Dijo Aristóteles que en los debates políticos no tenía que hablarse ni de dinero ni de negocios, porque ambas cosas pervierten el verdadero sentido y finalidad de la política. No le hemos hecho mucho caso a Aristóteles y hemos llegado al punto de considerar poco frecuente, incluso sorprendente, que un economista sea también hombre de letras y medio filósofo, y que se pregunte cuál es la finalidad de la Economía con la perspectiva de alguien que habla desde la filosofía política. Así tendría que ser, digo yo, porque conocer, explicar y dominar el comportamiento de los fenómenos económicos tendría que ser un medio para alcanzar una sociedad así o asá, a discreción, pero no un fin en sí mismo.
Por eso da cierta grima tener que decir adiós a don José Luis Sampedro, catalán y barcelonés por nacimiento, de infancia norteafricana y castellano adolescente, que escogió la Economía y abrazó las Letras, consagrándose en uno y otro ámbito, siendo académico de la Real Academia Española de la Lengua y profesor universitario de renombre tanto aquí como en el extranjero.
Murió un poco como había vivido, con cierta informalidad bien entendida. En palabras de su viuda (copio): Nos dijo que quería beberse un Campari, así que le hicimos un granizado de Campari [...] Me miró y me dijo: Ahora empiezo a sentirme mejor. Muchas gracias a todos. Se durmió y al cabo de un rato, se murió. Que en paz descanse.
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