Comenzaron y prosiguen las obras sin permiso.
Hoy sale el diario El País con una noticia que no es nueva, que no deja de ser noticia recurrente. A decir del periódico y tal como es sabido desde hace mucho tiempo, la basílica de la Sagrada Familia no tiene permiso de obras. Así, tal cual.
José Ángel Montañés, el reportero, afirma que en el Registro de la Propiedad número 22 de Barcelona sólo consta como solar, como terreno edificable de 14.781 metros cuadrados. La Diócesis de Barcelona es la propietaria del solar, pero sólo lo es desde 1995.
Siguen las irregularidades: Como ya he dicho, no tiene permiso de obras. Se solicitó en 1882, cuatro años después de haberse iniciado las obras. Se dio la orden de tramitar el permiso... pero no se tramitó. Gaudí modificó el proyecto original, se avisó al Ayuntamiento de Barcelona... y nada. Hay más.
El edificio es un Bien Cultural de Interés Nacional. Es decir, toque usted una piedra y se le echará encima la caballería. En otras palabras, cualquier obra en este edificio tiene que estar supervisada por los técnicos de la Generalidad de Cataluña. Ahora bien, el reportero de El País nos sale con un dato escalofriante: el Departamento de Cultura catalán no supervisa las obras porque, asegura, no se toca ni la cripta ni la fachada de la Natividad, que son de Gaudí. El resto, no es de su incumbencia. Tal cual, con dos bemoles.
Pero ¿cómo saben en Cultura que no se tocan las partes de Gaudí si no supervisan las obras? De hecho, hay esculturas nuevas en esa fachada gaudiniana, pero ¿qué importa? El edificio nunca ha sido valorado por la Comisión de Patrimonio, por lo tanto, ya se apañarán. ¡Como lo oyen! Irregularidad sobre irregularidad, avanzan las obras de un proyecto que no es más que la interpretación del proyecto original, perdido y reconstruido hipotéticamente.
Se supone que Gaudí pensaba en algo parecido a esto.
Sólo se supone.
La Sagrada Familia es un negocio. Las entradas para visitarla consiguen 25 millones de euros al año para las obras y éstas prosiguen al margen de la ley y a buen ritmo. La calle Mallorca ha perdido medio metro de calzada por el morro, es decir, por ocho columnas del templo. ¿Creen que hubo aviso, sanción, reprimenda...? Nada, nada, no hubo nada. Los de la casa de enfrente ven cómo se acerca el enemigo.
El templo ya invade, sin permiso, la calle Mallorca.
Porque el templo expiatorio tiene previsto expandirse hacia la calle Mallorca y arrasar con todo lo que encuentre por el camino. Es decir, quiere derribar el hogar de tres mil familias, pues la fachada principal caería sobre la calle Mallorca, la atravesaría y necesitaría enfrente una gran explanada hasta la calle Diagonal. Eso implica echar de sus casas a mucha gente, como ya he dicho. Parece ser que se abrió esa posibilidad en 1976, antes de la democracia en España (y Barcelona), antes de la separación entre la Iglesia y el Estado. Que yo sepa, nadie se preocupa de esta pobre gente.
La idea de los promotores del templo es arrasar todo lo que pillen por delante.
A ver qué pasará. Yo, qué quieren que les diga, estoy a favor de los vecinos amenazados. Que se queden donde están y si no hay más remedio que echarlos a la calle y derribar sus casas, que les paguen una señora indemnización de Padre y Señor mío, de ésas que permiten una jubilación anticipada y afortunada a cualquiera, además de entregarles un nuevo hogar en el barrio, lo más cerca posible de su antigua residencia. Ah, y que corra con los gastos el templo, no el Ayuntamiento de Barcelona. Como mínimo, esto.
Las catedrales son famosas por cambiar el proyecto original y no veo por qué la Sagrada Familia tiene que ser diferente y por qué se le tiene que dar permiso para andar derribando parte del barrio. En cualquier caso, la Iglesia no tiene derecho a saltarse la ley del César cuando trata cosas del César y si no es la Iglesia, sino un negocio turístico de docenas de millones de euros al año, más todavía. Me da que podrían pagar mucho dinero de indemnizaciones y una buena multa por construir sin permiso, además de una buena porción de impuestos para el bien del común. Porque sus ingresos lo permiten.
Qué pensarían ustedes si levantara el BCN World sin permiso en medio de Barcelona, invadiera las aceras con la obra y amenazara a echar a miles de personas de su hogar porque sí. La basílica no será un casino, verdad, pero ¿qué otra diferencia hay?
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