En orden de magnitud: 80, 15, 5

Ayer se aprobó en Cataluña la Ley de Acogida de las Personas Inmigradas y las Retornadas a Cataluña. Sí, han leído bien: personas inmigradas. Supongo que dicen personas inmigradas porque no pueden decir inmigrantes e inmigrantas, pero es un suponer. La cuestión es que la ley, por primera vez en España, regula una Acreditación de Integración. Hasta ahora, algunos ayuntamientos, por su propia cuenta y riesgo, otorgaban estas acreditaciones a las personas que habían superado unos cursos de integración. La ley establece a partir de ahora los mínimos de estos cursos y ha provisto un fondo de muchos millones de euros para facilitar la integración de las personas inmigradas. No tenemos que olvidar que esta acreditación sirve para facilitar la obtención de la nacionalidad española.

Hay dos cosas que me dan grima. La primera, el uso de la palabra integración, que no se sabe muy bien qué significa. Según unos, la persona integrada será la que se comporte de una determinada manera (que se considera correcta o propia). Pero recuerden que los poderes públicos no pueden (ni deben) exigir a nadie nada más que el cumplimiento de la ley vigente, punto. Además ¿qué manera es la correcta? ¿La de ellos? ¿Por qué no la mía? ¿Y qué hay de la del vecino? Lo siento, me parece una intromisión en mis derechos y libertades. Por eso desconfío siempre que alguien utiliza esta palabra, por norma.

La segunda cosa que me da grima es el contenido del curso. Serán 135 horas de catalán, considerada lengua vehicular, 20 horas de historia, geografía, leyes, obligaciones y derechos, costumbres, idiosincrasia y demás del lugar de acogida y 10 horas más sobre el ordenamiento jurídico del mercado de trabajo. Allá queda eso. El 80% de la integración se relaciona con el uso de los pronoms febles y el pluscuamperfecto; el 15% se relaciona con lo que un recién llegado tiene que saber de las leyes, usos y costumbres del país; el resto, un 5%, sirve para intentar que no le tomen el pelo con un contrato de trabajo. El aprendizaje del español será voluntario, por mucho que la acreditación del curso sea para la obtención de la nacionalidad española.

Aprobaron la ley entre vítores y aplausos. Ellos se aplauden mucho a sí mismos, en general, y es otra de las cosas que me da grima. Pero, en fin, será una costumbre local... Luego fueron todos al campo del Barça a celebrarlo. Qué raro que no conste en el curso nada sobre el balompié... ¿o sí? Ay, que no me integro.

¿Ha muerto Shakespeare?


La editorial Sequitur publica en un volumen de bolsillo, ligero como una pluma, tres pequeñas obritas de Mark Twain, traducidas por Javier Eraso Ceballos. Son Is Shakespeare Dead? (1909), que da título al libro (¿Ha muerte Shakespeare?), A Burlesque Biography (Una biografía, 1871) y An Encounter With an Interviewer (En compañía de un curioso, 1874). Después de leerlas, uno insiste en pensar que si Mark Twain no existiera, tendríamos que inventarlo. Es un genio.

Con un sentido del humor y una lógica apabullantes, Mark Twain dedica su primer ensayo a cuestionar que Shakespeare fuera el autor de las obras de Shakespeare, un viejo debate literario. Se apunta al bando de los baconianos (quien las escribió fue Francis Bacon), pero sin demasiado convencimiento. ¡Da igual quién fue! Shakespeare, seguro que no, afirma. Los amantes de la literatura agradecerán tanta irreverencia; los que no saben del asunto, tendrán en qué pensar por las noches. Con frecuencia nos olvidamos del Mark Twain escéptico, crítico y pensador, y es un Mark Twain notable, a fe mía.

Una biografía es una burla a las autobiografías, breve y jocosa. Pero es En compañía de un curioso, un breve diálogo entre un periodista y el autor, la suma del humor más absurdo, surrealista y brillante que ha caído últimamente en mis manos. ¡Los Hermanos Marx no podrían haberlo escrito mejor! Desternillante.

Un incidente en campaña

Un amigo mío dice que necesita visitar Londres de vez en cuando para sentirse abrazado por la civilización. Yo, en cambio, me conformo con un café, pero a veces comparto su parecer. Una muestra de ello es la entrevista improvisada entre el candidato tory (conservador), el señor Cameron, y el señor Bartley, un ciudadano de a pie con un problema muy serio a cuestas.

Estos últimos años, los laboristas han intentado que los niños con necesidades especiales (i.e., con deficiencias motrices, psíquicas o neurológicas) puedan recibir educación en escuelas normales. El problema de siempre: los centros especializados se han ido vaciando de niños, pero la cuestión es que las escuelas no han recibido más recursos para afrontar estas necesidades especiales. El señor Cameron, el candidato conservador, propone devolver a estos niños a las escuelas especialmente preparadas para ellos, para que puedan desarrollar al máximo sus facultades, visto el fracaso del programa laborista.

El señor Cameron visitaba un hospital, en plena campaña. El señor Bartley esperaba una visita médica con su hijo, que tiene la espina bífida y va en silla de ruedas. Un caballero del cortejo del señor Cameron preguntó al señor Bartley si quería charlar con el señor Cameron. Supongo que la imagen del candidato hablando con un padre con problemas delante del televisor era irresistible. Pero las cámaras de vídeo las carga el diablo. El señor Bartley dijo que sí, que quería hablar con el señor Cameron, y le largó cuatro frescas.

