"Tortosa als correbous"


El monumento, a la derecha, cómo no.

Si existiese un premio a la escultura de rotonda más fea de España, la escultura de Tortosa se llevaría un cum laude. Pero resulta que el adefesio no está propiamente en una rotonda, sino en el pilar del antiguo puente de Cinca, puente que fue destruido en 1938, en la Guerra Civil. Ese horror fue inaugurado en abril de 1966 para celebrar los 25 Años de Paz y don Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España por la Gracia de Dios (no le veo el chiste), Alcalde Honorario de Tortosa hasta hace literalmente dos días (porque no recordaron hasta hace poco que lo era, qué memoria...), protagonizó la celebración, como puede verse en este noticiario de la época (que recomiendo ver): http://rtve.es/v/2933104

La noticia en La Vanguardia, entonces La Vanguardia Española.

El trasto es una amalgama de hierros y cemento cargada de símbolos franquistas. Unos dicen que es un obelisco, otros que es un monolito, un pincho, en verdad dos pinchos, o pirámides... Tan feo es que no se sabe lo que es. Se alza 45 m sobre el Ebro y sólo la cruz del Valle de los Caídos supera su alzada. Es, pues, el monumento a Franco más alto de toda España, esa cruz aparte. Para que los barceloneses se hagan a la idea, la estatua de Colón es unos diez metros más alta, pero Tortosa es mucho más pequeña que Barcelona. ¡También ha de considerarse la proporción entre la ciudad y su monumento más emblemático!

Tortosa se resistió muchos años a suprimir el recuerdo del dictador. En 1985, cuando éste ya llevaba diez años muerto y enterrado, eliminó una inscripción en el pilar que dedicaba el monumento a Franco, y el símbolo de la victoria del Movimiento (el Victus), que sujetaba una águila (imperial, naturalmente) entre sus garras. En 2006, cuando Franco llevaba ya cadáver más de treinta años, quitó las placas que, en la orilla, recordaban el glorioso momento de la inauguración. 

La pregunta y dos respuestas posibles. Traduzco:
En relación al monumento a la Batalla del Ebro, que inauguró el general Franco en el año 1966, ¿qué cree usted que el Ayuntamiento ha de impulsar?
a) Retirarlo y museizarlo para promover la memoria histórica y la paz.
b) Mantenerlo, reinterpretarlo y contextualizarlo para promover la memoria histórica y la paz.

Y ahora, en 2016, más de cuarenta años más tarde, el pueblo de Tortosa ha votado la suerte del monumento. Uno de cada tres tortosinos que podían votar han votado y dos de cada tres han resuelto lo siguiente: que se conserve al campeón y precursor de los monumentos de rotonda y que no se toque de donde está.

Llegados a este punto, varias cosas llaman la atención. 

El pueblo puede votar lo que quiera, pero la suerte de eso no depende del resultado de la votación. En efecto, no sólo la votación no es vinculante, sino que la suerte del monumento no depende del Ayuntamiento, porque el monumento está inscrito en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña (véase aquí), que gestiona la Generalidad de Cataluña, y porque la Ley de Memoria Histórica dice: Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura, lo que dice bien a las claras qué podrían hacer con eso. Preguntando aquí y allá, resulta que hacer algo con el monumento podría implicar al Gobierno de España, a la Generalidad de Cataluña y, de rebote, al Ayuntamiento de Tortosa, de quien no depende la suerte del monumento.

Franco, arengando a la muchedumbre de tortosinos, agradecido por el monumento.

Pero en Tortosa el recuerdo a Franco despierta pasiones y fervores patrios que a la gente de la capital se nos escapan. Eso hace muy difícil reinterpretar el monumento. Sea lo que sea reinterpretar, que ésta es otra. Saumells, el escultor del monstruo, dejó clarísimas sus intenciones nacional-católicas, franquistas y propagandistas. También tendría que añadirse que el monumento fue pagado, en parte, por suscripción popular. Vayan y reinterpreten.

Le preguntaron una vez a Paul Preston por eso de los nombres franquistas de las calles y él dijo de conservarlos, pero añadiendo debajo del nombre de la calle o plaza la serie de crímenes que había cometido el fulano en cuestión, para que no se olvidaran. Ésa es una reinterpretación radical, pero no es la única posible. La simple eliminación no es siempre el mejor remedio, pero ¿qué reinterpretación proponen en Tortosa? Se desconoce. En cualquier caso, viendo quién ha votado qué, no veo yo que tengan muchas ganas de reinterpretar nada. 

La gallina, sin el Victus. 

Mi propuesta es radical, sí, pero también original. Propongo llevar eso a otra parte. Esa otra parte sería una rotonda, que alguna habrá por Tortosa. Se le pone un letrero que se vea que diga:


Tortosa als correbous 

Elevándose en medio de una rotonda, el horror habrá encontrado su lugar natural, quedará completamente descontextualizado y podrá merecer, ahora sí, con todos los honores, el título de la más fea escultura de rotonda de España, motivo de atracción turística y friqui. A poco que sepan explotar la atracción, acudirán autocares a verla.

Glamur, glamour o Mónaco (Gran Premio de Mónaco 2016)



Mónaco es lo que tiene. Es la carrera más singular de la temporada y la que, con el permiso de Monza o Silverstone, tiene más rancio abolengo. Aunque el Circo monta sus carpas en lugares donde la riqueza se manifiesta con obscenidad, en Mónaco esa obscenidad tiene ese aire decadente, tan europeo, tan rancio, que parece de buen vino. Era el contrapunto necesario al espectáculo popular (sí, popular) que era una carrera de automóviles hace algunos años. Era, por así decirle, un escaparate publicitario. Sigue ahí, perdido ese encanto por culpa de los excesos y lujos asiáticos. Es un recuerdo, una tradición. El glamour de las carreras de automóviles tiene su patria natural en las calles de Montecarlo, mientras queda fuera de lugar entre árabes, rusos o chinos, y perdonen ustedes. 

Además, es un circuito... Es una mierda de circuito, digámoslo claramente. Estrecho, revirado, incómodo, no permite adelantar y es rara la carrera que acabe sin media docena de automóviles en el taller. ¡Ahí reside todo su encanto! Porque el Gran Premio de Mónaco es imprevisible.

Este año también lo ha sido. Ha llovido, un poco, lo justo. Eso quiere decir que la carrera ha sido una locura. Ahora con esta rueda, ahora con esta otra... Se estrenaban unos neumáticos con la goma muy blanda, hechos para correr mucho en poco tiempo, y sólo faltaba que lloviera para que el cambio de neumáticos fuera la clave de todo. Ricciardo, un Red Bull, perdió su primera posición en un desafortunado cambio y Hamilton, con Mercedes-Benz, se hizo con la victoria. ¿Ferrari? Mal vamos. Cuarto, uno; el otro, fuera durante los primeros compases. Otra temporada en la que pintan bastos. 

Si yo estuviera en su lugar y él, en el mío


El general Johnston, retirado a la vida civil.

