La cena de los infieles



Llámenme tonto, si quieren, que no serán los primeros, pero yo no conocía a Beryl Bainbridge, una escritora británica que murió en 2010, a los 76 años, que se considera en su patria una de las escritoras más influyentes del siglo XX. En verdad, alguno ha dicho que es una de las grandes damas de las letras inglesas, y cuando alguien dice que la señora Tal es una gran dama de las letras inglesas, hay para echarse a temblar. Agatha Christie, sin ir más lejos, tiene más muertes a sus espaldas que nadie y la señora Bainbridge, leído lo leído, no es de las que deja títere con cabeza.

Su biografía nos muestra una mujer que tuvo problemas en la vida y con la vida, en general, y con sus relaciones sentimentales en particular, de donde se deduce la causa y efecto de ambas cosas, un carácter difícil. Meterse en esas investigaciones puede ser útil para un lector, pero más útil será leer la obra. En este caso, será La cena de los infieles (en su versión original, Injury Time), traducida por Julia Cabezas Ortiz y publicada por Ático de los Libros. Una magnífica edición, cabe decir.

A poco que uno va leyendo, se aprecia que sí, que la señora Bainbridge gastaba una mala leche de padre y señor mío y que tira con bala contra la hipocresía y la estupidez de nuestra sociedad. Tira con bala y acierta con puntería, comete un verdadero estropicio y no deja títere con cabeza. No se salva ni uno solo de los personajes que aparecen en la obra y el panorama que nos va mostrando es desolador y tremendo. Reparte a diestro y siniestro y no tiene piedad. A tal punto es así que la mayoría de los críticos y lectores profesionales que han juzgado la obra hablan de su sentido del humor y la presentan incluso como humorística, aunque lo que es, sin duda de ninguna clase, es cínica, y si hay humor es el que proviene de la ironía con que los cínicos contemplan el mundo. 

Dicho esto, es un relato magnífico, que se estructura al modo (formal) de una comedia donde aquello que puede ir mal no va mal, sino peor, y se procede a un suma y sigue que llega a cotas surrealistas. Es brillante.

El argumento gira alrededor de Edward, un tipo de clase media, contable y felizmente casado, como suele decirse, con Helen. En verdad Edward tiene una amante, Binny, y es un tipo un poco patético. También lo es Binny. También lo es Simpson, y su mujer, una pareja a la que Edward y Binny invitan a cenar. No se libra Alma, una amiga de Binny, ni las hijas de Binny, ni el vecindario, ya puestos. Sucede la cena y sucede lo imprevisto, y no diré más, pero todos esos personajes llegan al límite de lo absurdo de sus vidas gracias al arte, al salero y a la mala baba de la señora Bainbridge, que parece disfrutar con ello. Hay que confesarlo: el lector, también.

Novela de ajedrez



Stefan Zweig escribió mucho. Algunas cosas que escribió fueron magníficas y dignas del mayor reconocimiento. Otras, vaya la verdad por delante, no lo fueron tanto. Pero en todas puede encontrarse el rastro de un Zweig apasionado y genial y recomendar un libro de Zweig suele ser un buen consejo. 

En este caso, bajo mi gusto y percepción, la Novela de ajedrez no es una de sus mejores obras, pero sí una obra muy original y con algunas páginas de primera categoría. Se recomienda leerla sin temor, incluso se anima a leerla. Si usted es receloso, anímese, que no es muy larga. Si usted es selectivo y picajoso con la literatura, tranquilo, que algunas de las páginas de la novela, repito, son muy buenas.

Es una historia en apariencia simple. En una travesía transatlántica viaja un maestro del ajedrez, imbatible, Mirko Czentovicz. Dejando a un lado su maestría en el juego, es un tipo bastante miserable. Pero también viaja un tal señor B. que resulta ser un genio del ajedrez capaz de plantar cara al jugador profesional, pero que permanece en el anonimato y no quiere ni tocar un tablero de ajedrez. ¿Por qué? ¡No voy a contarlo todo! El lector verá por qué y cómo, pero Czentovicz y B. acabarán enfrentándose y ésa es la historia. No toda, naturalmente, porque Zweig nos cuela la biografía de uno y de otro y es ahí donde... ¡No diré más! ¡A leer!

Una nota sobre el autor que interesará a cualquier lector. Zweig era judío, escritor e intelectual y tuvo que exiliarse por la fuerza, huyendo del nacionalismo alemán, que no soportaba que alguien pensara libremente y por su cuenta y encima fuera judío. Escribió esta obra en 1941 y unos meses después se suicidó, desesperado por ver a los nazis victoriosos en Europa y no pudiendo vislumbrar su fin. Eso les dará pistas sobre lo que sucede en el libro y les dará una nueva perspectiva sobre el texto. Fue su última novela y se publicó póstumamente.

Tao Te Ching



Lao Tsé se escribe Lao Tsé, Lao Tzu, Lao Zi, Laozi y más de uno ha españolizado el nombre y le llama Laocio, para evitarse líos. En verdad se escribe en chino, con unos ideogramas que no sabría poner aquí y una pronunciación a la que no llego, y lo correcto sería Viejo Maestro en vez de Laocio, que es la traducción comme il faut del nombre del caballero.

En las mismas estamos cuando escribimos Tao Te Ching, que también escriben Tao Te King, Dao De Jing, etcétera, con tildes aquí y allá, torcidas a un lado o al otro, según corresponda, que podría también traducirse (muy libremente) como El camino de la virtud, por llamarlo de alguna manera. Cómo somos que, si digo que me he leído El camino de la virtud, quedo como un cursi, pero si digo que he leído el Tao Te Ching, en cambio, mis contertulios ponen cara de interesantes y se inclinan ante mi sabiduría. Tontos, si se la creen.

Todo este lío porque una de las lecturas que más me ha cautivado estos últimos meses ha sido, precisamente, el Tao Te Ching. Es uno de los libros fundamentales de la filosofía, pero también de la poesía y de la religión, chinas. Es breve, es bellísimo, es a ratos críptico o esotérico, es en todos y cada uno de sus versos, fascinante. 

Es endemoniadamente difícil de traducir, y ya no les cuento lo difícil que es traducirlo bien. Por eso, aunque he leído la versión de Stephen Mitchell (traducida del chino al inglés), luego traducida al español por Jorge Viñes, a mi juicio estupendamente, no me atrevo a decir que sea la mejor, la peor, la más buena, la menos buena o qué, porque a tanto no alcanzo.

Un amigo mío, sinólogo aficionado, me ha aconsejado una versión publicada en inglés en no sé qué universidad norteamericana, dificilísima de encontrar, asegurándome que es la mejor. La he tenido en mis manos y el tocho es considerable, porque el sinólogo yanqui era amigo de anotar todos y cada uno de los versos con tremendas reflexiones sobre el significado de tal o cual ideograma. Seguro que le valió para sacar un cum laude en su tesis doctoral, pero tampoco creo que haga falta para leer el Tao Te Ching y pillar de qué va.

No caigan en esos excesos. Lean, simplemente. Les recomiendo encarecidamente leer el Tao Te Ching. Porque es bello, porque da mucho en qué pensar, porque es breve, también, y porque es una de las obras filosóficas más importantes de todos los tiempos. No diré más, y allá cada uno con sus lecturas y conclusiones.

