Las guerras privadas del clan Bonaparte



Arpa Editores publica una selección de las Mémoires de Madame de Rémusat, 1802-1808 muy bien introducidas, comentadas y traducidas por Xavier Roca-Ferrer, que publica bajo el título (muy apropiado) de Las guerras privadas del clan Bonaparte y con el subtítulo de Memorias de una dama de palacio en la corte de Josefina y Napoleón Bonaparte. La autora, Madame de Rémusat, fue, en efecto, dama de compañía de la emperatriz Josefina y testigo de excepción de la evolución de la vida cortesana tanto en el Consulado como en el Imperio. Por desgracia, murió antes de poder completar su obra, dejándonos en 1808.

El matrimonio Rémusat fue afortunado y pudo entrar al servicio del Primer Cónsul Bonaparte en 1802. Fue favorecido por éste. Madame de Rémusat se convirtió en dama de compañía de Josefina de Beauharnais, la mujer de Napoleón, y su marido, Monsieur Rémusat, ostentó cargos en el palacio y en el gobierno hasta el final del Imperio. Fueron testigos de excepción de uno de los momentos más interesantes de la historia de Francia y Europa, del paso del Consulado al Imperio, y del auge y el declive de éste, visto desde dentro, como suele decirse.

Estas memorias tienen que ser leídas con ciertas precauciones, que la introducción y las notas de Roca-Ferrer hacen bien en recordar. Madame de Rémusat quemó muchos diarios, anotaciones y correspondencia cuando cayó el Imperio, por miedo a sabe Dios qué (aunque nos lo imaginamos). Luego, como tantos otros, si dije digo digo Diego y pasó a ser realista borbónica de toda la vida, claro que sí. Sus memorias, pues, aparte de un recuerdo y una anotación de la vida en la corte bonapartista, son también un manifiesto de descargo y justificación (yo no sabía, yo no fuí, yo hice ni más ni menos lo que los demás, nunca hice esto, etc.). Son, dicho de otra manera, la rúbrica de un notable cambio de chaqueta, necesario y forzoso para no perder el estatus ganado en tiempos imperiales.

Pero, dicho esto y tomando las debidas precauciones, la lectura de estas memorias es un caramelo para las personas interesadas en la época o el personaje de Napoleón. Presenciamos sus manías, sus caprichos, sus arranques de furia, el recreo en contemplar las peleas de los demás entre sí, sus dudas y desconfianzas, pero también sus arranques de generosidad. Contemplamos, no sin cierta sorpresa, algunas crisis nerviosas, incluso el miedo, del héroe imperial, al tiempo que sus pequeñas miserias. Descubrimos que no sabía hablar en público y que siempre tenía prisas. También que, forzado a instaurar un ritual monárquico, firmó la sentencia en que se condenó al aburrimiento. Las ceremonias imperiales y la vida cortesana, en efecto, aburrían en exceso a Bonaparte.

Pero también contemplamos las intrigas de los demás Bonaparte. En aquella corte volaban los puñales, que diría uno: maledicencias, rumores, acusaciones, celos, envidias... Josefina era (a decir de Madame de Rémusat) el objetivo de muchos de estos ataques, pero no el único. La política se mezclaba con la alcoba y el poder con la familia. Napoleón no lidió guerra más difícil que ésta y nos cuesta mucho creer que pudo salir vencedor de ella.

Para el público en general, contiene páginas muy interesantes y curiosas. Para el aficionado es una verdadera joya.

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