Al final, llegó el 11 de septiembre de 1802.
Después de tantos trabajos y preparativos, Barcelona iba a recibir la visita de los reyes de España. Nadie negará los nervios de las autoridades, comenzando por el alcalde y corregidor y acabando en el capitán general y el señor obispo. Pero la tensión era más que evidente entre los burgueses de la Junta de Comercio y Fábrica y la Junta de Colegios y Gremios, que habían echado el resto para que Barcelona luciera como nunca y celebrara apoteósica y triunfalmente la visita de Carlos IV. También, para ver cuál de las dos juntas conseguía vencer a la otra. ¿Cuánto dinero les había costado la broma? ¡Mejor no saberlo!
La población se había echado a la calle. Nunca antes se había reunido tanta gente en Barcelona para celebrar algo. Si hacemos caso de las crónicas y diarios de la época, la manifestación popular del 11 de septiembre de 1802 fue la más numerosa y multitudinaria de la historia de Barcelona hasta entonces y me atrevo a decir que todavía no ha sido superada. Si medimos el tanto por ciento de la población de Barcelona que salió a la calle o el tanto por ciento de superficie de la ciudad que ocupó la muchedumbre, el recibimiento a los reyes de España del 11 de septiembre de 1802 supera a las grandes manifestaciones del siglo XX y XXI. No nos cabe la menor duda de ello y a las pruebas me remito.
Los primeros en llegar fueron los reyes de España, el 11 de septiembre. Su desembarco fue el inicio de las fiestas, y el acontecimiento sin duda más sonado de todos. Iban a encontrarse una Barcelona de ensueño.
No sabían si la armada que traía a Sus Majestades arribaría a puerto por la mañana o por la tarde. Por ello, la iluminación del acontecimiento preocupó, y mucho, a los organizadores. Se repartieron centenares de hachas y linternas entre los miembros de la comitiva que acompañaría a los reyes en su paseo por la ciudad. Se repartieron lucernarias por todas las calles y los soldados que formarían a lo largo de la carrera también portarían luces.
La Junta de Comercio había ofrecido tres premios, de 300, 200 y 100 libras (una fortuna) a los Individuos que por sí ó su mediación sobresalgan en el adorno ó iluminación de la carrera (sic). La reciente guerra contra los ingleses había vaciado los almacenes de telas y el pueblo lo tenía difícil para decorar las calles. Por eso mismo, la Junta de Comercio publicó que (copio) los señores D. Juan Rull y D. Joachin Espalter y Rosás, prestarán un cierto número de piezas en blanco ó pintadas, siempre que se las pida con este objeto sugeto de conocida responsabilidad. Ellos correrían con los gastos, en suma.
La que sería residencia de los reyes en Barcelona, en 1802.
El Diario de Barcelona (n.º 250, de 8 de septiembre de 1802, en las páginas 1101 a 1102) publicó la ruta que iba a seguir la comitiva real y ciudadana desde el desembarco hasta el que sería palacio real, en la que hoy es la Plaza [del] Palacio. Sería:
Puerta y calle de San Antonio: calle del Padró: plazuela de S. Lázaro, con su Pirámide de Santa Eulalia: calle del Carmen: toda la Rambla: á las Reales Atarazanas: Fundición de Cañones á la derecha e izquierda, enfrente de la muralla del Mar; continuando por el Dormitorio de San Francisco: plaza de dicho Santo: Intendencia, Contaduría y Tesorería á la izquierda: calle Ancha: Fustería: plaza de S. Sebastián: Encantes, á la derecha la Casa Lonja, edificio suntuoso: plaza de Palacio á su frente: á la derecha la Real Aduana, con su magnífico Pasadizo o Puente, uniéndola con el Real Palacio, para la mayor comodidad de las Reales Moradas de SS. MM. y AA., durante su residencia en esta ciudad.
A lo largo del camino se habían levantado lo que se llaman monumentos efímeros, como los que hoy se levantan en una Feria de Muestras, edificios y monumentos destinados a vivir una intensa gloria antes de ser derruidos en cosa de días. La Junta de Comercio y Fábrica (estatalista, progresista) hizo unos y la Junta de Colegios y Gremios (foralista, conservadora), otros. ¿Cuáles serían más celebrados?
En esta exposición se mostraron algunos de los monumentos efímeros más notables de Barcelona entre 1500 y 1900. Ni que decir tiene que algunos de los más espectaculares fueron los que se levantaron para recibir a los reyes de España el 11 de septiembre de 1802. En la imagen inferior, parte de la exposición destinada a tal visita.
