También tuvimos camisas pardas

Perdonen la entrada, que será larga.

El 28 de abril de 1936, a las tres y media de la tarde, tirotearon a los hermanos Badia. Los pistoleros gastaron tres balas en cada uno de ellos y huyeron en un Ford de color rojo. Al principio, se sospechó de sicarios de la derecha, incluso de la Falange, pero pronto se supo que había sido una venganza de la FAI, de los anarquistas. Luego vino la Guerra Civil y los asesinos pudieron librarse de la justicia... por el momento.

Fue la Brigada Político-Social (la policía política del régimen franquista) quien, en 1940 y 1941, puso las manos encima de los anarquistas que habían acabado con los hermanos Badia, que luego morirían fusilados por ésa y otras muchas razones. Curiosamente, el comisario que los detuvo, torturó e interrogó había aprendido su oficio al servicio de Miquel Badia, apodado el capità Collons (el capitán Cojones), y había compartido con él su odio por el anarquismo y actuado con violencia contra sus miembros.

Perdonen que me extienda, y que, aún así, simplifique. Los hermanos Badia eran, junto con el señor don Josep Dencàs y otros personajes, el alma mater de los escamots (secciones, escuadrillas, grupos, como prefieran) de Estat Català, una formación política nacionalista que acabó uniéndose de manera sui generis, conservando su autonomía, con la recién nacida Esquerra Republicana de Catalunya. Más tarde, Dencàs y Companys se enfrentarían abiertamente en el parlamento.

Originalmente, los escamots fueron bautizados como Exèrcit Català (Ejército Catalán), y fueron los protagonistas de los incidentes de Prats de Molló, en 1926, durante la dictadura de Primo de Rivera, donde se dieron a conocer. Estat Català defendía el uso de la violencia armada para obtener sus fines políticos y nacionales, inspirándose a medias en el modelo irlandés y el fascismo italiano, y en una ideología de marcado carácter racista y antisocialista.

Tengo que explicar eso de racista y antisocialista. El socialismo y el anarquismo catalanes eran movimientos de carácter internacionalista. Las naciones son el instrumento de la burguesía para dominar al proletariado, dice el Manifiesto Comunista. No tenéis que preocuparos del dominio de una nación sobre otra, sino de la explotación del hombre sobre el hombre, añade. Trabajadores del mundo, uníos, era su lema. Abajo las naciones. El nacionalismo era, para el socialismo en general y para el anarquismo en particular, una aberración.

El anarquismo catalán alimentó sus filas con un fuerte flujo de inmigrantes promovido por la burguesía catalana, que pretendía romper la unidad obrera recién nacida, librarse de huelgas y convenios y obtener mano de obra barata. La miseria los empujó a ceder ante los abusos de los empresarios catalanes.

Lejos de hacer causa común por la lucha proletaria, parte de la clase obrera catalana y la pequeña burguesía culpó a los charnegos (así fueron bautizados) del paro, la delincuencia y un empobrecimiento de la raza catalana (sic). Recordemos que en aquel entonces fueron muchos los sesudos intelectuales que pretendían establecer la superioridad de un pueblo sobre otro mediante la pureza de sus orígenes raciales, y parte de esas ideas todavía subsisten en el imaginario colectivo europeo (sólo tienen que leer los periódicos para comprobarlo).

La mayoría de los inmigrantes se unió, pues, al anarquismo, sin ninguna otra opción. Los burgueses contrataron pistoleros y los anarquistas, tan aficionados a la violencia revolucionaria, tampoco se quedaron atrás. El primer tercio del siglo XX en Cataluña estuvo plagado de bombas, tiroteos y asesinatos. Ahora caía un líder sindical, ahora ejecutaban a un sicario de la burguesía.

En ese enrarecido ambiente, faltó poco para que naciera un movimiento populista catalán. No sé si soy de izquierdas o de derechas, manifestó una vez Miquel Badía, sólo sé que soy nacionalista y socialista. Recordemos que los movimientos fascistas europeos se definían exactamente igual. Su raíz ideológica era contraria al internacionalismo, y aunque eran claramente conservadores (la tradición, la patria, el espíritu nacional), su práxis era populista y su base social se asentaba sobre las clases menos favorecidas. Todos los partidos fascistas europeos se definían a sí mismos como partidos de los trabajadores, obreros o similares.

