Falcó



Lorenzo Falcó es un espía. Una especie de James Bond ibérico, cínico, desalmado, eficaz en su trabajo y carente de escrúpulos... Lo de siempre, vamos. Reclutado por el Almirante en tiempos de la Segunda República Española, metido en asuntos sucios sobre los que más vale no preguntar, ahora sirve al bando de los militares que se han sublevado contra el Gobierno, en los inicios de la Guerra Civil Española. A este personaje le cae encima una misión de las que hacen historia: organizar el rescate de... ¿Puedo decirlo?

En fin, Pérez-Reverte monta una de espías de primera especial en un libro, Falcó, que se lee casi sin querer, en un pispás. Sus principales personajes tienen el inconfundible sello perezrevertiano, y uno no espera menos. Se ciñen todos a los cánones del género: traidores, agentes dobles, héroes, villanos... Hay de todo. La obra está bien escrita, es eficaz en su propósito (entretener), despierta las ganas de seguir leyendo. ¿Qué más quieren? Con lo que corre por ahí, ¡bravo! 

Porque la obra será comercial, claro que lo es, pero don Arturo hace muy bien su trabajo. No sólo porque funciona como un reloj, sino porque las piezas están bien trabajadas y pulidas. Ya les digo yo que esta artesanía no se ve a menudo. Hacía mucho que no leía un Pérez-Reverte y el reencuentro me ha satisfecho.

Falcó ha provocado cierta polémica porque el personaje trabaja para el bando nacional y los malos de la función serían los republicanos. Hay quien considera que esto no es correcto. A ver... Creo que al personaje le va más estar donde está que en el otro lado. Da más juego y es más coherente que sea así, siendo quien es y cómo es. Y puestos a juzgar, no sé yo si el malo de la función no será el mismísimo Lorenzo Falcó. Menudo personaje.

¡Doblete! (Gran Premio de Mónaco 2017)


Correr por las calles de Montecarlo es una pesadilla y me atrevería a decir que una insensatez. Es un circuito urbano lleno de muros, curvas retorcidas, en el que no se puede adelantar ni en broma... Pero es Montecarlo. Lo digo de memoria, no se fíen, pero me parece que es, junto con Monza y Silverstone, el circuito más antiguo, con más solera, de la Fórmula 1. En los años veinte ya se corría en Montecarlo. Sin embargo, Monza y Silverstone han cambiado mucho desde entonces y el Grand Prix de Mónaco, apenas. 

Un Bugatti, seguido de un Alfa-Romeo, en Montecarlo.
Eran otros tiempos.

Es el único circuito en el que admito de buena gana el glamour y la obscena exhibición de lujo en forma de yates, casino, jet-set y James Bond echándose unos martinis con vodka al coleto. Porque forma parte del espectáculo. Las carreras de automóviles, cuando eran populares de verdad, idolatraban el circuito de Montecarlo, porque alimentaba la leyenda de unos pilotos que vivían deprisa y se mataban como moscas, consumiendo champán en el pit-lane y bellas señoritas entre carrera y carrera. Ahora no es así, y no sé si para bien o para mal, porque el lujo asoma en todas partes alrededor de la Fórmula 1 y lo popular se limita al televisor.

El ganador pasando cerca de la tapa de una alcantarilla.

Este año, ha ganado Ferrari. Es una buena noticia para el espectáculo y muy buena para los ferraristas, que no veíamos un Ferrari arriba en Montecarlo desde hace demasiados años. En los entrenamientos, Raikkonen quedó primero y Vettel, segundo. En carrera, Vettel ha aprovechado un cambio de neumáticos para apurar al máximo y adelantar así a su compañero. Se han invertido las posiciones y Ferrari ha conseguido la primera y la segunda posición. Mercedes-Benz ha tenido que conformarse con una cuarta y una séptima, que tienen cierto mérito considerando que no lo han tenido fácil.

Ahora mismo, Vettel suma 129 puntos y Hamilton, 104, 25 menos. Ferrari supera a Mercedes-Benz 196 a 179. La cosa está reñida. Podrá ganar cualquiera (aunque ya saben ustedes quién prefiero yo que gane, no nos vamos a engañar).

Margarita se llama mi amor


La legislación europea, española y catalana dicen que una vaca no puede ir por ahí sin los papeles en regla. Que se entienda: el propietario de la vaca ha de poder explicar la historia de la vaca con pelos y señales (de dónde viene, por dónde ha pasado, lo que se conoce como trazabilidad); la vaca ha de haber pasado todos los controles sanitarios correspondientes, tanto de sanidad animal como los que corresponden a la salud pública. Porque, ojo, una vaca puede estar enferma (de tuberculosis, por ejemplo) y transmitir su enfermedad a otras vacas o animales, incluso al hombre. Si la vaca es lechera o proporciona carne para consumo humano o animal (perritos, gatitos, etc.), razón de más para saber si está o no está enferma, y cuál es su enfermedad. 

