¿La culpa la tiene el latín o la tienen los jueces?


Leo una noticia de ésas que se publican en un rincón del periódico, en letra pequeña, y me enfado. 

Resulta ser que se ha reunido la XVIII Asamblea de la Cumbre Judicial Iberoamericana, con representantes de los veintitrés países que la forman, entre los que se cuenta España. Ha sido en Asunción, Paraguay, y se han preocupado mucho por una cosa: que poca gente comprende qué dice un juez cuando escribe una sentencia judicial. La delegación española, consciente de este problema, ha presentado una propuesta que dice, poco más o menos, que los jueces han de emplear un lenguaje más directo y comprensible. Si las personas afectadas por la sentencia no entienden lo que dice la sentencia...


Hasta aquí, bien. Estoy de acuerdo. Los jueces y los abogados escriben que da pena. Todos sus esfuerzos se vuelcan en volver incomprensible lo que están diciendo. Si alguno de mis lectores ha vivido la desgracia de tener que enfrentarse a un texto legal, sabe de qué le hablo. Si no lo sabe, busque un formulario de Hacienda, que se expresa con un lenguaje muy similar. Parece como si Hacienda no quisiera que usted pague impuestos, porque pone realmente difícil saber en qué casilla debe ponerse una equis. Los jueces, los abogados, lo mismo.



Los señores de la XVIII Asamblea de la Cumbre Judicial Iberoamericana han aplaudido a rabiar la propuesta española. ¡Bravo! ¡Muy bien! Luego han tomado la única resolución (digo bien, la única) de la asamblea, que consiste en suprimir las expresiones en latín de las sentencias judiciales. Porque ésa ha sido la única medida a la que se ha comprometido la XVIII Asamblea de la Cumbre Judicial Iberoamericana para que el lenguaje jurídico sea más accesible al ciudadano. 

Don Carlos Lesmes, enemigo declarado del latín.

¿Quién ha sido la mente pensante que ha propuesto tal cosa? Don Carlos Lesmes, presidente del Consejo General del Poder Judicial, que ya está impartiendo las órdenes oportunas (e incomprensibles) para que los profesores de la Escuela Judicial y los señores jueces, fiscales, abogados y procuradores (y perdón si me dejo a alguno) no empleen latinajos en sus escritos. ¡Menuda memez!

Les pondré tres frases de una sentencia judicial de hace un año, ésta

Una. En el primer motivo planteado, la parte recurrente, con carácter general, denuncia la incorrecta interpretación del contexto normativo aplicable al caso que realiza la Audiencia, principalmente desde la óptica interpretativa de la preferencia de la interpretación literal que, a su juicio, debe determinar el sentido del proceso interpretativo.

Dos. Al respecto, debe puntualizarse, desde el principio, el carácter instrumental que presenta la interpretación literal de la norma, de forma que no debe valorarse como un fin en si misma considerada, pues la atribución de sentido, objeto del proceso interpretativo, sigue estando en la finalidad y función que informa a la norma.

Tres. Pues bien, en esta línea de interpretación ya trazada, esto es, de la razón tuitiva de la norma y de su alcance imperativo, también hay que resaltar, en sentido contrario a lo alegado por la parte recurrente, que la cuestión planteada no escapa a esta finalidad que informa a la norma.

No veo yo latines por ninguna parte. Y es sólo un ejemplo, de cientos, de miles.

O tempora, o mores...

Esta gente ¿ha leído a Cicerón? No creo. Cicerón habla claro y se entiende todo lo que dice. Con una elegancia y un estilo tal que da gusto leer hasta sus alegaciones en una causa. 

No, señores jueces, no, el latín no tiene la culpa. Son ustedes, que no saben escribir.

Sexo en el metro: cambio de perspectiva


La escena no es apta para menores.

Estos días, los barceloneses andan divertidos unos y escandalizados otros porque se ha dado mucha publicidad a una grabación hecha con un teléfono en un andén de la parada de metro de Liceo. En esa grabación, varón y mujer copulan delante de todo el mundo (iba a decir delante del público) sin manías. Ella, sentada en uno de los bancos, con la espalda apoyada en la pared, las piernas dobladas en alto, y él, con los pantalones bajados, dándole en una postura tal que, de haber resbalado la suela de sus zapatos, se deja los dientes en el asiento. Al fondo se aprecia el común contemplando la escena y no se nos escapa algo muy obvio, que uno se entretuvo filmándolo todo.

Suceden cosas así todos los días, o quizá no. Transportes Metropolitanos de Barcelona dice que revisará las imágenes grabadas en la estación para sancionar a los amantes, después del ruido que ha producido el caso. Hay quien se lleva las manos a la cabeza (qué escándalo), hay quien afirma que ha sido todo un montaje, una especie de performance sexual, y hay quien lo toma a la chirigota. Sí, sí, no son pocas las risas, pero no son menos los que hacen del suceso un drama.

Los más conservadores pueden imaginárselos. La carcunda se ha puesto las botas y ha empleado la artillería contra la señora alcaldesa (como si hubiera sido ella la que pillaron en falta). En el extremo contrario, los mismos que promueven el uso de esponjas marinas para contener las hemorragias menstruales y acabar con la fauna marina cargan contra la hipocresía burguesa porque, dicen, lo que ocurrió en el andén de Liceo es lo más normal del mundo, y lo dicen con una carga de seriedad y convencimiento tal que parece que se alegren de esa transgresión. Se demuestra, una vez más, que los fanáticos, de cualquier bando, son incapaces de sonreír. Pero no sigo por aquí, porque saldría escaldado. Creo que mis lectores tendrán (o deberían tener) el criterio necesario para juzgar por sí mismos.

Por si no saben de qué hablo, un día les cuento lo de la abejita y la flor.