Pero no puedo menos que explicar por qué el Tao Te Ching es tan difícil de comprender para algunos (chinos incluídos). La leyenda del porqué es china y me la contó ese amigo mío aficionado a la sinología. Posteriores investigaciones han dado por bueno el relato. 

Ahí va mi versión:

El maestro Laocio supo que estaba llegando el final de sus días y dijo a sus discípulos que marchaba hacia Occidente para bien morir. (Como imaginarán, hay un simbolismo detrás de esto, pues marcha hacia Occidente como el sol marcha hacia su ocaso, para morir ambos y dejar paso a la negra noche.) Lloran todos, etcétera, y parte Laocio en su largo viaje. 

Pero China es muy grande y Occidente queda muy lejos, así que el viaje del viejo Laocio fue largo, largo, larguísimo, hasta llegar a la frontera occidental de China. Después de dejar a tanta gente atrás y cuando ya daba por terminado su viaje, se encuentra con el aduanero que guardaba la frontera occidental. ¿Algo que declarar, maestro? Nada, nada, contesta Laocio.

Nada, una mierda. Toda esa sabiduría que llevaba consigo no podía salir de China así como así, para no volver. Así que el aduanero le dijo de ponerla por escrito antes de cruzar la frontera. Laocio, a regañadientes, accedió a dictar el Tao Te Ching

Aquí comienzan los problemas. Laocio era viejecito y ya no tenía dientes. Pronunciaba muy mal y casi no se entendía lo que decía. Para empeorar las cosas, el aduanero era sordo, y Laocio decía tal y el aduanero entendía cual, y así, gritando uno que no se le entendía y escribiendo al dictado el que apenas oía, de mal decir a peor copiar, salió el Tao Te Ching como salió, que no lo entiende nadie. 

Ésa es la leyenda, y tal es el cuento. No tiene nada que ver con la realidad, pero es una humorada muy divertida. Lo menos los chinos se ríen mucho explicándola.

El Tao del que puede hablarse no es el Tao, empieza el libro. Y sigue. Léelo.

Umberto Eco (1932-2016)



No he tenido el placer de conocer a Umberto Eco, pero sí de leer sus libros. Todos, no; apenas algunos. En cualquier caso, no importa demasiado, pero para mí es ya mucho. La vida se ha consumido y un gran autor, más filósofo que escritor, nos ha dejado. Ha sido uno de los grandes humanistas de los últimos años, que ya van quedando pocos, y ha sido premiado y condecorado por grandes naciones y universidades y pocos han considerado su pertenencia al Collège de Pataphysique (Colegio de Patafísica), tan apropiado a su carácter.

Una delle prime e più nobili funzioni delle cose poco serie è di gettare un'ombra di diffidenza sulle cose troppo serie. (Diario minimo, Umberto Eco.)

Un mal oficial


Las llamadas Guerras Revolucionarias, fruto de la enemistad de los reinos europeos con la recién nacida República Francesa, acabaron formalmente en 1802 con la firma del Tratado de Amiens, pero en verdad llegan a su fin con dos grandes batallas, la de Marengo y la de Hohenlinden. No negaré que los ingleses y los turcos arrebatan Egipto a los franceses, en 1801, y que la pérfida Albión prosigue su campaña naval contra Francia, pero en Europa misma ya no había nada que hacer. Napoleón (entonces Primer Cónsul) había triunfado sobre las potencias continentales.

La muerte del general Desaix en Marengo.
Justo cuando evita la derrota de Napoleón y da la vuelta a la batalla.
También es mala suerte.

La más conocida de esas dos batallas es la de Marengo, por dos razones. La primera, porque la ganó Napoleón (aunque sobre eso podríamos discutir un largo rato, mentando al general Desaix). La segunda, quizá tan importante como la primera, es que regaló a la humanidad con un plato exquisito, el famosísimo poulet à la Marengo, o pollo a la Marengo, que está de rechupete.

La batalla de Hohenlinden, en un paisaje boscoso y nevado.

Luego está la batalla de Hohenlinden. No es tan famosa como la de Marengo por otras dos razones. La primera, porque el comandante en jefe de las tropas francesas era el general Moreau. La segunda, porque el cocinero del general Moreau no era ni la mitad de bueno que el cocinero del cónsul Bonaparte.

Decían de Moreau que era un gran táctico, pero un estratega de poca monta, todo lo contrario de Bonaparte. Sostenían muy seriamente que si Moreau y Bonaparte se hubiesen enfrentado con sus ejércitos una contra el otro a una milla de distancia, Moreau se habría llevado la victoria de calle. Si en cambio hubieran comenzado su particular guerra a cien millas de distancia el uno del otro, Bonaparte le hubiera dado un repaso a Moreau de padre y señor mío, alzándose con la más completa victoria. Podrían haber hecho muy buena pareja, pero Moreau intentó un golpe de Estado contra Bonaparte y fracasó poco después de Hohenlinden. Un feo asunto. Tuvo que salir por piernas de Francia y unirse a los emigrées. Hasta vivió en los EE.UU. una temporada. Regresó a Europa, donde murió combatiendo contra el ya emperador Napoleón, al que nunca pudo vencer. Por eso, Bonaparte primero y muchos otros después se encargaron de que Moreau cayera bien pronto en el olvido y de no hacerle demasiado sitio en los libros de historia.

Dicho esto, cuidado, porque la batalla de Hohenlinden fue una señora batalla y Moreau merece un poco más de respeto.

Moreau, en plan héroe, aplastando a los austríacos en Hohenlinden.
No fue así, no hace falta que lo diga. Cosas de la propaganda.

Hohenlinden queda cerca de Múnich y allá se pelearon los franceses y los austríacos el 3 de diciembre de 1800. El mando francés del Ejército del Rin pertenecía a Moreau. El austríaco, al archiduque don Juan de Austria, que era hermano del comandante en jefe de todos los ejércitos austríacos, el archiduque don Carlos de Austria. Todo en familia, como ya ven.

En Marengo se batieron entre 50.000 y 60.000 hombres en el campo de batalla, sumando los dos bandos. En Hohenlinden, atención, se toparon los 180.000 hombres de Moreau con los 120.000 a las órdenes del archiduque don Juan de Austria. No diré más, aunque en el campo de batalla propiamente dicho sólo se vieron las caras alrededor de 55.000 franceses y unos 64.000 austríacos. Es la mayor batalla de las Guerras Revolucionarias y una de las mayores de todo el período napoleónico.

Los austríacos recibieron una soberana paliza. Tanto es así que Austria, derrotada, se vio finalmente obligada a firmar el armisticio. 

Otra imagen para la mayor gloria del general Moreau. 
Los austríacos, derrotados, reconocen su genio y valentía.

Fue una batalla que a Moreau le vino al dedillo, como hecha a medida, una batalla que comenzó casi sin querer y que acabó en un juego táctico en un terreno muy restringido. Moreau demostró su valía en las distancias cortas y se impuso decisivamente. Perdió unos 6.000 hombres, contando muertos y heridos. Pero los austríacos perdieron 20.000, entre muertos, heridos y prisioneros.

Quería contar una anécdota de la batalla, ya que hablé unos días de los polacos que lucharon con Napoleón en España. También los hubo luchando en el bando de Moreau, exiliados después de la partición y reparto de Polonia entre Austria, Prusia y Rusia. Formaban tropas de ulanos (lanceros) y eran soldados de caballería de primera, de ésos que realizan proezas increíbles. Y una de esas proezas la llevó a cabo el soldado Pawlikowski, en Hohenlinden.

