La jornada del Día del Libro

¿Qué quieren que les diga? Sant Jordi, el Día del Libro, es algo especial. Al menos lo es para mí.


Este año, la especialidad era doble. 

Por un lado, se abría la posibilidad de celebrar esta fiesta después de un año de confinamientos y restricciones. La gente se echó a la calle. Es cierto que las medidas eran restrictivas, que hubo colas y esperas y tal y cual, pero la gente lo agradeció muchísimo, y se veía en el ambiente. Era especialmente notable que las casetas y puntos de venta se descentralizaron y que quienes no eran ni libreros ni editores no pudieron tener un puesto en la calle, lo que expulsó del evento a partidos políticos y agrupaciones cívicas que, la verdad sea dicha y que quede entre nosotros, no sé muy bien qué hacían antes ahí.


Por el otro, salía a la calle con mi libro recién puesto a la venta. Firmé algunos ejemplares de Mujeres de armas tomar y me vi con amigos y familiares que hacía tiempo que no veía. Fue una mañana estupenda.

Y nada, ¡a leer! Que hay mucho libro esperando.

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