Uno de los militares de más renombre de la Guerra Civil de los EE.UU. es el general Joseph E. Johnston. Como tantos otros, se formó en West Point y obtuvo en esa academia, aparte del grado, el título de ingeniero civil. Cuando estalló la guerra, era general de brigada y el jefe del Servicio de Intendencia del ejército de los EE.UU. Fue el oficial de más alto rango del ejército de los EE.UU. que se pasó a la Confederación. 

Su carrera en la Confederación viene marcada por dos circunstancias. La primera, su mala relación con el presidente confederado, Jefferson Davis. La segunda, que en su currículum no se cuentan grandes victorias, pero sí muchas retiradas, y eso provoca una mala impresión. Lo cierto es que era mucho mejor general de lo que puede parecer a simple vista, que mejor era no tenerlo enfrente, porque era un hueso muy duro de roer. Su historial se explica, en parte, porque le tocó siempre bailar con la más fea. 

En la campaña de Georgia, en 1864, el presidente Davis lo sustituyó por el general Hood, que era más de su agrado. El general Sherman, al mando del ejército enemigo, exclamó en voz alta que Davis acababa de otorgar la victoria a la Unión, y sus palabras no tardaron en convertirse en realidad.

Una imagen idealizada de la entrevista entre Sherman y Johnston, el 26 de abril de 1865.

En 1865, el general Johnston se rindió al general Sherman en Bennett Place, en Carolina del Norte, sólo después de ser informado de la rendición del general Lee en Appomatox. Con él se rindió lo que quedaba del Ejército de Tennessee y las fuerzas confederadas en Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia y Florida, que sumaban casi 90.000 hombres. Fue la mayor rendición de la guerra. Al presidente Davis le dio un soponcio y acusó a Johnston de traición, sin atender a razones.

Las negociaciones que llevaron a la rendición de estos ejércitos en abril de 1865 iniciaron una insólita amistad. El general Sherman, de la Unión, y el general Johnston, de la Confederación, se convirtieron en grandes amigos. Contribuyó que el general Sherman licenciara a todos los soldados del Sur dándoles raciones para diez días y repartiendo los caballos y las mulas del ejército entre ellos para que pudieran labrar sus tierras cuando llegaran a sus casas. También distribuyó alimentos entre la población civil. Johnston, que no esperaba algo así del ferocísimo Sherman, le dijo que su actitud (cito) le había reconciliado con la vida, que creía desafortunada y triste, y se había alegrado de haberle podido conocer.

Sherman, a la izquierda.
Johnston, a la derecha.
Feroces enemigos y luego, amigos incondicionales.

Siguieron escribiéndose a menudo y se vieron con frecuencia después de la guerra. Sus encuentros eran cordiales y el respeto que sentían uno por el otro sólo se da entre las grandes personas y los mejores amigos. Nadie podía hablar mal de Sherman en presencia de Johnston sin que éste saltara en defensa de su amigo, y viceversa.

Sherman murió y fue enterrado con todos los honores, el 19 de febrero de 1891, en Nueva York. El general Johnston ocupó un lugar de honor entre los portadores del féretro. Era ya un hombre anciano. Llovía, hacía frío, pero él insistía en mantenerse con la cabeza descubierta, en honor a su amigo. Alguien le pidió que se cubriera, no fuera a coger un catarro, pero el general Johnston, airado, respondió, señalando al féretro: Si yo estuviera en su lugar y él, en el mío, señor, tampoco se cubriría

Ocurrió lo que tenía que ocurrir: pilló un catarro. Del catarro a la pneumonía, un paso. Murió el 21 de marzo de ese mismo año, un mes después.

Socavón e inundaciones



Leo en los periódicos que en el Lungarno Torrigiani, en la orilla del Arno entre el Ponte Vecchio y el Ponte dell Grazie, frente a la Galleria degli Uffizi, en Florencia, se ha hundido el suelo y ha dejado un socavón de 200 metros de largo, espectacular. Por suerte, no ha habido víctimas, aunque muchos automóviles han sido dañados. No se sabe muy bien qué ha ocurrido. El corrimiento de tierras puede haber sido debido al río o a una cañería rota. Los bomberos estudian el terreno y esperan que los edificios vecinos no hayan sido afectados.


El susto vuelve a traer a la memoria lo que sucedió en Florencia el 4 de noviembre de 1966. Un día dedicaré una o varias entradas a la terrible inundación que casi acaba con la ciudad y su patrimonio artístico, pero hago notar que todavía hoy en día, tantos años después, pueden descubrirse recuerdos de los estragos que ocasionó aquella inundación.


Dos imágenes de la inundación del 4 de noviembre de 1966.

Toda la gloria del Renacimiento es, al fin y al cabo, tan frágil... Sin contar con las vidas perdidas.

Un reportaje de la RAI sobre las inundaciones.

25 de mayo, día del Orgullo Friqui


Se me pasó, pero valga la presente para disculparme.


Suicidio asistido


El fundador y el delfín, o el del fin, según se mire.

Será cosa de ver y maravilla de académicos el proceso de creación, crecimiento, apoteosis sostenida, decadencia y catastrófico fin de CiU, pero eso será de aquí a unos años, cuando pueda contemplarse fríamente. Lo de sostenida valga por su permanencia en el tiempo y por el sostén que recibió de fondos públicos. 

Fue creada por el responsable del mayor descalabro bancario de la historia de España (el de Banca Catalana). Su intención fue la de hacerse con el poder y su utilidad, evidente: crear un mecanismo de control que se iba a nutrir del cobro de comisiones aquí, allá y acullá. El partido fue, y sigue siendo, un entramado mafioso-familiar-clientelar de corrupción y trapicheos que pone los pelos de punta. Cuando por fin se enfrentó a una situación que reclamaba la mayor inteligencia y diligencia (la de una crisis económica como no se había visto otra en decenios), se inició un proceso de suicidio asistido, con un echar p'alante desbocado y oportunista que desvió la atención hacia otra parte y que ha llevado al partido a la insignificancia política y moral y al resto, a la mierda. 

En el último episodio de tan lamentable historia, dos tercios de la mitad de los afiliados votaron cerrar el partido (lo que permitirá evadir deudas millonarias) y volver a crear otro, con la intención de que no se note lo que están haciendo. Todo ello a instancias de la cúpula del partido, que ha optado por la autoeutanasia, o el suicidio asistido, para no prolongar su agonía.

La historia todavía no ha terminado y ya verán como nos proporcionará tardes de gloria, que dicen los toreros. En catalán dirían que hay para alquilar sillas, que equivale a decir que merecerá la pena pagar para verlo. Pero pagar, lo que se dice pagar, es lo que hemos estado haciendo todos estos años, lamentablemente.

Escritores recónditos


Aquí Dante, aprendiendo mecanografía.