Por estas razones, el tránsito de una vaca de un lugar a otro está regulado y precisa de una autorización. Si una vaca padece una enfermedad contagiosa, mejor que no se junte con otras vacas, ¿no? Las vacas suelen llevar dos crótalos (pendientes) en las orejas que la identifican. A partir del código que aparece en esos crótalos, el inspector veterinario puede conocer la trazabilidad del animal y los controles sanitarios a los que ha sido sometido, información que servirá para autorizar o denegar un traslado, por ejemplo, o para saber si su leche o su carne son aptas para el consumo. 

Margarita, la protagonista vacuna del cuento.

Cualquier ejemplar de ganado sin trazabilidad ni control sanitario ha de ser sacrificado en condiciones especiales (para evitar la transmisión de posibles enfermedades), y sus restos no serán aptos para el consumo. Por seguridad alimentaria. Por salud pública. Eso dice la ley. Pero el propietario de Margarita, la vaca de lidia protagonista de esta historia, pasó de todo, de la salud pública y de su madre, y los papeles de la vaca le importaron un bledo hasta que una vecina lo denunció por tener una vaca suelta en el campo de al lado sin ningún control sanitario (lo que es, potencialmente, un peligro). Y ahí comienza el lío.

El propietario de Margarita se había encariñado con la vaca. La tenía como animal de compañía, dice todavía, no como ejemplar de ganado. Como quien tiene un perro o un gato, vamos. Pero, de compañía o no, Margarita no había pasado por ningún tipo de control sanitario y era exigible su sacrificio. También una multa de tres mil euros al propietario, por saltarse a la torera las leyes sanitarias, dicen los periódicos. Así lo comunicó a su propietario la consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de la Generalidad de Cataluña, que tiene la competencia en estos casos.

El propietario de Margarita no esperaba algo así y comenzó la negociación con los responsables sanitarios para salvar a Margarita del matadero. La negociación iba encarrilándose y si Margarita pasaba por todos los controles sanitarios... 

Los veganos que han acogido a Margarita protegen a los animales no humanos.
Pero nadie acoge a las pobres lechugas, que también tienen sus derechos.

Pero, mientras batallaba contra el Estado (música épica, por favor), el propietario de Margarita acudió a los animalistas de Wings of Heart (sitos en Madrid, como su propio nombre indica) y siguiendo su consejo se puso en contacto con la Fundación ProVegan, que mantiene un santuario de animales, una especie de refugio. El tipo no se lo pensó dos veces y saltándose (de nuevo) las leyes a la torera, llevó a Margarita a esas instalaciones. Recuerden, es preciso un permiso para el traslado de una vaca, por las razones sanitarias antes expuestas.

Los proveganos, por su parte, iniciaron una campaña de recogida de firmas por internet que, a decir de sus promotores, lleva contadas más de 170.000 adhesiones, aunque uno puede firmar dos veces y sin dar su DNI, como he podido comprobar personalmente. Salvad a Margarita, proclaman. A Margarita no nos la van a tocar. Prefiero Margarita for president (no lo haría peor que el que tenemos ahora, seguro).

No es el primer caso en que salvan a una vaca del matarife. Los salvadores de Carmen, una vaca madrileña acogida en un refugio similar, consiguieron recoger casi 80.000 firmas. Las autoridades cedieron y no la mataron. Carmen no fue, pues, sacrificada, pero todo tiene un precio. La seguridad sanitaria del refugio donde vive Carmen ha quedado en entredicho y hoy no pueden ni entrar ni salir animales de él, por una cuestión de sanidad pública. Es decir, el salvamento de Carmen ha impedido el salvamento de otras vacas madrileñas igualmente necesitadas y las instalaciones en las que vive están en cuarentena.

El traslado de Margarita sin papeles y sin permisos hace inevitable la multa y traerá cola. La seguridad sanitaria del refugio provegano está comprometida y tanto ellos como el propietario de Margarita tendrán que cargar con las consecuencias. Ahora mismo, el sacrificio de Margarita parece inevitable, aunque bien podría salvarse porque su caso ha llegado a los periódicos, donde la parte del control sanitario y del peligro que supone para la salud de las personas y los animales no ha merecido mucha atención. ¡Hay que vender periódicos! Mejor el drama, es más goloso. No me negarán que es más emocionante la lucha de una vaca contra el Estado, la denuncia de la crueldad de las leyes y el heroico esfuerzo provegano por preservar las enfermedades que Margarita pudiera propagar por ahí que el trabajo de unos funcionarios normalmente mal pagados, peor tratados (por sus jefes y por el público) y faltos de medios para proteger la salud pública.