Caballería polaca durante el Consulado.
Pronto se ganaron a pulso la fama de gallardos y osados.
También, de bebedores empedernidos e invencibles.

Pawlikowski tenía 23 años y era sargento de ulanos. Se vio metido en una batalla que en algún momento fue bastante confusa y pronto quedó aislado de su escuadrón. En éstas, en medio del follón, descubrió a una compañía de infantería enemiga en un bosquecillo. Él y un cazador a caballo francés que pasaba por ahí, tan loco como el polaco, un tipo llamado Gotebeuf, no tuvieron otra idea que cargar contra la infantería enemiga. Lanza en ristre el polaco, sable en alto el francés, picaron espuelas. Los dos contra un centenar de austríacos, ahí les arriendo la ganancia. 

El primero en llegarse a los austríacos fue Pawlikowski. Mató a dos oficiales con su lanza (zas, zas) y amenazó al resto con hacerles lo mismo. De Gotebeuf no se volvió a saber nada, porque quizá fue detrás de los que huyeron, presas del pánico, en vez de quedarse a tomar prisioneros como hizo el polaco, o no. No se cita en las crónicas. 

El general Decean estaba en sus cosas, mandando su división (y ganando la batalla), cuando vio aparecer por la carretera al sargento polaco seguido por un oficial y 56 soldados austríacos que había hecho prisioneros. Suponemos que el cazador a caballo Gotebeuf cerraría el desfile, pero es sólo un suponer. El polaco era, en efecto, Pawlikowski.

El general, maravillado por la hazaña, se acercó al sargento polaco y lo felicitó efusivamente. Le prometió una gran recompensa por su valor y se ofreció a nombrarlo teniente ahí mismo. Tal dijo, tal saltó el polaco. En mal francés, respondió algo que me atrevo a traducir así:

No saber leer, no saber escribir, no ser oficial.

Así quedó la cosa y así la recogieron las crónicas. Jan Pawlikowski, del 1.º de Lanceros de la Primera Legión (polaca) se conformó con seguir de sargento, aunque la República Francesa le regaló una Carabina de Honor, una carabina con la siguiente inscripción: La Republique Françaisa à son defenseur, le citoyen Jan Pawlikowski, lancier de la cavalerie polonaise, qui pendant le bataille de 12 frimaire de l'an IX de la Republique, fit 57 prisonniers.

Una carabina de honor como la que se entregó a Jan Pawlikowski, recientemente subastada y en perfecto estado de conservación. Solían encargarse al armero Boutet, de Versalles, quizá el mejor armero francés de su época, y eran armas de primera categoría (aunque basadas en el modelo reglamentario). Eran, en tiempos del Consulado, la máxima condecoración y premio al valor que concedía la República Francesa.

De esta primera Legión Polaca saldrían parte de los oficiales de los regimientos de caballería de la Guardia Imperial y la Legión del Vístula, como también de los regimientos de caballería regulares del futuro Gran Ducado de Varsovia. ¿Qué fue de Pawlikowski en esos años que siguieron? Me apena decir que no lo sé, aunque se ganó unas líneas en la pequeña historia. Pero ésas son otras batallas y quizá otro día hable de ellas.

El sobrecoste de la L9


Los Siete Magníficos, inauguradores de la L9 (Sur).
¿Qué hace ahí el tipo de la derecha del todo? Ése ya no trabaja.

Hace nada, hace un par de días, se ha inaugurado un tramo de la nueva línea de metro de Barcelona, la Línea 9 (L9). El tramo (ya en funcionamiento) se conoce como L9 Sud (Sur). Suma 20 km de túneles, quince estaciones y un billete de ida de 4,50 euros de Barcelona al aeropuerto, para el que no valen ni tarjetas multiviajes ni nada por el estilo (que sí que valen para el tren de RENFE que hace el mismo trayecto).

La L9 está inacabada. Existe la L9 Nord (Norte), que une la Sagrera con Can Zam, cubriendo gran parte del núcleo urbano de Santa Coloma de Gramanet. Falta todavía un tramo que une las estaciones de Zona Universitaria y la Sagrera, el que atraviesa Barcelona, que supongo se llamará L9 Centre (Centro). Serían 15 km y doce estaciones más que nadie es capaz de decir cuándo se construirán. Dos tuneladoras ancladas bajo tierra y algunos agujeros en los que cabría un rascacielos repartidos por la ciudad dan fe de que hubo un día en que alguien creyó que esa obra iba a llevarse a buen término.

Aparte, está la L10, una línea que compartirá un buen tramo con la L9 (excepto el principio y el final) y que hoy sólo suma seis estaciones y 5,6 km de vías. Tendría que contar con 27 estaciones más para darse por acabada. Nadie es capaz de decir cuándo se completarán las líneas L9 y L10. Ahora mismo están paralizadas.

En otro orden de cosas, hacía tiempo que nadie inauguraba nada en las líneas L9 y L10. Sin embargo, en 2010 se hicieron, al menos, ¡tres inauguraciones en la línea! Eso, si no me he descontado. Era año electoral, recuerden, y ambas líneas eran objeto del deseo propagandístico de CiU, ERC, PSC, ICV y compañía, responsables en uno u otro momento del dispendio. 

La L9 tenía que haber costado 1.947 millones de euros (de 2003). Luego, el presupuesto se disparó. 

La Generalidad de Cataluña financió parte de la obra con un sistema de concesiones. Se aseguró por contrato una rentabilidad del 8% a las empresas concesionarias y se les pagaba unos 235 millones de euros al año por la explotación del servicio... aunque no pasaran trenes por los túneles. Tal cual. A ese coste hay que sumar el mantenimiento de la línea y los intereses de los préstamos bancarios. 

Según consta por escrito, el 1 de octubre de 2015 la Generalidad de Cataluña todavía debía 8.859 millones de euros a las empresas concesionarias. Hay que sumar a esta cifra los 6.351 millones de euros invertidos entre 2003 y 2014 procedentes del presupuesto de la Generalidad de Cataluña. También, como he dicho, el peaje de la concesión. En 2025, fecha del fin de la concesión, la Comunidad Autónoma seguirá debiendo 5.150 millones de euros. Tendrá que pagarlos o volver a negociar y alargar la concesión a las empresas que exploten la línea. Es el coste de privatizar las cosas y no controlar el gasto público, que habría evitado tener que privatizarlas.

Hoy, ya se han invertido 15.210 millones ¡y lo que queda todavía por construir! Dicen que el tramo central de la L9 podría exigir una inversión de 1.100 millones de euros. Pero ¿podemos fiarnos de ese número? Si de 1.947 millones de presupuesto inicial de toda (toda) la línea hemos llegado a los 15.210 millones de una parte, ¿por cuánto podría salir ese tramo presupuestado inicialmente en 1.100 millones de euros? La parte construida tenía un presupuesto inicial que no llegaba a los 1.000 millones. No diré más. Hagan una regla de tres o recen a Santa Rita para que les ampare, tanto da, porque el susto será morrocotudo.

Esta locura permite presumir de grandes despropósitos presupuestarios y financieros. Por ejemplo:

Estación de la L9 de Santa Rosa, a 32 millones de euros la pieza.

La estación ferroviaria para pasajeros más cara construida en España los últimos veinte años es la estación de metro de Santa Rosa (32 millones de euros), de la L9.