Ayer tuve tanto el honor como el placer de participar en la primera reunión de Escritores Recónditos, que se celebró en Barcelona, en el Aula de Escritores del Ateneo. Hubo lectura de poemas y fragmentos de prosa en varios idiomas (al menos, tres), un solo de armónica que interpretó un popurrí de tangos y eso que vulgarmente llaman ambientazo, término que no suele emplearse en las reuniones literarias. Entre los recónditos parece que hay más poesía que prosa, en sentido literal y en sentido metafórico, y es natural que sea así. Escribir es lo que tiene.

Avance editorial


No puedo dar más pistas, por el momento.

Hoy he entregado un manuscrito a una editorial que tiene intención de publicarlo. Será, si todo va bien, el próximo otoño. Ahora viene lo bueno, el proceso de edición, que consiste en leer, leer y volver a leer, corregir, corregir y volver a corregir y darlo todo por bueno en ese momento justo en que tanto el autor como el editor están hasta las narices del texto, que, ya lo digo yo ahora, va a dar mucho trabajo. ¡Qué haya suerte! Les mantendremos informados, faltaría más.

Barcelona, sin wifi, flamenca y olé


Estamos encantados de conocernos y creemos que somos, además de fantásticos, el centro del mundo mundial, hasta que llega uno de fuera y pone los puntos sobre las íes. En este caso, cuando Vodafone anuncia que elimina el roaming en Europa (obligada por la normativa europea, naturalmente). Lo hace en Italia, donde el actor Bruce Willis es la imagen de la marca y protagoniza varios anuncios en los que se enfrenta al tópico italiano (como éste). Pero si vas a anunciar que ahora te podrás conectar a internet o llamar por teléfono desde cualquier lugar de Europa sin sobrecostes, mejor será filmar en el extranjero. ¿Dónde? ¡En Barcelona!

La marca Barcelona es considerada una de las más atractivas, desde un punto de vista publicitario y turístico. Barcelona es, además, uno de los destinos turísticos favoritos de los italianos. La comunidad italiana en Barcelona es numerosísima (se cuenta por decenas de miles de personas). Con sus más y sus menos, nos podemos entender con un italiano (no así con un alemán). Puede decirse que los italianos nos conocen bien y comparten muchas cosas con nosotros. A todo esto, ¿qué imagen tienen de nosotros en Italia?

Las agencias de publicidad no mienten. Quiero decir que si la imagen que tienen de nosotros es ésa, ésa es la que saldrá en la campaña publicitaria. Otra cosa sería despistar y pondría en riesgo la publicidad, porque la gente no quiere sorpresas. Por lo tanto, al menos en eso, son veraces y... ¡Bueno! ¡Así nos ven! Juzguen ustedes mismos y verán cómo nos ven en Italia. No quiero ni pensar en cómo nos ven los alemanes.


Estos baños de humildad cuestionan tantos esfuerzos y dineros empleados en proyectar nuestra imagen en el exterior, y no señalo a nadie. 

Instrucciones para los soldados británicos en Francia 1944



En 1944, los aliados prepararon el asalto a la Festung Europa, la fortaleza europea. El avance por Italia se había estancado y la vía italiana no era la más rápida para liberar Europa del fascismo. Todos sabían que, frente ruso aparte, el gran golpe contra Alemania caería en una segunda batalla de Francia. Mientras se preparaban el desembarco de Normandía y el desembarco en el sur de Francia (menos conocido), miles y miles de soldados aliados esperaban en Inglaterra el momento de pasar a la acción. El Comité Político de la Guerra, que dependía del Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido, se encargaba de la propaganda a favor de los aliados en territorio ocupado, pero también se preocupó de enseñar a los propios soldados y funcionarios cómo comportarse en esos países, una vez puesto el pie en ellos. 

El comportamiento de las tropas aliadas, objetivo del manual.

Pensando en la propia imagen de los aliados y en proporcionar información práctica a la tropa, publicaron Instructions for British Servicemen in France, 1944, que ha sido traducida y publicada en español (deliciosamente editada) por Kailas Editorial. El librito, considerado como objeto, es precioso. Considerado como libro, es una curiosidad que procurará muchas satisfacciones a gentes tan friquis como yo mismo. Aficionados a la historia, a los asuntos bélicos, a las guías de viaje... tendrán en sus manos un documento que dice muchas más cosas de las que parece que dice. Aficionados, ¿a qué esperan?

¿Cómo es Francia y quiénes son los franceses?

Mi primera competición



Después de nueve meses de practicar con el sable, me decidí a probar suerte en una competición interna del club. Participé en una poule y luego pasé a competir en mi categoría. La poule (todos contra todos) salió mejor de lo que me esperaba y quedé segundo de mi grupo. En mi categoría también quedé segundo, pero antes de aplaudir quizá sea lo propio añadir que en mi categoría éramos dos. Fue muy divertido y me regalaron una medalla por participar y no llevarme a nadie por delante. 

Pues, tampoco (Gran Premio de España 2016)



Este fin de semana, Barcelona sufrió las siete plagas de Egipto, como dijo un escritor al que sigo de cerca. A saber: el fútbol, las elecciones, los turistas... y así hasta la séptima, que era la carrera de Fórmula 1, que se corría en Montmeló. Fue una carrera muy divertida y también extraña. Quizá por eso fue divertida.

La principal causa de tanta diversión fue que en la primera vuelta, no bien trazadas cuatro curvas, los dos Mercedes-Benz se embistieron el uno contra el otro y quedaron ambos fuera de carrera. Su apabullante dominio quedó hecho unos zorros y Ferrari, que estaba esperando una oportunidad como ésa (y tenía a sus jefazos en los boxes, siguiendo la carrera a pie de cañón), se lanzó al ataque. Pero también Red Bull se lanzó al ataque. 

Se demostró que Ferrari corría más (en la recta sacaba a los Red Bull casi 20 km/h de ventaja), pero era más inestable. Lo ganado en la recta se perdía en las curvas y la estrategia del cambio de neumáticos no fue (quizá) la mejor. Ganó un piloto con 18 añitos, el chaval, Max Verstappen, que lo hizo muy bien, y detrás fueron los dos Ferrari. Raikkonen no pudo con el chaval (aunque se acercó mucho) y Vettel sólo se libró de Ricciardo porque en la última vuelta éste pinchó una rueda y quedó cuarto. Segundo y tercero, no está mal, pero sabe a poco. Los ferraristas de verdad vivimos acostumbrándonos a esta sensación.


La Batalla de los Soldados


La Guerra de Secesión de los EE.UU. (1861-1865) la conocemos por las películas y poco más. Mientras en los EE.UU. existe una amplísima e inagotable oferta bibliográfica y museológica sobre su guerra civil, los europeos solemos pasarla por alto y desconocemos casi todo de ella. Este problema se extiende incluso entre los aficionados a la historia militar, como es mi caso.

Posición sudista en Missionary Ridge. después de la batalla. Al fondo, Chattanooga.
Subir esta cuesta en condiciones normales no es fácil Si encima te disparan...