Dejando a un lado las consideraciones sanitarias del caso (que son las verdaderamente importantes), y aparcando las cuestiones administrativas, me llama la atención la alegría con que uno se salta la ley y le jalean, y especialmente la hipocresía que reina por ahí.

Margarita es una vaca de lidia.
Si tuviera hijos, correrían en los correbous.

Margarita es una vaca de lidia y en Cataluña, por razones políticas, se prohibieron las corridas de toros. Digo políticas y no humanitarias, éticas o lo que sea porque la prohibición, aunque inicialmente impulsada por agrupaciones animalistas y vegetarianas, con todo el derecho del mundo y bien razonada desde su punto de vista, acabó siendo la bandera de algunos partidos políticos para defender una idea de patria bien determinada y excluyente. No se alzaron contra las corridas de toros porque fueran una salvajada (lo son), sino por lo que (según ellos) representaban, desde un punto de vista patriótico y cultural y tal y cual. No entraré en el debate, muy torticero y mentiroso. La idea es que el sufrimiento del toro les importaba un pimiento. Si se hubieran preocupado por los toros en vez de por las banderas, seguramente habrían prohibido también los correbous o encierros, en vez de promoverlos (sic). Si una corrida de toros puede resultar desagradable, un correbous no lo es menos y es posible que lo sea más. Pero... Ah, amigos. Eso de la coherencia no se sabe muy bien qué es en mi tierra.

Margarita es una vaca en tierra de correbous. Para más inri, una vaca de lidia. Todos claman contra la crueldad que obliga a sacrificarla, qué drama. Mientras tanto, están frotándose las manos, preparándose para los correbous de este verano en su pueblo y en el pueblo vecino, que prometen. Ahí podrán estirarle del rabo al toro, gritarle, patearle, en público, con la aquiescencia y el beneplácito de sus conciudadanos... ¡Dios mío! No sé si soy testigo de un episodio de hipocresía flagrante o de manifiesta estupidez. Lo siento, pero eso es lo primero que me viene a la cabeza pensar leyendo los titulares de los periódicos. Salvad a Margarita, pero no me toquéis los correbous. Tampoco, el monumento a la victoria en la batalla del Ebro de Tortosa, patria chica de Margarita. Éste es el nivel.

(Ya estoy contando cuánto van a tardar tanto los defensores de la vaca Margarita como los defensores de los correbous en meterse conmigo.)

La situación


Nunca antes había escuchado un diagnóstico tan certero sobre la situación que vivimos como:

La situación es grave, pero no es seria.

La expresión tiene una ventaja. Puede aplicarse tanto a la política municipal, como a la regional, nacional o internacional.

Lamentablemente, añado.

Sacando consecuencias



Hace un tiempo, me invitaron a participar en un debate sobre filosofía en RNE (v. aquí) y uno de los participantes era Jesús Zamora Bonilla. El profesor Zamora estaba en los estudios de grabación de Madrid y yo, en los de Barcelona, así que no tuve el gusto de conocerle personalmente, pero sí el gusto de hablar con él. Semanas más tarde, paseando por una librería (rodeado de aventuras y paisajes), dí con su último ensayo, que publica Tecnos, Sacando consecuencias (Una filosofía para el siglo XXI). Alargué la mano, compulsivamente (mis compras de libros tienen algo de adicción), lo compré y me lo llevé a casa. Ahora ya puedo decir que me lo he leído.

Formalmente, el profesor Zamora divide su ensayo en cinco capítulos y cada uno de ellos viene precedido por una historieta a modo de introducción o presentación, alguna mejor que otra. Luego desenfunda la filosofía y ahí viene lo bueno. Comienza a repartir, tratando las grandes cuestiones de la filosofía desde un punto de vista que llama inferencialismo, porque consecuencialismo ya estaba pillado por una escuela de ética. 

Paréntesis. Entre nosotros, a los filósofos les encanta poner nombres a sus ideas, que suelen acabar en ismo. Es un vicio que se da con más frecuencia cuanto más moderno es el filósofo. Si es postmoderno, entonces ya ni les cuento el número de ismos, que parece que los regalan. Fin del paréntesis.

Pero no es éste ni el momento ni el lugar para ponerse a discutir de filosofía y dejar dicho si el inferencialismo es esto, lo otro o lo de más allá. Eso ya lo descubrirán ustedes si deciden leer lo que tiene que decirles el profesor Zamora, y yo les recomiendo que lo lean.

¿Por qué? Por varias razones. Una, porque es un trabajo muy riguroso, pero no está disfrazado del academicismo (otro ismo) que los filósofos suelen emplear para que nadie les entienda. Al contrario, se entiende todo lo que dice, se expresa con claridad meridiana, una segunda razón para leer el libro. Si algún párrafo ha de leerse despacio es porque te obliga a leer con cuidado, porque te obliga a reflexionar sobre lo que dice, no porque no se entienda lo que cuenta. 

