Ferrari no ha sido el único a quien las cosas le han ido al revés.
A Dios gracias, nadie se hizo daño.
No me hace ninguna gracia que los bólidos de la Fórmula 1 corran en un país de 600.000 habitantes riquísimos que contratan a 600.000 extranjeros a precio de risa para que hagan todo el trabajo sucio. Si además es un sistema (llamémoslo así) no demasiado democrático, donde se practica la tortura y las mujeres tienen que ir tapadas de arriba abajo, menos. Pero el circo de la Fórmula 1 no tiene manías y si hay que correr en Baréin porque tiene petróleo, pues, se corre en Baréin. A mí me parece mal, pero quién soy yo.
La carrera ha sido otro repaso de Mercedes, que ha ocupado las dos primeras posiciones, y más que hubiera ocupado, si le hubieran dejado, marcha atrás y con una mano atada a la espalda. En cambio, Ferrari ha quedado lejos, muy lejos. Hay que conformarse con la novena y la décima posición. ¡Ay, Señor! ¡Qué mal pinta (otra vez) este año! Si no ocurre un milagro...
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