El precio por km de línea de ferrocarril de la L9 también es de órdago. En España, el km de línea de AVE cuesta, de media, 12,5 millones de euros. El AVE de Madrid a Barcelona costó 14,5 millones de euros por km. El presupuesto de un tranvía que cruce toda la avenida Diagonal de Barcelona (unos 11 km) se estima en 120 millones de euros, a poco menos de 12 millones de euros por km, que incluyen además la (segunda) remodelación de la avenida. 

El coste por km de la L9... Agárrense. En serio, agárrense. La L9 nos ha costado  ¡más de 594 millones por km! Tanto es así, que con el coste de la L9 todavía inacabada podríamos haber construido no una, sino ¡dos! líneas de AVE Madrid-Barcelona con sus estaciones, sus trenes, sus catenarias y sus socavones (¿se acuerdan?). O más, porque la línea del AVE Madrid-Barcelona tuvo un sobrecoste del 33%. Otra manera de verlo: con el coste de 200 m de la L9 montamos un tranvía de primera que cubra los 11 km de la avenida Diagonal y dejamos el paisaje como los chorros del oro. 

Instalaciones nuevecitas de la L9, sin estrenar todavía.
Nos han costado un ojo de la cara.

El sobrecoste de la L9 hoy día supera los 13.500 millones de euros, pero quedan los 1.100 millones (¡ja!) del tramo central y el 8% de intereses de las concesionarias hasta 2025 para sumar a la cuenta. En total, hablamos de unos 17.000 millones de hoy mismo ¡suponiendo que el tramo central no tenga sobrecostes! Eso, visto el percal y tal como está todo ahora mismo, es mucho suponer. En resumen, es más de dos veces, dos, de todo, absolutamente todo el presupuesto que dedica la Generalidad de Cataluña a la sanidad y los servicios sociales en un año.

Además, leo en eldiario.es que entre 2003 y 2014 la Generalidad de Cataluña había invertido casi tanto en la L9 como en carreteras (en toda Cataluña), 6.351 millones contra 6.594 millones. En total, el 43% de todas las inversiones de la Generalidad de Cataluña en este período (i.e., 16.265 millones de euros) fueron a parar a las carreteras y a la red ferroviaria. Eso, sin contar los más de 8.000 millones financiados mediante concesiones a empresas privadas, al 8% de interés, para pagar la L9. Uf.

En el mismo período de tiempo (2003-2014), la Generalidad de Cataluña ha realizado otras inversiones. Por ejemplo: 

En Sanidad y Servicios Sociales, 3.001 millones se destinaron a la mejora y renovación de la red de centros de atención primaria, hospitales, residencias y centros de día, etc. Unos 272 millones de euros al año, de media.

En la construcción y mantenimiento de centros educativos, escuelas, universidades, centros de investigación, museos, bibliotecas, defensa del patrimonio, etc. (Educación y Cultura), se invirtieron 3.857 millones de euros. Unos 350 millones de euros cada año, de media.

Todas estas partidas sumadas llegan a los 6.858 millones de euros. 

Si la sanidad pública catalana fuera otra línea de metro, sería algo así.

Recuerden, las inversiones en la L9 en el mismo período de tiempo suman 15.210 millones. Más de la mitad de esta cifra, es cierto, se amortiza mediante una concesión. Como ya he dicho, la Generalidad de Cataluña paga a las empresas concesionarias unos 235 millones al año por el favor. Pero también ha invertido cada año casi 580 millones de euros en la L9, y cuando se acabe la concesión, en 2025, seguirá debiendo 5.150 millones de euros a las empresas concesionarias, como ya he dicho antes. Son cifras oficiales, pero hagan ustedes el cálculo de por cuánto nos habrá salido la broma a final de cuentas.

Ahora, que venga un tipo a decirme que no hay dinero para la sanidad pública, para la educación o para lo que sea porque no somos independientes y no sé qué cuento chino. Porque, echando números, invierten lo mismo en la CCMA (TV3 et Co.) que en la mejora, mantenimiento y renovación de toda la red sanitaria pública. ¡No me lo invento! ¿Demagogo? Vale, sí, pero ¡hagan las cuentas! ¡Es así! Por no hablar del derroche habido y por haber en el gigantesco y monstruoso agujero negro de la L9. 

Pero, claro, no hay dinero para la sanidad, dicen. Nos faltan 1.000 millones... los mismos que hemos echado al agujero de la L9, cada año, cada año... En fin, cuando uno es responsable de un sobrecoste en obra pública superior al 782% (!!!?) y me viene con este cuento, ¿qué puedo decirle?

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El yeti de Formigal


Una conspiración del Estado, la Liga de Fútbol Profesional y el club Bilderberg nos está ocultando pruebas sobre la inequívoca presencia del yeti en los Pirineos.

Los aficionados a la criptozoología saben perfectamente qué es un yeti, y los que no sienten tan extraordinaria afición, también, porque el yeti es un ser fabuloso a la vez que famoso. 

El yeti es también conocido como abominable hombre de las nieves (me encanta lo de abominable) y es el equivalente al coco o al hombre del saco en el Tíbet, donde no le llaman yeti, sino jigou (que se pronuncia parecido a G.I. Joe, en inglés). Al yeti le han salido primos en todas partes y fue comenzar a hablar de él y comenzar a ver abominables por todas partes. Están los bigfoot, en los EE.UU., los yowie en Australia, los kunk en los Andes y los wookiees en el espacio (siendo Chewbacca el más famoso de todos ellos). Y ahora, damas y caballeros, tenemos un abominable hombre de las nieves en la estación de esquí de Formigal y Panticosa, en el Sallent de Gállego, en medio del Pirineo de Huesca. 

Una familia de yetis aragoneses, posando para el criptozoólogo chino Cha Lao.

Saltó la liebre hará un día o dos, el fin de semana o por ahí, cuando unos esquiadores van y sueltan que han visto a un yeti (sic) en Formigal. ¡Atención! ¿Qué hace un yeti tibetano en las pistas de esquí de Formigal y Panticosa? ¿O no es un yeti tibetano, sino un criptoanimal autóctono? Cuidado con las respuestas, que la criptozoología podría revolucionarse. 

La espeluznante prueba fotográfica aparecida en las redes sociales.

Hay fotografías del bicho y ahora dicen que hasta un video. La liebre saltó en un lugar de las redes llamada ForoCoches, gracias a un tal señor, o señora, Kangaroo. Esta mañana esquiando en Formigal con mis colegas nos hemos encontrado con esto, decía la primera noticia. Hemos avisado a la estación [de esquí] pero no nos han tomado en serio. Qué raro, ¿verdad? 

Los responsables de las instalaciones lúdicas, el grupo Aramón, han publicado una nota en las redes sociales para tranquilizar a la población y para ahorrarse el trabajo de escribir una nota de prensa de verdad, que es más larga y tiene más letras. La nota dice: Tras la noticia aparecida estos días en varios medios y en redes sociales del avistamiento de un supuesto "Yeti" en el entorno de nuestra estación, queremos comunicar que hemos hablado con los testigos del avistamiento para identificar la zona donde se produjo. Tras peinar el área no hemos encontrado nada. Entendemos por tanto que no hay motivo para la alarma y que la seguridad está garantizada. En cualquier caso, seguiremos alerta. Gracias a todos por los avisos. ¡¡Feliz día de esquí!! Y tan contentos.

