El Ayuntamiento de Barcelona y la Generalidad de Cataluña han convocado una manifestación el día 26 para honrar a las víctimas del atentado del pasado jueves. Todavía se debaten entre la vida y la muerte una docena de personas y ya se apuñalan las autoridades para ver quién y cómo preside la marcha y la CUP ya ha dicho que, si éste va, no voy yo, señalando al rey.
Una manifestación ciudadana será difícil que acabe con el fanatismo, pero servirá para canalizar el duelo colectivo y es un homenaje a las víctimas, por un lado, y a las personas que sobrevivieron al ataque, a sus allegados, y a aquéllas que dieron y están dando lo mejor de sí para ayudarlas, sanarlas, consolarlas, para combatir el mal que habita entre nosotros y que tanto nos consterna y duele. A estos actos se acude dejando en casa las diferencias políticas e ideológicas, porque es más fuerte lo que nos une, que es o tendría que ser el respeto por el prójimo y sus derechos, como también, principalmente, un gesto de consuelo y apoyo para los que tenemos que tragar con esta amargura.
En este caso, decir que si éste va, yo no voy, o andar a bofetadas por ver quién y en qué orden preside la marcha, es una vileza mayúscula.
Los ciudadanos no nos merecemos esto.
Nota al margen:
Cada cual se arrima a su ascua y la CUP y algunos más aprovechan la ocasión para señalar qué mala es España. No faltan los que hacen lo mismo señalando en dirección contraria. Es la vileza de la que hablaba.
Se señala al rey como cómplice de la venta de armas a Arabia Saudita, que patrocina el integrismo islámico en todo el mundo (y provoca matanzas horribles en Yemen, ahora mismo, de la que tan poco se habla). El rey es un mandao que sigue las instrucciones del Gobierno de España y, en efecto, uno tendría que preguntarse por qué los españoles vendemos armas a un gobierno y a un Estado como el saudí, el qatarí, etcétera. Es un tema complejo y desagradable, lleno de dólares, petróleo y alquitrán. Lo dejo aquí.
Pero quizá también sería bueno preguntarse cuántos empresarios catalanes se benefician de estas ventas (especialmente, en el sector de la electrónica), o por qué nadie dice nada cuando el F.C. Barcelona hace (o hacía) negocios de cientos de millones de euros con Qatar, que también patrocina el integrismo y es propietaria de hoteles y bienes inmuebles en Barcelona, o cuántas figuras públicas de todos conocidas han hecho negocios a su costa. Vamos, digo yo. Y no son pocos.
Si vamos de hipócritas, vamos de hipócritas; si vamos a todas, vamos a todas, y aquí no queda ni Dios.
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