El lunes que viene, 30 de mayo, un avión militar aterrizará en Torrejón de Ardoz con un cargamento muy especial. En tierra, un equipo de doce personas recibirá la mercancía, y las medidas de seguridad serán de aúpa. Se trata de una obra de arte, que procede de Cracovia y es una de las joyas pictóricas del Renacimiento, La dama del armiño, de Leonardo da Vinci, una obra maestra donde las haya.
Se expondrá en el Palacio Real de Madrid a partir del 3 de junio, detrás de una urna de cristal blindado gordísimo. Compartirá el escenario con otras joyas artísticas procedentes de Polonia (obras de Cranach, Rubens..., bellísimas).
La dama del armiño es un óleo sobre tabla de 54,8 por 40,3 cm. Fue pintada alrededor de 1490 por encargo del duque Ludovico, el Moro. La mujer del armiño es Cecilia Gallerani, amante del duque, una jovencita de 17 años. La muchacha acaricia y sostiene a un armiño (aunque hay quien discute tal afirmación y habla de hurones, garduñas, comadrejas...). El mustélido en cuestión, digamos un armiño, había sido escogido por Ludovico como mascota y símbolo personal. Por lo tanto, pintar a Cecilia acariciando a un armiño tiene mucho de metáfora erótica, miren ustedes adónde hemos ido a parar.
El cuadro ha pasado por muchas vicisitudes. Algunas restauraciones, por ejemplo, han afectado al fondo del cuadro y la firma que aparece en el cuadro no es original. Pero cuando peor lo pasó fue cuando los alemanes invadieron Polonia en la Segunda Guerra Mundial. Que todavía exista es un fenómeno que pertenece a la categoría de los milagros.
El cuadro había pertenecido a la familia Czartoryski durante varias generaciones. Cuando estalló la guerra, los Czartoryski corrieron a esconder su colección en el sótano de su casa de campo, esperando a que estuviera a salvo de las bombas. De las bombas, quizá, pero no de Kajetan Mühlmann, un oficial de las SS con el cargo, agárrense, de Delegado Especial para la Seguridad del Arte y los Bienes Culturales en Polonia. Es decir, Mühlmann se encargaba de saquear Polonia.
Mühlmann dio con la colección Czartoryski y la trasladó a Berlín, al Kaiser Friedrich Museum. Mühlmann y Goering se pelearon por el cuadro, porque Goering ya tenía puesto el ojo en La dama del armiño para engrosar su colección personal y Mühlmann lo quería para las SS. Entonces apareció en escena Hans Frank, a. el Carnicero, Gobernador de Polonia y un criminal de guerra de la peor especie. Frank reclamó que el cuadro volviera a ser expuesto en Cracovia. Después de un tira y afloja entre Mühlmann, Goering y Frank, ganó Frank (ya entonces sucesor del temible Heidrich en los asuntos de la solución final) y La dama del armiño regresó a Polonia. Pero la tabla no fue a parar a un museo, no, sino a la villa del señor gobernador, que se apropió del mismo. Cuando los aliados dieron con el Carnicero, dieron con el cuadro.
El cuadro fue devuelto a la colección Czartoryski en 1946. En la fotografía que acompaña esta anotación, aparece el comandante Karol Estreicher, oficial de Monumentos Polacos de la MFAA (Monuments, Fine Arts and Archives, oficina encargada de salvaguardar las obras de arte europeas del saqueo y la destrucción), el teniente Frank P. Albright, también de la MFAA, el soldado Everett Parker Lesly y otro soldado nortemericano del que no sabemos el nombre, posando con La dama del armiño en la Estación Central de Ferrocarril de Cracovia. Lo dicho, un milagro que todavía podamos verla.
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