Sin embargo, un comentario en un programa de radio me hizo contemplar el caso desde una perspectiva completamente diferente. Según algunos testigos, contaba un periodista, la mujer que recibió al varón estaba ida, completamente borracha o bajo la influencia de algún estupefaciente. No andaría muy fino el varón, para resolver con tanta urgencia su necesidad, pero si lo dicho es cierto, si la mujer estaba ida y no respondía de sus actos, quizá no estemos ante un caso de exhibicionismo (más o menos censurable), sino que podría ser éste un caso de abusos, incluso una violación. ¡Cómo cambia todo! ¡La historia resulta otra, completamente diferente de arriba abajo!

No sé si fue así, si la mujer sabía o no sabía lo que se hacía o lo que le hacían, si hubo abuso o no lo hubo. No lo sé, insisto, pero esa posibilidad me inquieta. Imaginemos que sea cierta. Allá, delante de todo el mundo, le dieron a una mujer incapaz de defenderse y nadie pulsó el botón de emergencia del andén, nadie llamó a la policía, nadie plantó cara al abusón. Nadie. Se quedaron todos mirando. O haciendo ver que no veían. Alguno jaleó al macho. Eso sí, alguien grabó la cópula y colgaron la película en las redes sociales, porque es lo más guay. A continuación, la carcunda y los que pasan por progres dijeron muchas barbaridades y nos hemos llenado todos la boca de un blablablá insustancial y en el fondo obsceno.

Si ésta es la historia, ¿en qué mundo vivimos? Ésa es la idea que no me quito de la cabeza, pues, aunque no fuera cierta, ¿no podría haber sido posible? Con el corazón en la mano, respondan: ¿Creen que, si se hubiera tratado en verdad de un abuso, hubiera sido diferente? ¿Creen que la gente se hubiera comportado de otra manera? Yo creo que no, lo siento, me apena decirlo. 

Y eso da para una novela, ahora que pienso. ¿Alguien se anima?

¡No tiren al cocinero!


Enrique III de Inglaterra.

Dicen que hoy en día ensalzamos demasiado a los grandes cocineros y que exageramos su importancia. Es posible que así sea, pero hay que notar que nuestra pedantería culinaria ha conocido tiempos mejores.

En 1264, en Kent, se organizó un concurso de tiro al arco en honor del rey Enrique III de Inglaterra. No se sabe cómo ni si fue por accidente, pero una de las flechas tuvo la ocurrencia de clavarse en el cocinero de su majestad y ahí mismo lo mató. A la vista de la muerte del cocinero real, Enrique III ordenó la inmediata ejecución de trescientos arqueros que ahí había, orden que fue inmediatamente obedecida.

Así que, lectores míos, ¡cuidado! ¡No tiren al cocinero!

Esgrima georgiana


Foto y dibujo, del autor.

Cosecha georgiana



Todos quieren saber quién ha vendido más libros el día de Sant Jordi. La competición y el negocio persiguen el éxito y en demasiadas ocasiones no dan con las buenas letras. No me meto en esas disputas, aunque reconozco el íntimo placer que produce satisfacer la curiosidad y ver quién ha sido esta vez y llevarse las manos a la cabeza, como si fuera algo terrible.

En mi caso, me regalo y me dejo regalar libros y mi cosecha georgiana poco tiene que ver con estas listas de triunfadores. No pretende uno ser pedante y presumir de ello, porque cada uno gusta de lo que prefiere y para gustos, colores. De algo han de vivir las editoriales y si me propusieran ser uno de esos autores tan vendidos, preguntaba ahora mismo dónde firmar, seamos honestos.

¡Al grano! Mi cosecha georgiana de este año ha sido la siguiente: El vértigo de Babel, de Pascal Bruckner; Después del baile, de León Tólstoi; Y eso fue lo que pasó, de Natalia Ginzburg; Conversaciones con Arthur Schopenhauer, de varios autores, editado por Luis Fernando Moreno Claros; y Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado, de Maya Angelou. Para mi gusto, una cosecha excelente. A gusto de mis lectores, quién sabe.

La tierra que pisamos



Dicen que después de leer un libro hay que dejarlo reposar. Así, en frío, la opinión es más ecuánime y justa. Pues, qué quieren que les diga, no me da la real gana. Acabo de leer ahora mismo, como quien dice, La tierra que pisamos, de Jesús Carrasco, y todavía estoy aplaudiendo. 

Admito lo que dicen algunos críticos: puede que no sea tan sorprendente o tan redonda como Intemperie, su primera novela. Dicen que los personajes son estáticos o que el final está cantado. Tonterías. Pero suponiendo que así sea, que no sea tan buena como su primera novela, sigue siendo fenomenal. En el peor de los casos, en el peor, es mucho mejor de lo que hay por ahí y pasa por bueno. 

También hay que señalar que, si uno escribe una primera novela como Intemperie y resulta ser bonísima, todos esperan la segunda para echarla por tierra y la presión del escritor es mucha. ¡Cómo disfrutan algunos críticos en esa segunda oportunidad...! Bah. La tierra que pisamos es una buena novela. Punto. No hay que darle tantas vueltas.

Lo que a mí me fascina de Jesús Carrasco no es la historia en sí que me está contando, que tendrá sus más o sus menos, sino cómo escribe. Su dominio del lenguaje es abrumador. Uno lee y parece que eso que ha leído ha sido fácil de escribir. ¡Mentira! Escribir como Jesús Carrasco no es nada, pero nada fácil. Su vocabulario es especialmente rico, al tiempo que su expresión es económica y precisa. Muy poca gente que esté viva entre los escritores que conozco puede escribir o escribe así. Da gusto leer a un escritor que domina el oficio, una vez cada tanto. ¡Qué envidia me da! 

En resumen, lean La tierra que pisamos. No tengo más que decir.

El papel de Panamá


¿Se escribe haber o a ver?

El otro día me llamaron la atención sobre el ministro (perdón, exministro) Soria. No sobre lo que hizo ni lo que dejó de hacer, que me parece una canallada, sino por su dominio del lenguaje. A la hora de dimitir (un nombre ruso), el todavía ministro publicó un anuncio de ello.

