Espriu, ese vasco universal



¿Quieren que les diga? Les dejo que digan que soy un bárbaro inculto e insensible, pero antes de poder razonar sobre este asunto me ha dado un ataque de risa. Verum ridere, que dijo el poeta.

En La Vanguardia, a toda página y sin previo aviso, leo: Como si Espriu fuera vasco, y debajo, el subtítulo: El Cervantes acoge en Madrid un recital del poeta catalán en euskera. Se ha hecho ¡para celebrar la Semana de la Cultura Catalana 2013! ¡Caramba! ¿Es una broma?

No, no es una broma. La ficha del Instituto Cervantes que describe el acto es ésta. Pagan los gastos a escote el Instituto Cervantes, el Etxepare Euskal Institutua y la Delegación de la Generalidad de Cataluña en Madrid a través del Centre Cultural Blanquerna. Un singular recital dedicado a tan insigne autor que aúna las tradiciones literarias catalana, vasca y castellana, decía la propaganda. Supongo que será el recital el que aúne las tradiciones literarias catalanas, vascas y castellanas, y no tan insigne autor, pero no queda claro del todo en el folleto y todo pudiera ser.

No dudo del interés del recital ni de la maestría de Gerardo Markuleta, poeta (y traductor), ni de la habilidad con el acordeón de Jabier Muguruza, que le acompaña mientras el primero declama, con mucha emoción y voz esténtorea, Anitz dira gizonnak eta anitz mintzairak/ eta izen asko egokitu zaizkio maitasun bati, etcétera, que es puro Espriu, ya ven. Se lo digo por si no lo han pillado.

¡Afrancesado! ¡Jacobino! ¡Comecuras!


¿Laico? ¿Quién ha dicho laico?

España es un Estado laico, o tendría que serlo. Dicen aconfesional, pero habiendo laico es forzar el verbo. Es decir, las instituciones públicas españolas tendrían que ser neutrales en materia religiosa, que no es lo mismo que promover el ateísmo, como sostiene más de uno. Una es la cosa pública (la res publica), de todos, terrena y material, y otra, las creencias de cada cual. La Generalidad de Cataluña, que es un organismo del Estado según la Constitución, según el Estatuto de Autonomía de Cataluña y según todas las apariencias, también tiene que procurar no decantarse por una, otra o ninguna idea religiosa.

De este principio surge la separación entre la educación en valores cívicos (que ha de ser pública y universal) y la formación religiosa (a gusto de cada uno), que provoca una agria polémica acerca de una posible asignatura de Religión (católica) en la escuela. Se discute sobre su obligatoriedad y sobre su peso en el currículum académico, cuando correspondería a los padres la educación religiosa de los pequeños, con toda libertad, me parece a mí.

Fíjense que una cosa es la teoría de la laicidad y otra, la práctica. En la Fiesta Mayor se disfraza el alcalde con sus mejores galas y desfila en la procesión detrás del santo, como Dios manda. ¡Pobre de él que se niegue a hacerlo!

El señor Mas, en plena efervescencia nacional-católica el día de Sant Jordi.

Pero esto es una cosa y otra es que Presidencia incluya la eucaristía en la capilla del Palau de la Generalitat como un acto institucional del día de Sant Jordi, y que conste en las invitaciones y programas oficiales. La declaración cursi sobre el cultivo de la rosa el día de Sant Jordi se hizo justo después de la misa institucional, lo que quizá explique el tono monaguillesco del discurso.

Por si fuera poco, con dinero y fondos públicos, Presidencia promueve en Roma la causa de un cardenal favorable a las tésis nacionales convergentes en vez de preocuparse por uno que trabaje para la salvación de las ánimas. Como Franco hacía, solicitando cardenales afines al Régimen, ni más ni menos. Si eso era nefasto, esto no será mejor. Por lo tanto, me da que Presidencia anda metiéndose en camisas de once varas y donde no le llaman.

En éstas, el PSC ha presentado una propuesta de ley en el Parlamento de Cataluña que incluye el siguiente párrafo (traduciré), donde solicita que los actos institucionales [de la Generalidad de Cataluña] no incluyan actos litúrgicos de ninguna confesión o creencia religiosa, que las autoridades religiosas o representantes de las diferentes confesiones tengan el mismo trato protocolario que se dispensa a otros representantes de la sociedad civil, y por ende, que nunca presidan o copresidan el acto institucional.

A mí me parece muy correcto y sensato, pero se ha organizado una pelotera de padre y señor mío.

El señor Collboni, del PSC, afrancesado, jacobino y matacuras.

El señor Collboni, del PSC, considera que esta ley es necesaria porque el Gobierno de la Generalidad de Cataluña (i.e., CiU) practica, cito textualmente, un nacionalcatolicismo absolutamente vergonzoso, que ha sido superado por la historia. No se corta, el señor Collboni.

El señor Juliana, tradicionalista nacional-católico y posiblemente girondino.

La primera reacción contra el señor Collboni y la propuesta del PSC ha sido feroz y virulenta. Muy feroz y virulenta. El correveidile del parecer de CiU ha sido (cómo no, era previsible) el director adjunto de La Vanguardia, el señor don Enric Juliana, y la pugna no ha sido dialéctica, sino tuitera. ¡Qué pena! ¡Se perdieron las buenas formas de los oradores republicanos! Rara temporum felicitate, ubi sentire quae velis, et quae sentias dicere licet, que dijo Tácito, y dejamos que se pierda.

Hablando de repúblicas, lo que más censura el señor Juliana, ahora verán, es el afrancesamiento del PSC. ¡Con lo hermosa que es la Revolución y la República Francesa...! Liberté, Egalité, Fraternité ou Mort! Ay, qué pena que Cataluña no sea francesa. Perdimos la oportunidad de afrancesarnos en 1640, en 1688, en 1703 y en 1810 y nunca nos arrepentiremos lo suficiente.

Traduciré las principales intervenciones de la rabieta del señor Juliana.

¿Recuerdas cuando Montilla iba a misa de Sant Jordi y recordaba la raíz cristiana de Cataluña? ¿Os habéis afrancesado, ahora?, dice Juliana.

Nadie niega las raíces cristianas ni el origen de la festividad, sencillamente hablamos de respetar la aconfesionalidad de las instituciones, responde Collboni. No es lo mismo que altos dirigentes del PSC vayan a misa de Sant Jordi que el Gobierno [de la Generalidad de Cataluña] convoque oficialmente a asistir a actos religiosos.

Maximilien François Marie Isidore de Robespierre, ideólogo del PSC.

