Leo la noticia en la prensa y no sé cómo tomármela. El señor Fontaneda es conductor de autobús, en Barcelona, y hace la línea 19, entre Port Vell y Montbau. Ha saltado a la fama efímera por un casual, como quien dice. Esperen y verán.
Pues va el señor Fontaneda y recibe en su casa una multa de tráfico de la Guardia Urbana: 200 euros, por conducir por el carril-bus y detenerse a recoger pasajeros en una parada de autobús de la calle Trafalgar, el pasado 16 de noviembre, a las 17 horas con 27 minutos. Naturalmente que iba por el carril-bus, y naturalmente que se detuvo a recoger pasajeros en la calle Trafalgar... ¡porque conducía el autobús!
Pero los ordenadores y los burócratas no entienden de sutilezas. El robot hizo la fotografía, el ordenador leyó la matrícula, procesó la multa y la Guardia Urbana, sin prestar atención a la prueba del delito (la fotografía de un autobús que va por el carril-bus, como Dios manda) se puso en contacto con Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) y preguntó quién conducía ese autobús a esa hora y en ese lugar, sin especificar por qué o para qué. Es el procedimiento habitual, dicen ahora, pillados en falta. También hay que decir que la respuesta de TMB fue igualmente automática. En resumen, el señor Fontaneda recibió en su casa la dicha notificación. A pagar 200 euros o verás la que te cae encima, decía, pero en lenguaje muy correcto, muy formal.
Ahora, el señor Fontaneda se lo toma con humor. Qué remedio. El Ayuntamiento asegura a los periodistas que la multa está anulada, pero el señor Fontaneda no ha recibido ninguna notificación. Tampoco TMB, que alzó un recurso contra la sanción, qué menos. Y ya van seis meses sin noticias.
La fotografía es de Álvaro Monge, para El Periódico.
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