Leyendo todo esto me pregunto si será verdad que la historia se repite.

Pero hablábamos de Estat Català, que se dio a conocer imitando al (fracasado) pustch de Munich y la (exitosa) marcha sobre Roma más o menos por las mismas fechas. Sobrevivió a Primo de Rivera.

En 1931 se derribó la monarquía y se proclamó la II República en España. En Barcelona, se proclamó la República Catalana, un Estado Catalán dentro de un República Federal Española, algo que nunca fue ni llegó a ser. El entonces Exèrcit Català se convirtió en la Guàrdia Cívica, a las órdenes de Daniel Cardona, con la misión de proteger la recién creada República Catalana. Duró poco, unos días.

La República Catalana pasó a ser la Generalidad de Cataluña y entonces fue cuando esa Guàrdia Cívica se convirtió en los célebres Escamots d'Estat Català, bajo la dirección de Miquel Badia, a pesar de las reticencias de Francesc Macià, primer presidente de la renacida Generalidad. Fue la época dorada de los escamots.

Entre 1932 y 1933 los escamots salían a la calle con uniforme, desfilaban con antorchas o sin ellas, organizaban actos multitudinarios y no se andaban con chiquitas a la hora de dar palizas a los charnegos y a los anarco-sindicalistas. Además, adquirían armas en el mercado negro, y se convirtieron en una poderosa organización paramilitar.

Vestían camisas pardas, pantalones oscuros, botas claveteadas y un correaje de cuero estilo militar. Se organizaban jerárquicamente, como un ejército. Los escamots pertenecían al JEREC (Joventuts d'Esquerra Republicana-Estat Català) y no era ningún secreto que dominaban esta organización a su antojo.

Una revista satírica de entonces, El Be Negre, publicó estos versos:

Mireu també si el seguia
Amb tots els seus escamots
Ben proveïts de garrots
L'il.lustre Miquel badia.
Sense fer cas de la veda
Empaita i caça a la FAI
I fica més que mai
Els dos peus a la galleda!

Traduzco:

Mirad también si lo seguía
con todas sus escuadrillas
bien provistas de garrotes
el ilustre Miquel Badia.
Sin hacer caso de la veda
persigue y caza a la FAI
y mete la pata
como nunca.

Al día siguiente, los escamots asaltaron la imprenta de El Be Negre y lo destrozaron todo. No fueron ésas todas sus hazañas.

El 24 de noviembre de 1933, los sindicatos anarquistas y socialistas proclamaron una huelga de transportes. Miquel Badia movilizó a los 7.000 milicianos del JEREC para mantener el metro y el tranvía en marcha, y los escamots se dedicaron a intimidar con violencia a los líderes anarquistas. Reventaron la huelga y rompieron algunos huesos.

En diciembre de 1933, Miquel Badia fue nombrado secretario de Orden Público de la Generalidad. En marzo de 1934, jefe superior de los servicios técnicos de la Comisaría General de Orden Público de la Generalidad; es decir, jefe superior de la policía en Cataluña. Le faltó tiempo para perseguir a los grupos anarquistas, con la excusa de acabar con el pistolerismo. Se calcula que entre la policía y los escamots, murieron o desaparecieron entre trescientos y cuatrocientos anarquistas, dejando a un lado centenares de anarquistas torturados por la policía o apalizados por los escamots.

El cargo le duró poco a Miquel Badia. En septiembre de ese mismo año, juzgaban a un abogado de su partido por desobediencia al tribunal y Badia no se lo pensó dos veces. Ordenó a la policia que tomara el Palacio de Justicia y arrestara ipso facto al fiscal del caso, llevándoselo a comisaría a mitad de juicio. El escándalo fue mayúsculo y Badia tuvo que dimitir (mejor dicho, fue dimitido). El fiscal, una vez liberado, continuó con la acusación, faltaría más.

Un mes después, el 6 de octubre de 1934, se proclamó el Estado catalán. Fue una reacción contra el Gobierno de España, en manos de la CEDA, la derecha, a la que se sumaron anarquistas y otras fuerzas de izquierdas. Fracasó, nunca tuvo ninguna oportunidad. Mientras los anarquistas eran tiroteados por el ejército, Badia y sus seguidores se dieron a la fuga. Huyeron del palacio de la Generalidad escapando por las alcantarillas y no pararon hasta llegar a Francia.