El señor Juliana se pica y replica: Forma parte de la tradición. Durante todo el mandato de P. Maragall com alcalde, un Santo Cristo --no muy grande-- presidía los plenarios. Luego ha añadido, estentóreo: El menosprecio de la tradición por parte del radical-socialismo (afrancesado) trajo el acento jacobino.

¡Caramba! ¿Radical-socialismo jacobino? ¿El PSC? ¡Vamos, hombre!

En pocas palabras, el señor Juliana ha dicho: ¡Que viene Robespierre! Anem amb compte, catalans, que ve el Francès! Carlins, catalans, a les armes! Contra els enemics de la Tradició, el Rei i la Vera Religió! ¡Por Dios, la Patria y el Rey! Porque, ya saben, la tradición nacional catalana en política comienza por un grupo de fanáticos y exaltados católicos que pedían el regreso de la Santa Inquisición y la muerte de los liberales. ¡Que no se pierda la tradición, pues, señor Juliana! ¡Viva el Tercio Virgen de Montserrat!

¿De quién es esta cara?

Ay, Señor, Señor... Cuando el Cristo tomó una moneda y preguntó de quién era la cara y le respondieron que era del César, ¿qué dijo? Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

Psicopatía, ponerología, patocracia y estupidez


El doctor Lecter, psiquiatra y gourmand.

Los doctores Jean Decety, Laurie R. Skelly y Kent A. Kiehl, de las universidades de Chicago y Nuevo Méjico, han publicado Brain Response to Empathy-Eliciting Scenarios Involving Pain in Incarcerated Individuals With Psychopathy en la revista JAMA Psychiatry. El artículo es interesantísimo porque asocia a diversas áreas del cerebro la capacidad de empatía y permite vislumbrar un diagnóstico médico de la psicopatía.

Una cosa me lleva a la otra y recuerdo que la prueba (o test) de Hare (modificada) es la que se emplea actualmente para identificar psicópatas. El doctor Hare escribió un libro, que se encuentra en español editado por Paidós Ibérica (2003), Sin conciencia: El inquietante mundo de los psicópatas que nos rodean. Lo recomiendo.

Fíjense que el doctor Hare estima que una de cada cien personas es psicópata en mayor o menor grado. El doctor Hare nos pone de los nervios al describir un perfil psicológico que está hecho a la medida del mundo de la política y los negocios: personas sin escrúpulos morales, que mienten como respiran, buscan el poder y el beneficio personal a cualquier precio y son grandes seductores. Estremecedor, a poco que piense uno.

Lobaczewski, padre de la Ponerología, en 2003.

Esta locura moral ¿puede ser colectiva? ¿Pueden uno o varios líderes hacer de la sociedad algo malvado? No faltan episodios perversos en la historia de la humanidad que nos inclinen a pensar que sí. Por eso, un psiquiatra polaco, Andrew M. Lobaczewski, inventó una nueva ciencia que bautizó Ponerología. El palabro se emplea en los estudios teológicos que estudian las raíces del mal y la perversidad, pues ponerós, en griego, es mal.

Me da que es difícil considerar que la Ponerología de Lobaczewski sea una ciencia, pero ya hemos visto que los psicópatas pueden tener éxito en nuestra sociedad. Si alcanzan el poder, dice el señor Lobaczewski, se produce la patocracia, que es el gobierno del mal, y eso estudia la Ponerología.

La patocracia no está reñida con la cursilería.
El mal no supone buen gusto ni inteligencia, pues.

Se insinúa que las patocracias están detrás de los períodos de avance de la injusticia social, lo que aproxima las ideas de Lobaczewski a las conspiranoias o teorías de la conspiración, y sirven estupendamente para acusar de enfermo, malvado y criminal y de provocar tiempos infelices a cualquiera que se oponga a nuestra ideología. Se da el caso que echarle las culpas a otro es tanto una aplicación torticera de la Ponerología como un síntoma de patocracia. ¡Seguro que conocen quien va por ahí echando las culpas a Madrid, al Gran Satán, a los mercados, a los chinos, los judíos o los inmigrantes, por ejemplo!

Pero ¿es posible? ¿Existen o han existido patocracias?

El doctor Hare dice que los psicópatas pueden llegar muy alto en los negocios o la política, pero también señala una terrible y patológica falta de constancia de los psicópatas. En esas condiciones, llegar será fácil, pero mantenerse en el poder será más complicado. Además, la rapacidad del psicópata es característica y se descubre tarde o temprano. El psicópata sólo establece alianzas útiles (para él), que hace y deshace sin escrúpulos. No puede trabajar en equipo. Crecerá el número de sus enemigos y disminuirá la probabilidad de sobrevivir. Caerá.

Estos dos ¿son agentes patológicos, patócratas o estúpidos encumbrados por idiotas?

Que exista una patocracia y se defina como una enfermedad de grandes movimientos sociales provocados por agentes patológicos (sic) y que exista una diferencia entre tiempos felices y tiempos infelices dependiendo de si la patocracia está o no está en el poder no me parece que sea una afirmación científica. No puede serlo y verán por qué.

En primer lugar, ¿cómo se demuestra de manera inequívoca que esta teoría es falsa? Es decir, ¿cómo podemos asegurar que un tiempo infeliz se debe a una patocracia y no a cualquier otra cosa? ¿Cómo se define inequívocamente el imperio del mal y qué lo provoca, exactamente? Aparte, cabe preguntarse qué es un tiempo infeliz, si puede ser ocasionado por factores ajenos a la patocracia, en qué se distingue un tiempo infeliz patocrático de uno estándar, etcétera. A poco que uno piense verá que la Ponerología tiene más de Teología que de ciencia.

En segundo lugar, nos olvidamos de la estupidez. Los tiempos infelices permiten una explicación ajena a la patocracia, pues ésta supone inteligencia. De hecho, los peores males surgen de la banalidad y la estupidez.

No hay peligro más grande que un personaje trágicamente estúpido en lo más alto. Miren a su alrededor y comprenderán.

Lo de la foto del pato en una reflexión sobre patocracia es una estupidez inevitable.

 

Grecia contra Alemania



El gobierno griego estudia demandar al gobierno alemán y exigir reparaciones de guerra por los estragos causados en Grecia bajo la ocupación nazi. La posible demanda tiene que leerse como una maniobra política en Grecia y esa maniobra sólo se explica porque los griegos viven acosados por la más terrible miseria, y esa miseria la promueve la banca alemana, que en su día compró bonos sin preocuparse por estar haciendo una mala inversión, etcétera, que culpas hay para dar y repartir, en Grecia, en Alemania y entre los funcionarios de la Comisión Europea, que sólo controlaban la situación de boquilla, siempre tan aparentes como inútiles. Tal está la situación en Grecia que se agarran a un clavo ardiendo y si cuela lo de las compensaciones, cuela.

