Olvidado rey Gudú



Ana María Matute nació y murió en Barcelona y fue una escritora como la copa de un pino, dicho coloquialmente. Miembro de la RAE, galardonada con el Premio Cervantes y el Premio Nacional de las Letras Españolas, publicó en 1996 Olvidado rey Gudú, que ella misma consideraba su obra favorita. La novela fue depositada en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes en 2009, un honor extraordinario. Pero no es para menos, porque Olvidado rey Gudú es simplemente brillante, inmensa.

Tan pronto se publicó, tan pronto lectores como críticos vieron que tenían algo extraordinario entre manos. Y no voy a contradecirlos. Es un libro de muchas páginas, pero ninguna de ellas sobra. Se lee sin prisas, pero con muchas ganas de seguir leyendo, tal es la magia de una tensión dramática sabiamente administrada, de un ritmo que no decae (pausado, si quieren, pero constante, que acelera cuando toca), de una poesía (y una finísima ironía) presente en todo el texto, tan bellamente escrito.

El argumento es casi lo de menos. Se narra el nacimiento, crecimiento, auge y caída del reino de Olar, de cuya historia será protagonista el gran (y olvidado) rey Gudú. En la historia, como quien no quiere la cosa, se mezclan seres fantásticos con personajes de carne y hueso. Es un cuento mayúsculo y maravilloso, y digo cuento sin ánimo de faltar, sino como alabanza, pues transmite la fascinación (ésa es la palabra) que producían los cuentos que nos encandilaban cuando niños.

No puedo decir más que es una obra soberbia.

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