Pueden verlo en
Conste que el señor Cameron perdió a su hijo de seis años hace apenas un año; el asunto de las necesidades especiales no le resulta ajeno, en modo alguno. Por su parte, el señor Bartley ha luchado con uñas y dientes para que su hijo pueda ir a la escuela normal que tiene al lado de su casa, y ha luchado contra la discriminación y las reticencias de los profesores. El señor Cameron argumenta que su propuesta ampliará la capacidad de elección de los padres y mejorará la condición de los niños; el señor Bartley argumenta que puede convertirse fácilmente en un mecanismo de discriminación, y reclama más recursos para las escuelas. El señor Bartley plantea su propio caso, sostiene que saldrá perjudicado y defiende a los suyos con uñas y dientes. La prensa dice que el señor Bartley plantó cara al candidato y ganó.

Nadie descalificó a nadie; nadie puso en duda la bondad de nadie; sólo discutieron. La situación se tornó incómoda para ambos, y se nota, pero se utilizaron argumentos y se procuró argumentar la propia posición de un modo razonable. El candidato lo dejó todo para sentarse cara a cara con quien le estaba cantando las cuarenta; el ciudadano pudo cantarle las cuarenta al candidato delante de todas las cámaras de televisión. Nadie resultó herido. Luego se supo que el señor Bartley había trabajado en su día para el señor Major (primer ministro conservador), pero que todavía no había decidido su voto. No era una trampa para candidatos ilusos, sino un ciudadano discutiendo con un diputado, simplemente.

Ahora imagínense la situación en esta patria nuestra. Imagínense a un ciudadano de izquierdas interpelando a un candidato de derechas, o viceversa. Imaginen los programas de telemierda después, dándole a la querencia morbosa de los televidentes. Sólo imagínenselo. No diré más.

El lampadario virtual

Cuentan que Jesús, el Cristo, visitó el Templo poco antes de la Pascua y vio tal cantidad de mercaderes, cambistas y aprovechados que agarró unas cuerdas, hizo con ellas un látigo y comenzó a repartir a diestro y siniestro, preguntándose quién había tolerado que se hiciera aquello en la casa del Padre. ¡Eran otros tiempos!

Hoy, Candeum Desarrollos, SL, presenta el primer lampadario virtual español, que se estrena, todavía en período de pruebas, en la catedral de Santiago de Compostela (tres pantallas), en la parroquia de San Mateo de Tarifa (una pantalla), en Jerez de la Frontera (dos pantallas) y en Cádiz (una pantalla). Pero ¿qué es eso de un lampadario virtual?

Imagínense una gran pantalla de televisión en el lugar de su devoción. En la pantalla aparecen unas velas; unas, apagadas y otras, encendidas. Se arrodilla, saca el portátil y accede, por ejemplo, al sitio www.catedraldesantiago.es. Ya dentro del sitio, escoge el enlace Encienda una vela. Se registra como (devoto) usuario, elige lampadario, vela y modalidad de pago. Si sale con bien de esa empresa, se encenderá una de las velitas de la pantalla del televisor. También pueden acceder a través de www.mivela.com, si no conoce la URL de su capilla.

No siempre tendrá el portátil a mano dentro de la iglesia. ¡No se preocupe! Saca el teléfono móvil y envía un SMS con el código de la vela elegida. Le costará 1,39 euros la velita. ¿No tiene cobertura? En el peor de los casos, le encienden la velita si llama desde un teléfono fijo, previo pago. ¡Ningún problema!

En caso de mucha demanda, la velita permanece en pantalla (iba a decir encendida) once minutos y se forma una lista de espera; pero si la devoción no es tan urgente y no hay demanda, su vela aguanta cosa de media hora. Puede acceder a www.mivela.com desde cualquier parte del mundo. Puede invocar al Nazareno desde la oficina o rogar a la Virgen de la Merced desde su residencia de veraneo. ¡Qué maravilla, la técnica!

Se estima que se encenderán medio millón de velitas virtuales al año, sin contar con nuevos lampadarios en España y en el extranjero. De lo que se recauda telemáticamente, un tercio va a la Iglesia, un tercio a la empresa que gestiona el programa informático y el tercio que queda se lo lleva el demonio en forma de factura telefónica.

Que nos invaden, caramba


El señor Hawking es un gran astrofísico, y muy famoso. El caballero en cuestión ha reflexionado en voz alta sobre la posibilidad de vida en otros planetas, y los periódicos publican sus declaraciones a bombo y platillo. El señor Hawking comienza diciendo que es muy posible que exista algún otro planeta en el universo con vida; pero también añade que esa vida será, seguramente, microbiana y simple. Es una cuestión estadística. Acto seguido, no descarta que pueda existir vida inteligente, pero ¿amistosa?

A la vista de los actos del ser humano y el chimpancé, la inteligencia no supone bondad. Tropezarnos con una inteligencia extraterrestre podría ser una catástrofe, especialmente si es tanto o más lista que la nuestra; si fuera al revés, si diésemos con extraterrestres más tontos, la catástrofe la padecerían ellos, seguramente. Eso ha dicho Hawking, poco más o menos, sin darle mucha importancia, porque el asunto no le resulta demasiado serio.

Los periodistas, sin embargo, se han dejado llevar por el pánico. Tantas sondas que se han enviado al espacio exterior con mensajes de buena voluntad, paz, amor y fantasía y ahora resulta que los extraterrestres malvados de Hollywood son de verdad. ¡Cómo se van a reír de nosotros, antes de invadirnos...!

Amigos míos, tranquilos. Como dijo otro gran astrofísico, Carl Sagan, la probabilidad de que exista una civilización extraterrestre no es despreciable, pero la probabilidad de que, existiendo, se autodestruya es mucho mayor. Triste consuelo, porque los seres humanos también juegan a esta lotería.