---La deuda griega---

Grecia debe al Fondo Monetario Internacional, al Banco Central Europeo y a todo el mundo en general tanto como 240.000 millones de euros, sin contar intereses.


En 2010, su deuda pública era el 130% del PIB y hoy, gracias a las políticas de austeridad que promueven los banqueros alemanes y arruinan la vida de tantos griegos, es mucho mayor, un 172% del PIB. Una vez más, se demuestra que Europa se equivoca en su política económica, echando gasolina al fuego, pero eso no les importa un ardite a los alemanes, que sólo quieren evitar el quebranto de su banca.

---La deuda alemana---

Pero ahora van los griegos y nos salen con esta sorpresa. Don Dimitris Avramopoulos, ministro de Asuntos Exteriores del gobierno griego, dice que Grecia no ha renunciado a las reparaciones de guerra que les debería Alemania, reparaciones de guerra que todavía no ha cobrado.

Los gastos de la Triple Ocupación corrieron a cargo del tesoro griego, al que añadir 3.500 millones de dólares (de la época) por el favor, en forma de tasa de ocupación (nada que ver con el empleo). Esa tasa se consideró ilegal en Alemania, y tan ilegal sería que el mismísimo Hitler ordenó su devolución a Grecia (sic). Pero perdió la guerra y murió antes de poder devolverla.

En la fotografía (Bundesarchive), turistas alemanes en la Acrópolis, en mayo de 1941. 

Al final de la guerra, Grecia solicitó reparaciones de guerra por valor de 14.000 millones de dólares (de la época). En la Conferencia de París de 1946 se le concedieron 7.100 millones de dólares del llamado plan Marshall, pero no consiguió más.

Italia devolvió el dinero requisado en Grecia, los impuestos que financiaron la ocupación y también las reparaciones de guerra. Lo mismo hizo Bulgaria.

Alemania pagó las reparaciones de guerra a Polonia en 1956 y a Yugoslavia, en 1971, pero nunca las pagó a Grecia. Grecia solicitó el pago de las reparaciones de guerra en 1945, 1946, 1947, 1964, 1965, 1966, 1974, 1987 y en 1995. Alemania se negó a pagar siempre, pero en 1964, el canciller alemán Erhard prometió la devolución de los costes de la ocupación cuando se reunificara Alemania.

Alemania se reunificó en 1990... y nada.

Considerando los intereses, se estima que la devolución de los costes de ocupación suma, hoy mismo, más de 162.000 millones de euros. La destrucción de infraestructuras y el saqueo del país tendría que ser compensado con otros 300.000 millones de euros. De hecho, las obligaciones pendientes de Alemania con Grecia desde la Segunda Guerra Mundial sumaban, en julio de 2011, más de 575.000 millones de euros.

Es decir, Alemania debe a Grecia en compensaciones de guerra más del doble de lo que debe Grecia a todo el mundo, Alemania incluída. Pero ¿pagará Alemania?

No creo. No lo cree nadie. No quiere pagar. Pero el asunto seguirá adelante porque el gobierno griego no puede evitarlo, aunque la demanda de Grecia contra Alemania tiene pocas perspectivas de éxito. Quizá merecería tenerlas.

---La tragedia griega---


La historia de Grecia en la Segunda Guerra Mundial es tan heroica como desgraciada. El 28 de octubre de 1940, Italia declaró la guerra a Grecia. En inferioridad de condiciones, resistió los embates italianos y los hizo retroceder. Pero el 6 de abril de 1941, los alemanes se sumaron a la invasión de Grecia, cruzando las fronteras desde la Macedonia yugoslava (recién invadida) y la frontera búlgara. El 20 de abril, el ejército búlgaro también cruzó las fronteras de Grecia. El 27 de abril caía Atenas. El 1 de junio, finalizada la batalla de Creta, toda Grecia peninsular e insular había caído en manos del Eje.

La Triple Ocupación fue terrible. La ocupación búlgara fue inusitadamente cruel y brutal, pero los alemanes no se quedaron atrás. En el invierno de 1941 a 1942 se produjo la Gran Hambruna (Μεγάλος Λιμός), provocada por la requisa de alimentos de los ejércitos búlgaro y alemán, que se llevó por delante a 300.000 griegos. Fue tal la catástrofe que los Aliados levantaron el embargo sobre Grecia y dejaron que la Cruz Roja Internacional repartiera alimentos y medicinas entre la población.

La Gran Hambruna.
El 13% de la población griega murió durante la Triple Ocupación.

También hubo matanzas y ejecuciones sumarias. En represalia por los ataques partisanos, los ocupantes (búlgaros y alemanes, principalmente) fusilaron a más de 70.000 personas.

Luego, los 60.000 judíos deportados y exterminados por búlgaros y alemanes, docenas de miles de griegos expulsados del territorio ocupado por Bulgaria, la mano de obra esclava en Alemania o Bulgaria, el millón largo de hogares arrasados por las tropas de ocupación en represalia por esto o por aquello y al acabar la guerra, entre 1945 y 1949, la puntilla, una guerra civil entre el gobierno conservador (apoyado por el Reino Unido y los EE.UU.) y las guerrillas comunistas (apoyadas por Tito y Stalin). La tragedia griega, pues, se consumó en el primer episodio sangriento de la Guerra Fría, mucho antes de la Crisis de Berlín.

La guerra civil en Grecia. Larga, sangrienta y desconocida.

---Epílogo---

Los alemanes dicen que ellos ya han ayudado a los griegos más de la cuenta. Mencionan no sé qué o no sé cuántos fondos de la Unión Europea. Esa respuesta es de un gran cinismo y no me extenderé en los detalles de tanta ruindad.

Paracaidistas alemanes enfrente del Mercado Central de Atenas, en abril de 1941.

Convendría que alguien se diera cuenta de una vez que en Europa o vamos todos a una, buscando el beneficio de las personas, o nos iremos todos a tomar viento si sólo atendemos a los intereses nacionales, y esto será así tarde o temprano, pero tan cierto como que hay Dios. Europa será la Europa de las personas o no será, he dicho.

Causas de especial complejidad


Se necesitan más jueces para acabar con la corrupción.

El Consejo General del Poder Judicial pide socorro por la que está cayendo. Don Gonzalo Moliner, presidente de la institución, ha elevado un informe que describe la situación de sobrecarga de trabajo en causas de especial complejidad.

Las cifras cantan ellas solas. Hoy, 798 juzgados españoles andan dándole vueltas a 2.173 causas de especial complejidad. De éstas, 1.661 corresponden a (presuntos) delitos de prevaricación, soborno, tráfico de influencias, malversación, etcétera, que son la norma en los casos de corrupción política. Hay que sumar 91 casos más de esta clase en la Audiencia Nacional, pero sabe Dios cuántos habrá en el Tribunal Supremo, porque don Gonzalo no lo dice en su informe.