En los Expedientes de Ceremonial del Ayuntamiento (caja n.º 7 del año 1802, en el Archivo Municipal de Historia de Barcelona) se describen las obras que levantó la Junta de Comercio y Fábrica:
[...] sin perdonar gasto hicieron construir en el extremo del Paseo de la Rambla frente de las mismas Atarazanas, dos templos con un Arco Yris sobre quatro colunas de 10 ps. [pies, es decir, unos tres metros] cada una de orden corintio, y el otro de orden dorico devidamente adornados, y dos Estatuas de 14 ps. [4,5 m] cada una representando el Dios Marte y la Diosa Yris colocadas sobre sus correspondientes pedestales [...]
[...] la Casa del Sor. Yntendente estaba exteriormente colgada de lienzos pintados finos de lo mejor, y al centro de otra Plaza se colocó otro templo de orden corintio de 12 colunas de 30 ps. [9 m] cada una, y en medio la Estatua de la Diosa Minerva sobre un pedestal, y basas correspondientes con su graderia, rematando el edificio con proporcionados jarros. [...]
[...] y los Encantes, en cuia Plaza se hallaban colocadas quatro angulas socolos del mismo alto formando un octagono con conos coronados de quatro copas ricamente adornadas, y sobre la Escalinata se Elevaba un Pedron de 25 ps. [8 m] de alto de figura octagona, y en las quatro Caras escudos de Armas Reals, con quatro jarros en los otros tantos angulas rompidos: Sobre el Pedron estaba una Estatua de 14 ps. [4,5 m] que figuraba la España con su pedestal, y adornos correspondientes en el todo. [...]
Grabado conmemorativo de la visita de los reyes y toda su familia a Barcelona patrocinado por la Junta de Comercio y Fábrica. Las ramas del árbol dibujan los perfiles de los miembros de la familia y el texto habla de un robusto y vigoroso árbol que representa la Monarquía, bajo cuya sombra se cobija el valor, la pericia, el comercio, la industria...
En suma, la Junta de Comercio se había gastado lo que tenía y lo que no tenía en decorar la ciudad. Se dice (y cito) que Lo perentorio del tiempo en medio de la multitud de objetos a que debieron atender los artistas de esta Capital no permitió saliesen todos los adornos de la carrera tan acabados como se deseaba, aunque nada se aorró para conseguirlo.
La competencia conservadora no se había quedado atrás. La Junta de Colegios y Gremios también echó el resto. Cito la Noticia individual de la entrada de las reyes nuestros señores y real .familia en la ciudad de Barcelona, la tarde del once de septiembre del presente año de mil ochocientos dos. Escrita par encargo de la Comisión de Obsequios de los Colegios y Gremios de la misma. Dice:
[...] erigióse en la Rambla y entrada del paseo por la parte de Belén un magnífico y vistoso Arco alegórico, alusivo a la Paz, colocadas en los pedestales Figuras representando Nápoles y Etruria: púsose entre la Iglesia de San Lázaro y el Padron un robusto y copado árbol de perspectiva, al pie del qual estaba Cataluña, descubriéndose entre la frondosidad de las ramas los escudos de Aragón y Castilla, para simbolizar el enlace del Conde de Barcelona Don Ramón Berenguer IV con Doña Petronila de Aragón, y el de Don Fernando Segundo con Doña Isabel de Castilla: y a la mitad del camino de la Cruz Cubierta (que a costas de las mismas Corporaciones se había hermoseado con arcos y estatuas) se dispuso una Glorieta, octágona, de cien palmos de diámetro [20-25 m] con quarenta y cinto de altura [10 m]; las dos fachadas de orden corintio, y lo interior de orden dórico; distribuida en doce arcos con sus correspondientes colgaduras. [...]
Documento rarísimo, un grabado que describe los principales agasajos de la Junta de Colegios y Gremios a Sus Augustas Majestades (sic) y que además describe el recorrido de la carrera por Barcelona. Arriba a la derecha, el Carro Triunfal del que hablaremos en el siguiente capítulo.
La Junta de Colegios y Gremios lanzaría una pedorreta a la Junta de Comercio al añadir: Este fue el lugar glorioso donde los Colegios y Gremios de Barcelona no solo tuvieron el consuelo de ver las Reales Personas y de ser los primeros en ofrecer homenage a SS. MM.; sino que recibieron la prueba más segura del paternal amor que les profesan Nuestros Soberanos.
Sin embargo, la derrota de la Junta de Comercio y Fábrica en esta singular competición estaba por llegar de la mano de un carromato.
En efecto, la Junta de Colegios y Gremios de Barcelona, una institución de origen medieval, de las pocas que había sobrevivido al Decreto de Nueva Planta, la esencia del Tercer Estado en Cataluña como siempre se había entendido, catalanísima, ensimismada, conservadora y aferradísima a los fueros... La Junta de Colegios y Gremios, decía, ofreció a Sus Majestades un Carro Triunfal.
Y de ese carro hablaremos en el siguiente capítulo.
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