Meter la cabeza dentro de un calcetín alivia el estrés (I)



Antes de hablar del asunto del calcetín, hablaremos de la acupuntura natural (o tradicional) china.

Esta práctica se basa en la existencia de unos meridianos o líneas que dibujan el cuerpo humano por las que corre el Chi (o Qi), la fuerza vital, un flujo de energía. La palabra Chi, en chino, es la que se emplea para nombrar el vapor que desprende la sopa caliente, lo que muestra muy gráficamente la naturaleza de esa energía indefinible, etérea... El objetivo del acupuntor es pinchar en puntos clave de estos meridianos para equilibrar el Chi, porque es el desequilibrio del Chi lo que le pone enfermo a uno.

El fundamento del equilibrio del Chi es la visión filosófica de un mundo dual, donde dos fuerzas contrarias tienen que mantenerse en equilibrio para que exista paz y harmonía. Si gana una de las dos, la cosa se tuerce. Esta visión del mundo la comparte la cultura china con la egipcia, por citar otra entre muchas.

El problema al que se enfrenta la acupuntura es que no se conoce ninguna estructura o relación funcional del cuerpo humano que coincida con esos meridianos, aunque éstos se dibujen a tal o cual distancia de tal característica anatómica. El Chi también tiene miga. Todo hace suponer que el Chi sólo existe en la imaginación, porque no existe ninguna evidencia empírica (ninguna) que soporte la existencia del Chi o su flujo a traves de esos meridianos o de otros cualesquiera. Cuando se habla de energía, ¿de qué energía se habla? El misterioso Chi elude cualquier medición: no es químico ni eléctrico ni mecánico... Sea lo que sea, si es, no produce ningún efecto físico. El Chi es como la Fuerza de los caballeros jedi, tiene el mismo fundamento. De hecho, el Chi es lo que hace fuerte a Son Goku y sus amigos.

A la vista de los conocimientos médicos y la experiencia clínica, la teoría de la acupuntura tradicional china no se aguanta en pie.

La teoría no funciona, de acuerdo. Pero ¿qué hay de la práctica? Porque cabe la posibilidad de que la práctica funcione, aunque no sepamos por qué. Por eso conviene ahora ir con más cuidado, porque no hay que confundir la acupuntura con otras cosas que se le parecen, pero que no son acupuntura.

Si un paciente acude a un especialista con un tirón muscular o la musculatura muy tensa, es posible fascicular el músculo con un pinchazo en una conexión neuromuscular, allá donde el nervio se conecta con el músculo. Cuando la aguja toca el nervio, éste reacciona provocando una convulsión. Duele muchísimo; el músculo reacciona con una hiper-contracción; enseguida se relaja; entonces llega un gran alivio. Es una práctica que conocen los masajistas (en vez de pinchar, aprietan con el dedo) y que cuenta con una larguísima tradición que se cuenta por siglos. Puede provocarse en una rata, pinchándole cerca de la rodilla (recuerden esto).

Pero nada del fascicular tiene que ver con el Chi ni con los flujos de esa energía misteriosa que van de aquí para allá ni con los meridianos ni con nada parecido. Los mismos acupuntores no consideran esto como acupuntura, aunque algunos practicantes de la acupuntura utilizan esta técnica en algunos de sus pacientes, para poder arrogarse con un efecto inmediato y visible de su saber milenario. Porque, me remito a la Sociedad China de Acupuntura de ahora en adelante, pinchar un nervio sería (es) un efecto secundario no deseado en la práctica de la acupuntura. Más exactamente, es uno de los riesgos de esta terapia.

Porque andar pinchándole a uno con agujitas tiene sus riesgos. Uno de cada seis tratamientos de acupuntura provoca efectos secundarios; los más comunes son, por orden, daño en la zona del pinchazo, picor e hinchazones, tocar un nervio (lo que decíamos), infección de la zona pinchada, etc. Algunos acupuntores desalmados insinúan que los frecuentes escozores producto de sus tratamientos son causados por el Chi, que se (re)activa con los pinchazos; en realidad, son efectos traumáticos de una lesión.

Llegados a este punto, algunos estudios señalan que la acupuntura es efectiva en algunas dolencias, pero prácticamente todos ellos se basan en experimentos mal diseñados, poco significativos estadísticamente o de mala calidad. Resulta difícil reproducirlos o cotejarlos con otros estudios similares, y sus datos son poco fiables o significativos, apenas son indicativos. Una lástima.

Otros estudios bien fundamentados señalan que los posibles beneficios de la acupuntura son los mismos pinche uno por donde pasa el Chi o pinchando en cualquier otra parte. En estos casos, se asocia la liberación de adenosina (que se libera al romper células en un proceso traumático) con el efecto analgésico local que se produce (cuando se produce).

Los meta-análisis de la práctica clínica concluyen que los efectos de la acupuntura no se distinguen del efecto placebo. En otras palabras, que uno se cura lo mismo le pinchen o no le pinchen, o le pinchen aquí o allá. En prácticamente todos los estudios se añade que el ritual de pincharle a uno, teatral y elaborado, lleva consigo un fuerte efecto psicológico que dificulta el aislamiento del efecto placebo e influye en el experimento.

En resumen: la teoría no tiene fundamento y la práctica produce beneficios que no pueden disociarse del efecto psicológico del ritual sobre el paciente, pero que no son en absoluto concluyentes.

Por eso, la profesora Eshkevari quiso romper una lanza en favor de la acupuntura, demostrando que ésta ayuda a reducir el estrés. Pronto veremos cómo.

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