Los tanques volantes en los ejércitos del Eje


La Italia fascista rendía culto a la ingeniería. Quizá no me crean, pero algunos de los diseños más avanzados y atrevidos en carros de combate y vehículos militares a caballo entre 1920 y 1939 fueron italianos. Algunos fueron verdaderos e inútiles cachivaches, pero algunos otros, no. Sin embargo, que yo sepa, la idea del tanque volante nunca interesó a los italianos.

Los alemanes, en cambio, mostraron más interés en este asunto. Por varias razones. Una, porque estaban pensando en un tipo de guerra donde los paracaidistas y los carros de combate, cada uno en lo suyo, tenían un papel protagonista. Dos, porque Hitler en particular y los jerarcas nazis en general se sentían fascinados por las llamadas armas maravillosas, entre las que contar cohetes, tanques superpesados y aviones gigantes. Durante la guerra, diseñaron y volaron aviones a reacción y bombas dirigidas, por ejemplo, pero también se desperdiciaron muchísimos recursos en superarmas completamente inútiles, pero, eso sí, fabulosas, y su historia sería el cuento de nunca acabar.

Con todo, hay que decir que tampoco se tomaron en serio lo de ponerle alas a un tanque, pero sí lo de hacer superaviones capaces de llevar tanques en la bodega de carga, y de ellos hablaremos.

Paracaidistas alemanes descargando una motocicleta en Creta, en 1941. La transportaba un Junkers Ju 52, el aeroplano de transporte estándar de la Luftwaffe.

Los paracaidistas dependían directamente de la Luftwaffe (la fuerza aérea) y no del ejército y por eso mismo podían hacerse con armamento especial, a propósito para sus cosas: uniformes, fusiles, cañones... y la Kettenrad. Kettenrad para los amigos, porque en verdad es el Sonderkraftfahrzeug (Sd.Kfz.) 2 Kleines Kettenkraftrad HK 101. Traducido, una pequeña motocicleta sobre orugas para usos especiales. No es un tanque, aunque vaya sobre orugas, sino un tractor ligero que diseñó y construyó NSU Werke AG en 1939. Pesaba poco más de tonelada y media y tenía un motor de 36 CV de Opel. Cabía en un aeroplano, en un planeador o podía ser lanzada en paracaídas. 

Una Kettenrad adaptada para tender líneas de cable telefónico, en el frente ruso.

Fue empleado por primera vez en el frente ruso, en 1941, y luego en África. Se empleaban para arrastrar cargas sobre remolques, cañones contracarro, cable telefónico, incluso para mover los aviones en un aeropuerto. Se construyeron más de 8.300 entre 1941 y 1944 y después de la guerra unas 550 más, para emplearse como maquinaria agrícola (sic), pues eran excelentes tractores. 

Un Me 323 y un rebaño de ovejas, probablemente en Túnez.
No se lo creerán, pero luego embarcaron todas en el avión ¡y se las llevaron!

¡Dejemos a un lado la Kettenrad! Decíamos que la idea de los alemanes era la de construir aviones o planeadores gigantescos, capaces de cargar con un carro de combate. En 1940, pensando en invadir la Gran Bretaña, Hitler preguntó si habían previsto lanzar carros de combate sobre Inglaterra para apoyar a los paracaidistas. Dicen que de ahí surgió la idea, aunque lo cierto es que llevaba madurando un tiempo en la cabeza de los ingenieros aeronáuticos. 

Un planeador pesado alemán Gotha Go 242 remolcado por un He 111 Z1 Zwilling.
Este planeador podía cargar con tres toneladas en su bodega.

Lo de desembarcar en Inglaterra no pudo ser y se pusieron a invadir la Unión Soviética. De repente, las necesidades del transporte aéreo se dispararon y la idea de transportar cargas pesadas a grandes distancias en grandísimos aviones dejó de ser estúpida y se volvió interesante. Ahí se tomaron en serio la idea y la desarrollaron muy deprisa. El programa de construcción de grandes planeadores (Projekt Warschau o Proyecto Varsovia) se convirtió en prioritario.

De ahí salieron dos diseños, el Me 321 (y 323) Gigant y el Ju 322 Mammut.

Fíjense. El Me 321 era tan grande que tenían que remolcarlo tres Me 110 bimotores y ayudarse de cohetes durante el despegue.

El Messerschmitt Me 321 Gigant voló por primera vez en febrero de 1941 y se construyeron alrededor de doscientos. Una estructura de tubos de acero, listones de madera y tela para las alas ayudó a fabricarlo en serie. Era un Grossraumlastensegler o planeador para cargas pesadas, y vaya si eran pesadas. Su área de carga era de cien metros cuadrados y se procuró que tuviera las mismas dimensiones que un vagón de carga estándar del ferrocarril alemán. Del tren al planeador en un periquete. Lo mejor, que podía llevar 23 toneladas de carga (o 130 soldados con su equipo). Cabía un tanque, por si preguntan.

¡Despegando! Un He 111 Z1 Zwilling arrastra a un Me 231 Gigant.

Lo peor, que era pesado y torpe. Tenía que aterrizar con ayuda de paracaídas y no podía volar a más de 160 km/h. El tren de aterrizaje servía para despegar y luego aterrizaba sobre patines. Se diseñaron unos cohetes para empujarlo durante el despegue, porque, si no... Era tan pesado que no había aviones capaces de remolcarlo en condiciones. Improvisaron un remolcador, el Heinkel He 111 Zwilling, juntando dos bombarderos y soldándolos entre sí. Una locura. Pero voló y cumplió con lo que se esperaba de él.