Agárrense, es un aviso. Presten atención al primer párrafo, donde se oculta toda la enjundia de este asunto. El comunicado es el siguiente:

A la luz de la sucesión de los errores cometidos a lo largo de los últimos días, en relación a mis explicaciones de mis actividades empresariales anteriores a mi entrada en política en 1995, debidos a la falta de información precisa sobre hechos que ocurrieron hace más de veinte años; sin perjuicio de que ninguna de tales actividades empresariales haya tenido relación ni vínculo de tipo alguno con el ejercicio de tales responsabilidades políticas; considerando el daño evidente que esta situación está causando al Gobierno de España, al Partido Popular, a mis compañeros de militancia y a los votantes, singularmente grave en el momento político actual, comunico que, tras conversación con el Presidente del Gobierno, le he trasladado mi decisión irrevocable de presentar mi renuncia expresa a las funciones que como Ministro de Industria, Energía y Turismo tengo encomendadas desde el pasado día 21 de diciembre.

He comunicado también al Presidente del Gobierno mi decisión de renunciar a mi acta de Diputado del Grupo Parlamentario Popular.

Por último, he comunicado a la Secretaria General de mi partido mi renuncia a la presidencia autonómica del PP de Canarias.

Por todo ello comunico que a partir del día de hoy dejo todo tipo de actividad política.

La política es una actividad que debe ser en todo momento ejemplar también en la pedagogía y en las explicaciones. Cuando así no ocurre, deben asumirse las responsabilidades correspondientes.

José Manuel Soria López

Tremendo. Un tipo que escribe así llega a ministro en España. No tiene desperdicio. 

Fíjense en el abuso que hace de los posesivos. Mi, mi, mis, mi, mi... Demasiados, y en su mayor parte, prescindibles. Lo del ministro Soria sí que era una posesión del cargo y de él podríamos decir que estaba poseso o poseído, no sé bien. Mi, mi, mi... Por ejemplo, [...] en relación a MIS explicaciones de MIS actividades empresariales anteriores a MI entrada en política en 1995 [...], que no está nada mal.

Esa posesión se traduce en un primer párrafo espeluznante. Sólo un poseído hubiera escrito un párrafo tan largo ¡sin un punto! Oh, sí, los puntos y comas, pero eso no vale. Léanlo y se verán sumidos muy pronto en una gran confusión. 

¿Qué cosa es debida a la falta de información precisa? ¿La sucesión de los errores cometidos a lo largo de los últimos días o las explicaciones sobre las actividades empresariales del señor Soria? Eso, nada más empezar, y sigue. Cuando dice sin perjuicio ¿qué quiere decir? ¿Que esas actividades empresariales hicieron daño a su actividad política o que no la afectaron en nada? En detalle, horrible. En conjunto, peor. ¡Con lo poco que cuesta hablar bien!

Pues, sí. Este papel de Panamá en concreto es una muestra del percal. 

Nuestros dirigentes empresariales y políticos no sólo son unos chorizos que no pagan impuestos, sino que también son una tropa de iletrados. La estulticia se oculta tras montañas de billetes de 500 euros. A salvo de las críticas, se crece y nos asfixia. Lenta e inexorablemente, está acabando con nosotros.

A Cervantes, que le den



La festividad de Sant Jordi (San Jorge) como Día del Libro nace en una confusión. Da la casualidad, dicen, que Cervantes y Shakespeare murieron el mismo día, un 23 de abril de 1616, día de San Jorge. Pero, ah, amigos, no fue exactamente así. Todo señala que Cervantes fue el primero en morir, pues la diñó el día 22, no el 23. Eso cuentan gentes más enteradas que uno mismo y uno cede ante ellas. Peor me lo ponen si uno mira en los calendarios. Digo calendarios y no calendario porque, en 1616, los españoles íbamos con uno y los ingleses, con otro, y suponiendo que sí, que los dos grandes plumíferos hubieran muerto el 23 de abril, no habrían muerto el mismo día, porque los calendarios de aquí y de allá no eran el mismo desde 1582 y fueron diferentes hasta mediado el siglo XVIII. Así, Shakespeare murió un 3 de mayo nuestro, y no un 23 de abril.

Vale. Todo esto está muy bien, pero ¿no se han fijado en un detalle? Cervantes y Shakespeare murieron en 1616. Eso es, murieron hace 400 años. Nadie parece darse cuenta de ello. Las autoridades, no, al menos. Este sábado sería el aniversario. ¿Alguien ha pensado en celebrarlo por todo lo alto? No. ¿Ni siquiera los máximos representantes de la cultura? Ellos, menos que nadie.

En los periódicos, de vez en cuando, un escritor pone el grito en el cielo por el silencio oficial ante este aniversario. ¿Cómo puede ser que el 400.º aniversario de la muerte de Cervantes no merezca ni un homenaje público? Y si resulta que existe ese homenaje, es tan mínimo que nadie tiene noticias de él. ¿Cómo es posible que nadie ensalce la gloriosa figura del autor de El Quijote? ¡Es para llevarse las manos a la cabeza! 

Y es así, en efecto, porque parece que Cervantes importe un ardite a las señoras autoridades, que entre todas juntas no habrán leído ni un capítulo entero del Quijote. ¿Se quejan algunos escritores? ¡Que se quejen! ¿Acaso los lee nadie? Y si son leídos, ¿crees que importa? Eso de Cervantes no inquieta a nadie, excepto a cuatro lectores empedernidos que son, lamentablemente, una minoría segregada y aislada. En el país de los debates a gritos y la gramática maltratada, Cervantes es un incordio.

Qué pena penita pena de país es éste. Así nos va.

Titanic, segunda oportunidad


Hace ya unos años, un millonario australiano tuvo un empacho de cine y se metió una idea en la cabeza, la de hacer una réplica del Titanic y echarla al mar, para hacer cruceros de lujo por los océanos de este mundo. 

Ya es oficial, o todo lo oficial que puede ser: el nuevo Titanic hará su viaje inaugural en 2018 entre China y Dubái con la bandera de la Blue Star Line y unos 2.400 pasajeros a bordo. 

Sepan los melindrosos que el barco no será idéntico al anterior, pues varían ligeramente sus dimensiones y tiene botes salvavidas suficientes (pero ocultos a la vista). 

El problema, dicen las fuentes consultadas por El cuaderno de Luis, será el iceberg. ¿Estará a punto en 2018? ¿Resistirá los cálidos mares de China y Arabia? Ah, misterio.

El crucero inaugural del Titanic, hoy, por Globalnerdy.com

Arriba y abajo (Gran Premio de China 2016)


El paisaje no es lo mejor del circuito.

El Circo ha llegado a la China y ha dado el espectáculo, que es lo que ha de dar. Esta vez, en la tanda de clasificaciones un Mercedes-Benz, el de Hamilton, quedó el último por culpa de una avería. Eso prometía y en la carrera no ha defraudado. 

La salida ha sido accidentada. Se han tocado varios coches y entre ellos, los dos Ferrari, que buscaban ponerse los primeros, y Hamilton, que se ha visto con el alerón bajo el coche intentando adelantar a todo el mundo. Con el coche de seguridad en pista y los bólidos entrando y saliendo del taller cada dos por tres, la cosa ha quedado movidita y durante la carrera ha habido adelantamientos y un poco de movimiento. 

Ha ganado Rosberg, por tercera vez consecutiva, con un Mercedes-Benz. Un Ferrari ha quedado segundo (Vettel) y el otro, quinto. Hamilton ha sido séptimo. No ha estado mal.

Más sobre el "nuevo Caravaggio"


Hace un par de días, dije que en Francia habían dado con una segunda versión de Judith y Holofernes de Caravaggio (véase aquí). Con una posible segunda versión, porque todavía es pronto para asegurar nada. La noticia ha causado mucho revuelo y van conociéndose algunos detalles.

El cuadro que ha provocado tantas especulaciones mide  144 cm x 175 cm y fue encontrado por casualidad (sic) en abril de 2014, en el desván (en algún periódico dicen el pajar) de una casa de campo en los alrededores de Toulouse. ¡Caramba! Un cuadro. ¿Valdrá algo?

La familia que tropezó con el (posible) Caravaggio telefoneó a un subastero local, el señor Marc Labarde. El tipo examinó el lienzo y viendo que estaba muy sucio procedió a limpiarlo con agua y algodón y entonces descubrió que se las estaba viendo con una pintura del siglo XVII de la escuela de Caravaggio. ¡Atención!

Corrió a llamar a su socio, Eric Turquin, que procedió a partir de ese momento con muchas precauciones. Durante dos años, ordenó limpiar la pintura con las mejores técnicas y la sometió a toda clase de pruebas, entre las que se incluyen reflectografías de infrarrojo y radiografías. Cuando intentó sacar la pintura de Francia, seguramente para venderla, saltó la liebre y el gobierno prohibió su exportación porque bien podría ser un tesoro nacional, un Caravaggio de verdad. Ahora se la están mirando. Lleva en el Museo del Louvre tres semanas, cuando esto escribo, y recibe visitas de grandísimos expertos.

La pintura está muy bien conservada y si no es un Caravaggio, es de alguien bastante próximo. Hay quien dice que podría ser una copia de Louis Finson, como otra que hoy se conserva en Nápoles. Hay quien dice que es un Caravaggio.

El señor Turquin dice que la obra (traduzco) tiene la luz, la energía, típica de Caravaggio, sin errores, hecha con una mano firme y un estilo pictórico que la hace auténtica. ¿Qué va a decir, si no? Son, tirando por lo bajo, 120 millones de euros los de su negocio. Nicola Spinoza, que fuera director del Museo de Nápoles y es un gran caravaggista, confesó que (y vuelvo a traducir) uno tiene que reconocer que el lienzo en cuestión es un original verdadero del maestro lombardo, casi identificable de manera evidente, incluso sin tener a mano ninguna prueba tangible e irrefutable. Otra caravaggista de gran prestigio, Mina Gregori, no cree que sea original, pero habla de una innegable calidad de la obra

El Ministerio de Cultura francés sólo ha dicho que es una obra muy importante del caravaggismo, cuya historia y atribución está siendo investigada a fondo. Durante 30 meses, la obra no podrá salir de Francia y los museos franceses podrán comprarla, si la creen valiosa. Así está la cosa.

La Agencia Tributaria donde no tributa nadie


Leo en La Vanguardia que la Agencia Tributaria de Cataluña ha recaudado este año más dinero que el año pasado. No sé si recaudar es el verbo correcto. Quien paga a Hacienda (la española) deposita el dinero en la agencia catalana y la agencia catalana hace como esos gestores que pagan por nosotros. Es un eslabón más, costoso e inútil, en la cadena de pagos a Hacienda, aunque el procesionismo catalán pretende gastarse una millonada en esta estructura de Estado, como la llaman. El alquiler anual de sus oficinas centrales será de seis millones de euros al año y si ahora cuentan con 53 oficinas (en su mayor parte, compartidas con otros entes públicos), quiere contar en breve con 142 y multiplicar su personal.

La recién estrenada sede de la Agencia Tributaria de Cataluña, en la Zona Franca de Barcelona. La agencia se gastará 140.000 euros al año en autobuses para que los trabajadores puedan ir a trabajar a una oficina que está lejos de todas partes.

Justifican el gasto sosteniendo que han aumentado los ingresos. En 2013, su primer año de funcionamiento, recaudó 7 millones de euros. El año pasado, 18 millones. Echen cuentas y resten el alquiler de la sede (6 millones), los costes ordinarios y extraordinarios mobiliarios e inmobiliarios y los costes de personal, por ejemplo. Ahora mismo, pierde dinero a espuertas. ¿Lo llegará a ganar algún día? Chi lo sà! Ojalá. La gestión y el cobro de los impuestos en Cataluña está muy por debajo de la que se hace en otras Comunidades Autónomas, y no lo digo yo, sino el actual consejero de Economía, don Oriol Junqueras.

¿Quién paga a Hacienda a través de la Agencia Tributaria de Cataluña? 

Los ayuntamientos y entes locales que se apunten a ello, por ejemplo. En 2013 fueron 63; en 2014, 80; el año pasado, 104. No está mal para un país con más de 940 ayuntamientos. 

También pagan a través de esta agencia personas físicas y jurídicas. Entre estas últimas, empresas y entes públicos o privados. En 2013, fueron 473 personas; en 2014, 222; el año pasado, 178. Como dijo uno, un claro incremento negativo de las personas (físicas y jurídicas) que se fían de la gestión de la Agencia Tributaria de Cataluña. 

A poco que uno eche cuentas o remueva las declaraciones de la renta, comprobará hasta qué punto los impulsores del procesionismo y las estructuras de Estado se fían de la Agencia Tributaria de Cataluña. Tomen nota.

Por ejemplo, la Asamblea Nacional Catalana dice que tiene poco más de 37.000 socios con derecho a voto en la elección de su presidente. Otro tanto, Òmnium Cultural. 698 ayuntamientos catalanes tienen una mayoría procesionista y un alcalde de CiU, ERC o la CUP, a los que sumar consejos comarcales y demás entes locales. Trabajan en la agencia más de 178 personas, puestos a contar. Juntos por el Sí y la CUP suman 72 diputados, todos ellos obligados a pagar a Hacienda. Sumen directores y secretarios generales, asesores y altos cargos de la Generalidad de Cataluña, hasta más o menos 3.000 en número. Me da que casi todos ellos prescinden del concurso de la Agencia Tributaria de Cataluña y prefieren ir sobre seguro (y alguno de ellos prefiere ir a Andorra). 

Como suele decirse, ¡con el dinero no se juega!

¿Un nuevo Caravaggio?


Con cierta frecuencia, aparece en la prensa la noticia del hallazgo de un posible nuevo Caravaggio. Se hace mucho ruido y luego, pasados unos meses, no se vuelve a saber más del cuadro. En El cuaderno de Luis he señalado varios nuevos Caravaggios y en su mayor parte han acabado así. Suele suceder y no tendría por qué sorprendernos. Ya he dicho más de una vez que Caravaggio hizo algunas copias de sus propios cuadros y que muchos de sus contemporáneos, también. Sumen esto a los muchos cuadros perdidos del autor y ya tienen la excusa para nuevos hallazgos.

El retrato de Beatrice Cenci en el calabozo, por Guido Reni.

La historia del Judith y Olofernes se remonta a 1599, cuando Beatrice Cenci muere decapitada en Roma. Cuenta la leyenda (no hay pruebas de la veracidad de la historia) que Caravaggio presenció la ejecución en compañía de su amigo Gentilleschi y su hija, que luego sería más famosa que el padre, Artemisia. Probablemente también con Guido Reni, autor del retrato de Beatrice Cenci pocos días antes de su ejecución. Siguieron la ceremonia sangrienta desde el Ponte di Sant'Angello, se cuenta, y se añade que Caravaggio quedó muy impresionado. A entender de muchísima gente, Beatrice no había merecido morir así y Caravaggio, queriendo honrar a la joven, pintó el cuadro.

(Para más información, acudan a la Biblia, donde se narra la historia de la viuda Judith, que emborrachó y luego decapitó al general enemigo, Holofernes, y léanse las Crónicas Italianas de Stendahl, donde se incluye el relato Los Cenci. También escribió Dumas sobre el caso. Leer les hará bien y les abrirá nuevas perspectivas.)

Giuditta e Oloferne, de Caravaggio.

En su época, se vendió a un precio altísimo. Caravaggio era el pintor mejor pagado de Roma y consiguió que el banquero Ottavio Costa pagara 400 escudos por la obra (el ciclo de San Mateo de la Capilla Contarelli se vendió, todo él, al mismo precio). El cuadro tiene, aproximadamente, poco menos de metro y medio de altura y casi dos metros de anchura. Aparecen tres personajes y el escenario es sencillo, propio de los tableaux vivants que Caravaggio preparaba para el cardenal del Monte. Un fondo oscuro, invisible. Una cortina de terciopelo rojo (que aparece en varios de sus cuadros más famosos). Una cama. Y ya está.

Judith, la heroína, es la amiga de Caravaggio (llamémosla así) Filis (o Fillide) Melandroni, que aquí contaría con unos dieciocho o diecinueve años. A su lado, una vieja sirvienta espera con un saco, donde se guardará la cabeza de Holofernes. Se ha apuntado que la vieja podría estar inspirada (si no directamente copiada) de los dibujos de Leonardo da Vinci que guardaba el cardenal del Monte y a los que Caravaggio tuvo acceso. El decapitado Holofernes podría ser un autorretrato. 

Con tan pocos medios, Caravaggio crea una grandísima obra de arte. La escena provoca un gran impacto visual, pero el análisis en detalle de la disposición de las figuras y la geometría del lienzo nos muestra la autoría de un genio. El uso de la luz, el detalle, el empleo de una paleta de colores tan restringida, los homenajes a los grandes maestros que se esconden en la obra, etcétera, hacen de éste el cuadro favorito de muchos caravaggistas.

La copia de Finson de la segunda versión de Caravaggio.
Fíjense en la disposición de las figuras, que ha cambiado.

Una carta fechada en 1607, un tal Frans Pourbus, neerlandés, dice haber visto una segunda versión del cuadro, pintada por Caravaggio, en el taller de su compatriota Louis Finson. Y ya está, no tenemos más noticias del cuadro, si existió realmente. Sólo tenemos un cuadro de Finson que es una (posible) copia de esa segunda versión de Judith y Holofernes. Quizá, más que copia, sea una interpretación. Esa copia está hoy en Nápoles (pertenece a la Banca Intesa San Paolo). 

La versión de Artemisia Gentilleschi, la florentina.
Hay quien sostiene que la versión de Artemisia supera a la de Caravaggio.
Es más una cuestión de gustos que de méritos.

Artemisia Gentilleschi, la pintora hija del amigote de Caravaggio, Orazio, pintó al menos dos Judith decapitando a Holofernes. Una se conserva en Nápoles y otra, en Florencia. La de Caravaggio se conserva en Roma, en la Galleria Nazionale dell'Arte Antica, en el palazzo Barberini.

Ha saltado la liebre cuando, el 31 de marzo pasado, el equivalente al Diario Oficial francés ha decretado, basándose en la Ley 111-2 de Patrimonio, que se ha denegado el permiso de exportación a una tela (cito) recientemente descubierta y de gran valor artístico. Podría ser un tesoro nacional de Francia, porque podría ser, en efecto, el segundo Judith y Holofernes de Caravaggio. Ahora mismo, cuando escribo, no se han publicado fotografías de la obra, no se sabe de quién es, cómo ha dado con ella, a quién se la ha vendido... y la opinión de los expertos se conoce con cuentagotas. 

Mina Gregori, por ejemplo, una de las personas que más sabe de Caravaggio, sospecha que no es un original, pero su opinión no es concluyente, ni mucho menos. No porque sea buena o mala caravaggista y no haya acertado con las últimas atribuciones, no por eso, sino porque es todo más complejo que un me parece a mí. A modo de ejemplo, algunos de los cuadros atribuidos a Caravaggio que cuelgan en las paredes de algunos museos no son considerados unánimemente como tales. A Caravaggio le iba meter bulla, eso dicen todos.

Quincallería propia



Un paseo por los Encantes es una necesidad periódica. Allá se presencia el anunciado fin de las vanidades en forma de despojos y restos de pasadas glorias, trastos y quincallas que narran caídas desde pretéritas alturas. La melancolía se esfuma ante el regateo y el negocio y los restos de la rapiña se exponen, desnudos, a la curiosidad del personal. Pocos, entre tantos cacharros perdidos, alcanzan la gloria de una antigüedad de postín y los más sueñan con una segunda oportunidad, modesta y resultona. 

El paseo por los Encantes ha puesto en su sitio mi propia vanidad, que no es poca ni pequeña. Descubrir mis juguetes vendidos como vieja quincallería, sin alcanzar todavía el grado respetabilísimo del adjetivo antiguo es un recordatorio cruel del tiempo pasado y del escaso porvenir. Es, por lo tanto, recomendable.

Convergentes socialdemócratas


En política, Cataluña es singular, y digo singular por no emplear una expresión que, aunque malsonante, es más propia. A saber, la política catalana es rara de cojones.

Uno de los motivos de esta singularidad es una cadena lógica con la que se ha ido alimentando a la población durante decenios y que ha sido asumida como un credo. A saber, que ser nacionalista (catalán) es ser progre y que ser progre es ser de izquierdas. En algunos casos se salta uno el paso intermedio y se asegura que ser nacionalista (catalán) es ser de izquierdas, directamente. 

Algunas de las proposiciones que intervienen en el razonamiento son evidentemente falsas y otras son, digámoslo suavemente, muy cuestionables. Ni ser nacionalista (de la nación que sea) es ser progre ni tampoco es ser de izquierdas. Añadan, si no están de acuerdo conmigo, necesariamente, y entonces no podrán discutírmelo. Tampoco es cierto que ser progre es ser de izquierdas, porque hay progres de derechas, muy guayes. Pongan necesariamente, si gustan. Pero ¡quiá! La gente aquí comulga con ruedas de molino y se lo cree todo.

Pasen y vean la esquizofrenia patria.

Desde que el CIS por un lado y el CEO por el otro preguntan por la ideología política de los catalanes y cómo ésta se transforma en voto o preferencia por un partido político u otro, la singularidad catalana salta a poco que uno preste atención. Los ciudadanos catalanes se consideran de izquierdas. Vale. Tan de izquierdas que Cataluña es, desde hace muchos, muchos años, la Comunidad Autónoma más de izquierdas de todas las que hay. Vale. Venimos de una larga tradición de anarquismo y socialismo proletario... Pues, no, no, no va por ahí. Verán por qué no.

Acto seguido, cuando se pregunta por el sentido del voto, Cataluña se muestra clara y decididamente derechona y carranclona. CiU antes y CDC ahora se llevaban y siguen llevando cientos de miles de votos, a los que sumar los votos de Ciudadanos y del PP, situados a la derecha, aunque (me parece) no más a la derecha que antes CiU o ahora CDC. Queda por discutir si ERC, que ha dado su apoyo parlamentario a CiU antes y a CDC ahora, un partido que prefiere construir una nación que promover políticas de igualdad social, es, realmente, de izquierdas (personalmente, creo que no) y cabría discutir o matizar el izquierdismo del resto de formaciones, que engaña un poco, en todo o en parte. Juntos por el Sí, por ejemplo, ¿es de izquierdas? Digan lo que digan, viendo lo que hacen juraría que no. A los hechos me remito.

Con paciencia, reconstruyan la serie histórica entre lo que decimos que somos los catalanes y lo que luego, realmente, somos, y verán ustedes mismos que no exagero. Llevamos tan esquizofrénicos años y años y no parece que esto vaya a arreglarse.

Genial, como siempre, Forges.

La última pertenece al surrealismo de vodevil en que nos encontramos actualmente. ¿Qué partido está situado más a la derecha en Cataluña? Atendiendo a lo que han hecho en el poder y a su ideario hasta la fecha, CDC. Es una opinión. Alguno dirá el PP, vale, pero CDC gana al PP en recortes presupuestarios relacionados con política social y eso, a mi entender, inclina la balanza hacia CDC. Eso y otras cosas, pero no es éste el momento de discutirlas. Si lo prefieren, son lo mismo, pero unos veneran un trapo con dos rayas colorás y otros, con más rayas. Maldita la diferencia. 

Al grano.

Estos días, el señor Mas, después de poner patas arriba la Generalidad de Cataluña, pretende poner patas arriba CDC, porque le ha pillado el gusto al estropicio. Ha surgido de su cabeza la idea de una gran encuesta ideológica entre los militantes de CDC. ¿Cómo son, ideológicamente? ¿Qué ideología quieren que defienda CDC? Los resultados no son secretos, pero son, eufemísticamente, muy discretos y apenas se dan a conocer. Y los que se conocen, hacen cierta la expresión que dice que la política catalana es rara de cojones, y perdonen ustedes.

A modo de ejemplo, y ahí lo dejo, tres de cada cuatro militantes de CDC aseguran fehacientemente convencidos de ello que su ideología es socialdemócrata (sic) y lo ha sido siempre.

Dicho esto, apaga y vámonos.

El bolsillo de Hegel


Hegel, el filósofo de bolsillo, nunca mejor dicho.

Cuentan que Hegel, el gran cantamañanas de la filosofía, era un ferviente revolucionario en sus primeros años de universidad. Se asegura que el día que supo de la Revolución Francesa corrió a plantar un Árbol de la Libertad en Tubinga, junto con Schelling, celebrando lo que creían el inmediato fin del absolutismo, el mismo que, años más adelante, defendería con uñas y dientes.

Pero antes de eso, cuando todavía ejercía de profesor en Jena, se emocionó cuando supo que el emperador Napoleón había vencido a los ejércitos prusianos no lejos de casa. Eso fue en 1806. Corrió a vitorear a los soldados franceses que ocuparon la ciudad. Poco le duró la alegría, porque la soldadesca no estaba para vítores revolucionarios, sino mucho más interesada en pillar lo que se pusiera a tiro. Tuvo que abandonar su casa con lo puesto y refugiarse en casa de un amigo. Lo puesto era apenas un abrigo.

Tres días después pudo regresar a su casa y años después diría a cualquiera que quisiera escuchar sus batallitas que la obra cumbre de la filosofía hegeliana, la Fenomenología del Espíritu, la salvó casi de casualidad, porque la pilló al vuelo y se la metió en el bolsillo en el último momento, al salir de casa. Llegados a este punto, cabe hacer una consideración.

La Fenomenología del Espíritu es una gran obra filosófica, grande, muy grande, no por lo que dice ni porque sea buena, sino por su extensión. Una edición impresa rara vez baja de las ochocientas páginas y el manuscrito, en fin, ya pueden imaginarse cuánto espacio ocuparía. Pero él se la metió en el bolsillo toda entera, recién escrita de pe a pa. Eso dijo siempre.

De la anécdota se deducen varias cosas. Una de ellas, que la razón por la que Hegel luego se puso a venerar al Estado prusiano y defender su absolutismo quizá tenga que ver con el susto que sufrió aquel día, aunque caben muchas dudas sobre esto mismo. 

Lo que resulta indudable para cualquier observador es que Hegel tenía los bolsillos muy grandes. Eso no lo puede negar nadie. Se merece, por ello, el título honorario de Filósofo de Bolsillo.

Listas negras: los buenos y los malos, bilingües y personas moralmente responsables de actos aberrantes



La Iglesia publicó hasta 1966 el Index Librorum Prohibitorum, más conocido como el Índice. Contenía una relación de los libros prohibidos por la Iglesia, porque iban contra la fe y el ministerio de Cristo. Nació como un encargo del emperador Carlos V (y I de España) para saber qué libros eran fieles a los católicos y cuáles se habían escrito a favor de los luteranos. La Iglesia pilló gusto al Índice y después de la primera edición del librito (un tocho) se creó la Sagrada Congregación del Índice. 

Su eficacia fue dudosa. A finales del siglo XVII y de ahí en adelante, bastaba con que un libro estuviera en el Índice para que los holandeses lo imprimiesen y lo vendiesen con gran éxito por toda Europa (bajo mano). Si no salías en el Índice no eras nadie. 

El Índice fue una aberración y la Iglesia tardó siglos en darse cuenta de ello, aunque muchos todavía añoran el catálogo, los mismos que hacen de la Iglesia un monumento a la carcunda. En el Índice está todo (seamos buenos, casi todo) lo que merece ser considerado de la cultura occidental: Rabelais, La Fontaine, Descartes, Montesquieu, Copernico, Galileo, Kepler, Zola, Balzac, Victor Hugo, Montaigne, Spinoza, Hume, Kant, Berkeley, Condorcet, Sartre, Marx, Nietzsche, Freud, Schopenhauer, Erasmo de Róterdam... Si uno tiene dudas sobre si leer o no leer un clásico, le recomiendo acudir al Índice. Si está prohibido, tiene pinta de ser interesante.

En Cataluña también se publican Índices que señalan a los malos catalanes, que son los catalanes que no piensan lo que los que se llaman a sí mismos buenos catalanes dicen que tenemos que pensar... o hacer. Pero ¿quiénes son ellos, los que se creen con derecho a señalar quién es bueno o malo?

Ellos son, por ejemplo, un colectivo de intelectuales autodenominado Grupo Koiné, nacido alrededor de la organización Òmnium Cultural, que promociona una única perspectiva de la cultura catalana, exclusiva y excluyente, que es (qué casualidad) la que a ellos les gusta creer que ha de ser y no la que es.

El 27 de junio de 2015, el Grupo Koiné, en Asamblea General Ordinaria de Òmnium Cultural, logró que se aprobara una Declaración sobre el régimen jurídico de las lenguas en la futura República Catalana. Decía que tenía que (traduzco literalmente) defender la plena recuperación colectiva de la identidad de la nación catalana, especialmente la lengua y la cultura

Como en los mejores tiempos de Heidegger, que propagaba en los años treinta aquello de una lengua, una Patria (el alemán, en ese caso, y la Gran Alemania). Como si sólo hubiese una cultura, como si una, sólo una, la que yo diga, prefabricada e inventada a medida para favorecer a mis intereses, una entre varias posibles, tuviera que ser obligatoria, como si uno no tuviera derecho a identificarse personalmente con la identidad que a uno le viniera en gana. Un solo pueblo, una sola lengua, una sola patria, amén. Nos falta el Líder, que las manifestaciones a la coreana, con antorchas y banderas ya las tenemos y el campo del Barça podría pasar por el estadio de Nuremberg en caso de necesidad.

Presentación del manifiesto del Grupo Koiné en la Universidad de Barcelona.
Un grupo de estúpidos diciendo estupideces y maldades, en resumen.

No me sorprende que esa tropa de ideología tan poco ilustrada y completamente iluminada haya lanzado un manifiesto hace nada, unos días, en el que sostenía que una futura República Catalana tenía que ser monolingüe, porque el español es una lengua de dominación, impuesta por un régimen colonialista y opresor, que corre peligro de muerte, acosada por una tropa de desalmados genocidas culturales. Eso ya lo habían manifestado anteriormente, todos juntos o por separado, los abajo firmantes. ¿A qué, tanta sorpresa? 

Quizá porque ahora digan clara y específicamente que está opresión insoportable está diseñada, sostenida y fomentada por los gobernantes que la toleran y por gentes que no son catalanas de verdad porque, en primer lugar, nacieron (ellas o sus padres o sus abuelos) en otro país y, en segundo lugar, porque no hablan catalán, pudiéndolo hablar. Dos maldades insoportables. Regresamos al triste vicio de echar las culpas en el extranjero, el inmigrante, el pobre o en el que no piensa como tú.

Se les ha ido la lengua (perdón por el chiste) en un manifiesto clasista, racista y lleno de mentiras, contrario, además, al espíritu ilustrado y a las libertades individuales y sociales que tanto nos ha costado ganar y tan poco nos costará perder. Se les ha visto el plumero. Es una vergüenza que mucha de esta gente sea todavía considerada en el grupo de intelectuales y tertulianos de guardia, cuando han dado sobradas muestras de ser, en pocas palabras, estúpidos y malvados (según la definición de Cipolla). Repito, estúpidos y malvados, y defendidos por los partidos en el poder, que aseguran ahora que su manifiesto ha de ser tenido en consideración. Los que faltaban.

Un Índice de chichanabo.
Estúpido y malvado, según la costumbre.

Éramos pocos y parió la burra, que dicen. Viena Editors publica estos días Perles catalanes. Tres segles de col·laboracionistes (Perlas catalanas. Tres siglos de colaboracionistas). Tela. Firman esta perla Salvador y Jordi Avià y Joan-Marc Passada. La intención es, a decir de los autores, señalar catalanes del pasado ¡y del presente! que forman un (cito) elenco despreciable. Se trata de reunir a un puñado de esclavistas, colonizadores, negreros, genocidas, colaboracionistas, franquistas... ¡La madre!

Lo normal. No conozco una sola sociedad occidental que no pueda reunir varios gruesos volúmenes seguidos sólo con la relación de hijos de puta que se han criado en su seno. Pero, claro, estos autores señalan a los malos catalanes con un criterio estúpido, semejante al del Grupo Koiné. 

Su criterio para señalar a los malos catalanes es el siguiente (cito): Hay una lógica de continuidad postcolonial desde el momento en que todos niegan el derecho a decidir y tienen un pensamiento supremacista. Ahí queda eso. Luego se añade que son personas moralmente responsables de actos aberrantes. Vale, qué bien. 

Por lo demás, ¿continuidad postcolonial? ¿No podrían hablar clarito? Lo de moralmente responsables de actos aberrantes está más claro, por ejemplo. Qué les cuesta hablar bien, por favor.

Muchos de los personajes que citan son auténticos hijos de puta, es cierto, y con ellos no hay ni debe de haber piedad. Lo dicho, que lo malo abunda. Muchos otros, lo digo con el corazón en la mano, no me caen nada bien ni me son simpáticos y no comparto sus ideas ni una a una ni todas juntas. Pero de ahí a considerarlos moralmente responsables de actos aberrantes hay un abismo.

Rosa Regàs, Josep Borrell o Francesc de Carreras pertenecen al grupo de los elegidos porque son escépticos, si no directamente contrarios, al procesionismo (una forma delirante de catalanismo). Ése es el criterio, que se sepa. Lo contrario a una ideología política exclusivista, de vocación excluyente, indudablemente nacional(ista) es moralmente responsable de actos aberrantes. Ah, bien. Quedan ustedes avisados. 

Se meten en el saco de los moralmente responsables de actos aberrantes a Josep Pla, Miquel Roca, Alejo Vidal-Quadras, Albert Boadella, Carme Chacón o el ínclito calvo Duran i Lleida. Caerán bien o mal, gustarán o no gustarán, pero ¿qué es esto? ¿De qué van esos señores? Con lo poco que cuesta hablar mal de todos y cada uno de estos personajes, se clasifican como moralmente responsables de actos aberrantes sólo porque no están de acuerdo con el procesionismo y nada más que por eso. Bravo.

Iguales méritos, si no superiores, para ser considerados canallas los reúnen personajes de la calaña de Millet, Pujol (cualquiera de ellos), Prenafeta, Alavedra, Prat y un largo etcétera de ladrones, corruptos y sinvergüenzas. Pero, no. Éstos, no. Éstos son de los nuestros. No nos vayamos a confundir.

¡Cuánta maldad y estupidez! Cuánta.

Una de cal y una de arena (Gran Premio de Bahrein 2016)



Este fin de semana hubo carrera y Ferrari cosechó una de cal y una de arena. Podría ser un chiste fácil, porque corrieron en Bahrein, donde tienen arena de sobras. 

Lo malo (empezaremos por lo malo) fue que el Ferrari de Vettel no pudo ni arrancar porque el motor se le descacharró. Ya hubo quien dijo que esta temporada Ferrari iba a correr más, pero también que iba a averiarse más. Hay que... aguantarse, seamos finos.

El otro Ferrari quedó segundo, entre los dos Mercedes-Benz (detrás de Rosberg y delante de Hamilton). Esta vez no falló la estrategia durante la carrera y demostró que corre muy bien y que casi (casi) es como los Mercedes-Benz. Grossjean, con una escudería nueva, Haas, quedó quinto, dando la sorpresa y haciendo sonreír a Ferrari, porque Haas es como Ferrari-bis. McLaren también puntuó; el sustituto de Alonso (en reposo después del último trompazo), un tal Vandoome quedó décimo y mereció los aplausos del personal.

En fin, que queda mucho por delante.