El 25 de noviembre de 1863, cerca de Chattanooga, en el estado de Tennessee, tuvo lugar la batalla de Missionary Ridge. A un lado, los soldados de la Unión, bajo el mando del general Grant, que contaba con unos 56.000 hombres. Al otro, el Ejército de Tennessee, a las órdenes del general Bragg, que contaba con unos 44.000 hombres bien atrincherados. 

En septiembre, la Unión había sufrido una severa derrota en Chickamauga y su ejército había tenido que refugiarse en Chattanooga. Las tropas sudistas, al dominar las alturas de Missionary Ridge, tenían Chattanooga al alcance de la mano y los del norte se encontraban prácticamente sitiados. A poco que el Ejército de Tennessee reuniera fuerzas para atacar de nuevo, caería Chattanooga y las fuerzas de la Unión en el Oeste quedarían diezmadas. Así que Grant, nuevo comandante en jefe de la Unión, se propuso poner las cosas en orden en el Oeste y evitar un descalabro. Para eso tenía que tomar las alturas de Missionary Ridge y echar de ellas a los sudistas de Bragg. No iba a ser fácil.

Como Bragg no se decidía a atacar las posiciones de la Unión, fue Grant quien atacó primero. Lo hizo el Ejército de Tennessee del general Sherman (no hay que confundir éste con el Ejército de Tennessee de Bragg) y poco pudo hacer. La posición sudista era sólida y sus tropas se habían atrincherado. Además, Sherman no tuvo uno de sus mejores días y la cosa estuvo a punto de acabar muy mal. Sherman no consiguió más que matar gente para nada.

En esta imagen de la batalla, los oficiales animan a sus tropas a ir hacia delante. 
La realidad no fue ésa.

Viendo que Sherman se había metido en serios apuros, Grant ordenó un ataque en el centro. No pretendía ser el principal ataque, sino uno que distrajera tropas del sur para que Sherman pudiera rehacerse e intentar de nuevo rebasar el flanco enemigo. Las tropas escogidas para ese ataque eran las del Ejército de Cumberland, las que habían sido derrotadas dos meses antes en Chickamauga. El general que las había llevado a la derrota, Rosencrans, había sido sustituido por el general Thomas, amigo íntimo de Grant (había sido su compañero de habitación y juergas en la academia militar de West Point). Nadie esperaba que esas tropas hicieran gran cosa, ni se había pedido que lo hicieran. Se decía que su moral era baja y el plan de Grant no era romper el centro de la línea enemiga, sólo entretenerlo. Pero...

Thomas tenía unos 23.000 hombres formados en cuatro divisiones, una al lado de otra. Enfrente tenía atrincherados a 20.000 sudistas y cien cañones, que no son pocos, defendiendo el cerro de Missionary Ridge. El objetivo de Thomas era asaltar y ocupar la primera línea de trincheras, nada más que eso. De hecho, era una línea de chichanabo, que los testigos de la batalla describen como una línea muy débil. Las posiciones más fuertes eran la segunda y tercera líneas.

Los soldados llegando a la cima del cerro.
Nadie se lo había pedido.

Los soldados de Thomas, al grito de ¡Chickamauga! ¡Chickamauga!, se lanzaron al asalto. Recibieron de lo lindo antes de llegar a la primera línea sudista, pero llegaron... y siguieron avanzando. Los sudistas los ametrallaban y fusilaban de cerca y desde la segunda línea, pero los del norte, al grito de ¡Chickamauga! ¡Chickamauga!, no se detuvieron para nada y siguieron adelante. Algunos oficiales se pusieron a la cabeza de sus tropas en ese avance (mejor dicho, corrieron tras ellas), pero la mayoría de los comandantes gritaban órdenes ¡para detener el ataque! ¡Alto! ¡Alto! gritaban, ¡No hay que ir más allá! ¡Alto, he dicho! Pero los soldados del Ejército de Cumberland pasaban de largo y ya enfilaban la cuesta del cerro. 

El general Grant, boquiabierto, contempló el ataque y preguntó por qué no se obedecían las órdenes que había dado. Sólo había pedido una distracción, no un ataque en toda regla. ¡Los van a matar a todos!, exclamó. Un general le respondió: Señor, a ésos no los detiene ni el mismísimo infierno

En este grabado, los soldados sudistas corren a poner a salvo sus cañones.
Viéndolas venir, que suele decirse.

Aquel ataque podía ser un desastre. Se volvió a ordenar el alto. Pero ¡quiá! Los generales de brigada que conseguían alcanzar a sus tropas (que corrían cuesta arriba ¡delante de ellos!) les daban el alto, sí, pero los soldados seguían adelante, desobedeciendo las órdenes directas de sus superiores. Sólo la brigada del general Wagner, después de perder uno de cada cinco hombres en el primer asalto (es decir, en menos de quince minutos), aceptó retroceder hasta la primera línea de trincheras, pero cuando vio que las brigadas vecinas no se detenían y seguían adelante, dejó atrás a su general (¡Volved! ¡Volved os digo!) y renovó el ataque. ¡Chickamauga! ¡Chickamauga! ¡Nadie nos deja atrás!

¿Qué sucedió? Algo increíble. El centro sudista se colapsó, se vino abajo. Se quebró la línea defensiva y cundió el pánico. No fue una retirada, sino una espantada. Huyeron todos al grito de ¡Sálvese quien pueda! El pánico se extendió a toda la línea y Missionary Ridge cayó en menos de un par de horas, toda la posición. El ataque de las tropas de Thomas resultó imparable, arrollador.

Capturaron 40 cañones y 60 armones de artillería, hicieron unos 4.000 prisioneros y provocaron, entre muertos y heridos, unas 2.500 bajas en las tropas de Bragg. Pero murieron en ese ataque más de 700 hombres y más de 4.000 fueron heridos. Algunos regimientos quedaron reducidos a la mitad de su tamaño de antes de la batalla.

Poco después de la batalla, una trinchera abandonada.

Los historiadores de la Guerra de Secesión dicen que el ataque del Ejército de Cumberland en Missionary Ridge fue one of the most dramatic events of the war (lo nunca visto) y los expertos militares dicen que es el caso más notable en toda la guerra del éxito de un ataque frontal contra un enemigo atrincherado que está en una posición predominante. Yo me atrevería a decir que no sólo es el caso más notable del éxito..., sino uno de los pocos casos donde tuvo éxito una cosa así.

Ya ven. Desobedeciendo a sus generales, pasándose sus órdenes por el forro, los soldados del Ejército de Cumberland ganaron la batalla, dejándose la piel. Por eso, en algunos libros en vez de decir Missionary's Ridge Battle se dice the Soldier's Battle, la Batalla de los Soldados. Un buen nombre para una batalla que no ganaron los generales, si es que alguna vez son ellos los que ganan las batallas.

Maten al mensajero


Cuando salta un escándalo de corrupción o malversación de fondos públicos, pocas veces conocemos el destino de quien avisó de que tal cosa estaba sucediendo. Es más, muchos asuntos sucios no salen a la luz y se ahogan en los pasillos, y ¿qué ha sido de quien avisó de que algo no funcionaba como era debido? 