En pocas palabras, el CGPJ pide, por favor, un refuerzo de 64 jueces para lidiar con este panorama, apoyados por 18 secretarios judiciales y 150 funcionarios más, que se dedicarían a intentar resolver los centenares de casos de corrupción política hoy abiertos en España, ésos que llaman de especial complejidad. El problema es horrible en Andalucía, con 656 causas abiertas, seguido del problema en el País Valenciano, con 280 casos. Cataluña es la tercera Comunidad Autónoma más saturada de causas, con 215 pendientes... y las que caerán.

El Tritordeum ©, limpio y natural



¿Qué tienen en común las vacas, las gallinas, los perros, el trigo, las rosas de jardín...? Que son organismos modificados genéticamente. No existían en la naturaleza y existen porque el hombre los fabricó, combinando las secuencias de ADN de especies salvajes y seleccionando las combinaciones más interesantes para su propósito. Se ha hecho durante siglos mediante el (ahora) llamado método clásico, que introduce secuencias de ADN mediante cruces dirigidos. Es un proceso lento, porque requiere varias generaciones para dar con lo que uno anda buscando. Pero al final salen los monstruos: la vaca lechera, el caniche, la gallina ponedora, el cereal de trigo y un larguísimo etcétera.

La ingeniería genética permite acortar este proceso manipulando secuencias de ADN de forma directa. Para ahorrar trabajos, se extraen de taxones ya existentes y se insertan en otros, en vez de esperar que esta nueva combinación que se estaba buscando surja en una larga serie de cruces forzados (que no naturales). El proceso permite dar con una variante de una especie animal o vegetal en un pispás. El primer transgénico fue una bacteria, en 1983. La primera planta transgénica se creó en 1986. En 1994, se puso a la venta el primer alimento de origen transgénico, un tomate.

La creación de una nueva planta exige un largo y minucioso trabajo científico.

La mayor parte del tiempo invertido en estos trabajos, sean clásicos o de laboratorio, se da en la comprobación de las propiedades de la nueva planta o animal, que dura muchos años. Porque una nueva planta es igual de peligrosa o inofensiva salga de donde salga, por su novedad, no por su origen. Pero no se sabe por qué extrañas razones, la mayor parte de los grupos ecologistas consideran que modificar genéticamente una planta por el método clásico es bueno y modificarla en condiciones controladas en un laboratorio no es malo, sino malísimo.

Mientras el debate sobre la propiedad intelectual de una secuencia de ADN resulta imprescindible y es un asunto muy serio, complejo y en absoluto trivial, el de los peligros inefables de los alimentos transgénicos se parece cada vez más a los debates sobre la curación mediante terapias homeopáticas o la realidad de la videncia extrasensorial. Pero los miedos son irracionales y la cultura científica, pobre. Se dice que lo natural es bueno y decir transgénico es como decir caca y culo, algo feo.

Por eso, el Tritordeum © se presenta al mundo como un nuevo cereal limpio y ecológico. Limpio, limpísimo, porque se ha obtenido del cruce de unas cuantas variedades de trigo y otras cuantas de cebada mediante el método clásico. Mediante un método natural, se apresuran a corregir los responsables del invento. Ha costado tres décadas de trabajo científico, dicen los técnicos e investigadores del CSIC y de la empresa Agrasys, la que puso el dinero.

En total, se hicieron 270 cruces de plantas. Se iban seleccionando los engendros antinaturales surgidos de polinizaciones forzadas y se volvían a cruzar. Porque cambiar la secuencia de ADN mediante una recombinación dirigida no es natural, pero fecundar una planta de cebada con polen de trigo, sí, que es tanto como decir que vaya usted por ahí fecundando macacos, que es lo más natural del mundo. Las técnicas empleadas no son las de la modificación genética en un laboratorio, se admite, pero la planta resultante tiene la genética modificada artificialmente de forma natural, qué lío.

¿Qué diferencia hay, pues? Básicamente, una diferencia comercial. Porque el lobby antitransgénico en Europa es muy poderoso y obliga y obligará a indicar en los alimentos que éstos han sido modificados genéticamente. Europa se ha inclinado hacia el proteccionismo agrícola fomentando los cultivos tradicionales, de proximidad y naturales porque la agricultura moderna y científica, eficiente, eficaz y barata, aparte de sanísima, es más un problema que una solución para la Comisión Europea, que no sabe qué hacer con los excedentes de alimentos. He ahí por qué fomenta cultivos ineficientes, que consumen más recursos por unidad cultivada, que producen menos y que son más caros, pero son naturales, mecachis en la mar, mira tú qué bien.

Los italianos también han participado en la investigación.

Por eso, el Tritordeum © ha sido modificado genéticamente de forma natural. Ergo, en la etiqueta no pondrá modificado genéticamente. Se venderá con el beneplácito de las autoridades sanitarias europeas y la bendición del ecologismo político, aunque la nueva planta sea tan natural como cruzar una vaca con un burro.

En la práctica, sin embargo, este nuevo vegetal, que no existía antes, ha tenido que pasar por las mismas pruebas de seguridad alimentaria y ambiental que un alimento transgénico. Tendrá que demostrar que no es peligrosa para quien se la come ni para el entorno de los campos de cultivo. Porque una cosa es jugar con la palabra natural y otra, comérsela. De hecho, tendrá menos garantías sanitarias que cualquier planta de origen transgénico.

Fíjense en un dato. Agrasys tiene derechos de exclusividad comercial sobre esta nueva planta y sus mejoras desde 2006, tiene dos variedades de Tritordeum © registradas y más que tendrá. Como Monsanto y sus semillas. Lo que es legítimo (y natural en una empresa). Hay que felicitar a la empresa por su esfuerzo y su apuesta científica y económica. Felicidades. ¡Ojalá más empresas españolas apostaran por la ciencia! Pero, querido lector, ni se le ocurra decir transgénico. No, por Dios, que esto del Tritordeum © es la mar de natural.

Autores mediáticos y rabietas estrambóticas


Doña Pilar Rahola vestida para la ocasión.

El dia de Sant Jordi es la fiesta del libro, al menos en Barcelona. El Gremi de Llibreters (el Gremio de Libreros) publica una lista con los libros más vendidos este día, que publica hacia las seis de la tarde. No se sabe exactamente cómo se confecciona esa lista ni qué pasa con las ventas de las últimas horas del día, pero hay bofetadas por ver quién será el libro más vendido. Será en varias categorías: ficción, no ficción, juvenil e infantil, en los dos idiomas principales, catalán y español. Este año, ¡gran novedad! El Gremi de Llibreters añadió una nueva categoría, la de libros de autores mediáticos.