La estación de esquí de Formigal y Panticosa es el lugar ideal para que un abominable hombre de las nieves pueda pasar desapercibido. Para la muestra, un botón. Señale cuántos abominables hombres de las nieves aparecen en esta fotografía y verá usted si no es verdad lo que digo.

Esta gilipollez está dando la vuelta al mundo. Se ha convertido en un viral, que dicen ahora. Lo publican periódicos europeos y americanos. ¡Yo también la publico! Los de la estación de esquí de Formigal y Panticosa aprovechan la ocasión para promocionar el esquí en lo que queda de temporada, por ver si remontan y esperan llenar por San Valentín. Los aficionados a la criptozoología se frotan las manos y los que iniciaron la broma, supongo, estarán desternillándose de risa.

Llegados a este punto, no busquemos explicaciones racionales a la tontería. Busquemos, mejor, un nombre para la bestia. Yeti ya está ocupado y necesitamos un nombre autóctono, de aquí, para promocionar la criptozoología pirenaica y atraer turistas, que es de lo que se trata el asunto. ¿Qué nombre le ponemos? ¿Braulio? ¿Quién se atreve a ponerle un nombre comme il faut? ¡Ánimos, reporteros y publicistas! Aquí tenéis para entreteneros un rato.

Pedro y Pablo


Pedro, a la izquierda, y Pablo, a la derecha.
En la estampa, que no en política.
Pedro sostiene las llaves del gobierno y Pablo, el abrecartas.

Leo el otro día, en un titular: Felipe le dice a Pedro que no pacte con Pablo. Así, tal cual.

Luego, en una entrevista, le preguntan a Pedro: ¿Ha hablado usted con Pablo? A Pablo también le preguntan por Pedro, y Pablo responde: Ayer hablé con Pedro. Puestos a preguntar, preguntan a un tercero, que está metido en este asunto, y éste dice: Me consta que Pedro llamó a Pablo... O quizá dijo que le constaba que Pablo había llamado a Pedro. Porque a estas alturas, confundo Pedro con Pablo y viceversa. 

Peor me lo ponen cuando intervienen terceros, ya digo, porque entonces hablan de Iñigo o de Íñigo, porque resulta que ni Pedro ni Pablo coinciden con el acento o la tilde y el tal Ignacio puede ser uno que es vasco u otro que lleva gafas, pero no me pregunten cuál de los dos es Íñigo y cuál Iñigo, porque me parece que son indistintamente uno y el otro. 

También aparece un tal Albert, que no hay que confundir con Alberto, porque ¡lo que consigue una vocal más o menos! Albert sin o dicen que es de derechas y Alberto, con o, de izquierdas. Eso dice Pablo, aunque Pedro sostiene que Pablo no quiso decir tal cosa y Pablo afirma que él no hace más que repetir lo que dijo Pedro. 

También está Mariano, con el que no quieren hablar ni Pedro ni Pablo, aunque Pablo dice que Pedro se avendría a pactar con Mariano y Pedro responde diciendo que sería muy triste que Pablo votase lo mismo que Mariano, y entre Pedro y Pablo, Mariano tiene que conformarse con Soraya, que también habla de Pedro y Pablo... y de Felipe, y bueno es este otro, Felipe. Porque Pedro y Pablo, los dos, hablan de Felipe y Felipe habla tanto de Pedro como de Pablo sin mentar los apellidos ni en broma. Etcétera.

De nuevo Pedro y Pablo. 
De nuevo Pablo sale a la derecha en la imagen.
En verdad, Pablo sigue estando a la izquierda de Pedro. 

Aunque, ya les digo yo ahora, Pedro y Pablo se llevan la palma en los comentarios de las tertulias radiofónicas y televisivas. Pedro por aquí, Pablo por allá, Pablo esto, Pedro lo otro, si Pedro y Pablo se hablan, si Pablo y Pedro no se ponen de acuerdo... Como si se conocieran de toda la vida.

Llegado a este punto, tengo una pregunta pendiente: ¿Dónde se han metido Wilma y Betty? 

Me dan ganas de gritar ¡Yabadabadú!

Curanderos con dinero público


Quien tenía las esperanzas puestas en el nuevo gobierno de la Generalidad de Cataluña para que mejore la sanidad pública, puede ir agarrándose, porque el consejero de Salud ya ha dicho públicamente (en sede parlamentaria, además) que no, que no tiene arreglo.

Lo primero que dijo su antecesor, don Baudilio (a. Boi) Ruiz, sólo pisar su despacho fue que nos hiciéramos un seguro médico privado si teníamos la intención de ponernos enfermos. ¿No lo recuerdan? Acto seguido, comenzó el destrozo intencionado y metódico de la sanidad pública catalana. 

Datos oficiales sobre el recorte en sanidad per cápita en Cataluña.

El presupuesto, ya entonces insuficiente y cercano a los 10.000 millones de euros, es hoy de 8.400 millones, con suerte. Además, es menos público que hace cinco años, puesto que se han externalizado (eufemismo) muchas actividades médicas, pruebas clínicas, etc., se ha privatizado la gestión (otro eufemismo) de muchos centros públicos, se han reorganizado (más eufemismos) muchas áreas de actividad y se han reestructurado las plantillas (miles de médicos y enfermeras se han quedado sin trabajo) y hoy mismo hay cientos (cientos) de camas hospitalarias menos que en 2010 y unas listas de espera que, maquilladas varias veces, siguen siendo mucho más largas que entonces. También se ha resentido la esperanza de vida de los catalanes, por cierto.

El malestar está ahí, pero se disimula y distrae.

En estos últimos cinco años, además, la corrupción en el sector sanitario público nos ha procurado escándalos sin número. San Pablo, INNOVA, los señores Crespo, Prat o Padrosa, entre muchos otros, el Hospital Clínic, las prótesis caducadas de Traiber (con miles de pacientes afectados), la venta de los datos médicos de los catalanes a través de VISC+, pese a la prohibición del Parlamento de Cataluña y al no pedir permiso a los pacientes (una venta que sigue en marcha hoy día), el retraso del pago a las farmacias... ¿Sigo?

Don Baudilio ya no es consejero de Salud, tras tan maravillosa gestión. No le faltará trabajo en algún consorcio sanitario; el tiempo dirá.

El nuevo consejero de Salud, guay del Paraguay.
Lo primero que ha dicho es que esto no tiene remedio.

Ahora, el consejero de Salud es Antonio (aunque se hace llamar Toni) Comín, un personaje licenciado en Filosofía y Ciencias Políticas, profesor de Ciencias Sociales de ESADE, que pasó por el PSC y cuando vio que el PSC ya no se comía un rosco, fiel a sus ideas de siempre (las que sean), dio el salto a la derecha y se apuntó, junto con la antigua consejera de Salud, doña Marina Geli (¡otra!), al procesionismo, torpedeando al PSC desde dentro y abandonándolo acto seguido. En agradecimiento a los servicios prestados, ERC, a través de Juntos por el Sí, le ha premiado con el butacón de consejero de Salud. En su vida ha trabajado en el sector sanitario, aunque hablaba mucho de él.

¿Qué es lo primero que ha dicho este caballero una vez en el cargo? Lo repito. En sede parlamentaria, después de alabar la tarea de su antecesor (sic, y manda huevos), declaró que la sanidad (pública) catalana no tiene arreglo, que está muy mal y que si no nos dan mil millones de euros y además, la independencia, no la podrá arreglar. Con dos cojones.