La pregunta es una. Si usted trabaja en una administración pública, por ejemplo, y descubre un caso de corrupción, ¿qué hará? ¿Lo denunciará? Se suman las preguntas, porque si quiere usted denunciarlo, ¿a quién lo denunciará? ¿Y qué te pasará si lo denuncias? Lamentablemente, nada bueno.

En la mayor parte de los casos de corrupción, el funcionario o el empleado público que hace saltar la liebre pierde su trabajo, ha de recurrir a los abogados para defenderse (y eso cuesta dinero), sufre acoso o ninguneo en su lugar de trabajo, puede encontrarse traicionado por sus compañeros (que, por miedo o por otras razones, se apartarán de él o testificarán en su contra). Es más, las pruebas que pudiera haber correrán una extraña suerte y muchas de ellas, simplemente, desaparecerán. 

Búsquenlos y los encontrarán. Se han escrito artículos y filmado documentales donde se pone el dedo sobre la llaga. Si quien denuncia la corrupción y la malversación de fondos sufre un castigo y el corrupto y malversador se va de rositas (y así sucede en la mayor parte de las ocasiones), ¿quién denunciará el mal uso del dinero público? 

La señora justicia carga muchas veces contra el mensajero.
Demasiadas.

Por poner un ejemplo, algunos de los funcionarios que denunciaron parte de la trama Gürtel o el caso Pretoria han perdido su trabajo y están siendo perseguidos y arruinados por toda clase de pleitos que promueve ¡la Administración Pública! Un trabajador de TV3 que avisó de un posible ERE en la plantilla de esta televisión está siendo juzgado y amenazado con ¡siete años de cárcel! ¡Por revelar a cuánto asciende un sueldo público!

Ayuntamientos y Comunidades Autónomas acaban descargando su ira no contra el pecador (el cargo corrupto o malversador), sino contra el mensajero que descubrió el pecado. Acosados, ninguneados, maltratados y traicionados, así viven los funcionarios valientes. A la luz de estos sucesos, que pasan desapercibidos por el gran público, pero que conocen los funcionarios próximos al corrupto, no es difamar decir que muchos gobiernos municipales y autonómicos actúan como verdaderas mafias. 

Una cosa es lo que te digan los periodistas de un caso lejano y otra vivirlo o verlo muy de cerca. Conozco casos de personas que han perdido su trabajo por no conceder una subvención a un amigo de la familia Pujol y he visto expedientes abiertos y órdenes de despido por denunciar que un director general cobraba dietas por comidas, viajes y festejos que nada tenían que ver con su trabajo; también he visto a empleados apartados de su trabajo y posteriormente acosados por superiores e iguales porque habían cuestionado un trámite a todas luces ilegal; he visto cómo se arreglaban concursos o cómo se pedía un porcentaje de un contrato o se amañaba un pago para que pareciera que no iba con tal persona, pasando por encima de la opinión, incluso de la negativa, de empleados públicos. ¡No hablemos de los consejos de administración! Cobrar dietas por asistir a un consejo de administración que no se ha celebrado realmente llegó a ser la norma. Lo he visto y sufrido, no me digan que son cuentos.

Dieciocho años de trabajo en la Generalidad de Cataluña (pujolera, tripartita y procesionista) me han ofrecido sobrados ejemplos. Supongo que un empleado público de otras administraciones autonómicas o municipales también las habrá visto parecidas. En prácticamente todos estos casos desaparecen los papeles, se borran las bases de datos, la gente se olvida apresuradamente de aquello que vio o se dijo... El mensajero sólo tiene su palabra contra la de un alto cargo sin vergüenza alguna que cuenta con el apoyo de toda una institución dominada por sus cómplices. Si lo denuncia, está vendido.

Esto no es la excepción, sino la norma. Si no hacemos pronto alguna cosa, ya me dirán ustedes. O se protege por ley (¡se premia!) al denunciante o esto se va al carajo.



Después del baile



Acantilado ha publicado un librito titulado Después del baile. Son tres relatos cortos escritos por Tolstói y traducidos por Selma Ancira, tres caprichos deliciosos para amantes de las buenas letras. Los tres relatos son Después del baile (que da título al librito), Tres muertes y ¿Cuánta tierra necesita un hombre?

¿Cuál prefiero? Los tres apuntes están magníficamente escritos. El primero es impecable y el tercero es una fábula con moraleja, al estilo de los viejos cuentos. Pero me quedo con el segundo, Tres muertes, porque me ha llegado al corazón y demuestra por qué Tolstói es grande, grande de veras. Pero ésta es una preferencia personal y cada uno tendrá una propia. Sin ir más lejos, el editor (supongo) habrá preferido Después del baile, que es el título que ha escogido para el librito y ¿Cuánta tierra necesita un hombre? es una pieza muy querida por los lectores que conocen bien a Tolstói.

Lean estos tres breves relatos, escojan ustedes mismos. Son fáciles de leer y cualquiera de ellos es literatura de la mejor que podrán encontrar por ahí. Disfrutarán con este librito, créanme.

Aquí no paga ni Dios (y menos, los militantes)


Leo en los periódicos que la legislatura Picapiedra se acaba porque Pedro y Pablo no han podido, no han querido o no han sabido ponerse de acuerdo para formar un gobierno, aunque nada sabemos de las artimañas de Wilma y Betty a favor o en contra de esa opción. La consecuencia es que habrá nuevas elecciones en junio y que algunos partidos tienen que escoger de nuevo a sus candidatos. Entre éstos, CDC.

No sabía que en CDC se daban las primarias. Pero cuentan los periódicos que Francesc Homs se enfrentará a Silvia Requena por ver cuál de los dos se convierte en la cabeza de la lista de los parlamentarios convergentes. Pero también he leído que uno de cada cuatro militantes de CDC no podrá escoger entre el que fuera portavoz del gobierno de la Generalidad de Cataluña y la que es profesora de Ética en una facultad de Derecho. ¿Por qué no? Básicamente, porque no paga las cuotas que corresponden a los militantes del partido. En números redondos, 8.000 militantes de CDC no pagan y presumen de carné de CDC. Un 25% de su militancia. Tela.

Poderoso caballero.

El caso de CDC no es, ni mucho menos, único. Coincide la epidemia de elecciones primarias debidas al efecto Picapiedra con la renovación de la presidencia de la Asamblea Nacional Catalana, una organización política procesionista. Parece que la lucha por el poder es enconada y que vuelan los cuchillos y silban las balas en los pasillos, pero no quería hablar de eso. Hace un año, la organización presumía de tener más de 40.000 militantes y otros 40.000 simpatizantes que pagaban unas cuotas y tal. Hoy sólo podrán votar 34.000 (en números redondos) porque muchos militantes y simpatizantes decidieron darse de baja no pagando la cuota y se estima que la tasa de morosos entre esos 34.000 socios es tanto o más alta que la de CDC. 

