Caca o chocolate


ERCiU están por repartirse el pastel.

Recuérdese: Cuatro veces, cuatro, solicitaron la comparecencia del señor Mas los parlamentarios de la Comisión Pujol (que se llame luego como se quiera, oficialmente). Cuatro, insisto. Y ERC se negó las cuatro. Porque ahora es ERCiU, ya saben, y hace tiempo que viene siéndolo.

ERC y CiU peleándose por el chocolate.
Al final, ¿quién se lo comerá?

Pero las aguas bajan revueltas y la alianza ERCiU es en verdad una pelea a cara de perro. ¿Quién se quedará con el pastel, tú o yo, cuando esto termine? De eso va todo, es evidente, y no hay más. Pues, algo debió de cocerse en la última reunión que tuvieron para ponerse de acuerdo (¡ja!), que a la salida aceptaron (a la quinta va la vencida) que el señor Mas tuviera que presentarse en la comisión antes dicha. ¡Cómo será una de esas reuniones! De vergüenza ajena, imagino.

Razones para que declare y responda el señor Mas (algo que no hará, ya les digo yo ahora), razones, decía, no faltan. Su única experiencia lejos de la Generalitat fue a las órdenes de una empresa del señor Prenafeta, donde conoció a los hijos de su papá político, Pujol. Era consejero en los tiempos de las prácticas tresporcentuales, un alto cargo del partido, el hijo político del ladrón confeso Pujol, luego se convirtió en presidente del partido... del partido que acabó hasta el sobaco de mierda (perdón) por el caso Palau. Era también el tipo que accedió a las peticiones del hijo biológico de su papá político, Oriol Pujol, en el caso ITV, para poner las cosas fáciles a unas empresas que dejaron a miles de catalanes en el paro con su permiso y beneplácito. 

Como se está viendo, son capaces de cualquier cosa por llevarse todo el chocolate.

El asesor personal del señor Mas en sanidad pública ha sido el señor Prat, directivo de la sanidad privada mientras era presidente del Instituto Catalán de la Salud (!?) e imputado por el caso Innova, y siguió siendo asesor aún imputado y reconocida su baja catadura moral. Otros altos cargos de su gobierno andan metidos en asuntos muy feos; sólo hay que mirar hacia Puig, hacia los nuevos cargos de la Oficina Antifraude (qué triste paradoja) y hacia don Baudilio Ruiz y sus secuaces, por ejemplo. Etcétera. 

En suma, ¡es el mandamás de una cueva de ladrones! ¿Que no sabe que son ladrones? Que se vaya, por tonto e inútil. ¿Que lo sabe? Peor. En fin, es un suma y sigue que es un empezar y un no acabar y que el señor Mas no se presentara en la dicha comisión no tenía excusa posible.

A la vista del chocolate, todo son prisas.

Pues, no quería presentarse, no quería, decía que no tenía nada que decir, nada que declarar, nada que explicar y nada que ocultar (sic) y de repente, de un día al otro, va y escribe una carta a la Presidenta del Parlamento de Cataluña pidiéndole por favor, por favor, declarar lo antes posible, cuanto antes mejor, en menos de quince días. ¿A qué, de repente, tantas prisas?

Sabemos qué ocurrirá. Querrá sacarse bien pronto de encima la murga de la sospecha y salir a la palestra con su cara de cemento y esa soberbia tan propia del personaje. Lo que quieren ustedes, dirá, es ir contra Cataluña, y tal dirá, como dijo Pujol, su papá político, cuando lo pillaron robando millones y millones a los socios de Banca Catalana en particular y a todos los españoles en general. Hará como su papá político, se envolverá en la bandera como una barrita de chocolate se envuelve en papel de aluminio, para no ensuciarse.

Porque ya ha anunciado elecciones y no es de recibo que el Líder del Pueblo que señala con Su Dedo el Camino hacia la Libertad muestre un dedo lleno de caca. Porque eso que ven no es chocolate, ya les digo yo, por mucho que venga envuelto.

Mientras tanto, hay que sumar a las prisas el olvido. El padre político del señor Mas, el señor Pujol, no se acuerda de nada delante de los jueces. Sus seguidores salen a defenderlo diciendo que la historia sabrá juzgarlo a la luz de sus servicios a la patria (sic) y se olvidará (también) de sus pecadillos, que no son nada al lado de tantos méritos. Porque aunque parezca caca, eso que ven es chocolate, insisten. 

Sea lo que sea, es un marrón de cuidado, del que no se va a librar fácilmente, y ya veremos quién se lo come.

Se lo tendrán que comer con patatas.
Éste, en el restaurante Modern Toilet.

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