El debate sobre la claridad de la exposición no es nuevo. Si no se entiende lo que dices, quizá será porque no lo entiendes tú o porque en verdad no estás diciendo nada. Esta hipótesis es muy útil cuando uno lee, por ejemplo, a Heidegger, a Lacan, a Derrida... En cambio, al profesor Zamora se le entiende todo. Quizá tenga algo que decir... En fin, yo lo dejo ahí, porque el asunto levanta chispas.

Hablábamos de las razones para leer Sacando consecuencias... Ah, sí... Es riguroso (sin ser academicista), se expresa claramente y dice cosas que merece la pena conocer. Filósofos en ciernes o simples aficionados agradecerán la exposición del profesor Zamora y se interesarán por lo que nos quiere decir. A mí me ha dejado muy satisfecho.

Otra cosa es que el lector vaya a estar de acuerdo con todo lo que dice el autor. Mal asunto, si uno comienza a darle la razón en todo a un filósofo. Yo mismo, sin ir más lejos, me atrevería a discutir algunos apuntes sobre ética o política del profesor Zamora. ¡Ah, qué atrevido que es uno! Para los no ilustrados, este atrevimiento podría ser un síntoma de ignorancia, pero también un sarpullido hegeliano. Ha sido mentar a Hegel en el último capítulo y comenzar los picores. Aunque en el asunto de la ética (que aparece en capítulos anteriores) también pondría yo algunas objeciones. No se lo tome a mal, profesor, que no es nada personal. Me gusta discutir, aunque sea por el simple placer de llevar la contraria.

Pero ¡ahí está la gracia de la filosofía! La filosofía no es una aceptación, es una crítica, un cuestionamiento, o no es. Ahí tienen a Sócrates, peripatético y dialéctico o, lo que es lo mismo, discutiendo con sus alumnos dando un paseo, pasándoselo en grande llevándoles la contraria, para que aprendieran a pensar, a cuestionar, a aprender. 

Por eso he agradecido tanto la lectura de Sacando consecuencias. Primero, porque me ha proporcionado munición para discutir con algunos amigos y conocidos. Segundo, porque me ha ilustrado. Tercero, porque me ha obligado a criticar y cuestionar algunas de mis ideas... y de las suyas (lo que viene a ser lo mismo). Cuarto, por qué no decirlo, porque leyendo Sacando consecuencias me lo he pasado en grande. No puedo pedir más.

El número de los necios



Cicerón dejó dicho (y por escrito) Qui latrones igitur siquidem vos consules qui praedones qui hostes qui proditores qui tyranni nominabuntur? (In L. Calpurnium Pisonem, X.) Como los latines se dan mal a la mayoría del respetable, traduzco un poco libremente: ¿Quién será llamado ladrón, quién pirata, quién enemigo, quién traidor, quién tirano, si vosotros sois llamados cónsules? Se aprecia que Cicerón, cuando quería cantar las cuarenta, tiraba con bala. 

También, con algo de sorna (imprescindible en un romano y necesaria en un orador) se cachondeó de los mismos diciendo O praeclarum custodem ovium lupum!, que traduciré así: ¡El lobo, un excelente defensor de las ovejas! 

Concluiremos con un latinajo bíblico, de la Vulgata sixtina (1550) que ha desaparecido (ha sido modificado, lástima) en la Vulgata revisada, la Nueva Vulgata de 1979, actualmente la Biblia oficial católica. Dice así: Perversi difficile corriguntur et stultorum infinitus est numerus. Es decir: Dificilmente corregirás a los malvados y el número de los necios es infinito.

Viendo lo que sucede estos días en la política catalana, podríamos emplear estos dichos como si fueran de hoy mismo (y lo mismo sucedería si los aplicáramos a la política española, no me olvido de ella). Esta constatación obliga a señalar que el número de los necios es, en efecto, infinito, pero es que, además ¡es constante en el tiempo! ¡Socorro!

Una tarantela


Tengo entendido que Javier Camarena la lio parda ayer en el Liceu con La Fille du Régiment, echando un do de pecho detrás de otro.

Como, vista la prensa, son días aciagos para el sentido común, he pensado que nada como una buena canción para animarnos un poco. Y ya que Camarena regaló al respetable con sus agudos, he pensado que podría alegrarnos el día con esta tarantela de Rossini. Bravo por él y ¡a bailar! 

Porque, como dijo Nietzsche, se filosofa con los pies.