Pero...

Mientras tanto, según consta en una nota de prensa del Gobierno de la Generalidad de Cataluña (ésta), nuestros líderes patrios se han roto los cuernos y han puesto todo su empeño para que unos chinos monten un hospital de curanderos en Barcelona.

Ponen todas las facilidades habidas y por haber para que un consorcio de hospitales (eufemismo), universidades y centros de investigación (id.), además de empresas privadas (eh, privadas), reunidas con el permiso del gobierno de Pequín (no del gobierno chino, sino del de la administración municipal de la ciudad) monte un Centro de Medicina Tradicional China en unos terrenos públicos y con letras mayúsculas, que la Generalidad de Cataluña cederá gratuitamente. No sólo cederá los terrenos. Hará mucho más que eso.

Cede parte de las oficinas de sus propios servicios para que los chinos puedan montar el negocio (porque es un negocio, un hospital con ánimo de lucro). Serán oficinas de la sede de ACCIÓ, en Barcelona, una agencia prevista para promover la competitividad de las empresas catalanas (que no chinas).

Más todavía. Crearán un máster oficial de Medicina Tradicional China que será impartido conjuntamente por la Universidad de Barcelona (UB) y la Universidad Pompeu Fabra (UPF). Ya saben, pagando... En Zaragoza, Boiron paga (o pagaba) una cátedra de homeopatía y muchos colegios de médicos y enfermeras, se inclinan ante el negocio que suponen unas prácticas pseudomédicas. Es una vergüenza que las universidades ofrezcan y no dejen de ofrecer estudios para dar lustre a timos reconocidos, que no tienen fundamento científico alguno (véase, por ejemplo, aquí). Progresar en la ciencia y el conocimiento es lento, duro y difícil, pero dejar la puerta abierta a la estupidez es tan fácil...

Los chinos tendrán su máster gratis gracias a la ayuda de las universidades antes dichas (públicas). Pero suma y sigue, porque habilitarán provisionalmente parte de la Maternitat para hacer el seguimiento de las víctimas... perdón, de los pacientes, de los curanderos chinos, con tal de (cito) hacer un seguimiento de la efectividad de los tratamientos de la Medicina Tradicional China (escrita así, con mayúsculas, que es más guay). ¡Ya se conoce esa efectividad, caramba! Pero ellos, erre que erre, para buscar fotografías con bata blanca, que molan mucho en la publicidad del timo.

Al parecer, en esa ala de la Maternitat se combinarán los tratamientos médicos (de verdad) con los remedios de la abuela (china). Si alguien se cura, será por los tratamientos de la abuela (china), no por la medicina de verdad, naturalmente. Médicos del Hospital Clínic perderán su valioso tiempo en este experimento pagado por todos. Se abrirán líneas de investigación relacionadas con este ámbito en el IDIBAPS (el centro de investigación biomédica dependiente del Hospital Clínic), dicen. Etcétera. No sólo privatizan una parte importante del Clínic y emplean recursos públicos para atender a pacientes de pago, como hasta ahora, sino que encima desviarán a sus médicos a investigar tonterías. ¡Premio!

¡Más! Será (cito) un ecosistema que se completará con la creación de un centro cultural que difunda este tipo de medicina milenaria [sic] y con la obertura de un instituto de asistencia y soporte en el reconocimiento y uso de las hierbas utilizadas en medicina tradicional china en Cataluña, añade la nota. Así darán carta de reconocimiento al consumo de pene de tigre y cuerno de rinoceronte, me imagino.

Fotografía publicada por la Generalidad de Cataluña en la que aparece el señor Baiget (el calvo, en el centro) rodeado de los firmantes del convenio con el consorcio de curanderos pequineses.

Para más cachondeo, no es el consejero de Salud el que presenta el proyecto en sociedad, sino el señor Baiget, que es consejero de CDC... eh, perdón, de Economía y Conocimiento. Recuerden, es un negocio (en gran parte, también un timo). Lo de la salud pública aquí no importa. 

Para que unos empresarios chinos monten un chiringuito de curanderos en Barcelona (en el que piensan gastarse 80 millones de euros, tela) todo son facilidades y regalos. Ahora bien, para que el gobierno de la Generalidad de Cataluña haga algo por la medicina de verdad, por la investigación médica, por la sanidad pública... ¡lo que sea! No me parece que pongan el mismo empeño. Si lo hacen, no se nota, no consta, no se recuerda. Al contrario, se dice que no tiene remedio.

Seguro que saldrá alguno diciendo que la medicina tradicional china o los remedios de la abuela (china) son muy, muy, pero que muy buenos y que lo mío es maldad y cerrazón. Vale. A los datos me remito.

Lineas por las que fluye la energía vital en un chino.
Nadie ha conseguido nunca demostrar que estas líneas existen.

La esperanza de vida en China cuando se aplicaba la medicina tradicional china era de 40 años. Desde que la constitución china obligó a emplear la medicina (moderna) en China, la esperanza de vida ha crecido hasta los 75 años. Deprisa y espectacularmente, además. Recordemos que el primer país en perseguir la acupuntura por considerarla peligrosa (sic) y consistir en un engaño a sus pacientes fue China, en la segunda mitad del siglo XIX, cuando fue prohibida su práctica por el gobierno imperial. Una práctica recién nacida, por cierto, gracias a la importación de agujas del Reino Unido. O sea que de milenaria, nada.

No toda la medicina tradicional china es ineficaz, cuidado. Parte de la fitoterapia funciona, porque muchas plantas contienen principios activos que pueden curar algunas enfermedades o aliviar algunos males. ¡Esto es más viejo que el hambre! Que existen las plantas medicinales es más que sabido. 

Por ejemplo, el ácido acetil-salicílico (la aspirina o etanoato de o-metil oico-benceno) se extraía de la corteza del sauce hasta que se aprendió a sintetizar en laboratorio y hoy en día es posible asegurar la pureza del principio activo y su dosis exacta gracias a la tecnología, cosa que una infusión no asegura. Pero que el principio activo del ácido acetil-salicílico está presente en la corteza del sauce es cierto. Lo que no es cierto es que sea mejor la infusión que la pastilla.

Ahora bien, dejando parte de las plantas medicinales a un lado, no existe evidencia científica suficiente para poder asegurar que la acupuntura, la digitopuntura, la moxibustión, el chi kung o muchas otras creencias y supersticiones relacionadas con los remedios de la abuela (china) funcionen más allá del placebo. En su mayor parte, no tienen fundamento científico o lógico alguno y son una engañifa. Los cinco elementos, el flujo energético, el chi, los meridianos... son cuentos chinos, permítanme el chiste.

Sitios donde pinchar a un paciente con agujitas. 
Según los creyentes, las agujas equilibran los flujos energéticos del espíritu vital.
Según los escépticos, los pinchazos pueden generar endorfinas. 
Más o menos las mismas que se generan cuando se come una guindilla. 
Lo demás, cuento, un cuento chino.

No son remedios inofensivos. Algunos principios activos tienen efectos secundarios no deseados. Algunas prácticas pueden provocar lesiones o infecciones. Incluso suponiendo que se tratara de un tratamiento inofensivo, podría ser muy peligroso no acudir a un médico de verdad o abandonar un tratamiento médico a cambio del remedio de la abuela (china). Pero ¡no convenceré a nadie! Es un largo debate entre razón y fe, tantas veces visto y conocido por todos. No diré más.

