Igualito que aquí


El sinvergüenza bávaro.

No diré quién es quién por no meter a nadie en líos. Tengo un amigo periodista que una vez, al principio de su carrera, entrevistó a un político de mediana importancia. Cuando regresó a la redacción, le esperaba el redactor jefe con unas risas. Ha llamado Fulanito, dijo, y me ha pedido que te despida. No le ha gustado nada que le preguntaras esto y aquello.

Fulanito no consiguió que echaran de patitas en la calle a mi amigo, pero la entrevista que éste pudo hacerle salió publicada con varios recortes. A mí, esta historia me pone de los nervios, pero mi amigo periodista se encoge de hombros. No sé por qué te escandalizas, me dice, si es el pan de cada día.

Estos días se ha conocido un caso similar en Baviera, donde manda el CSU, un partido de la fila de la primera ministra Merkel o nuestros presidentes Mas o Rajoy.

El pasado domingo, Hans Michael Strepp, portavoz del CSU, llamó al telediario de la cadena ZDF para que no emitieran la elección de Christian Ude, alcalde de Munich, como primer candidato del SPD (el partido socialdemócrata). El CSU lleva gobernando Baviera desde siempre, como CiU Cataluña, para entendernos, y resulta que el SPD se les está acercando demasiado en intención de voto.

Herr Strepp telefoneó a los periodistas y les dijo que como emitieran el congreso del SPD se iban a arrepentir. Ya saben, los amenazó con las consecuencias (nunca dicen qué consecuencias son). Luego envió mensajes por teléfono a varios periodistas de la televisión. Su celo censor se conoció tres días después, cuando un periódico publicó la noticia. Al día siguiente, había dimitido en medio del más tremebundo escándalo.

El caso ha hecho mucho daño a su partido, el CSU. Tanto el presidente de Baviera como el secretario general del partido ahora dicen ¡Yo no he sido! ¡Yo no he sido! La pregunta es si el portavoz Strepp hacía lo que hacía siempre y ahora que se ha descubierto, zas, lo han sacrificado públicamente para aplacar las iras del común o si hizo lo que hizo en este caso cumpliendo órdenes. Que lo hiciera sin pedir permiso es posible, pero es también de gilipollas, y entonces uno se pregunta por qué la CSU elige a un portavoz tan idiota. Malo, en cualquier caso.

Peor todavía, la televisión está controlada por funcionarios escogidos por los partidos políticos que mandan en Baviera. Existe un control ideológico de la televisión y es más fácil censurar desde dentro que desde fuera. Eso ha irritado todavía más a los bávaros, que insinúan que el portavoz del CSU hizo algo feo y encima lo hizo mal. No hacía falta que llamara a los periodistas, para humillarlos otra vez, dicen.

Observen los paralelismos en nuestra casa. Tanto en Madrid como en Barcelona manda un partido de la misma filiación que el CSU. En ambos casos, el portavoz del gobierno (dejemos el partido a un lado, el del gobierno) es un personaje limitado que vende la imagen de un correveidile mediocre, al estilo del señor Strepp. Nadie duda que este portavoz llama a la televisión pública para decirles lo que tienen o no tienen que hacer. Etc.

En Baviera, se monta un pollo y el fulano dimite al día siguiente. Aquí, ya ven.

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