Pero ¿quiénes son los autores mediáticos? Básicamente, los gilipollas que salen por televisión, ésos que venden libros aprovechándose de su fama en los medios. Casi en su totalidad, sus libros son una verdadera porquería, pero se venden como rosquillas. Los libreros, pues, se enfrentan a una triste paradoja: suelen ser personas leídas y amantes de los libros, pero tienen que vender libros de autores mediáticos para subsistir. Cuánto dolor.

Ya lo dijo Schopenhauer: en una discusión no gana quien lleva razón, sino quien grita más. La cita viene al caso porque era previsible que algún autor mediático saltara como un muelle por no poder presumir de pertenecer al gremio de Cervantes. Saltó. Fue doña Pilar Rahola, periodista, tertuliana radiotelevisiva de voz altisonante y desafinada, biógrafa de don Artur Mas (La máscara del rey Arturo, les juro que ése es el título), miembro del Consejo de Transición Nacional (no hace falta decir más de tal consejo) y ahora, autora mediática, histérica, polémica y estrambótica, verán por qué.

Las raíces del éxito literario de doña Pilar Rahola.
Arrimarse al poder es más televisión y más televisión, más ventas.

Doña Pilar Rahola escribió una novela, El carrer de l'Embut (La calle del Embudo), y alguien (Edicions de la Magrana) se atrevió a publicarla y ponerla a la venta. Podemos censurar el gusto literario de los editores, pero no su visión de negocio.

El bodrio iba a venderse porque Pilar Rahola sale hasta de debajo de las piedras, en radio, prensa y televisión. Allá destaca por su grita, capaz de derrotar al coro de verduleras de un mercado central. Tertuliana obligatoria en las emisoras del Grupo Godó, TV3, Tele 5, hasta ha tenido intervenciones magistrales en Intereconomía.

Es un espectáculo (desagradable) verla en acción, porque grita más que nadie se discuta tanto sobre un roto como sobre un descosido y hace suya la máxima schopenhaueriana de no dejar hablar a tu contrario. Es, sin duda de ninguna clase, una autora mediática típica y tópica, de ésas que cada vez que asoma las narices nos recuerda que somos un país bastante zafio e inculto, que tiene difícil remedio si ésta se considera formadora de opinión (sic), escritora y consejera de transición nacional, sea lo que sea eso.

El Gremi de Llibreters, con un criterio clarísimo, que aplaudo, clasificó su libro como de autor mediático. Al día siguiente, doña Pilar Rahola armó la marimorena en RAC 1 (la emisora de radio del Grupo Godó).

Dijo (traduzco del catalán):

[...] ¡Me han menospreciado! ¡No se puede jugar de esta manera con la obra de la gente! [...] ¡Nos han hecho daño deliberadamente! [...] Es literatura pura. Puede ser buena o mala, pero ¡es literatura! [...] Un libro mediático es ése que sale por Sant Jordi, que tiene un corto recorrido [sic] y que tiene voluntad de ser popular. [...] ¿Y yo qué? ¿Seré mediática toda la vida, aunque deje de salir en los medios? [...] La clasificación de autores mediáticos [...] es muy indecente. [...] Es una imbecilidad. [...] Etc.

Para finalizar, ha enviado a la porra al Gremi de Llibreters (sic), luego les ha exigido una disculpa (sic), después de llamarlos inconscientes (sic), y ha dicho que mañana se habrá olvidado toda esta polémica porque mi libro gusta (sic). Ahí queda eso.

Que guste no se lo he oído decir a ningún crítico literario hasta la fecha. Tampoco a ningún lector. Quizá en unos días...

Ni el presidente del gremio, don Antoni Daura, ni ningún representante de los libreros quiso responder en directo al veneno vertido por la estrambótica e histérica autora mediática. Eso la enfureció todavía más. Pero hay que notar que los libreros son gente leída, culta y educada y sabrán de Schopenhauer. Si el otro grita más que tú, que se desgañite solo.

La respuesta del Gremi de Llibreters se presentó el día siguiente. Su presidente dijo que la categoría de autores mediáticos respondía a criterios comerciales puramente informativos. Añadió que deja al margen valoraciones que corresponden a la crítica literaria. Es decir, es una clasificación mercadotécnica, no literaria. Luego, la puntilla.

Dijo que doña Pilar Rahola era una autora mediática y tenía dos pruebas de ello. Si no lo fuera, no habría podido armar el follón que armó; si no lo fuera, no se habría vendido su novela (sic). ¡Más claro, el agua!

Para evitar polémicas (sic) el gremio publicó la lista de los libros más vendidos, sin hacer diferencias de ninguna clase, ni siquiera de idioma. El libro de la autora mediática doña Pilar Rahola cayó hasta la décima posición de la clasificación.

Una tercera parte de los autores de los veinticinco libros más vendidos es mediática en mayor o menor medida. Serán dos guionistas de TV3 (publicitados hasta el hastío por la cadena de televisión pública), cuatro periodistas que participan en tertulias de TV3 o del Grupo Godó, un cantante retirado de merecida fama (al que agradecemos su retiro) y la inefable señora Rahola, que suman ocho autores y nueve libros (uno está traducido) de los veinticinco listados.

Hace muy poco, justo antes de publicar este apunte en El cuaderno de Luis, El carrer de l'Embut de Pilar Rahola era el 92.º libro en catalán más vendido en Amazon y la única crítica de su libro que he sido capaz de encontrar (escrita en catalán) la valora como mala (2/5) y dice (traduzco): [...] No es fácil reconocer el propósito de la autora. [...] Parece que hace una mezcla de muchas cosas y ni ella misma acaba de saber qué piensa. [...] Como en la tele, vamos.

 

¡Felicidades, Portugal!



Terra da fraternidade
O povo é quem mais ordena
Dentro de ti, ó cidade

¡Felicidades, Portugal!  

De país


El señor Homs, un orador de país.

Seguro que habrán oído a más de un lider patrio catalán hablar de, por ejemplo, el nostre objectiu de país (nuestro objetivo de país) en vez de decir el nostre objectiu nacional (nuestro objetivo nacional) o l'objectiu del nostre país (el objetivo de nuestro país), que es lo que quieren decir. De país es una expresión que no tiene sentido, ni en catalán ni en español. Le falta un artículo, lo menos.

