Suele darse como excusa el entorno, la época, la costumbre... Las mujeres, a principios del siglo XIX, eran consideradas por debajo del varón y supeditadas a él. No diré que no a la influencia de estas creencias, porque hay mucha verdad en sostener que influyeron, pero el caso de Schopenhauer es, me atrevería a decir, patológico. Su misoginia va más allá de la propia de una sociedad como la de su época, mucho más allá.
El porqué haría las delicias de un seguidor de Freud, denlo por seguro. Una tormentosa relación con su madre, donde los celos y la envidia compiten con el odio (sí, el odio) y la sospecha podría explicar los orígenes de esta manía schopenhaueriana. En mi Historia torcida de la Filosofía (vol. 2) aparece esta historia; lo digo por si quieren comprarme un ejemplar y hacerme un poco más feliz. Pero les haré un resumen.
El padre de Schopenhauer se arrojó desde lo alto de un granero y se mató. Parece que su mujer, la madre de Schopenhauer, se entendía con algún otro. Aunque nada es seguro. Pero el filósofo acusó a su madre de la muerte de su padre. Su madre era, por otro lado, una mujer inteligente y espabilada, que no dudó un momento en disfrutar de la vida y de su fortuna. Tuvo amantes y se relacionó con lo más brillante de los intelectuales alemanes de aquel entonces. Goethe, sin ir más lejos, hablaba muy bien de ella. Además, escribía y sus libros se vendían muy bien.
Schopenhauer no quería compartir su madre con nadie. Su éxito social y sus amantes le repateaban el hígado. Peor todavía que fuera tan bien considerada en algunos círculos y que sus obras se vendieran como rosquillas, mientras que él, el más grande filósofo alemán... En fin, que no vendía nada. El conflicto madre-hijo fue tormentoso, y eso es decir poco.
En su vida, Schopenhauer se relacionó con mujeres. Trató con prostitutas, tuvo alguna amante e incluso pensó en casarse, pero siempre, siempre, su misoginia fue legendaria. Sumada a su temperamento huraño, a su pesimismo vital, a su cinismo (más que ironía)... Imagínense el resultado. Sólo al final de sus días conoció a algunas mujeres que le hicieron cambiar de opinión... al menos en apariencia.
Sirva todo esto para ilustrar un librito que publica Alianza Editorial, El arte de tratar a las mujeres, de Arthur Schopenhauer, en la edición de Franco Volpi y traducido por Fabio Morales. Están avisados (y avisadas) y ya podrán adivinar ustedes mismos su contenido. Es una lectura interesante por muchas razones, entre ellas la de contemplar el rostro más misógino del filósofo alemán.
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