El ilustre pensador al que se le atribuyen estas diez estrategias.
Ha llegado a mis manos un gráfico con las diez estrategias de manipulación mediática que alguien, el que diseñó el gráfico, atribuye a Noam Chomsky. Las faltas de ortografía las atribuyo yo al diseñador, pero Chomsky es un lingüista famoso por sus reflexiones lingüísticas y también políticas, un tipo al que tener en cuenta, se esté o no se esté de acuerdo con lo que dice. No sé si estas diez estrategias las señaló Chomsky o cualquier otro, pero dan en qué pensar. En el fondo, no importa, porque, ay, me parece verlas cada día que pasa.
Enunciaré esas diez estrategias y ustedes mismos.
1) La distracción. Consiste en desviar la atención del público con información insignificante. Así, la audiencia no se preocupa por temas importantes. El fútbol es un ejemplo de distracción.
2) Crear problemas y proponer soluciones. Crear problemas donde no los había y mostrar la solución a los mismos, que es la conveniente para los intereses de quien ha creado el problema, naturalmente. Así, por ejemplo, se recorta la sanidad pública y se propone privatizarla para que no vaya tan mal.
3) Jugar con el premio o el sacrificio futuro. Se dice que es más fácil aceptar un sacrificio futuro que uno inmediato, aunque el inmediato sea menor. Por lo general, el ser humano prefiere lo inmediato a lo que vendrá, si es bueno, y retrasar lo malo. Se juega con esta preferencia. Por eso es imposible cualquier predicción económica a diez años vista.
4) La gradualidad. Para entendernos, en vez de hacer tal cosa de sopetón, hágase poquito a poco y nadie se dará cuenta. Mejor si se hace a la chita callando y sin ruido. La privatización de los servicios públicos y la pérdida de derechos sociales sigue esta estrategia. Véase otra vez el ejemplo de la sanidad pública en Cataluña.
5) Tratar al público como menor de edad. Más exactamente, se trata de tratar al común como si no tuviera capacidad de raciocinio ni criterio propio, simplificando y resumiendo lo que merece una seria reflexión, presentándolo como si fuera elemental e indiscutible. Como haríamos con un niño. El debate sobre el famoso pero inefable derecho a decidir es un ejemplo evidente, pero hay muchos, muchísimos más.
6) El predominio del pensamiento emocional frente al pensamiento crítico. La emoción puede al sentido común. Hay que fomentar el miedo, el odio, la vanidad, hay que favorecer lo impulsivo y compulsivo y no dejar espacio a la reflexión. El populismo se basa en este principio. Nada como un enemigo para manipular al público. Nada como dar alas a la creencia de que uno es el mejor y los demás, un estorbo. Etc.
7) Ignorancia y mediocridad. ¡Ay, Señor...! ¡Cuánto hay de esto! Todo consiste en impedir que el público desarrolle su capacidad crítica y su formación. La excelencia es peligrosa para el poder si no forma parte del poder. Hay que fomentar un pensamiento uniforme y no demasiado complicado. Quien se salga de los parámetros establecidos no será brillante, sino sospechoso, peligroso, raro. Se confunde la igualdad de derechos y oportunidades con la mediocridad, cuando esta igualdad tendría que servir para conseguir que lo mejor salga a la luz, allá donde esté.
8) Conseguir que lo estúpido, vulgar e inculto sea lo normal. Mejor, que sea una moda. Que Pilar Rahola pase por persona digna de ser oída y leída, por ejemplo, y no prosigo, porque son tantos más los ejemplos de esto y lo otro que no acabaríamos nunca.
9) Reforzar la autoculpabilidad. ¿Se acuerdan de la frase Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades? Pues, eso. De entrada, nadie puede vivir por encima de sus posibilidades, porque sería imposible; pero ¿qué más da? Los que jugaron con nuestro dinero se sacan las pulgas de encima y nos someten mediante una censura que nos aplicamos nosotros a nosotros mismos.
10) Finalmente, conocer a la audiencia mejor de como la audiencia se conoce a sí misma. Eso es posible, porque nosotros creemos que somos tal cosa y en verdad somos otra muy diferente. La estadística, la demoscopia, la psicología y la sociología nos proporcionan sobrados ejemplos de ello. También, lo que nos rodea. Por ejemplo, el catalán medio se cree progresista y de izquierdas, cuando es conservador y de derechas. Sabiéndolo, será más fácil engañarle y hacerle ver, por ejemplo, que el Barcelona World será chachi, la privatización de la sanidad pública, razonable y que ceder nuestros impuestos a los que menos tienen es algo que no puede tolerarse.
Como imaginarás, Chomsky no es santo de mi devoción pero el decálogo es brillante.
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