Por desgracia, el depaisismo hace estragos en Cataluña, tanto en español como en catalán. Todo es de país. ¡Venga! Orgull(o) de país, política de país, obje(ctiu/tivo) de país, futur(o) de país... son cosas que se dicen a diario, cuando de país tendría que ser del país, de nuestro país, nacional o patriótico, qué sé yo, según el caso.

Cada vez que oigo de país en un discurso me da mucha rabia, porque ofende al lenguaje y muestra pereza y estulticia en el hablar, que es tanto como decir en el pensar. Venga un de país y véase cómo arrugo las narices. Imagínense mi suplicio.

A traición y con alevosía


Mientras estaba fuera, de viaje, en sus cosas...

A traición y con alevosía, in absentia, en una reunión ordinaria del secretariado de Convergència (CDC), se decidió que el señor Mas sería el próximo candidato de CiU a las elecciones de la Generalidad de Cataluña.

¡Vaya! ¡Qué sorpresa! Pero esto ¿qué supone? ¿Que CiU ya está pensando en avanzar elecciones? ¿Tan mal está la cosa?

Luego, ay, ¿tan mal están en CiU que no tienen a nadie más que Mas? ¿Sabía el señor Mas qué iban a decidir los jefazos de su partido? ¿Le pillaron por sorpresa? ¿Por qué Duran i Lleida se apresuró a apoyar la moción? ¿Dónde está la trampa?

El señor Mas se comprometió públicamente a (perdonen el lenguaje) encabezar el proceso de transición nacional sólo hasta la culminación del proceso. Hasta ahora, tan críptico y esotérico mensaje se interpretaba así: el señor Mas dejaría de ser presidente una vez se celebrara una consulta.

Una consulta ¿sobre qué? Sobre qué, exactamente. ¡Qué más da! Luego, ¿qué tipo de consulta? Tiene miga que todavía se desconozca eso que llaman el libro de ruta. Quizá no exista y navegamos en un mar de vaguedades.

Ahora, a decir del señor Rull, un correveidile de don Oriol Pujol, el señor Mas tendría que estar al frente del proceso de transición nacional no sólo hasta que se celebre la consulta, sino hasta que se materializase el resultado de ésta. En sus propias palabras, hasta la consecución de un Estado propio. Como nunca nadie dice independencia, palabra tabú en CiU, uno se pregunta entonces si será un Estado federal, un Estado confederado, un estado de cosas, un estado sólido, líquido o gaseoso o una señora en estado de buena esperanza.

¡Otro gallo cantaría si la gente llamara a las cosas por su nombre...! Pero como los juegos de palabras han llegado a ser tan retorcidos, la confusión está servida y el dondedigodieguismo es el pan de cada día. Yo no dije lo que dije, sino que quise decir lo que digo ahora, que no es lo que digo, sino lo que digo que dije cuando dije lo que dije, que no es, como ya he dicho, lo que dije entonces, sino lo que ahora digo. Matices, dirá alguno, finísimos y sutiles matices del lenguaje. Mentiras, quizá. Llámenlo como quieran.

El señor Mas en Bruselas, preguntándose qué dijo exactamente cuando dijo lo que dijo.

Así que el señor Mas, aupado in absentia como candidato de CiU a las próximas elecciones al Parlamento de Cataluña, tiene que andar justificando que no dijo tal cosa, aunque la dijo, sino que quiso decir tal otra, que no dijo, etcétera. ¿Se vuelve a presentar? ¿No dijo que no volvería a presentarse? ¡Ay, qué lío!

¿Dónde está la trampa?, insisto.

Quizá los viejos linces de CiU ven venir la debacle, el hundimiento y la catástrofe y han escogido una cabeza de turco a quien echar las culpas cuando lleguen las próximas elecciones (cada vez más próximas) y se den un batacazo electoral de padre y señor mío. Así podrán practicar el yonohesidismo (¡Yo no he sido! ¡Ha sido Mas!) y librarse del estigma de arruinar a los catalanes, dejar a CiU sin diputados, a los convergentes, sin despachos ni comisiones y hacer del Tripartito algo bonísimo en comparación.

O quizá CiU esté tan, tan, tan mal que sólo les queda la opción Mas, y eso es estar muy mal.

O quizá el señor Mas ha movido los hilos desde la sombra, con su preclara astucia y esa sin par inteligencia política de la que hace gala. No, no, eso no, porque nunca hay que suponer inteligencia si la estupidez puede explicarlo.

Opinen, pues, a discreción.

El martes el señor Mas habló de horticultura en un escenario cursi.
No dijo nada nuevo.

 

Cosecha de libros



La diada de Sant Jordi (el día de San Jorge) llueven libros. Los compramos antes, porque ese mismo día es imposible, una locura. En mi caso, la cosecha ha sido rica y abundante, cosa que celebro. Ésta es:

Fuga sin fin, de Joseph Roth.
Tú, mío, de Erri de Luca.
Eugénie Grandet, de Honoré de Balzac.
Intemperie, de Jesús Carrasco.
María Estuardo, de Stefan Zweig.
El adversario, de Emmanuel Carrère.
Los pájaros amarillos, de Kevin Powers.

Quizá acabe alguno de ellos asomando en El cuaderno de Luis. Eso espero.

Sin precedentes conocidos


El señor Mas preguntando quién era Espriu. Foto de Europa Press.

Ayer quedé atónito ante un hecho increíble. No le darán crédito, pero el señor don Artur Mas se presentó ayer en una librería de Barcelona. Rodeado de una docena de cámaras de televisión, el señor Mas entró del brazo de su señora, doña Helena Rakosnik, que ¡le ha comprado un libro! Ni más ni menos que Espriu, transparent, de Agustí Pons, editado por Proa. ¡768 páginas! ¿Lo leerá, su marido? Probablemente, no, pero ver a don Artur con un libro en la mano es noticia.

Fíjense si lo será que Europa Press la publicó con un texto tal y diciendo tales cosas que les recomiendo encarecidamente leerlo, leerlo detenidamente. ¡Háganme caso! Luego, ya me contarán.

Véase en:


Diada de Sant Jordi


Sexo y felicidad: depende del vecino


¿Qué hace mi vecino? ¿Lo hace más veces que yo?

Tim Wadsworth, profesor asociado de Sociología de la Universidad de Colorado, publicó en febrero un artículo en la revista Social Indicators Research, que se titulaba: Sex and the Pursuit of Happiness: How Other People’s Sex Lives are Related to Our Sense of Well-Being, que traduzco como El sexo y la búsqueda de la felicidad: Cómo la vida sexual de los demás está relacionado con nuestra propia sensación de bienestar.

Uno lee el artículo y no sabe si está leyendo la vida de Pero Grullo o algo muy interesante, aunque no se descarta que la vida de Pero Grullo sea muy interesante.

