Que nos invaden, caramba


El señor Hawking es un gran astrofísico, y muy famoso. El caballero en cuestión ha reflexionado en voz alta sobre la posibilidad de vida en otros planetas, y los periódicos publican sus declaraciones a bombo y platillo. El señor Hawking comienza diciendo que es muy posible que exista algún otro planeta en el universo con vida; pero también añade que esa vida será, seguramente, microbiana y simple. Es una cuestión estadística. Acto seguido, no descarta que pueda existir vida inteligente, pero ¿amistosa?

A la vista de los actos del ser humano y el chimpancé, la inteligencia no supone bondad. Tropezarnos con una inteligencia extraterrestre podría ser una catástrofe, especialmente si es tanto o más lista que la nuestra; si fuera al revés, si diésemos con extraterrestres más tontos, la catástrofe la padecerían ellos, seguramente. Eso ha dicho Hawking, poco más o menos, sin darle mucha importancia, porque el asunto no le resulta demasiado serio.

Los periodistas, sin embargo, se han dejado llevar por el pánico. Tantas sondas que se han enviado al espacio exterior con mensajes de buena voluntad, paz, amor y fantasía y ahora resulta que los extraterrestres malvados de Hollywood son de verdad. ¡Cómo se van a reír de nosotros, antes de invadirnos...!

Amigos míos, tranquilos. Como dijo otro gran astrofísico, Carl Sagan, la probabilidad de que exista una civilización extraterrestre no es despreciable, pero la probabilidad de que, existiendo, se autodestruya es mucho mayor. Triste consuelo, porque los seres humanos también juegan a esta lotería.

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