Su mayor despliegue fue en la batalla de Stalingrado, cuando quiso abastecerse por aire al grupo de ejército de Von Paulus, pero también se empleó en el Mediterráneo. Al final de la guerra, entre que ya quedaban pocos y que los aliados o los soviéticos dominaban el espacio aéreo, dejó de emplearse y se desguazaron la mayoría de estos planeadores.

Una fotografía del Bundesarchiv que nos muestra lo grande y feo que era el Me 232.

Alguien tuvo la idea de ponerle motores al planeador y en abril de 1942 despegaba el primer Messerschmitt Me 323 Gigant. Se emplearon motores fabricados en Francia, los Gnome GR14N radiales de 990 CV, porque no servían para otra cosa. Al principio fueron cuatro motores, pero al final pusieron seis, tres en cada ala. Porque el de cuatro motores seguía necesitando un remolcador para despegar (sic) y el de seis a veces también, o un puñado de cohetes. 

Otra fotografía del Bundesarchiv. El Me 232 como avión ambulancia.
Se construyeron pocos, pero se emplearon intensivamente, hasta que no quedó ni uno en servicio.

En vuelo pasaba apenas de los 200 km/h. Resultó ser un aparato muy resistente y capaz de resistir mucho maltrato. Se construyeron más de 200 y fueron empleados en Rusia y África, principalmente. Hacia finales de 1944 ya no quedaba ninguno entero y apenas han sobrevivido un par de alas que se conservan en un museo, en Alemania.

Efectivamente, ¡podía cargar con un carro de combate!
En este caso, un Marder II, un cazacarros.
Se trata, seguramente, de un aérodromo de Túnez, a principios de 1943.

Al poner motores, se redujo la carga útil del aparato, que pasó de 23 a 10 o 12 toneladas, pero aún así podía llevar en su panza dos camiones de cuatro toneladas o una pieza de artillería con munición y artilleros. Incluso algunos carros de combate ligeros. 

Comparación de la envergadura del Mammut, el Gigant y el Horsa, un planeador pesado americano.

El Junkers Ju 322 Mammut no tuvo ni de lejos tanto éxito. Tenía forma de ala volante y era más grande, en todos los sentidos, que el Gigant. Se construyeron dos prototipos, el V1 y el V2, pero sólo voló uno de ellos, el V1, por primera vez en abril de 1941. Tenía una ventaja sobre el Me 321 Gigant y ésta era que estaba construido todo de madera, que no era un material estratégico. Los ingenieros de Junkers prometían que el planeador podría llevar 20 toneladas de carga, ahí es nada.

Hay muy pocas fotografías del Mammut. Ésta es la más famosa.

Pero los ingenieros de Junkers no habían trabajado nunca con tanta madera y visto cómo funcionaba el prototipo tuvieron que hacer cambios y más cambios y la capacidad de carga acabó en la mitad, en 11 toneladas. El problema más serio fue que la carga tenía tendencia a deslizarse hacia delante y salir despedida por el morro en pleno vuelo, algo que no se recomienda. 

En su primer vuelo de pruebas, casi se produce una tragedia. El planeador pilló una corriente de aire y se elevó más que el remolcador, tirando de él hacia arriba, como una cometa tiraría del cometista. ¡Pero como era tan grande...! De poco que no se van todos abajo, porque se atascó el cable y no había manera de soltarlo. Después del susto y tras varias pruebas más, se abandonó el proyecto. El Mammut no volaba bien y su estructura era débil. La sorpresa fue descubrir que se habían construido dos prototipos... y 92 planeadores más, a medio terminar en la cadena de montaje. Los de Junkers tenían prisa en cobrar, por lo que se ve.

Ahora toca hablar de los japoneses. 

Estos sí que construyeron un tanque volante. Eso sí, uno solo, un prototipo. Fue en 1944 y se sabe relativamente poco del artefacto. Era el tanque ligero especial número 3 Ku-Ro, basado en un tanque ligero ya existente, el Tipo 98 Ke-Ni. El proyecto era de Mitsubishi, que sabía de aviones.

Ahí lo tienen. Da miedo sólo verlo. 
¿Se lo imaginan planeando hacia ustedes?
Peor todavía, ¿se imaginan pilotándolo?

El tanque pesaba poco, pero se aligeró todavía más. Si el modelo normal pesaba algo más de 7 toneladas, el Ku-Ro se quedó en 2,9 toneladas. Se redujo el blindaje, se redujo la tripulación del carro, se quitaron las ametralladoras... Sólo quedó un cañoncito de 37 mm. Se le montó un planeador, el Maeda Ku-6, que pesaba 700 kg y que había sido diseñado pensando en el tanque. Tenía 22 metros de envergadura y tenía que ser arrastrado por un bombardero Mitsubishi Ki-21. Como las cadenas del carro de combate no podían servir ni para el despegue ni para el aterrizaje, se le montaron unos patines que al llegar al destino podían quitarse con facilidad. 

¿Se probó? ¿Voló? Lo más importante, ¿cómo aterrizó? Chi lo sà! Pero ahí queda eso. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario