Mi sable y la medallita.
En la Escola Hongaresa d'Esgrima hacemos de vez en cuando torneos a los que asisten tiradores de todas las sedes del club. He ido a varios torneos de éstos, porque es donde más aprende uno. Tiras con gente con la que no tiras habitualmente y vives la tensión de una competición. Por cierto, tan tranquilo que me ven en la sala de armas cada día y qué nervioso me veo en competición. Hasta el momento, rara vez había llegado a los cuartos de final y me quedaba en la parte media de la tabla. Ayer, por primera vez, pude dominar la inquietud de una competición y obtuve por ello una recompensa, una honrosa tercera posición en el torneo.
Aquí me tienen atacando a un tirador que ha dispuesto una línea.
Partía en segunda, batí con cuarta e hice fondo a cabeza.
A ver, no piensen ahora que soy un campeón de nada. Es una competición entre aficionados y un día se gana y otro se pierde. Tuve suerte, quizá. Pero me hizo mucha ilusión, qué quieren que les diga. Además, me lo pasé muy bien, y eso es lo que importa.
Te felicito.
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