La cosecha de Sant Jordi

Este año ha habido una buena cosecha. En la calle, afirman que la crisis se ha notado, pero no demasiado. Los italianos quieren volver el año que viene y los libreros no aciertan con el vencedor. El vencedor.. No me gusta considerar la venta de libros como una carrera, con uno que gana y otros que pierden. Pero, bah, allá ellos. En todo caso, parece ser que Pérez-Reverte se ha llevado el gato al agua, aunque por poca diferencia.

Visto lo visto, he vuelto a salirme de la norma. Les diré lo que ha caído en mis manos, para que vean y juzguen ustedes.

El paseo de Rostock a Siracusa, de F.C. Delius, que narra la escapada de un ciudadano de la República Democrática Alemana a Occidente, en 1988, pero no por huir del comunismo, sino por querer emular la ruta del poeta Seume por Italia en 1802 y luego volver a casa. Ni el sistema soviético ni los occidentales de entonces estaban preparados para algo así.

Paz, de Richard Bausch, es una novela pacifista. Es decir, una novela de guerra, ambientada en el sur de Italia durante la Segunda Guerra Mundial. Una patrulla de soldados americanos intenta descubrir las intenciones del ejército alemán, pero la cosa comienza con un asesinato, y entonces...

Fin, de David Monteagudo, que los entendidos señalan como novela destacabilísima y recomendable, la primera novela de un gallego que vive en Cataluña y trabaja en una fábrica. Un grupo de amigos que hace años que no se veían se reúne para recordar los viejos tiempos y así comienza una historia que pronto se tuerce y nos deja pasmados. ¡Bravo!

Doce cuentos desvergonzados, de Saki (a. Hector Hugh Munro), otra pequeña joya del humor inglés más cínico, gamberro y divertido. ¿No han leído nada de Saki? ¿A qué esperan?

¿Ha muerto Shakespeare?, de Mark Twain, un libro del que no sé nada, excepto lo que dice la contraportada. Citándose a sí mismo, el libro compara Shakespeare con el esqueleto en yeso y escayola de un brontosaurio y partiendo de esta premisa y conociendo a Mark Twain ¡no pude evitar comprarlo!

Fuera de lugar, de Víctor Moreno, un libro dedicado a la crítica de literaria... Mejor dicho, a criticar a los críticos literarios, y también a los escritores, ya puestos. Es un libro desconocido, un autor que gasta mala sangre y que ha sido descubierto gracias una recomendación de un periodista llamado Gregorio Morán, que también las gasta cuando quiere.

El globo verde

El pequeñín se gana un globo en una feria, en la calle, un globo de color verde que quiere escapar, y que escaparía de no estar atado a la muñeca del niño. El pequeñín no hace mucho caso al juguete hasta que descubre que el globo flota y se balancea según sopla el viento. Eso excita al niño, que comienza a darle al globo, arriba y abajo. Sucede lo que tenía que suceder: el globo se desata y vuela. El niño, con los ojos muy abiertos, pregunta por el globo. Se ha ido con los pajaritos, le dicen, pero él no entiende. Dónde está el globo, reclama a los pajaritos. Ellos se desentienden del asunto.

Famosos impostores


Los bibliófilos y los lectores que hace tiempo que llevan en la sangre el vicio de las letras comienzan a sentir curiosidad no ya por las grandes obras, sino por obras menores, quizá no tan perfectas, casi desconocidas, que llevan dentro de sí los gérmenes de la novedad, la extravagancia, la rareza, la sorpresa o la peculiaridad. Famosos impostores, de Bram Stoker, que edita Melusina y traduce Albert Fuentes, es uno de esos libros que no son imprescindibles, pero que son fácilmente apreciados.

Es un libro decimonónico y victoriano, y en esa característica reúne todas sus gracias y virtudes, que no son pocas. A modo de ensayo, Bram Stoker recoge biografías y algunos sucesos relacionados con personajes que han hecho de la impostura una forma de vida. Sotker, asfixiado por el éxito de Drácula, siempre quiso demostrar que era mejor escritor de lo que era, y no dejó de publicar. Famosos impostores tiene más de crónica de sucesos y de fíjense ustedes qué cosa más curiosa que de una reflexión seria sobre el porqué alguien engaña y el porqué nos dejamos engañar tan fácilmente. Una tras otra, aparecen biografías y sucesos de falsos príncipes, reyes de mentirijillas, hacedores de viudas, travestíes, extorsionadores, magos, vendedores de elixires milagrosos... A raíz de la lectura, uno cree que los personajes que engañaron a tantos a lo largo de la historia no fueron exactamente listos, sino que descubrieron que el género humano es la suma de muchos tontos.

El mejor escritor

El mejor escritor es aquél que se avergüenza de serlo.

F.W. Nietzsche, en Humano, demasiado humano.

Márquetin viral


Es por hacerle un favor a mi agente, pobrecita, que lo de los libros va muy mal. Vayan ustedes en masa a las librerías y pregunten por una obra señera de la literatura de evasión, La conjura de Perregaux, del insigne y magnífico autor Luis Soravilla, que soy yo. Cuando les digan que el libro está descatalogado, indígnense. ¿Cómo es posible que tan excelsa novela haya desaparecido de los catálogos? ¿Cómo puede tolerarse semejante vergüenza?, exclamen. O mejor, pregunten cómo conseguirla, al precio que sea, con premura, urgencia, desesperadamente. Si suman ustedes unos cuantos miles de peticiones, la editorial estudiará la opción de lanzar una segunda edición de mi obra. A tanto el libro, mi agente se llevará una alegría y yo volveré a rozar con la punta de los dedos la oportunidad de retirarme al estudio de las Bellas Artes en una villa toscana.