En cualquier caso, sobre esta actuación del gobierno de la Generalidad de Cataluña caben dos preguntas:

Una. Por qué se dedican tantos esfuerzos para promover un negocio privado de unos chinos basado en unas terapias pseudocientíficas ineficaces y peligrosas. Es decir, por qué se esfuerzan tanto para que unos curanderos monten su chiringuito en Barcelona y por qué se les da tanta coba y se promociona su timo a bombo y platillo.

Dos. Por qué no dedican los mismos esfuerzos a intentar arreglar la situación de la sanidad pública catalana, o la investigación médica de verdad, por ejemplo. Por qué no se dedican a racionalizar y eliminar esa multitud de consorcios sanitarios que están específicamente diseñados para burlar el control del gasto público, por ejemplo. 

Dicen algunos expertos que eliminando la delirante organización de consorcios semipúblicos y semiprivados de la sanidad pública catalana podríamos ahorrarnos un gasto inútil de cientos, quizá miles de millones de euros. También dicen que la corrupción y el chanchulleo en la sanidad pública catalana nos cuesta cada año más de 300 millones de euros, tirando por lo bajo. Es decir, lo que nos cuesta mantener a pleno rendimiento tres hospitales y medio del tamaño del Hospital de Bellvitge. ¿Por qué no se esfuerzan tanto nuestros líderes patrios en poner remedio a estos males? Imagino una respuesta que no me gusta nada, pero no la digo.

Mal vamos, muy mal. El señor Comín presume de guay, pero ahora mismo parece que don Baudilio sigue vivito y coleando.

Más, por ejemplo, aquí.

Los polacos en Somosierra (y V)


¿Hubo muchas bajas en Somosierra?

Se estima que los españoles perdieron a más de 250 hombres, sin contar con los 3.000 prisioneros que hicieron los polacos y las tropas que aseguraron el puerto de Somosierra justo al final de la batalla. 

El general don Benito de San Juan sufrió una muerte de la que procuramos no hablar demasiado. Él fue el primero que admiró la proeza de los polacos, pero también adivinó que eran pocos. Al ver que huían sus tropas, se puso frente a ellas, intentó detenerlas y les ordenó plantar cara al enemigo. A alguien le sentó mal que el general le diera órdenes, porque agarraron al general entre todos y lo lincharon ahí mismo. Murió ahorcado en un árbol, asesinado por sus propios hombres.

Placa conmemorativa, en una de las paredes de la ermita de Nuestra Señora de la Soledad.

¿Cuántos polacos murieron en Somosierra? No se sabe exactamente. Una cifra que suele darse es la de 57 bajas, entre muertos y heridos, pero se considera una cifra demasiado baja. Otra que se menciona a menudo es la de 84 bajas, entre muertos y heridos. Los expertos calculan unas cien bajas. El Boletín del Gran Ejército número 13 de 1808, donde relata la fantástica carga de los polacos, menciona ¡ocho muertos y diez heridos! Una cifra a todas luces falsa.

Una imagen contemporánea de la batalla.
Erróneamente, los polacos lucen el uniforme de gala.

Participaron ocho oficiales en esta carga de caballería. Todos fueron heridos y cuatro de ellos murieron en el campo de batalla o poco después. Dezydery Chlpowski, un oficial polaco del Estado Mayor del Emperador, visitó Somosierra días después y todavía vio cadáveres de polacos en la nieve, a lo largo del camino, y visitó a algunos heridos en la ermita. Le dijeron entonces que la mitad del escuadrón había muerto durante la carga. 

Napoleón se presentó en la posición recién tomada al enemigo poco después y entonces se encontró con unos soldados que se llevaban a Niegolewski, tan mal herido. El teniente todavía tuvo los redaños de alzar la voz y gritarle al Emperador: ¡Ahí tenéis vuestros cañones, Sire! y temiendo no haber sido oído, insistió ante uno de los ayudantes de campo de Napoleón: ¡Decidle que hemos capturado los cañones!

El capitán Dziewanowski perdió la pierna días después y sin tardar demasiado, la vida, pero antes recibió la Legión de Honor de manos del Emperador y del general Duroc en persona, que fueron a verle en el hospital de Aranjuez. Niegolewski también recibió los honores de tan altos personajes en el hospital. Se sabe que en 1855 Niegolewski todavía seguía vivito y coleando, pese a haber sido tan maltratado.

El 1 de diciembre de 1809, Napoleón organizó un desfile en Madrid donde condecoró con la Legión de Honor a los sargentos Babecki y Waligurski y al soldado Juszynski por haber capturado cada uno de ellos la bandera de un regimiento español, y repartió ocho legiones de honor más entre la tropa y ocho más entre los oficiales polacos. Contando que no sumaban más de cuarenta, uno de cada dos polacos que sobrevivió a la carga de caballería recibió la Legión de Honor de manos del Emperador en persona. Además, el regimiento pasaría a formar parte de la élite, la Vieja Guardia, pese a no tener más de un año de vida.

Napoleón se quitó la gorra y clamó en voz alta: ¡Polacos, sois el orgullo de mi Guardia Imperial! ¡Honor para los más valientes de los valientes!

¿Y qué respondieron los polacos?

Vivat Cesarz!

Qué, si no.

Los polacos en Somosierra (IV)


Los españoles no vieron a los polacos hasta que enfilaron la carretera, a unos setecientos metros de distancia. Con buen criterio, cargaron los dos cañones con botes de metralla y dispararon contra los polacos cuando se arrimaron a unos 300 metros de distancia. La metralla diezmó las primeras filas y el escuadrón se detuvo. Apenas unos segundos, el tiempo que tardaron los oficiales de las filas posteriores en sustituir a los caídos y volver a liderar la carga. De nuevo, al trote, y los españoles echándoles metralla encima. 

Fue entonces cuando el pelotón del teniente Niegolewski (que regresaba de una patrulla) se sumó a las fuerzas del escuadrón. Allá mismo mataron a su caballo y tuvo que montar en otro que había perdido a su jinete bajo la lluvia de metralla. Ségur sostiene que él fue herido (seis veces) en la toma de esa primera batería de Somosierra y que no pudo ir más allá. Pero otros (polacos ellos) describieron los sucesos posteriores en sus memorias. 

Una impresión artística del ataque.

Bajo los cañonazos, el único remedio es darse prisa y el trote dejó paso al galope. Poco después de las primeras descargas de artillería, llegaron donde los dos primeros cañones y se liaron a sablazos con los artilleros y la milicia. En la primera batería no se dio cuartel y no hubo prisioneros. Los españoles que tuvieron suerte, huyeron al monte, pies para qué os quiero.

Una imagen muy repetida, pero errónea. 
Las baterías que los polacos encontraron a lo largo de la carretera eran de dos cañones, aunque el artista ha considerado que tres quedaban mejor. 

El comandante Kozietulski descubrió a la segunda batería a 700 metros de la primera y adivinó que los españoles ya estaban tirando con bala. Si querían sobrevivir, no les quedaba otra que seguir avanzando lo más rápido posible y ordenó seguir adelante, adelante, ¡a la carga!

