Ya hablé una vez del Solar Impulse. Estos días vuelve a ser noticia porque este curioso aeroplano que cuesta ochenta millones de euros sigue dando de qué hablar, atravesando largas distancias sin más ayuda que la del piloto. En 2010 voló 26 horas seguidas, pero no salió de Suiza. El pasado 24 de mayo aterrizó en Barajas (Madrid), donde ha estado esperando a que mejore el tiempo para lanzarse de nuevo a la aventura y volar hasta Marruecos, donde se espera que llegue pasadas las once de la noche. Es su primera travesía internacional. La primera etapa de este vuelo lo elevó hasta los 9.000 metros de altura y lo impulso a la escalofriante velocidad de 50 km/h por encima de los Alpes y los Pirineos.
Tiene mérito, porque el piloto tiene que abrigarse bien y respirar a través de una máscara porque la cabina no está ni presurizada ni climatizada, y ahí arriba pega un frío...
En cada etapa se van turnando los señores Piccard (uno de los impulsores de la aventura) y Borschberg (un piloto militar e ingeniero suizo). Comenzó Borschberg, que trajo el avión desde Suiza, y continuará Piccard, que lo llevará hasta Marruecos.
Piccard viene de familia de inventores locos y aventureros de la mejor especie, de los que convendría que hubieran más en cada generación. Su abuelo, Auguste, fue el primero en alcanzar la estratosfera, en globo, en 1931. Su padre, Jacques, por el contrario, inventó un batíscafo y se fue para abajo en vez de para arriba, descendiendo hasta los casi 11.000 metros por debajo del nivel del mar en la fosa de las Marianas. Y él, Bertrand, fue el primero en dar la vuelta al mundo en globo sin escalas y querrá ser el primero en darla, en 2014, a bordo de un avión solar.
¡Suerte!
No nos olvidemos de su tío Jean-Luc, que pilotó con éxito la nave interestelar Enterprise
ResponderEliminar¡Cielos! Se me había olvidado lo de su tío. Ya me parecía a mí...
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