En los EE.UU. se realiza una encuesta sobre la satisfacción que nos produce seguir vivos, donde se pregunta a mucha gente que responda a varias preguntas y acaben diciendo si son muy felices, felices o han pasado por mejores días. Se le llama General Social Survey y se publica desde 1972. Desde 1989, incluye la pregunta: ¿Cuántas veces hace usted el amor por semana? Hacer el amor es practicar el sexo, que es copular con alguien, no vayamos a confundirnos.

Wadsworth ha analizado los datos de 15.386 encuestas personales realizadas entre 1993 y 2006. Ha concluido la siguiente perogrullada: Las personas que han follado (perdón) dos o tres veces al mes durante el último año son un 33% más felices que las que no se han comido un rosco en los últimos doce meses; la cifra es de un 44% si usted emplea el sexo una vez por semana y sube al 55% si son dos o tres veces por semana las que pasa a alguien por la piedra. Más se folla, más feliz se es, concluye Wadsworth, y perdonen la manera de decir.

Pues ¡qué descubrimiento! ¡Eso ya lo sabía yo! exclamará más de uno.

Pero Wadsworth va más allá. Porque investigando, investigando, ha descubierto que la sensación de felicidad sube al menos un 14% si descubrimos que follamos más que el vecino. Si vemos que nuestros amigos follan menos o con menos frecuencia, crece nuestra felicidad, concluye el sociólogo.

Ahora bien, eso no ocurre a menudo. Que cada vez se hable más de sexo con los amigos o en televisión, que se publiquen los datos de encuestas sobre usos y costumbres sexuales o que nuestra pareja relate sus aventuras hasta la fecha nos puede poner en el brete de descubrir que los demás follan más que yo (incluso mejor). De ahí a la envidia, un paso, y la envidia produce tristeza. ¡Soy menos que los demás! Ya puedo esforzarme, que siempre habrá alguien que lo haga más veces que yo. Wadsworth cuantifica esta infelicidad. Que el vecino nos pase la mano por la cara nos cuesta ser un 20% menos felices.

Ahora cabe preguntarse si ésta es la causa que está detrás de que todo el mundo mienta cuando le preguntan la frecuencia del coito en su vida sexual. ¿Para joder al vecino o para darse ánimos?

La tesis Reinhart-Rogoff o cómo joder a millones de personas con una hoja de Excel


El libro que ha armado tanto ruido y hecho tanto daño.

¿Conoce, querido lector, a doña Carmen Reinhart? ¿Quizá a Kenneth Rogoff? Yo no tengo el gusto, no me han presentado a ninguno de los dos. Como yo, tantos, porque el gran público no sabe muy bien quiénes son estos dos. Les diré.

Carmen M. Reinhart es una de las estrellas académicas de los estudios internacionales de Economía de los EE.UU. Había sido profesora de la Universidad de Maryland y ahora lo es de no sé qué prestigiosísima fundación de estudios internacionales. Kenneth S. Rogoff es experto en intervención del Estado en la Economía y profesor en la Universidad de Harvard. Además, ha sido economísta jefe (caramba) del Fondo Monetario Internacional y escribe artículos con asiduidad en NPR, el Wall Street Journal o el Financial Times.

Si estos dos dicen misa, los demás decimos amén. Pero eso, ayer. Hoy, ya no, y pronto verán por qué.

Los protagonistas y autores de la tésis Reinhart-Rogolff tomando el té (¿del Tea Party?)

En 2009, Reinhart y Rogoff publicaron un libro que pasará a la historia de la Economía por su mucha influencia (nefasta) en la política económica contemporánea. Se titulaba This Time Is Different: Eight Centuries of Financial Folly y lo publicó la Princenton University Press. En español, Esta vez es diferente, que podrán encontrar por ahí a poco que busquen.

Porque este libro se ha convertido en la Biblia de los políticos que abrazan el neoliberalismo económico y sostienen que cuanto menor sea la intervención del Estado en la economía de las naciones, mejor. Es decir, This Time Is Different es el libro de cabecera para quien propone que la vía para salir de esta crisis es la tijera. La prioridad es recortar el gasto público. Todo lo demás es superfluo. ¿No les suena este discurso? ¿No lo han oído en boca del comisario europeo de Economía, de gran parte del FMI, de la señora Merkel, de don Artur Mas, etc.?

Ahora ya saben de dónde sale esa fe ciega en los recortes, de las tesis neoliberales, y en qué se sostiene, en la tésis Reinhart-Rogoff. Esa tésis dice que el crecimiento económico se detiene y cae súbitamente si la deuda pública supera el 90% del PIB. Así de simple.

Esta tesis era un golpe contra el keynesianismo, que viene de Keynes. Simplificando mucho, mucho, Keynes sostuvo que la intervención del Estado en los mercados puede acelerar o frenar el crecimiento económico. Cuando hay crisis, el Estado tiene que gastar más (no menos), para incentivar la economía nacional. Pero, ay, gastando más se endeuda y crece la deuda pública. Según la tesis Reinhart-Rogoff, si esta deuda sobrepasa el 90% del PIB anual, ¡paf! Va uno y se la pega. De crecimiento económico a recesión en un pispás.

Para el liberalismo económico convertido en neoliberalismo el gasto público es el enemigo público, Keynes, el Anticristo y la tésis Reinhart-Rogoff se convirtió en un regalo del Cielo.

En 2010, la tesis Reinhart-Rogoff volvió a ser la protagonista de todas las revistas de economía, tanto las técnicas como las generalistas. Growth in a Time of Debt (Crecimiento en un tiempo de endeudamiento) fue el artículo de Economía más citado del año, mientras This Time is Different comenzaba a cosechar premios por la brillante labor de los mencionados economistas. Una abracadabrante colección de premios y galardones. Los autores o la tesis que defendían eran citados por el Partido Republicano de los EE.UU. (para oponerse a la política económica de Obama), por el comisario de la Dirección General de Economía de la Comisión Europea, Olli Rehn, por el gobierno británico, por Angela Merkel... Los recortes ya tenían un porqué justificable. Si no hay recortes, esto se hunde. Hay que recortar a toda costa o la economía se va al carajo. Ésa era y sigue siendo la tesis Reinhart-Rogoff, insisto en ello.

Pero... Siempre hay un pero.

El dictámen académico: Reinhart y Rogoff se equivocaron.

A la sombra del éxito de la tesis Reinhart-Rogoff, varios economistas norteamericanos criticaron la tesis. Es decir, la pusieron a prueba. Curiosamente, replicaron el estudio y no obtuvieron los mismos datos que Reinhart y Rogoff. Se desviaban hacia un lado o hacia el otro, pero no parecían seguir las predicciones de la tesis Reinhart-Rogoff. Surgieron dudas sobre los datos que emplearon Reinhart y Rogoff en su estudio.