La perla negra



Claudia Casanova, dicen las solapas del libro, es escritora y editora. Muy buena editora, por cierto. Bien. Pero resulta que también es mi editora, y eso lo complica todo un poco. Es el alma mater del grupo Ático de los Libros, junto con Joan Eloi Roca, que sería el alma pater. Principal de los Libros es el sello comercial del grupo y quien publica mi (magnífica, por otra parte) Historia torcida de la Filosofía, de la que hablo siempre y a la menor oportunidad. Pero, sin que sirva de precedente, ¡hoy no he venido a hablar de mi libro! He venido a hablar de La perla negra.

La autora tuvo a bien dedicarme un ejemplar el pasado Sant Jordi.

Si hablo demasiado bien de la novela, se apreciará mi interés en quedar bien con mis editores y quedaré como un pelota asqueroso; no es conveniente; si la arrastro por los suelos, no vuelvo a publicar en mi vida; esto sería muy inconveniente. ¡Menudo dilema! ¿Por qué me meto yo en estos líos? ¡Tranquilos! Seré honesto, cruzaré los dedos y confiaré en la benevolencia de la autora.

¿Les gusta la novela histórica? Si lo prefieren, la de aventuras de capa y espada. Aquí tienen una. ¿Les interesa la Edad Media? ¡Fantástico! La perla negra está ambientada en la Edad Media más media que pueda haber (y además, está muy bien documentada sin que se note, sin pedantería). ¿Quieren pasar un buen rato, entretenido, sin complicaciones? Pues, ya está, no hay que buscar más. La perla negra se lee bien, tiene su intríngulis, un final emocionante, un malo malísimo, una heroína comme il faut, uno que parecía malo y resulta que no lo es tanto... y todas esas cosas que hay que tener. 

A ver, a ver... No esperen una novela de Proust. Entre otras cosas, porque no sale una magdalena en toda la novela. Verán algún tópico típico y algún típico tópico, pero es lo que hay y es casi obligado que aparezca en estos casos. Si no apareciera, nos defraudaría. Algún punto mejorable también hay, pero sin que llegue a preocuparnos demasiado y compensado, además, por algún que otro fragmento notable. Entretiene, que ya es mucho, con un relato ameno, unos personajes bien dibujados, una escritura que se deja leer fácilmente y más cosas que hacen de La perla negra un libro apetecible, honesto en su planteamiento, sin más pretensión que la alegría de narrar y entretener, que se desarrolla sin engaños ni fuegos de artificio. En resumen, no está nada mal.

Un apunte final. La cubierta y la presentación del libro merece una nota aparte, y muy buena. Ediciones B ha hecho un buen trabajo. 

Persiste la emoción (Gran Premio de España 2017)


El Ferrari de Vettel, en Montmeló.

Podemos asegurar que las carreras de este año, si siguen así, serán más animadas y entretenidas que las del año pasado. Ferrari ha dado el salto y se mide con Mercedes-Benz. Quizá todavía no estén exactamente igualados, pero compiten por ganar y ahora gana uno, ahora gana el otro. El resto de los equipos siguen el duelo a una cierta distancia y sólo el toro de Red Bull asoma la patita de vez en cuando. Imagínense si McLaren o Williams también pudieran colarse en las primeras posiciones. ¡Guau!

Esta imagen dio la vuelta al mundo. 
El pequeño Val se puso así cuando el Ferrari de Raikkonen rompió el eje delantero.

El equipo Ferrari reaccionó rápido.
El chaval fue un invitado de honor al final de la carrera.

En Montmeló, Mercedes-Benz llegó apabullando con un coche cargado de novedades y supo imponerse en los entrenamientos. Pero fue empezar la carrera y ver como el Ferrari de Vettel y el de Raikkonen se colaban entre las Flechas de Plata. Lamentablemente, el Ferrari de Raikkonen chocó con otro coche en la primera curva y rompió el eje delantero, quedando fuera de la carrera. 

Montmeló es un circuito muy técnico, donde apenas se puede adelantar en dos o tres puntos. Es, digan lo que digan, un circuito aburrido... aunque los adelantamientos al final de su recta de tribunas son espectaculares. Ayer lo fueron. La estrategia de Ferrari era abrir distancias con dos cambios de neumáticos y sostener la diferencia con un tercero, pero el segundo Mercedes-Benz estorbó lo que pudo hasta que (oh, sorpresa) en la vuelta 43 o por ahí cerca, se averió, algo que el año pasado no sucedía jamás. Entre eso y un coche de seguridad (virtual, qué cosas) que salió a pista (ejem), no pudo abrirse la distancia y la apuesta falló, pero quedó muy igualada.

Ahora mismo, Vettel (Ferrari) suma 104 puntos y Hamilton (Mercedes-Benz), 98. En la clasificación de Constructores, Mercedes-Benz suma 161 puntos y Ferrari, 153. Bien, ¿no?