La tasa de morosidad no es una exclusiva del procesionismo catalán. No. ¡Ni mucho menos! Es una epidemia de la política y los movimientos sociales españoles. Partidos políticos, sindicatos y grupos semejantes lo viven cada día. De hecho, algunas de estas organizaciones no pueden subsistir sin subvenciones o ayudas más o menos encubiertas. 

Ser militante de un partido puede salir muy barato, si no se paga.

CCOO, UGT, CSIF y USO, los cuatro sindicatos más importantes en España, han perdido más de 580.000 afiliados entre 2009 y 2015. Entre 2011 y hoy mismo, el PSOE ha perdido 40.000 militantes (en su mayor parte, por falta de pago). Una de las estrategias para intentar retenerlos fue rebajar la cuota, que paso de 140 a 60 euros al año. Ni así. UPyD cobraba 240 euros al año y ya ven qué ha sido de ella.

El PP presume de no haber perdido afiliados, pero aquí hay trampa, porque al militante que deja de pagar la cuota lo cuentan como simpatizante y a la hora de sumar afiliados no distinguen una cosa de la otra. Algunas voces dicen que estos últimos cuatro años el PP podría haber perdido más de 50.000 militantes (los que pagan), que habrían pasado a engrosar la cifra de simpatizantes (que no pagan). Algunos especialistas sostienen que la proporción de militantes se habría reducido a la mitad (sic) desde que comenzó la crisis. Y eso que el PP es el partido más barato y sale a 20 euros al año.

A bote pronto y sin ánimo de sentar cátedra, a ojo, una cuarta parte de los afiliados a los partidos políticos, sindicatos, organizaciones políticas o empresariales y demás es morosa. Uno de cada cuatro afiliados no paga, punto. No importa que sea el partido de izquierdas o de derechas, de rancio abolengo o de nueva creación: el problema de los afiliados que no pagan es universal.

Hay que ahorrar. ¿Por qué ser militante si puedo ser simpatizante?

Por eso tiene tanto éxito la figura del simpatizante, que te permite mostrar tu apoyo a una idea o ideología gratuitamente, sin compromiso alguno. Además, uno puede ser simpatizante del PP y de Podemos, simultáneamente y sin despeinarse, por poner un ejemplo. Por eso, fíate tú de los simpatizantes. Según las encuestas demoscópicas, una cuarta parte de los simpatizantes de un partido político ¡votan a otro partido cuando hay elecciones! No sólo no pagan, sino que votan al adversario. ¡Para llevarse las manos a la cabeza!

Fíate tú de tus socios. Con afiliados así, ya me dirás a dónde vamos.

Casas, viajes y comilonas


Dos noticias me han llamado la atención esta semana en esas páginas que los diarios suelen llamar Política, pero que bien podría llamarse Sucesos, incluso, a veces, Esperpento. Una tiene que ver con los viajes y otra, con las comilonas. 

Tanto viajar de arriba abajo provoca sueño y cansancio.

La de los viajes (y las casas) la protagoniza el inefable Puchi, Puigdemont en su tarjeta de visita, alias Mocho en los mentideros convergentes. Puchi, tan pronto ha dejado de ser alcalde de Gerona, ha abandonado su piso en la ciudad con unas prisas que llaman la atención. Tanto es así que decir que tenía domicilio en la ciudad sólo para justificar su alcaldía es algo más que una hipótesis. Se ha instalado donde vivía antes y ha querido vivir siempre, en una urbanización con campo de golf (es un hombre sencillo) y ahora están todos los vecinos intrigados porque la policía autonómica está buscando dónde aterrizar con el helicóptero para buscar a Puchi si un día llega tarde a una reunión. Más de uno se pregunta si el aparato les arruinará el césped del green, o como se llame.

El caso es que el complejo del palacio de la Generalidad de Cataluña incluye una residencia oficial que está ahí, muriéndose de asco. Es una vivienda que ya la quisiera para mí. Lujosa, confortable, al lado de la oficina, con todos los gastos pagados. Pero lo de los gastos no es un problema para Puchi. Se ha subido el sueldo base de presidente un 6,5% sólo acceder al cargo (y sale por algo más de 145.000 euros brutos al año), al que sumar las dietas de desplazamiento del campo de golf a su oficina, y eso que lo llevan. En fin... Privilegios del cargo y aquí uno, mirándoselos con envidia.

Será por tanto privilegio que ahora anuncia que le ha pillado gusto a la silla y quiere repetir (¡coño! ¡yo también repetiría!), dándole un disgusto al señor Mas, que también quiere repetir (¡no te digo!), aunque los disgustos se reparten a partes iguales cuando las últimas encuestas dicen que CDC, o como quieran llamarla, podría ser la tercera fuerza política en unas elecciones, detrás de ERC (que la doblaría en votos y parlamentarios autonómicos) y C's (con los mismos parlamentarios, pero más votos). Ya se verá, que las encuestas las carga el diablo.

El viaje, el viaje... Se nos va Puchi a Bélgica en viaje oficial un fin de semana. Es decir, que el viaje se justifica por su condición de presidente de la Generalidad de Cataluña. Y se paga con fondos públicos. Por eso mismo, tiene que justificarse el porqué y el gasto que ha supuesto. Es su primer viaje oficial al extranjero (si no se cuenta Madrid). Con él viajaba un séquito numeroso, que incluye a un consejero (Romeva), algún que otro diputado y una numerosa comitiva de periodistas de TV3 y compañía. Toda una tropa. Un pastón en billetes de avión.

La recepción oficial en la Delegación del Gobierno (catalán) en Bruselas. La fotografía es de www.gencat.cat y muestra que los únicos presentes en la recepción fueron, comitiva aparte, los que trabajan en la delegación, que no se pierden una comida gratis (especialmente, los becarios).

Pero, maldita la gracia, el viaje sólo sirve para entrevistarse con los jefes de un partido nacionalista flamenco y dar una charla inaugural en la fiesta de la flores de un pueblecito de los alrededores de Bruselas, la XXXV Floralien Gent, en Gante. Fuera de verse con los flamencos (olé), con los que se firmó hace años un convenio de colaboración (es decir, bla bla bla, pero poca o ninguna chicha), nada de nada. El viaje podrían habérselo ahorrado (¿cuánto costó?). El ridículo, también. 

El partido nacionalista flamenco del que hablo es el más votado de Bélgica (consiguió un 19% de los votos en las últimas elecciones) y es un contrincante directo de otro partido nacionalista flamenco de extrema derecha, de donde procede, escisión mediante, al que disputa el mismo espacio electoral. Es un partido que, como es típico de los Países Bajos y alrededores, combina una política económica neo (y ultra) liberal, muy de derechas, con algunas medidas progres de hacer bonito: ecología, sexo y tal. Debajo de esta superficie chachi, se amaga un discurso que me atrevo a llamar racista contra lo que no sea flamenco, contra los francófonos belgas, los inmigrantes y los refugiados, especialmente. Algo muy feo. 