Esta vez también tiraban con mosquete desde un lado y otro de la carretera, pero los polacos siguieron adelante, gritando Naprzód! Naprzód! (¡Adelante! ¡Adelante!). Entonces murió el teniente Krzyzanowski; el caballo del jefe de escuadrón Kozietulski cayó desventrado; el capitán Dziewanowski tuvo que tomar el mando y así, perdiendo cada vez más hombres, llegaron hasta la segunda batería ¡y la tomaron al asalto!

Naprzód! Naprzód!
Lo estrecho del desfiladero obligaba a avanzar deprisa.

Sucedió aproximadamente lo mismo. Todo el desfiladero estaba lleno de humo de pólvoras y los cañones de la tercera batería, viendo que se acercaban los jinetes polacos, abrieron fuego; y los polacos, a merced de la artillería, optaron por volver a cargar en vez de retirarse. Naprzód! Naprzód!

Cuentan las memorias del entonces teniente Niegolewski que el teniente Rowicki le gritó entonces que no podía frenar a su caballo. Una bala de cañón le había arrancado las riendas de la mano y otra, en ese mismo momento, le hizo estallar la cabeza. El capitán Dziewanowski cayó en la cuneta, con la pierna herida y el brazo roto. El capitán Krasinski tomó el mando del escuadrón y siguió adelante, adelante, hacia la tercera batería. 

Sucedió que el pánico se apoderó de la milicia y salió corriendo a la vista de los polacos. Sólo los soldados del ejército regular tuvieron valor para vaciar sus mosquetes contra la caballería que se les echaba encima. Así perdió Krasinski su caballo y tuvo suerte de salir vivo de ésa. Tuvo que regresar por la carretera, magullado, a pie, a la posición de partida. Sucedió lo increíble y ¡tomaron la tercera batería!

La perspectiva española de la batalla.
Los artilleros, de azul y rojo. La infantería de línea, de blanco.
Al fondo, los polacos, que se echan encima.

Dirigidos ahora por el teniente Niegolewski (el único oficial que todavía seguía en pie) cargaron de frente contra la última posición, donde estaban esperando diez cañones y 2.000 hombres atrincherados.

Los soldados españoles echándose sobre Niegolewski.

¡A la carga! En ese momento, el teniente Niegolewski se volvió hacia el sargento Sokolowski y preguntó: ¿Dónde están los chicos? El sargento respondió: ¡Han muerto todos, señor! Decir eso y caer derribado del caballo fue todo una. Se le echaron encima unos soldados españoles y lo atacaron con mucha mala leche. Niegolewski recibió nueve heridas de bayoneta, un sablazo en la cabeza y dos heridas de mosquete. Milagrosamente, sobrevivió para contarla.

Los polacos, tomando la gran batería que cerraba Somosierra.

Resultará increíble para el lector, pero los polacos llegaron hasta los cañones y provocaron el pánico entre los españoles. ¡No eran más de diez! Pero surgieron de entre el humo de los cañonazos gritando como locos, imparables, y los defensores de los cañones no se creyeron que fueran tan pocos hombres. Al verlos venir, salieron corriendo. Luego, cuando vieron que eran tan pocos, regresaron la mayoría.

En total, habían transcurrido ocho o diez minutos desde que se inició el ataque.

Mientras sucedía todo esto, Napoleón, al ver que el 3.er Escuadrón había tomado la primera batería que defendía la carretera, envió al 1.er Escuadrón, comandado por Lubienski (menos el pelotón de Niegolewski, que, como ya se ha dicho, se había sumado al ataque por su cuenta). También se sumó un pelotón de los Cazadores a Caballo de la Guardia Imperial. 

Una visión artística casi contemporánea de la carga de caballería.
Me llama la atención el dominico que intenta detener a los polacos con la cruz.

Lubienski no se conformó con asegurar la primera posición, sino que avanzó a toda prisa por la carretera y fue recogiendo a los jinetes del 3.er Escuadrón que habían quedado rezagados. Su avance fue más lento, por tener que sortear tantos obstáculos como había dejado la carga de caballería de sus camaradas por el camino, pero llegó a la cima justo a tiempo para presenciar la última carga contra la gran batería. Sumó a todos los supervivientes del 3.er Escuadrón a la tropa que llevaba consigo y, ahora sí, volvió a cargar, retomó los cañones y puso a los españoles en fuga de una vez por todas. 

Se sumaron entonces el 1.er y el 4.º Escuadrón y éstos se sumaron a la persecución del enemigo. El 96.º de Infantería de Línea aseguró la posición un cuarto de hora más tarde. La batalla había terminado.

Los polacos en Somosierra (III)


¿Quién fue el ayudante de campo que ordenó la carga y acompañó a los polacos en ella?

El conde de Ségur, Louis-Philippe.
Se dice que recibió seis heridas en la batalla y se pasó medio año convaleciente.

Unos dicen que fue el entonces comandante Philippe de Ségur, que ese día servía en el 6.º de Húsares, y ésa es la opción preferida por la mayoría. Según cuenta él mismo, Ségur fue herido en la acción, en el primer minuto. Pero otros aseguran que Ségur había sido herido en una acción anterior y que no pudo ser él,  que fue Pierre Dautancourt, uno de los oficiales franceses de la Guardia Imperial a cargo del regimiento polaco. Cuentan que Dautancourt, cuando oia decir tal cosa, se lo tomaba a la chirigota y respondía que quien hubiera escrito tal tontería no sabía lo que estaba diciendo. En fin, ahí queda eso y que cada uno piense lo que quiera.

¿Y cuántos eran los polacos? Se calcula que el 3.er Escuadrón contaba entonces entre 125 y 216 hombres, aunque algunos autores hablan de poco más de 80 polacos. La cifra más razonable se sitúa alrededor de los 125, sumando los hombres de Niegolewski, que se sumaron a sobre la marcha. Ya hablaremos de ellos.

Se tiende a exagerar, pero es verdad que iban apretados en la carretera.

Formaron en colonne par peloton, que es, para que se entienda, en columna (o fila) de a cuatro, para poder marchar y cargar por la carretera, que no era muy ancha, como se ve, y no permitía ninguna otra formación.

Napoleón se dirigió a Ségur (o a quien fuera) y le dijo: Aqui tiene una oportunidad para ganarse las espuelas. Señor, limpie esa carretera para mí ¡y hágalo deprisa! Luego, volviéndose a la tropa, gritó: ¡Polacos! ¡Tomad esos cañones!

Los polacos desenvainaron sus sables y exclamaron: Niech zyje Cesarz! Los franceses traducen la expresión como Vive l'Empereur! y sostienen en sus libros que los polacos gritaban en francés, no en polaco, algo que los polacos desmienten.

Ahora el lector imaginará una carga de caballería al galope desenfrenado, pero lo cierto es que la orden fue Lekka jazda klusem! (i.e., caballería ligera, al trote) y sólo al pasar por encima del puentecillo que llevaba hasta los dos primeros cañones se galopó al grito de En avant! En avant! Vive l'Empereur! (¡Adelante! ¡Adelante! ¡Viva el Emperador!).

¡No digamos tonterías! Según los polacos, lo que gritó el comandante Kozietulski justo entonces fue algo muy diferente: Naprzód psiekrwie, Cesarz patrzy! 

Es decir: ¡Adelante, hijos de perra, que el Emperador nos está mirando!

Y así, con estas palabras, el 3.er Escuadrón de la Caballería Ligera (Polaca) de la Guardia Imperial se coló en los libros de historia.