En fin, que no se diga que no lo he intentado.

La fiesta del quizá

Cervantes y Shakespeare murieron un 23 de abril de 1616. Curiosamente, no murieron el mismo día, porque en 1616 el calendario inglés y el español no eran el mismo, pero ¡qué casualidad, pese a todo! Dos de los más grandes escritores que parió madre nos dejaron tristes un mismo día, que no era el mismo, pero como si lo fuera.

Así, en los años veinte se aprovechó para comenzar con la Fiesta del Libro. El libro salía a la calle un 23 de abril, por ver si alguien se molestaba en leerlo. En Barcelona, alguien tuvo la ocurrencia de regalar una rosa con el libro y la idea tuvo tanto éxito que el día de San Jorge, perdón, Sant Jordi, se convirtió en una fiesta eminentemente popular, celebradísima y esperada por todos. A decir de muchos, es la fiesta más hermosa del año, la que celebra el amor y la cultura, la rosa y el libro.

Millones de rosas, millones de libros. Las rosas se volverán mustias, los libros criarán polvo en los estantes próximos al televisor, lo sé. Pero ¿quién sabe? Quizá perdure ese instante de amor. Quizá alguno lea el libro que ha comprado y se aficione a pensar por su cuenta y riesgo. Quizá, quizá... Es la fiesta del quizá, del quizá más hermoso.

El fenómeno es tal que ya no es notable, sino extraordinario. Por una vez, podemos decir algo bueno de nosotros mismos sin necesidad de mentir. Este año, un crucero con ochocientos escritores italianos a bordo ha atracado en el puerto de Barcelona, para que vean lo que es bueno. Los imagino pasmados ante la multitud, incrédulos. Cuando regresen y lo cuenten, no les creerá nadie. Que sí, que lo he visto, dirán, todavía sobrecogidos por la impresión.

¿Cómo dice?

En algunos círculos es de mala educación decir que Cuba vive sometida a una tiranía o que un personaje como Hugo Chávez nos haría un favor a todos retirándose de la vida pública y recluyéndose en un convento de monjes trapenses en algún lugar remoto de la Mongolia Noroccidental. El argumento para avalar esta opinión es dejarlos hacer y observar, pues ellos mismos con sus obras se retratan. Luego, quien no quiera ver, que se gradúe la vista.

Así, por poner un ejemplo, Chávez, el defensor de la libertad de su pueblo, censura la emisión de The Simpsons en Venezuela por atentar contra la formación de los niños, interfiere en el acceso a internet de los venezolanos, prohíbe la muñeca Barbie por imperialista y la Coca-Cola Zero porque su venta responde a un plan para acabar con la virilidad del macho nacional. Esto les pone, lo del macho nacional.

La (pen)última, la Guerrilla Comunicacional. Se toma a unos adolescentes adoctrinados convenientemente, provistos de altavoces, aerosoles de pintura, petardos, etc., y se los deja ir para que se dediquen a sabotear las emisiones de radio y televisión y las ediciones o puntos de venta de la prensa escrita que todavía se atreven a contradecirle. Quien organiza este grupo de gamberros es el Ministro de Poder Popular para la Educación (sic), que la define como una estrategia de producción de contenido social (¿cómo dice?). Esta Chavezjugend ya ha protagonizado alguna que otra escena desagradable y no traerá nada bueno.

Pero ¿qué estaba diciendo? Sí, que lo mejor es dejarlos hacer y observar. Son esperpénticos, y uno reiría de buena gana de sus locuras si no fuera que hay gente que las padece.

Lean, si no, las declaraciones de Evo Morales, otro que tal, en la I Conferencia Mundial de Pueblos sobre el Cambio Climático y la Madre Tierra, que organiza él mismo mismamente, para poderse oír cuando habla.

Se ha dedicado a atacar a los alimentos transgénicos. ¿Por qué no? Detrás del follón de los transgénicos corre una cuestión económica: ¿puede alguien patentar (una variedad de) una planta? Lo normal es que el señor Morales dijera que no, que nadie tiene derecho a patentar una forma de vida, etc., o que argumentara que un bien imprescindible para la alimentación y la supervivencia de gran parte de la población de su país no puede estar sometido al capricho de una multinacional. De acuerdo o en desacuerdo con esa opinión, es lo que podría haber dicho y es razonable.

Pero sus argumentos han sido otros, y los enumero para que vean a qué pájaros nos enfrentamos.

La calvicie que parece normal es una enfermedad en Europa; casi todos son calvos, y esto es por las cosas que comen, mientras que en los pueblos indígenas no hay calvos, porque no comemos otras cosas, ha dicho, dando a entender que los transgénicos provocan la alopecia. Las mujeres europeas, en cambio, comen lo mismo y no hace falta decir más.

No calla, sigue. La existencia de hombres homosexuales en todo el mundo es debida, sostiene, a la ingesta de pollo criado en grandes explotaciones industriales, porque, avisa, esos pollos están todos cargados con hormonas femeninas. Observen que Morales también reivindica la virilidad del macho nacional: la culpa de la existencia de maricones la tiene el capitalismo imperialista, que váyanse a saber qué pone en el pollo. Sobre las lesbianas, en cambio, no se ha pronunciado. Será que no comen pollo.

No contento con estas perlas, añade otras. La patata holandesa sólo sirve para comer y comer, pero no para alimentarse, por ejemplo. Aplausos.

Finalmente, reivindica las propiedades curativas de los productos tradicionales andinos, que considera más efectivos que los remedios de la industria farmacéutica occidental. Un tópico. Lástima, porque ¡había sido tan original hasta el momento...!