Pero cada uno tiene los amigos que busca. Convergència se entiende a las mil maravillas con este partido flamenco, aunque no ha sido admitido en ALDE, el grupo parlamentario liberal europeo (donde están ellos, los convergentes, UPyD y C's) y está con los demás grupos de extrema derecha o difícil clasificación del Parlamento Europeo, en una especie de grupo mixto que reúne a lo mejor de cada casa. 

Un periodista de buena fe (o con mala leche, todo hay que decirlo) le preguntó a Puchi por qué no se reunía con el presidente de la Comisión Europea. Puchi, con todo el morro, respondió (casi literalmente) que no se había reunido con él porque no le había dado la gana, porque a él le recibe el presidente de la Comisión Europea sólo con pedirlo, que para chulos, yo.

Poco después, el portavoz de la Comisión Europea dijo que Puchi había pedido (porfa, porfa) una reunión con el presidente, pero se le dijo que no, que no iba a poder ser. Ni por la mañana, ni por la tarde... No y no. ¿Por qué no? Problemas de agenda, fue la respuesta oficial. ¿Problemas de agenda? ¡Qué va! ¡Fin de semana! ¿A santo de qué me pierdo yo el sábado o el domingo por atender a ése, que sólo me meterá en líos? Dile que estoy reunido.

Puchi negó la mayor. Él no había pedido reunirse con nadie, dijo. Pero sí que se lo había pedido. De hecho, había pedido reunirse con cinco cargos. ¡Cinco! A saber: con el presidente de la Comisión Europea, con el presidente del Parlamento Europeo, con dos vicepresidentes del Parlamente Europeo y con un comisario de la Comisión Europea, y todos ellos han confirmado la petición y sus problemas de agenda. Ninguno de ellos quiso echar a perder su fin de semana por tan poca cosa y todos se hicieron el sueco. 

Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, pero Puchi sigue insistiendo, cuando le preguntan. Él no había pedido reunirse con nadie (si acaso, fue su secretario, añade, en serio que lo añade). Y si se pone chulo, a él le recibe el presidente de la Comisión Europea y el Sha de Persia con sólo chasquear los dedos, que bueno es uno. Vale, sí, pero menos lobos, Caperucita.

Don Gerardo Camps, señalando.
¿Quién paga mis comilonas? ¡Tú!

Con todo, la noticia que merece una especial mención y un marco de oro es el apetito de Gerardo Camps, consejero de Hacienda de la Generalidad Valenciana y vicepresidente segundo de su Consejo Ejecutivo (gobierno) cuando mandaba el PP.

El caballero se gastó en comidas a cargo del erario público, atención, 553.000 euros entre 2007 y 2011. Salía de la oficina, se metía en un restaurante de lujo, se ponía las botas y cargaba la factura a las cuentas de la consejería, la Sociedad de Proyectos Temáticos (que nadie sabe qué es o qué hace) o la Ciudad de las Artes, según el día. Ni dietas ni nada. Y valga lo de las dietas por el dinero y por las comilonas, que no se ahorró dineros en buscar la mejor pitanza para alimentarse bien a gusto.

Lo de comer a cargo del erario público, un arte.

Según denuncian ahora, se gastaba una media de 400 euros por comida (sic). Hagan ustedes la cuenta, porque son algo más de 100.000 euros al año en restaurantes. Solía pedir vinos de 40 euros la botella (por no abusar) y lo mejor de la carta. No se cortaba un pelo y le daba igual llamar la atención. Comió 125 veces en un mismo restaurante a lo largo de un año, dicen. Supongo que cuando entraba por la puerta el maître ya le besaba los pies. Un habitual de la casa. ¡Menudo cliente!

Cuentan los que ahora denuncian el caso que don Gerardo era un caradura y un vividor (sic). Lo menos.

El vértigo de Babel



Hace ya unos años, un amigo me recomendó que no perdiera de vista a un filósofo francés, Pascal Bruckner, porque, dejando a un lado lo que pueda hacer o haber hecho en el terreno de la filosofía más obtusa y técnica (me temo que sea aficionado a Hegel, Dios mío), escribe unos ensayos llenos de sentido común y que aciertan en el clavo, criticando algunos aspectos de nuestra sociedad que merecen ser criticados, y haciéndolo de tal modo que se entienden y, además, tienen enjundia.

Como siempre en estos casos, lo importante no es estar o no estar de acuerdo con el filósofo, sino discutir con él el problema, razonar con él, obligarse a tomar una postura u otra. Bruckner propone puntos de partida muy interesantes, se carga de razones, señala realidades, se explica claramente y no deja indiferente; por eso es un autor que vale la pena leer. 

Acantilado ha publicado un ensayo breve de Bruckner escrito en 1994, cuando Europa se enfrentaba a su inutilidad, como ahora mismo. Yugoslavia había reventado por todas partes y vivía una guerra civil. En los países del Este se vivía el inmediato post-comunismo. En Europa se preguntaba todo el mundo qué era ser europeo y qué tendría que ser. Bruckner, en medio de este berenjenal, se pregunta qué es el cosmopolitismo de verdad, qué implica, qué significa, qué lo distingue de una globalización que arrasa por donde pasa, y concluye que el verdadero cosmopolitismo no es eso que llena la boca de algunos, sino algo difícil, conseguido apenas por una minoría, pero no por ello menos necesario. 

Como dice él mismo, por encima del derecho de los pueblos a disponer de ellos mismos, están los derechos del hombre. Sigue: Sí a todas las diferencias, a condición de que se sometan a la universalidad de los principios y las normas y no aleguen su legitimidad para sabotear la idea misma de género humano; sí al romanticismo de las pequeñas sociedades, pero bajo la jurisdicción de la Razón; sí a todas las naciones, pero bajo la égida de una Europa potencialmente supranacional como espacio de razón, de paz y de seguridad.

Uno estará o no estará de acuerdo con lo que dice, pero ahí está la gracia. Un ensayo muy recomendable, en su tiempo y en los tiempos que corren. 

Cinco novelas cortas



La colección Alba Minus, de Alba Editorial, publica Cinco novelas cortas de Antón P. Chéjov, seleccionadas y traducidas por Víctor Gallego Ballestero. A estas alturas del cuento, uno ya sabe que se trata de un libro altamente recomendable, pero a poco que lee uno descubre por qué, porque Chéjov, en cualquiera de estos cinco ejemplos, no defrauda ni un poco así. Lo que sigue es cuestión de gustos. 

A mí me impresionó especialmente Una historia aburrida o La sala número seis, pero, como he dicho, se trata de algo personal, porque los demás relatos son igualmente buenos. ¿Qué más puedo decir? Lo que se dice siempre, y es verdad: qué profundidad psicológica, qué detalles más cuidados, que giros da la historia, qué cambios de perspectiva... y qué narices, que es Chéjov. Así aprende uno a leer y escribir, con los grandes. Muy recomendable. 