La dona del Cadillac



Seguro que conocen el argumento. Imagínense un pueblo en medio de los EE.UU., en lo que llaman América Profunda, lejos, bien lejos, tanto física como espiritualmente, de las grandes urbes. En éstas, llega un forastero y comienza a hacer preguntas. Recelo, desconfianza... Más pronto que tarde se adivina que todo el mundo tiene algo que esconder, que nadie va con la verdad por delante. El ambiente enclaustrado, agobiante, que huele a rancio, no disimula que el forastero dice una cosa, pero luego resulta que es otra, y lo mismo podría decirse de los paisanos del lugar. A medida que avanza la trama, vemos que debajo de las alfombras se esconde mucha porquería, que nada es lo que parece... El final mejor no descubrirlo, pero sucede como con la pólvora: la mecha quema lenta, lentamente, y de repente ¡pum! 

Ahora cambien el escenario. Ya no nos enfrentamos a los grandes espacios del Medio Oeste, sino a la Cataluña profunda (la que uno encuentra saliendo del área de influencia de Barcelona, lo que en catalán televisivo llaman territori). En este caso, el escenario se insinúa próximo a zonas de montaña, pero podría ser en cualquier parte. Mompuig, tal es el nombre del imaginario pueblo, recibe la visita de un forastero y muy pronto corre la voz de su presencia imprevista. Pretende, se dice, comprar un Cadillac que guarda una de las vecinas en un cobertizo. Pero, claro, hay más, porque en el fondo pretende otra cosa, y los vecinos, otra, cada uno la propia, y entre todas las cosas que todos pretenden se teje una trama que revienta al final, ¡pum!, como ya he dicho.

Joan Carreras ha escrito una novela de estructura clásica, que no puede ocultar la influencia de los escritores americanos de género, como J. M. Cain y El cartero siempre llama dos veces o 1.280 almas, de Jim Thompson. En las formas, el lector se enfrenta a un texto cargado de diálogos llenos de entredichos, sobrentendidos, indirectas... Es un relato que van tejiendo narradores protagonistas; cada uno de los personajes narra su parte del diálogo, y van turnándose los narradores y puntos de vista, como un diálogo de narradores superpuesto al diálogo de los personajes. El narrador omniscente de toda la vida, apabullado por estos intercambios de puntos de vista, tiene que limitarse a ser un narrador heterodiegético (perdón) y conformarse con la descripción de las acciones de los protagonistas entre tanto. Es un enfoque formal arriesgado y original.

Poquito a poco, el lector ha de ir reconstruyendo lo que no parece tener sentido, aunque lo tiene. ¡Vaya si lo tiene! El pastel se descubre hacia el final, donde... No diré más. Quédense con el ¡pum! Ésta es una estratagema narrativa propia de la novela negra clásica, como también ese aire maldito y pesimista, desesperanzado, de todos los personajes, que sazona el texto de arriba abajo.

El autor, compañero de estudios, tuvo a bien dedicarme su obra. Gracias.


Una singular Feria de Abril



El pasado viernes pasé por el recinto de la Feria de Abril del Fórum de Barcelona. Nunca había estado antes en una Feria de Abril, ni aquí ni en Sevilla ni en parte alguna, y por eso me pregunto por qué una Feria de Abril se celebra en mayo, porque mi ignorancia surge de un pozo inagotable de cosas que no sé. Como en el fondo y en la forma soy poco aficionado a la juerga y el bailoteo y el flamenco no es precisamente lo que más me gusta... En fin, que nunca me había llamado la atención, ésa es la pura verdad.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte trabajo dando soporte a una fundación que ejerce la tutela de personas que no pueden valerse por sí mismas. Mi trabajo consiste en apoyar a la fundación en la gestión patrimonial de estas personas, que viven castigadas por la vejez, la soledad, la locura o el desamparo. Cuántas veces miramos hacia otra parte y preferimos ignorar esta dura realidad.

Llevar las cuentas y rendir cuentas ante un tribunal, esgrimiendo un informe económico sobre la evolución patrimonial de tal o cual persona es un trabajo que te hace perder la perspectiva de lo que en verdad estás haciendo. Detrás de esos números se esconden personas de carne y hueso, y ésas personas (algunas de ellas) fueron las que nos arrastraron a la Feria de Abril. Una excursión matinal que acabó con banquete de fritanga, migas y paella, palmas y olés, en las que todos nos lo pasamos muy bien y esas encantadoras personitas, todavía más, reinas por un día.



Aparte, las tres chimeneas en el horizonte, el olor del aceite requemado, la música (siempre la misma) a todo volumen, la pareja de turistas japonesas que pidieron paella, la niña vestida de bailaora, las flores en el pelo, las palmas espontáneas, los reclamos de los camareros, el patriarca que pasea empuñando el bastón, las jovencitas que hacen girar la cabeza a los jovencitos, dejando risas a su paso, el cielo tan azul y un brisa fresquita del mar, el suelo de cemento, el óxido de los soportes de las placas solares del Fórum, los sombreros de paja, los lavabos de plástico, los embutidos y jamones tentando al personal, el kitsch de los quioscos que venden patatas fritas, chocolate o algodón de azúcar, los jamones colgando... incluso las calles vacías de una primera hora, esperando la afluencia de público de un inmediato y último fin de semana. Todo eso y más.