En fin, mejor no ser calvo, maricón y farmacéutico en esa tierra dejada de la mano de Dios. ¡Pobre gente! Compadezco a sus súbditos.

De una cosa estoy seguro: alguno de por aquí le dará la razón a don Evo. Tiempo al tiempo, porque tontos no faltan. Será por el pollo, digo yo.

Cosas de la inteligencia

Hace cosa de un año, arrasó la moda de comprar unos aparatitos portátiles para videojuegos con un programa que retaba a la inteligencia del usuario, el Brain Training. Preguntaba cuántos triángulos ves en esta figura, cuánto suman tales cifras, qué color es éste y zarandajas por el estilo. Después de unas cuantas preguntas, el programa te devolvía una edad cerebral. Así, uno descubría que era más tonto de lo que creía ser, cosa que ocurre (y de la que nos olvidamos) con frecuencia. Pero ¡atención! El programa te ofrecía una serie inacabable de ejercicios para que practicaras y superaras más y más pruebas y una vez superadas, voilà op!, había mejorado tu edad cerebral y podía afirmarse sin duda que eras más listo, más inteligente y hasta más guapo. El programa generaba una espantosa adicción. El aparatito para jugar a ser más listo se vendía por miles.

Hoy publica la prensa que la Unidad del Conocimiento y Ciencias del Cerebro de la Universidad de Cambridge ha realizado un experimento con 11.640 voluntarios con edades entre los 18 y los 60 años. En términos estadísticos, los resultados del experimento son prácticamente indiscutibles. Todos los voluntarios se liaron a jugar con el Brain Training, por ver qué sucedía con ellos.

Se ha concluido que los jugadores del Brain Training no han mejorado ni así su nivel de competencias cognitivas. No son más listos, ni más inteligentes, ni más nada. Eso sí, saben contar triángulos, sumar cifras y distinguir colores con mucho salero, a fuerza de práctica. Sólo en algunos casos de deficiencia mental se aprecian mejoras (muy leves) en los jugadores, porque el simple ejercicio de pensar ayuda en casos de alzheimer, por ejemplo. Casi todos los neurólogos de Cambridge aseguran que el Brain Training es muy entretenido, pero también concluyen que la publicidad nos engañaba.

¿En qué sociedad vivimos? La leche no puede conformarse con ser leche; tiene que ser una leche que mejora tu salud, con calcio, omega 3, soja, vitaminas y mandangas que no se sabe ni qué son ni para qué sirven. El yogur no puede ser un yogur cualquiera; si no aporta bichitos que refuerzan las defensas del organismo, si no te ayuda a regular el tracto intestinal (i.e., cagar con regularidad), si no te ayuda a combatir el colesterol, si no hace algo por mejorar tu salud, no vale. Las cremitas para la cara resulta que regeneran el cutis y van cargadas de aminoácidos, jugos de aloe vera (un cáctus que sirve tanto para un roto como para un descosido), radicales libres antioxidantes y qué sé yo, porque ya no vale sólo con hidratar o disimular las patas de gallo. Un juego no se vende sólo para entretener; se nos dice que jugando a él seremos más listos, perspicaces y sabios. Combatimos lo inevitable (la enfermedad, la vejez, nuestra tontería) con remedios milagrosos, aceite de serpiente, piedras de beozar y elixires de la eterna juventud. Tanto progreso para continuar siendo tan imbéciles como siempre, pero a escala industrial.

El Dia de la Bestia


Las tradiciones tienen todas un origen y ésta, un origen con nombre y apellidos. Un amigo mío tuvo la idea de celebrar el Dia de la Bestia, que es algo así como hacer una excursión a un lugar paradisíaco, en medio de la naturaleza, entre ningún sitio y ninguna parte, en lo más profundo de la Cataluña rural-forestal, para disfrutar del paisaje, la buena compañía, el aire puro y especialmente de una bestia enorme asada al fuego de leña. El lugar en el que nos reunimos con mujeres y niños había sido marca de moros y cristianos, castillo, posada, residencia de templarios, prisión, convento, pero ¿qué nos importaba a nosotros, glotones? La bestia se cocía en el fuego de la Gula mientras los chiquitines tiraban piedras a las gallinas. Un día magnífico que será repetido, sin duda.

No somos nadie


Revienta un volcán en Islandia y nos quedamos sin aviación. Como los transatlánticos y los trenes expreso se han dejado para el recuerdo y la historia, no sabemos qué hacer. Nos sentimos desamparados, no somos nadie, ya sea delante de un volcán o delante de una oficina de reclamaciones.

Mitología urbana


En Barcelona se dan leyendas y mitos, tantos como en cualquier otra ciudad. Nos gusta pensar que más que en cualquier otra ciudad, pero no da para tanto. Aunque ¡no nos podemos quejar! Sin ir más lejos, tengo un grifo cerca de casa. Cierto es que anda un poco oxidado, pero ya se le pasará.

El cuchillo gigante


Wenger, una empresa suiza que fabrica navajas, relojes, mochilas y demás, tiene la marca mundial de la navaja de mil usos más versátil del mercado. Véase en la fotografía, que es de la empresa. El artefacto puede desplegar ochenta y cinco herramientas: un silbato, una luz de flash, un puntero láser, un corta-cigarros, una lima, un llavero... Pesa 950 gramos y cuesta 900 €. Es una pieza de coleccionista, y de coleccionista no pasa, porque ¿se imaginan ustedes en el monte echando mano de este trasto? Lo llaman Giant Knife, cómo no.