Rusia gótica



La editorial Nevsky Prospects (www.nevsky.es) publicó, en 2009, un librito que recogía un selecto grupo de cuentos sobre brujas, fantasmas, licántropos, etcétera, un género romántico de pe a pa. Traducidos por James y Marian Womack, éste fue uno de los primeros libros de la editorial. Leídos por un servidor de ustedes años después, han provocado la sonrisa y el aplauso. 

Dudo que los nombres de Karamzín, Sómov, Baratynski, Lérmontov, Zagoskin o Pogorelski les resulten familiares, si no es por casualidad. Sin embargo, son autores rusos que tuvieron un gran éxito en su día (al menos, en Rusia) y una gran influencia sobre los rusos que sí que conocemos, Pushkin, Tólstoi y compañía. Nevsky reúne varios cuentos de estos autores que son, simplemente, deliciosos. No se trata de saborear un plato exótico, sino de disfrutar, una vez más, con un tipo de relato clásico y magistralmente escrito. Recomiendo este libro con los ojos cerrados.

La murga de los momentos históricos


¿Qué es un momento histórico? Un momento que merece ser anotado en los libros de historia. Se emplea para señalar algo que está pasando ahora que se supone tan importante que los historiadores futuros no podrán dejar de notarlo o anotarlo. La pregunta no es lo que es, sino qué puede ser un momento histórico. 

Un momento histórico en ciernes, y lo sabían.

En ocasiones, algo muy gordo se adivina que será un momento histórico. Por ejemplo, cuando el hombre pisó la Luna o cuando se dejó caer la bomba atómica desde la panza del Enola Gay sobre el Japón. Pero la mayor parte de los momentos históricos pasan desapercibidos para los contemporáneos. Un descubrimiento científico, una obra de arte, un manifiesto político, la creación de una empresa, una decisión económica... que dejarán una huella clara en la historia pasan por nuestro lado que no nos damos ni cuenta. Suelen ser, ahora mismo, insignificantes.

Los contemporáneos somos así, no nos enteramos de nada de lo que nos está pasando y no distinguimos lo esencial e importante del ruido de fondo. En parte, porque carecemos de perspectiva (y no podemos tenerla) y en parte, porque nos deslumbramos con acontecimientos que nos parecen el no da más y que serán la chirigota de nuestros descendientes, si alguna vez se fijan en ellos. Somos carne de anecdotario e inanidad. Pero hay un vicio mucho peor, que es insistir en que tal cosa que hacemos o decimos es (no podría ser, es) un momento histórico. ¿Por qué? ¡Porque lo digo yo!

En Cataluña nos han apabullado con un montón de momentos históricos en los últimos años. Eran tantos los momentos que se proclamaban como históricos que, a decir verdad, uno se preguntaba (y sigue preguntándose) si no serán momentos histéricos. Tanta historia junta no suele darse, la verdad. Ni en los mejores tiempos de Roma se sucedían los momentos históricos a semejante ritmo. Quien haya sufrido esta murga, ya sabe de qué va y tiene dos opciones: sumarse a la histeria (con frustración final) o sumarse al escepticismo (frustrado, de entrada).

El otro día entrevistaron en televisión a uno de los máximos promotores de tantos momentos histórico-histéricos, el señor Mas. Fíjense qué poco hace que ya no manda. Pues fue verlo en televisión y exclamar ¡Qué antiguo todo! Qué pasado de moda. Qué viejo. Qué rancio. Ni historia ni momento histórico ni nada. Bastan pocos meses para que el olvido sepulte tantos pretendidos momentos históricos. Ya me dirán de aquí a unos años si no tengo razón. Si la tengo, ni se acordarán de habérmela discutido y se amagarán tras el olvido, su tabla de salvación. Si no la tengo, ya me daré cuenta solito, no se preocupen, porque la historia se me habrá echado encima.

Por eso, curado de momentos históricos, atiendo a una entrevista que le hacen a un político de izquierdas. Ya saben que la situación política en España está chunga. No ha podido cimentarse el gobierno Picapiedra (de Pedro y Pablo, como gustan llamarse) y de Mariano, mejor no hablar, que sentado en la puerta sin hacer nada, contempla los cadáveres de sus enemigos. Todos barrían para casa y ninguno ha sido capaz de ceder o llegar a un acuerdo para sacar el país adelante. Ésta será una legislatura breve, que habrá sido incapaz de escoger gobierno (cuando acabe, que oficialmente todavía no ha acabado). En junio, regresamos a los colegios electorales, para ver qué sale, y todo parece señalar que saldrá muy parecido. Lo que salga luego en verdad ya lo veremos, porque las encuestas las carga el diablo.

El tipo entrevistado estaba a favor de una cosa que llaman confluencia, me parece, que suena a gripe. Mire, que me ha dado una confluencia... Lo que digo siempre: ¿tanto cuesta hablar claro? La cuestión es que Podemos, Izquierda Unida y una legión de confluencias (si no lo digo mal) podrían unirse y sumando votos o diputados sacar más que el PSOE y quizá, quizá, tener suficiente fuerza como para formar un gobierno de izquierdas. ¡Suerte! Pero ¡ay! Salió a relucir el momento histórico, el momento en que eso ocurrirá (el entrevistado lo da por seguro). ¡Un momento histórico! ¡Otro! Éramos pocos y parió la abuela. Aquí nadie aprende la lección, por lo que se ve.

Éste es un momento histórico, ha dicho el personaje, como cuando juega la Selección Española [de fútbol, de qué, si no], que reúne jugadores de varios equipos, ¿no? Pues nosotros haremos lo mismo con las confluencias. Chachi. Se ha retratado. Nos ha retratado a todos.

De esta respuesta (que podría haber salido de la boca de Mariano, por cierto, cambiando confluencias por otra cosa cualquiera) se extraen varias conclusiones:

1) Un momento histórico es cuando juega la Selección Española (de fútbol).
2) Los jugadores de la Selección Española (de fútbol) son de más de un equipo (de fútbol).
3) Las confluencias son, para entendernos, los jugadores de esos equipos de fútbol llamados por el seleccionador (¿y quién es el seleccionador y quién lo escoge?).
4) El objetivo de la alianza electoral de Podemos, Izquierda Unida y compañía es meter goles a los equipos que no han podido formar parte de la Selección Española (de fútbol).
5) Política es fútbol.
6) El objetivo de la política es meter goles y entretener al público. Ya lo decía Mariano, gran aficionado al balompié y lector de Marca.

Uno se pregunta, finalmente, a quién meterán los goles.

Confeccionando las listas electorales.

Mi hastío por el fútbol y mi escepticismo ante los momentos históricos no contribuye, precisamente, a la serenidad con que he de afrontar los días que faltan hasta que me llamen a las urnas. Nos esperan días muy duros, y tanto da que mis lectores sean de izquierdas, de derechas o incluso futbolistas, que el aviso vale para todos.