Paseo y para casa, que se hace tarde



Bartolo se lo estaba pasando la mar de bien yendo de angarillas de aquí para allá por todo el pueblo, acompañado por las autoridades civiles, militares y eclesiásticas (porque España es un Estado aconfesional y tiene que notarse en algo) y arropado por los pasodobles de la banda municipal. ¡Qué suerte tiene Bartolo al viajar sin el martirio de la chirimía en el cogote! Supongo que para martirio tuvo bastante con el suyo, el de morir despellejado, que ya es forma de morir, y que se puso serio con la chirimía, porque sufrir tormento una vez, vale, pero dos ya no. En fin, desconozco los intríngulis del caso.

La cuestión es que Bartolo sólo sufre hacia el mediodía del día 24 por culpa del señor rector, que obsequia a la parroquia con el sermón de la Fiesta Mayor, que no se acaba nunca. Pero compensa el desfile de la tarde, su última vuelta por el pueblo, que finaliza con una entrada en la iglesia donde forman todos los bailes y se queman todos los petardos y algunos fuegos de artificio. 



Ha sabido a poco, piensa Bartolo. Un paseo y para casa, que se hace tarde. Pero ya falta menos para el año que viene, ¿no?

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