La muerte visita al dentista



Hacía muchos años que no acariciaba las cubiertas de una novela de Agatha Christie. Recuerdo esos veranos en Sitges llenos de lecturas casi compulsivas, en los que leía todas las novelas de Agatha Christie que caían en mis manos, ya fueran las que estaban en mi casa, ya fueran las que me prestaba mi tía, que también las leía con la misma fruición. Eran esos ejemplares baratos, impresos en papel amarillento, gastados por el uso. Algunos de esos ejemplares (hoy lamentablemente perdidos) ¿cuántas veces los había leído?

Qué bien me lo pasé leyendo estas cosas. 
Y qué cubiertas. Fascinantes.

Curiosamente, era un tanto sibarita. Yo era seguidor de las aventuras de Hércules (así escrito) Poirot, el detective belga con cabeza de huevo (sic). Me preguntaba cómo sería su bigote mientras resolvía un enrevesado crimen gracias a sus células grises. Estaba fascinado.



Tres actores interpretando a Poirot en su viaje en el Orient Express.
Comenzando por lo alto, Albert Finney, Kenneth Branagh y Peter Ustinov.

También vi por aquel entonces Muerte en el Nilo, protagonizada por Peter Ustinov en el papel de Poirot. Como Ustinov es un actorazo y no me había leído esta novela en particular (cosa que luego hice), disfruté como un camello, nada más propio. Sé que la película es un desfile de viejas glorias, como El asesinato en el Orient Express, donde también lucen los que, a mi entender, han sido los mejores interpretes de Poirot: Ustinov (ya mencionado) y Albert Finney (un Poirot genial). El Poirot de Kenneth Branagh en la misma tesitura también me gustó, aunque supongo que a muchos les contrarió un Poirot tan... tan movido, vamos a decirlo así. Pero en cuestión de gustos no hay nada escrito.

Si Jeremy Brett se ganó el derecho a ser Sherlock Holmes, David Suchet lo ganó para ser Hércules Poirot. Ambos, con creces.

También coincidirán conmigo en aplaudir a David Suchet, que hizo de Poirot en televisión, en una de esas magníficas series de la BBC. Lo bordó. Es hoy, para muchos, el mismísimo Poirot. 

Sin embargo, leyendo a Agatha Christie uno descubre que todos estos Poirots son válidos, o ninguno. Hay espacio para la interpretación y la caracterización. La imaginación del lector podría construir otro Poirot, fidelísimo al protagonista de las novelas y todavía inédito en la gran o pequeña pantalla.

Sé que me dirán que el género policíaco, tal y como lo escribía la señora Christie, está pasado de moda (lo dudo) y que hay cosas de más enjundia que llevarse para leer, pero sepan que éste ha sido un regreso a una vieja costumbre, el avivar un buen recuerdo. Además, la señora Christie domina el relato con trucos y trampas de gato viejo que un lector avezado sabe apreciar, y que un escritor tendría que saber identificar. 

En esta novela en concreto, como dice el título, van y asesinan al dentista del señor Poirot que, naturalmente, toma cartas en el asunto. Y no diré más.

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