China


Los motores Mercedes nos han pasado la mano por la cara en China, en un circuito donde ahora llovía, ahora también. No es excusa: ¡hay que hacerlo mejor! Felicidades a los alemanes. (La foto es de AP y retrata al vencedor, Button.)

Óxido


Hay días en los que parece que la ciudad se haya oxidado. No quiero decir que vaya mejor o peor, sólo que parece cubierta de una pátina de orín, y no sabría decir por qué.

Don Carlo

Don Carlo es, dicen, el Verdi más difícil. Pero ¿por qué no esforzarse un poco? Cantan, en estado de gracia, Carlo Bergonzi y Piero Cappuccilli, en 1970. A los impacientes les digo que la parte del duetto más famosa es la que comienza alrededor del cuarto minuto. Disfruten ustedes.

Book ©

Mi amigo Carlos me puso sobre la pista de este impresionante avance de la tecnología.

Caídas

«Un ser humano, aguijoneado por la pasión y seducido por la oportunidad, puede caer precipitadamente desde cualquier pedestal.»

Bram Stoker, en Famosos impostores (1910).

Tecnología para rapaces

Sucede cerca de la oficina, pero hoy he prestado atención. El ayuntamiento instaló una cámara de televisión en lo alto de un poste para controlar el tráfico en una gran avenida, cerca del Auditori y el Teatre Nacional. Un cernícalo que habita por los alrededores no se lo ha pensado dos veces y ha hecho del tomavistas sus reales. Allá puede vérsele, cuando no planeando por los alrededores. El motor y la electrónica de la cámara proporcionan un calorcillo agradable al bicho y desde las alturas del poste domina su territorio de caza. La cámara de televisión se cierne sobre los automovilistas no menos que el cernícalo sobre sus presas, con avidez y soberbia.

Luego desvío la vista hacia los rascacielos que dominan el horizonte. Desde los áticos de esos monstruos de hierro y cristal cien ojos me contemplan y me siento como un ratoncito.

¡Viva la República!


Hoy, 14 de abril, hace 79 años que se proclamó la II República Española. Quiere decir que hubo una primera república, pero nadie se acuerda de ella. Fue una república de chicha y nabo. Pero hablábamos de la segunda, que se proclamó después de unas elecciones municipales y tuvo más enjundia. Alfonso XIII, hasta entonces rey, tuvo que salir por piernas del país, para evitar males mayores.

En mi familia paterna, el 14 de abril era un día especial, donde asomaba la vena revolucionaria de los Soravilla, que por lo general han sido bastante comedidos. Mi padre, entonces un chaval, estudiaba en Pamplona. Me contaba, todavía riéndose, que después de proclamarse la república se pusieron a cantar La Marsellaise por las calles, porque no se les ocurría otro himno que atacar en esas circunstancias. Pero ¿qué letra cantaban? En francés, no creo. Mi padre nunca me aclaró el misterio. Imagino a miles de pamplonicas entonando La Marsellaise tal que así: Narananá na na na naaaa naná... y luego atacando el Riau, riau, a su manera: El rey don Alfonso ya se ha escapau, riau, riau, himno que considero más probable, pero menos formal.

Cada 14 de abril, mi tío Bautista, ferviente republicano, aparecía con unas botellas de champán en el taller donde trabajaba toda la familia y brindaba por la República. Se sumaban todos los mecánicos y chóferes y cuando asomaba la pareja de la Guardia Civil (no fallaba nunca), recibía su correspondiente ración de champán. ¡Por la República!, decía mi tío. Anda que no es usted bromista, respondían los picoletos, dando buena cuenta del champán. Tiene mérito el gesto, pues entonces, por mucho menos que eso, dabas con tus huesos en la cárcel acusado de desórdenes públicos y qué sé yo. Pero Bautista no falló ni un año.

Así, pues, cumpliendo con una tradición familiar particular e inexcusable, en cierto modo inexplicable, proclamo: ¡Viva la República! Que viva.

Energía solar nocturna

Quien lo haya hecho, además de sinvergüenza es tonto, resumió el portavoz de la Asociación de la Industria Fotovoltaica, ASIF. ¿Creía que no lo íbamos a pillar? Airado, se refería a los propietarios de algunos huertos solares que, oh, sorpresa, producen energía eléctrica bien entrada la noche. Los huertos solares son, para que se sepa, grandes extensiones de terreno cubiertas de placas solares fotovoltaicas, que producen electricidad partiendo de la radiación solar. Naturalmente, de noche no funcionan... o no deberían de funcionar.

La generación de energía eléctrica de origen solar se paga muy cara y el sistema eléctrico está obligado a comprar esta energía. En números redondos, un kWh solar se paga diez veces más caro que un kWh normal, gracias al Régimen Especial de Producción Eléctrica. En otras palabras, usted paga unos 2,50 € al mes para que el negocio de las energías renovables sea rentable. Sin embargo, calcular la prima justa es un arte. Si la prima no es suficiente, las plantas eléctricas renovables pierden dinero y cierran; si es jugosa, asoman los especuladores, procedentes del ladrillo y la banca y hacen lo que saben hacer mejor: trampas. En 2008, para beneficiarse de unas primas más altas que las anunciadas para 2009, el fraude en el registro de instalaciones solares fotovoltaicas fue masivo, en palabras de la Comisión Nacional de Energía (CNE), que es la que controla el asunto.