Los Badia se exiliaron y viajaron. Tuvieron contactos con los movimientos nacional-católicos franceses y belgas, nacional-socialistas alemanes, etcétera, y se sabe que Mussolini en persona se interesó por sumar Estat Català al movimiento fascista europeo. No lo consiguió. Los hermanos Badia esperaron en Andorra a que el Frente Popular ganara las elecciones de febrero de 1936. Entonces fueron amnistiados y regresaron a Barcelona, donde se apresuraron a reorganizar las JEREC y los escamots.

Pero otro sería su destino, porque los anarquistas llevaban tiempo esperando la oportunidad de ajustar las cuentas con los hermanos Badia de una vez por todas.

Un grupo de acción anarquista a las órdenes de Justo Bueno Pérez, nacido en Zaragoza, tornero en Barcelona, afiliado a la CNT y miembro de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), un grupo de acción formado por Luciano Ruano Segúndez y Vicente Tomé Martín, ambos argentinos, y José Martínez Ripoll fue responsable del doble asesinato, quizá ejecución, de los Badia, aunque también se mencionan los nombres de José Villagrasa, Ignacio de la Fuente o Manuel Costas. ¿Quiénes exactamente apretaron el gatillo? No se sabe, nunca lo sabremos.

A las tres y media de la tarde del 28 de abril de 1936, balacearon a los hermanos Badia allá donde se cruzan las calles Muntaner y Diputación. Luego, los enterraron. La comitiva fúnebre abundaba en formaciones uniformadas con camisas pardas, portando emblemas patrióticos. El entierro fue multitudinario y pusieron el nombre de los hermanos Badia a la que ahora es plaza de Francesc Macià.

Meses después, recién iniciada la Guerra Civil, el grupo de Justo Bueno inició una loca carrera de asesinatos, robos y secuestros en nombre del anarquismo que sólo puede clasificarse como criminal. La Generalidad de Cataluña no podía controlar los grupos de acción anarquistas y para evitar lo que hubiera sido un suicidio, hizo desaparecer los escamots del JEREC y miró hacia otra parte. Los anarquistas asesinaron a miles de personas en pocos meses. Así eran aquellos tiempos convulsos, capaces de parir lo peor de cada uno. Justo Bueno logró huir a Francia con gran parte del botín de sus saqueos en 1938, un botín que se calculó en millones de pesetas de la época.

Maldita casualidad. En 1940, Pedro Polo, un policía que había trabajado para los Badía cazando anarquistas, que ahora trabajaba para la Brigada Político-Social haciendo lo mismo, reconoce a Justo Bueno por la calle, lo detiene y Justo Bueno acaba siendo fusilado el 10 de febrero de 1944, en el Camp de la Bota, en el llamado Fossar de la Pedrera.

En la columna que recuerda a los fusilados en el Fossar de la Pedrera de 1944 aparece el nombre de Just (sic) Bueno. Un martillo anónimo se preocupa de machacar la inscripción cada vez que se repara, porque todavía se mantiene la polémica entre la CNT y Estat Català sobre quién de los dos fue más cabrón, si Badia o Bueno. Los seguidores de Estat Català reivindican periódicamente la mutilación de la columna y la CNT la condición de mártir de Bueno.

Así están las cosas. Conviene no perder de vista que nuestra historia está llena de rincones muy oscuros y que cualquier día, si nos despistamos...

5 comentarios:

  1. Grandísima entrada, Luis, muchas gracias.

    El homenaje a los Badia y a los Escamots está totalmente fuera de lugar, es más, en cualquier lugar sensato del mundo provocaría un rechazo general, pero es que en nuestra Cataluña la sensatez se pierde por los sumideros de la política nacionalista, por mucho que apelen al "seny"

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  2. Més que res, crec que hi ha una certa manca d'informació. Per això són molt interessants articles com aquest.

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  3. Pues la cosa se está poniendo en Cataluña como en los tiempos de los Badia y los Bueno.

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  4. Cataluña,al fin,terminara por culpa de estos traidores,como entonces,tiempo,al tiempo.

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