Giorgio Bassani escribió El jardín de los Finzi-Contini entre 1958 y 1961. Es una novela tranquila, sin prisas, que transcurre en una ciudad de provincias, Ferrara, y alrededor de una familia riquísima, los Finzi-Contini. La cuestión es que el narrador se enamora de Micòl, la hija de esta gran familia, y ésa es la excusa perfecta para describir esa lenta decadencia de una gran familia, los últimos suspiros de un estilo de vida, de un dolce far niente que desaparecerá en pocos años. No será solamente la lenta desaparición de la aristocracia por culpa de la modernidad, sino algo más serio: la acción transcurre en los años treinta y todos los protagonistas son todos judíos. No diré más.
La historia transcurre lentamente, paso a paso, sin prisas, envuelta en un aire decadente que Bassani describe con maravillosa precisión. Hay que leerla dejándose llevar, hay que pasear por el jardín de los Finzi-Contini, hay que digerirla perezosamente después de comer, entonces se disfrutará como Dios manda.
Bassani nos regala escenas de gran belleza. En el prólogo, sin ir demasiado lejos. También, en la infancia del protagonista, que ocupa una parte significativa de la narración. En los capítulos finales, lo mismo. Los personajes están descritos con cariño, con meticulosidad, y uno los aprecia en seguida. Un novelón, vamos, aunque pertenezca al género melancólico.
La historia la ha llevado al cine Vittorio de Sica y después de llevarse un Oso de Oro en Berlín fue convenientemente oscarizada en 1971. Añadiré que he leído la novela en italiano, en versión original. Sólo espero que la hayan traducido correctamente.
La historia transcurre lentamente, paso a paso, sin prisas, envuelta en un aire decadente que Bassani describe con maravillosa precisión. Hay que leerla dejándose llevar, hay que pasear por el jardín de los Finzi-Contini, hay que digerirla perezosamente después de comer, entonces se disfrutará como Dios manda.
Bassani nos regala escenas de gran belleza. En el prólogo, sin ir demasiado lejos. También, en la infancia del protagonista, que ocupa una parte significativa de la narración. En los capítulos finales, lo mismo. Los personajes están descritos con cariño, con meticulosidad, y uno los aprecia en seguida. Un novelón, vamos, aunque pertenezca al género melancólico.
La historia la ha llevado al cine Vittorio de Sica y después de llevarse un Oso de Oro en Berlín fue convenientemente oscarizada en 1971. Añadiré que he leído la novela en italiano, en versión original. Sólo espero que la hayan traducido correctamente.
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