Ahora se ha publicado que entre noviembre de 2009 y enero de 2010 se han producido 6.000 MWh eléctricos de origen fotovoltaico entre las siete de la tarde y las siete de la mañana (de noche), y 6.000 MWh más en días de lluvia y nubarrones. En otras palabras, alrededor de tres millones de euros en primas que los espabilados propietarios de los huertos solares se han metido en los bolsillos. La Asociación de Empresarios Fotovoltaicos (AEF) no concibe como pudo ser que se pasara por alto el fraude y no se denunciara inmediatamente, pues cualquier hijo de vecino puede consultar por internet la producción en régimen especial, actualizada cada 15 minutos. Añado que la AEF no denunció el fraude; nadie lo hizo: ni las compañías eléctricas ni las comunidades autónomas ni los inspectores del ministerio.

La CNE detectó el caso gracias al Sicilia, un sistema de liquidación de primas informatizado, recién estrenado. Se ha sabido, además, que la CNE lleva un tiempo diciéndole al señor ministro que se ponga las pilas y multe a los señores hortocultores solares que se aprovechan de la generación nocturna, pero el señor ministro se hace el sueco y va dando largas o la callada por respuesta. Los que creen en la generación fotovoltaica andan con un calentón en el cuerpo, porque este fraude y los personajes que andan detrás de él les dan muy mala imagen y muy mala espina.

En términos relativos, el 3% de la energía eléctrica fotovoltaica generada en España es, en verdad, energía eléctrica generada por motores diésel entrada la noche. En cuanto al dinero, le han estafado veinticinco céntimos en su última factura eléctrica, poco más o menos, y llevan así Dios sabe cuánto tiempo.

Volver, vuelven


Cantaba el poeta que volverán las oscuras golondrinas, y volver, vuelven, cada año. En casa, el primero que ve una dibujada en el cielo da la voz. A la señal de alarma, el resto de la familia acude a los balcones, para indagar en el cielo y descubrir que la primavera iba en serio. Este año, el avistamiento fue temprano, pero el vencejo sorprendido por nuestros ojeadores era un vencejo solitario, en descubierta, de ésos que acuden con prisas, impacientes, al viejo nido. Pero aparte de ese bicho, pocos. Un avión, una golondrina, un par de vencejos, se dibujaban contra el azul del cielo, fugaces, quién sabe si fugitivos, en un visto y no visto. Luego, nada.

Caramba, este año. ¿Por dónde andarán? Mira que si no vuelven...

Hoy, uno de esos días que recuerdan el invierno que fue, alzo la vista por ver si abro el paraguas y veo el gris del cielo salpicado de vencejos. A puñados, a docenas, centenares de vencejos se persiguen y vuelan en lo alto. Son el anuncio del verano, aunque lleguen cargados de lluvias. Volver, vuelven, ya lo decía el poeta.

Un plan de responsabilidad social

A bombo y platillo, la Generalidad de Cataluña anuncia el Plan RSGencat, con un presupuesto de 591 millones de euros en dos años (más de 98.000 millones de pesetas). RS viene de responsabilidad social, y el dinero se destinará a promocionarla.

Vamos por partes: la responsabilidad social es la obligación de responder de algo ante la sociedad. La Generalidad de Cataluña y su gobierno administran gran parte de la res publica de los catalanes, y son responsables de esa administración. Si los ciudadanos consideran que la administración no ha sido buena, echan mano del voto y cambian el gobierno. Aquí todos son responsables del estado de cosas que impera. Es evidentísimo que la Generalidad de Cataluña tiene una gran responsabilidad social. Si no ¿de qué estamos hablando?

Pero parece que no es así. Me remito a la presentación del plan.

«Es la primera vez que la Generalidad agrupa y coordina todas las medidas en materia de responsabilidad social.»

Insisto: la Generalidad administra aquello que es de todos, y todo lo que hace (incluso lo que no hace) conlleva una responsabilidad social. Todo. También tendría que velar para que las empresas no actuaran de manera perjudicial. Parte de su trabajo es exigir responsabilidades a quien ha actuado contra el bien común. Si es la primera vez que agrupa y coordina todas las medidas en materia de responsabilidad social, ¿qué ha hecho hasta ahora?

No lo sé, ni quiero saberlo, pero el Departamento de Economía y Finanzas prosigue su delirante relato.

«Con la aprobación del Plan RSGencat, Cataluña es la primera comunidad autónoma que se dota de un instrumento de carácter transversal para promover los valores de la responsabilidad social no sólo en el ámbito de las empresas sino también en el terreno de la gestión pública.»

Dejando aparte los signos de puntuación (una sola coma), la frase no tiene desperdicio. ¿Qué narices es un instrumento de carácter transversal? Quién sabe, pero es un asunto menor delante de una afirmación tremebunda: ni el gobieno de la Generalidad de Cataluña ni el de ninguna otra comunidad autónoma se había preocupado antes por su responsabilidad social. Por lo visto, la responsabilidad social es algo completamente novedoso en la administración pública española (y catalana).

La palabrería hueca no conoce límites. Tampoco el plan, que ahora establece un objetivo externo y un objetivo interno (sic).

El objetivo externo es promover entre las empresas (catalanas) un cambio cultural que les permita incorporar valores como (cito textualmente) la cultura del esfuerzo, la ética, la transparencia y el rigor. En otras palabras, ahora no se dan estos valores (por eso tienen que incorporarse). Este análisis nos dice por qué las empresas (catalanas) persiguen el chollo o la ganga a cualquier precio y sin preocuparse de las consecuencias de sus actos. ¡Ahora se comprende la carrera profesional de personajes como de la Rosa, Millet, Alavedra, Prenafeta y compañía! Así nos luce el peluquín.

Queda el objetivo externo, que será (vuelvo a citar textualmente) impulsar que también la administración avance hacia este cambio cultural. Es decir, sería magnífico que la administración pública también valorase la cultura del esfuerzo, la ética, la transparencia y el rigor, dando a entender que ahora mismo no pega sello, le importa un bledo el bienestar del público y no quiere decir en qué gasta el dinero porque lo gasta al tuntún. Lo sospechábamos, pero ahora se constata oficialmente.

