La fama de Cheever viene de sus cuentos sobre la clase media norteamericana y sus vidas artificiales en urbanizaciones falsamente paradisíacas. Lo que no es lo que parece, pero bien contado. Era un excelente cuentista, a decir verdad.
Cheever dijo que Falconer se inspiró en un proceso de desintoxicación al que se sometió (fue un alcohólico durante varios años), y no deja de ser una metáfora de ese proceso. Así leída, la novela adquiere un notable interés.
Pero sin saber nada de la vida de Cheever, también resulta un libro que retrata el ingreso en la prisión de Falconer de un maestro de escuela relativamente culto, pero adicto a las drogas, que tiene que cumplir una condena de diez años por haber asesinado a su hermano, matándolo a golpes de atizador. El ambiente carcelario, duro, grotesco, algunas veces surrealista, deja asomar, aquí y allá, fragmentos de extraordinaria belleza y sensibilidad y se puede comprobar que el oficio de su autor era simplemente brillante.
Es una novela muy recomendable, para los connaisseurs de la buena literatura contemporánea.
Me gusta tu reseña quizás pronto lea el libro
ResponderEliminarun abrazo desde la noche de Miami