Una limosnita...


Creía que era broma, pero resulta que no, que van muy en serio. Ahora ya no es una broma, sino directamente un insulto.

Resulta que los antiguos convergentes han organizado una colecta para pagarle la multa al señor don Artur Mas (36.500 euros), el señor Francesc Homs (30.000), la señora Joana Ortega (también 30.000) e Irene Rigau (24.000), un coste al que se añadirán las costas del juicio. Me parece una obscenidad, por muchas razones.

San Artur Mas, líder y mártir.
Se admiten colectas a beneficio del santo.

El señor Mas cobraba en 2016 más de 136.000 euros brutos anuales y un consejero, casi 110.000, en números redondos. El señor Homs se llevaba a casa más de 7.000 euros al mes en su trabajo como diputado en Madrid. Al retirarse... Digo, al ser retirado, el señor Mas se lleva a casa un 80% de su sueldo durante un tiempo equivalente a la mitad de la duración de su mandato (en total, se habrá llevado a mediados de 2019 más de 274.000 euros) y cuando se jubile, percibirá, sin importar lo que haya cotizado durante su vida laboral, el 60% actualizado de ese sueldo presidencial. Súmese a ello secretaria, chófer, coche oficial, escoltas y un despacho pagado a tutiplén. Algo parecido ocurre con los consejeros. 

Por lo tanto, a ver, que pobrecitos no son, desamparados no quedan y la multa pueden pagarla perfectamente. Además, sabían la que les iba a caer. O eso o uno concluye que eran tan idiotas que creían poder salir de rositas, o tan tontos que cobrando eso no llegan a final de mes. En ese sentido, la colecta es inapropiada, habiendo tanta gente necesitada. 

Hablando de gente necesitada, recordemos con cuánta alegría, con qué ganas, tan insistente e indiscriminadamente, los afectados por las multas recortaron toda clase de gastos sociales y provocaron graves daños a la protección social, la sanidad y la educación públicas en Cataluña. Todavía nos duele y los más perjudicados por esa política han sido los más necesitados. Ellos y sus amiguitos, por supuesto, no. Podríamos hablar de la PIRMI, de las becas-comedor, de los recortes sanitarios... ¡De los recortes de sueldos y salarios de los funcionarios y empleados públicos! Yo mismo todavía no he cobrado la totalidad de una paga extra que se me debe desde 2012, y como yo, tantísimos otros. ¿Y me piden dinero para la colecta? ¡Anda y que les den!

Traducción del catalán: "Dame argo, dame argo..."
El número de cuenta ha sido convenientemente tachado.

Podríamos hablar de la corrupción, del 3%, de los negocios de la familia (ya nos entendemos)... y la colecta se aleja de lo inapropiado y se acerca cada vez más a una ofensa, a un cínico insulto a nuestra inteligencia. Pero yo me quedo con un caso escandaloso protagonizado por el beneficiario de la colecta, el de las prótesis que fabricaba Traiber, defectuosas, que perjudicaron gravemente la salud de casi seis mil personas (que se dice pronto).


Resulta que Traiber consiguió hacer negocios con un producto tan peligroso sobornando y conchabándose con las autoridades convergentes.


Así y todo, hubo resistencias en algunos hospitales a comprar las prótesis de Traiber. A través de la primera teniente de alcalde de Reus, convergente, el presidente de la empresa logró reunirse con varios consejeros y hasta con Artur Mas, el pretendido beneficiario de la colecta. Así que salió del despacho del señor Artur Mas, se vencieron fácilmente todas las resistencias.


¿En serio piensan que está bien organizar una colecta para que un personaje como éste no pague una multa que puede pagar él solito y sin ayuda? ¿En serio el partido del 3% organiza una colecta así para pagarle las costas al pobrecito presidente?

Pero ¿saben qué les digo? Que hay gente tan idiota que pondrá dinero. ¿Cuánta? Está por ver. No lo sé. Me pregunto qué comisión se llevará el banco. Por la otra no quiero ni preguntar.

Los sufridos becarios Michelin


Llega a mis oídos que en los restaurantes de super-lujo, ésos con estrellas Michelin, o tenedores, o no sé qué, abusan de los stagier. Pero ¿qué es un stagier? En cristiano, un aprendiz de cocina. En otros sectores, un stagier es un becario, pero en la alta cocina (y cito) un privilegiado, porque puede aprender de sus grandes majestades, genios y artistas, los jefes de cocina más molones del mundo mundial, los cocineros estrellados por Michelin.