Para acabar con tantas irresponsabilidades, se proponen cuatro ejes de actuación, que serán:

El primero, potenciar la educación, el conocimiento y la difusión de los valores de la responsabilidad social. ¿No les recuerda el objetivo de la infumable Fundación Confianza y su estoloarreglamosentretodos.org? Básicamente, se destinará un montón de dinero a predicar en el desierto, mientras buena falta hace en escuelas u hospitales.

El segundo, incrementar el número de empresas socialmente responsables. ¿Cómo? Se gastarán 24 millones de euros en asesorar a las empresas irresponsables, para que dejen de serlo, o nos dejaremos de tonterías y les daremos una subvención a cambio de una promesa de bondad. Como la cifra queda corta, añaden 80 millones de euros del Gobierno de España para la promoción del ahorro de energía y las energías renovables. No dicen que es dinero de Madrid, cedido por convenio ministerial, pero la cifra viste bien y da el pego y prefieren colgarse la medalla sin abrir boca. Finalmente, la Generalidad también se compromete a exigir la responsabilidad social de sus proveedores, que hasta ahora no había exigido.

La tercera medida será fomentar las buenas prácticas de la responsabilidad social en el campo de las finanzas. ¡Ja, ja, ja! ¿Hace falta decir más? Eso sí, se promete la creación de un grupo de trabajo sobre las buenas prácticas en la actividad bancaria (sic). Será como el club del chiste, pero cobrando dietas.

Eso explica por qué es necesario el cuarto punto: trabajar para una administración pública catalana más responsable socialmente. Porque ahora mismo, visto lo que hace o dice que hace, parece bastante irresponsable. Y siempre según sus propias palabras, que no he hecho más que leer lo que dice ella misma de sí misma.

Más en: http://www.acordestrategic.cat/noticies/94497580.html.

Civiles e inocentes

Cuentan los periódicos, en noticias de segunda página, que el Ministerio de Defensa niega la muerte de un civil a manos de las tropas españolas en Afganistán, pues corría el rumor que en un tiroteo con el enemigo cayó un tipo que pasaba por ahí, quizá balaceado por armas españolas. No entro ni salgo en valorar una situación de combate, pero lo que tendría que negar el Ministerio de Defensa es la muerte de un inocente. Un civil es alguien que no es ni militar ni eclesiástico, véase así en los diccionarios. En puridad, los enemigos de las tropas españolas en Afganistán son civiles, pues los terroristas, talibanes, guerrilleros o como quiera llamárseles no forman parte del ejército regular de un Estado reconocido; se sostiene que no son militares, sino delincuentes, y si alguno cae preso, tiene que ser juzgado por delitos criminales y no ser tratado según los Acuerdos de Ginebra. ¿No es eso lo que defienden los gobiernos que andan liados a tiros en Afganistán, el nuestro incluido? El pobre hombre que pasaba por ahí cuando comenzaron a tirotearse las tropas de uno y otro bando era civil, sí, claro que lo era, pero era sobre todo inocente. Sin embargo, en el Ministerio de Defensa antes comen un ladrillo que reconocer que también matan a gente inocente, algo que sucede inevitablemente y con frecuencia en cualquier guerra.

La gota malaya


La gota o el chaparrón. No fueron bien las cosas, aunque rascamos algunos puntos. Pero ¡que no cunda el pánico! Queda mucho campeonato por delante.

Vino de elefante

Sudáfrica presume de clima mediterráneo e intenta exportar vinos de calidad. Para promocionarlos, ha entrenado a unos elefantes para que pisen la uva. El suceso es televisado a través de las agencias de noticias. Los proboscídeos parecen muy felices en el lagar, chafando racimos de cavernet souvignon con diligencia y eficacia. Pero ¿será bueno el vino? Quién sabe, aunque puede que pillemos una buena trompa.

Pero ¡qué burro!

Europa Press ha enviado a los periódicos una noticia que no he podido resistir la tentación de comentar.

El diputado de Iniciativa per Catalunya - Els Verds (ICV), el señor don Joan Herrera, el Chaval de la Bici, además candidato de su formación para ocupar el cargo de Presidente de la Generalidad de Cataluña (o alguna conselleria, si se tercia la tercera edición del tripartito) elevó una pregunta parlamentaria al Gobierno de España. El Chaval de la Bici preguntaba si el Gobierno tiene previsto cambiar el nombre de la Base Alfonso XIII de Melilla, una instalación militar, de acuerdo con la Ley de Memoria Histórica, ya que (textual) ese nombre supone una exaltación franquista. Y se quedó tan contento, el chaval, como el Jaimito del chiste.

No sé si lo pillan: Alfonso XIII.

La respuesta del Gobierno fue muy educada. En vez de incurrir en un pitorreo más que merecido, se limita a leer el artículo 14.1 de esa ley, que habla de retirar insignias, menciones, etc., que exalten la sublevación militar, la Guerra Civil y la represión de la dictadura que siguió. Dicho esto, el Gobierno de España recuerda al señor Herrera que la figura de Alfonso XIII es anterior a estos hechos. Fin de la respuesta del Gobierno.
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POST-DATA. Dos días después, ICV envía una nota a los medios de comunicación donde asume el error. ¡Qué remedio! Lo que ellos querían, explica la nota, era retirar una placa conmemorativa. Lo de retirar el nombre de Alfonso XIII a la base fue, en verdad, un error de redacción. ¡Por favor! No es que no sepan de historia, es que ¡no saben ni escribir!