La amenaza del empleado de banca justiciero


¿Un nuevo tipo de héroe?

Desconozco los detalles del caso, pero un informático del HSBC Private Bank, suizo, fue detenido el 1 de julio de 2012 en Barcelona, a petición de los suizos. Suiza acusaba a Hervé Falciani, tal es el nombre del informático, de, agárrense, delitos contra el servicio de inteligencia económica, sustracción de información y violación del secreto comercial y bancario. Ahí es nada.

Lo que les dolía a los suizos es que el señor Falciani detectó fallos de seguridad en las bases de datos del banco en que trabajaba. Intentó hacerse oír, pero no lo consiguió. Más bien se le dijo que no se metiera donde no le llamaban. Pero el señor Falciani ya había descubierto, entre millones de datos, las actuaciones escandalosas (sic) del banco para el que trabajaba. Humillado por sus jefes, convencido de obrar justamente, no sé exactamente cómo, dejó al descubierto a 130.000 evasores fiscales que tenían sus cuentas en Suiza.

Aunque el señor Falciani ha pasado algunos meses en la cárcel en España, el fiscal quiere dejarlo en libertad. No está por la extradición. Que se jodan, los suizos. El fiscal asegura que el señor Falciani ha colaborado en todo momento con la autoridad, lo que da a entender que ha proporcionado datos de las cuentas bancarias de algunos españoles en Suiza y que el Estado agradece su colaboración. En Francia ocurrió algo parecido. El fiscal francés dejó ir a Falciani después de elaborar la lista de evasores con los datos que le había dado el informático. Hay para llenar un tren de pruebas, dijo.

Por su parte, el señor Falciani niega haber vendido esta lista de evasores: Jamás nadie en el mundo puede declarar que recibí o que haya pedido cualquier gratificación, declaró. Es muy posible que sea cierto, pero el señor Falciani es considerado poco menos que un cochino traidor por las autoridades suizas.

Surge, pues, un nuevo tipo de héroe de la ingente masa de ciudadanos que sufren los recortes y pagan religiosamente sus impuestos, el empleado de banca justiciero. El señor Falciani ni es el primero ni será el último, pero es el que ahora conocemos.

Con cierta regularidad, se filtran datos a los ministerios de Hacienda europeos. Algunos chivatazos son recompensados; algunos otros son anónimos. En Alemania, por ejemplo, se llegan a ofrecer recompensas por información relativa al blanqueo de dinero o la evasión fiscal, algo que saca de quicio a los suizos, andorranos, etcétera. La figura del empleado de banca que está hasta las narices de sus jefes, del maltrato que recibe y asqueado por lo que ve alrededor de sí es, ahora mismo, la mayor amenaza que se cierne sobre los multimillonarios sinvergüenzas del mundo.

Pero, por si acaso, el señor Falciani se ha dejado crecer barba y acude al juzgado con peluca y unas gafas de concha desproporcionadamente grandes. Nunca se sabe quién puede haberse sentido ofendido.

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