Uno de los platos del mejor restaurante del mundo.
Cuanto menos hay en el plato, más stagiers hay y más se abusa de ellos.

Esos personajes, los supercocineros estrellados, no tienen abuela, son unos divos de mucho cuidado y no les toques un pelo, que se ponen muy faltones. Por eso, cuando alguien ha puesto sobre la mesa que los stagiers que tienen en sus restaurantes suman más de la mitad de su personal y que en algunos casos muy sonados llegan a ser cuatro de cada cinco de sus trabajadores, arrugan las narices. Que un 80% de la plantilla de tu restaurante trabaje 16 horas al día, a toda presión, sin cobrar un duro, soportando tus gritos y tus caprichos de chef de cuisine reconvertido en genio indiscutible es, como poco, una canallada.

Este restaurante sirve esto y tiene al 70% de su plantilla sin cobrar un duro.
Es para no ir (o no volver, si se ha ido).

Pero los cocineros superestrellados insisten en eso del privilegio. Uno dice (cito textualmente): ¿De qué se quejan? ¡Si es un privilegio trabajar para mí! Otro añade que si tuviera que pagar a los stagiers, lo pasaría muy mal e incluso llegaría a perder dinero.

Es notorio y sintomático que cuantas más estrellas tiene un restaurante, cuanto más caro es lo que sirve, más stagiers tiene en su plantilla sin cobrar un duro. Con el cuento infumable de que están aprendiendo a cocinar, hacen de camareros, lavaplatos, pelapatatas y cocineros a destajo, soportan las órdenes de un cretino que se cree Leonardo da Vinci y encima tienen que estar agradecidos.

El selecto club de abusones.
Más de la mitad de los trabajadores de esta gente trabaja gratis.

Un tipo que cobra 700 euros por menú (sic) dice que no podría sobrellevar el coste de tener que pagar a mis veinte stagiers, que bastante hace ya pagando a sus otros ocho trabajadores (un salario de mierda, añado). Si tuvieran que pagar a todos los stagiers, añade otra diva de la cocina, muchos restaurantes con estrellas Michelin tendrían problemas para ser rentables. O tendrían que subir el precio del menú. En vez de pagar 300 euros por un menú-degustación (vino y postre aparte), el público tendría que pagar... ¿400? ¿500? ¡y esto no puede ser! ¡A dónde iremos a parar!, argumentan. Pero ¡bien ganan dinero los restaurantes normales, que pagan (poco o mucho) a todos sus trabajadores! ¿No será que los restaurantes estrellados hacen trampa y compiten deslealmente con los demás? Será.

Dime qué comes y te diré qué eres.
Dime cómo es tu cocina y también te lo diré.

Lo que dice la ley es clarísimo: Un contrato nunca puede superar las ocho horas por jornada, y cuando se supera, hay que compensar por otro lado. Los aprendices (aunque se llamen stagiers) han de estar asociados a convenios con centros de formación y estar asegurados y dados de alta en la Seguridad Social. Qué más quisieran los stagiers. Y qué fácil es abusar del débil cuando se está cerca del poder, ¿verdad? Cuando uno es un intocable.

¡Esto se anima! (Gran Premio de Rusia 2017)



En efecto, esto se anima. En los entrenamientos libres, Ferrari se impuso a Mercedes-Benz. En la parrilla de salida, ocupó las dos primeras posiciones. A decir de los entendidos, el Ferrari es, ahora mismo, el coche más equilibrado y durante esos entrenamientos, el que mejor rendimiento supo sacar de los neumáticos con un ambiente fresquito. Pero el día de la carrera sucedieron algunas cosas: a) se elevó la temperatura; b) el segundo Mercedes-Benz se adelantó en la salida; c) en la primera curva hubo un trompazo y tuvo que salir el coche de seguridad; d) la carrera duró una vuelta menos porque el McLaren-Honda de Fernando Alonso se averió en la vuelta de reconocimiento. Por cierto, lo de Honda es de traca. No dan una.

Total, que Bottas lo hizo muy bien y se escapó, aprovechando la ocasión. Los Ferrari apostaron a pillarlo con el último juego de neumáticos y casi lo consiguen. En la última vuelta, el Mercedes-Benz entró justo justito delante del Ferrari, que acabó marcando varias veces la vuelta más rápida del circuito. Una vuelta más y ¿quién sabe?

Ahora mismo, en el Campeonato del Mundo de Pilotos va por delante Vettel, de Ferrari, seguido por Hamilton, de Mercedes-Benz, 86 a 73. El Campeonato del Mundo de Constructores también está animándose; Mercedes-Benz suma 136 puntos y Ferrari ¡135! Ojalá se mantenga esta emoción lo que queda de temporada.