caer.

El filósofo risueño


Demócrito, visto por Velázquez.

Cuentan que en Abdera tomaban a Demócrito por loco. El buen hombre reía, reía y no dejaba de reírse. Lo suyo era la risa, con un deje irónico. Respondía con chistes, se choteaba de las vanidades y decía verdades como puños con una sonrisa en la boca. A tal punto llegó la risa del sabio (pues sabio era) que llamaron a Hipócrates, uno de los doctores más famosos del mundo antiguo. Le pidieron al médico que diagnosticara su mal y que, dentro de lo posible, pusiera fin a su locura.

¡Mira quién anda ahí!, saludó Demócrito, con unas risas. Hipócrates pidio que los dejaran a solas y se encerró con el filósofo. Ahí pasaron un ratito, un rato, un largo rato, mientras se les oía conversar y de tanto en tanto, reír. Más se alargaba la visita, más se reían médico y paciente. Hasta que, al fin, regresó Hipócrates y dijo, con estas mismas palabras, mientras se secaba las lágrimas de risa, que no había conocido a hombre más cuerdo en toda su vida.

Demócrito, visto por Coype.

Demócrito vivió un siglo, o un poco más, quizá. Un mal día, amaneció sin la facultad de reír o de reírse de sí mismo. Consciente de ello, se suicidó. No sabemos exactamente cómo, pero no debió de resultar gracioso.

Recordemos a Demócrito como merece. El aburrimiento no es serio y la risa es la mejor respuesta contra fanáticos e idiotas. Prueba de que una ideología no es buena es comprobar que sus seguidores no aciertan a reírse de sí mismos y aceptan muy mal que otros se rían de ellos. En cambio, una mente sana es una mente que tiene la risa a punto. Esto es algo que, con mucha frecuencia, se nos olvida.