Hace poco se ha publicado un artículo titulado Does High Public Debt Consistently Stifle Economic Growth? A Critique of Reinhart and Rogoff, firmado por Thomas Herndon, Michael Ash y Robert Pollin, de la Universidad de Massachusetts. Sólo tres años después (tres) de publicada la tesis Reinhart-Rogoff pudieron acceder los economistas de Massachusetts a los datos originales.

¡Sorpresa! ¡Faltaban datos de cinco países! Cinco países que durante períodos de cinco años, más o menos, crecieron con una deuda pública superior al 90% del PIB. No está nada mal, si el estudio analiza la evolución económica en el último siglo de veinte países desarrollados.

Más sorpresas. La ponderación de los datos deja mucho que desear. El PIB del Reino Unido creció un 2,4% de media durante 19 años seguidos en los que la deuda pública superó el 90% del PIB. La economía neozelandesa se hundió el 7,6%, un año en que la deuda superó el 90% del PIB neozelandés. Pues ¡sorpresa! En primer lugar, esos 19 años de crecimiento en el Reino Unido quedan compensados por el año de pérdidas en Nueva Zelanda, han oído bien. En segundo lugar, cuando Nueva Zelanda perdió ese 7,6% llevaba cinco años con una deuda pública por encima del 90% del PIB... creciendo (por encima del 2,4%). Etc.

De hecho, los críticos descubren que las economías más desarrolladas crecen a un ritmo del 3% o superior con deudas públicas bajas, pero crecen por encima del 2,4% con deudas públicas elevadas. La tesis Reinhart-Rogoff original decía que no crecían, que entraban en recesión.

La evidencia en la calle: Reinhart y Rogoff no arreglan nada y todo va a peor.

Resumen de las críticas, para que vean. Reinhart y Rogoff excluyeron de sus cálculos (selectivamente) aquellos episodios de deuda alta y crecimiento económico, porque no convenían a su tesis. Su metodo para dar más o menos peso a una u otra economía en el balance final está cogido por los pelos y no se sostiene (el ejemplo de Nueva Zelanda y el Reino Unido habla por sí solo). Además, en tercer lugar, la hoja de cálculo que emplearon (un Excel vulgar y corriente) estaba mal programada. ¡Sí, señores! ¡Mal programada! Así que pillaba un país con crecimiento y deuda elevada ¡lo suprimía del cálculo!

Reinhart y Rogoff se han defendido con uñas y dientes. Admitimos los errores de cálculo, dicen, pero no afectan a nuestra tesis. Más deuda pública, menos crecimiento.

Mientras los malos cálculos de Reinhart y Rogoff iban sembrando el campo de dudas, una legión de economistas de primera categoría critican la tesis Reinhart-Rogoff diciendo que estos economistas han cometido un error de bulto, esencial: han confundido causa y efecto.

Porque cabe preguntarse lo siguiente: ¿Una nación entra en recesión porque incrementa su deuda pública o incrementa su deuda pública porque entra en recesión? ¡Reinhart y Rogoff no argumentan su respuesta! Dan por supuesto que la deuda es la causa y la crisis, el efecto, pero ¿no podría ser al revés? ¿Por qué no?

Las naciones que entran en recesión incrementan la deuda pública, porque los Estados ingresan menos dinero. Menos actividad económica, menos recaudación de impuestos. El keynesianismo clásico recomienda ahora inyectar dinero en la economía nacional, para reactivarla. Eso incrementará la deuda, pero ésta disminuirá cuando comience a crecer la economía.

Pero si resulta que Reinhart y Rogoff se equivocaron (y parece que se equivocaron) y su tesis es falsa (y parece que lo es), si en vez de incrementar el gasto público comienzan los recortes, la economía se contraerá y se agravará la crisis. Se entrará en un círculo vicioso. Los recortes provocarán recesión; la recesión incrementará la deuda; el incremento de la deuda moverá a más recortes; etc. Conclusión, nos vamos todos a tomar viento.

La tesis Reinhart-Rogoff apuesta por el recorte drástico.

Miren a su alrededor. El daño que nos están haciendo los recortes es más que evidente. No saldremos de la crisis con las tijeras, y ahora sabemos por qué no, porque no somos críticos con las tesis que nos dan la razón.

¡Cuánto daño puede hacer un error en una hoja de cálculo! Y cuánto más daño el que gobierna desde la estulticia.

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Unos golpecitos y andando (Gran Premio de Bahréin 2013)


Ganar, no gana, pero es bonito.

La Fórmula 1 es el máximo exponente de la tecnología automovilística y aeroespacial, dicen, y los equipos que participan emplean masivamente computadoras y programas de simulación, electrónica de la buena, materiales cerámicos y plásticos novísimos, y un largo etcétera de refinamientos tecnológicos. En pocas palabras, los coches pueden averiarse en el momento menos pensado.

Es lo que les ha pasado a los Ferrari en el Gran Premio de Bahréin. Los ferraristas nos frotábamos las manos. El coche va muy bien en los entrenamientos y el ritmo en carrera es magnífico. Sólo Lotus parece que aguanta lo mismo en carrera, así que vamos a por todas. La salida es buena, se lucha por la primera posición y... ¿Qué pasa? ¿Qué ocurre?

En la trasera del automóvil hay un alerón trasero móvil. En algunas zonas del circuito y cuando se pretende adelantar, se permite ponerlo en posición horizontal. Se reduce drásticamente la resistencia al aire y el coche gana en velocidad punta. Es el DRS. Pues va el Ferrari de Alonso, pone el DRS y cuando toca quitarlo, se atasca. Es más, se pone del revés. Así no se puede correr, es peligroso. Entra en boxes. En un alarde de alta tecnología, un mecánico de Ferrari se acerca al alerón y ¡paf! lo pone en su sitio dándole de golpes a mano desnuda. Ahí va eso, tecnología de primera especial.

Ha repetido la operación en el primer cambio de neumáticos, porque la reparación no ha ido lo bien que esperaba. De nuevo, unos golpecitos y andando. Desgraciadamente, el mal ya estaba hecho y el DRS no podía moverse, atascado no se sabe por qué, y el otro Ferrari, el de Massa, va y pincha dos veces la misma rueda trasera y acaba décimoquinto, o por ahí. Con la aerodinámica tocada y más paradas en boxes que los demás, suerte que Alonso ha entrado octavo. En fin, empezó todo muy bien y ha acabado mal.

Vettel, con un Red Bull, ha ganado sin obstáculos y los dos Lotus, detrás, con fuerza y ganas. ¡Otra vez será!