Espacio público reservado con antelación


En España en general y en Cataluña, más, tenemos la reciente manía de privatizarlo todo. ¡Fíjense, que hasta privatizamos las manifestaciones! Hay que reservar el espacio en el manifestódromo con antelación, reservando una parcela aquí o allá mediante línea telefónica de pago, y vestir un uniforme que proporciona (vende) la organización. Los partidos políticos han delegado la organización del acto a asociaciones privadas, no hay espacio para la espontaneidad, se borra el peligro de un reclamo público incómodo y con el follón así montado nadie en el poder da la cara y si te he visto, no me acuerdo, cuando vienen mal dadas. Pero no hablemos de eso, por favor.

Gran Vía con Balmes, el jueves.

¿Por qué hay tanta polémica en Barcelona por culpa del turismo? Porque la ambición de ganar dinero, privatizar lo que se pueda y liberalizar el mercado sin más consideración que ponerlo fácil para ganar dinero ahora (no mañana) ha creado un monstruo desmedido y hasta ahora incontrolable. ¿Pasará como con el boom inmobiliario? Cabe que sí, si no se pone orden, pero poner orden implica poner lo público por delante de los intereses de algunos pocos y si mi percepción no me engaña, ésa no es la idea de quien manda ahora mismo en Barcelona, en Cataluña o en España, que prefieren forrarse ahora y dejar el marrón para quien venga después.

¡Fíjense en los bares! El Ayuntamiento de Barcelona cede las aceras a los bares y las terrazas invaden cualquier calle en cualquier lugar, privando de espacio a los viandantes. Uno ya no puede sentarse en un banco público a descansar, ahora tiene que sentarse en un bar y consumir.  

Esta cruda realidad la comprobaron in situ los manifestantes llegados de provincias el pasado jueves. La organización de la manifestación mando reservar plaza en el manifestódromo mediante un teléfono de pago, vendió millones de euros en camisetas... y no puso lavabos para los invitados. ¿Quiso ganarse la complicidad de la hostelería?

Los catalanes del territori (de provincias o pueblerinos, en catalán) llegaron temprano y vagaron por la ciudad buscando dónde mear, sentarse o comer sin tener que afrontar las minutas de los bares barceloneses, y no había dónde. Allá los veías, sentados en las aceras o arruinando el césped. Sin embargo, el deambular de ciento y pico mil paisanos por la capital buscando un lavabo ha pasado desapercibido en la prensa y particularmente, me extraña, porque yo mismo presencié su angustia y su mirar de paisano sobrecogido por la necesidad y ya les arriendo la ganancia.

Pero, insisto, no quiero hablar de ello, sino de una iniciativa privada que ha invadido ofensivamente un espacio público. Ha sucedido (y sigue sucediendo) en Gerona.

Hay una cosa, algo, no se sabe muy bien qué es, que se llama VOL Espai Gastronòmic. Parece un negocio de muchos amos, aunque se vende como escaparate (sic). Tienen un sitio web muy chachi con música de ascensor, éste:

Arquitectura itinerante para solaz de ricos, apabullando en un espacio público.
In situ, por el autor.

Se llama VOL porque vol es vuelo y el edificio que hace las veces de buque insignia del proyecto es un edificio en voladizo, que cuelga encima del río Onyar. El nombre se lo han puesto los arquitectos, que son especie peligrosa cuando piensan. Según el sitio web mencionado (cito) Situado en el corazón de su casco antiguo y suspendido en el aire a siete metros por sobre el río Onyar, rodeado de patrimonio cultural y paisajístico el VOL convierte en un lugar idóneo para disfrutar de lo mejor de la gastronomía del país.

Les explico, por si no lo han pillado. El Ayuntamiento de Gerona ha cedido un espacio público muy bonito, del que disfruta(ba)n los gerundenses, a un edificio que se ve de una hora lejos, que arruina las vistas y del que gozarán muy pocos y adinerados personajes. Han plantado en medio del hermoso paisaje de la ciudad un montón de hierros pintados de blanco para que unos cuantos privilegiados le den al comercio y al bebercio de lujo con el pueblo a sus pies. Se dejarán ver mientras le dan al lujo. Doble placer.

VOL Espai Gastronòmic es una iniciativa privada que promueve la patronal de la hostelería de Gerona y apoyan los empresarios gerundenses. Cuenta con el apoyo tanto de los promotores del turismo en la Generalidad de Cataluña como del apoyo del Ayuntamiento de Gerona. Cito (el subrayado es mío):

VOL Espai Gastronòmic es una plataforma de promoción de la cocina tradicional catalana y, en especial, de las comarcas gerundenses. Es un escaparate en el que una selección de los mejores chefs catalanes ofrecen sus creaciones a un grupo reducido de sólo dieciocho comensales.

Porque se vende que la alta cocina de las comarcas gerundenses es un atractivo turístico de primera y se les ha ocurrido que podrían llamar la atención jugando a cocinitas con la gente de dinero. Sería en un espacio prefabricado y móvil, en un ejemplo de arquitectura itinerante, el proyecto VOL que (cito de nuevo) es un espacio de nueva creación con un diseño inspirado en el Pont de Ferro de Girona y pensado especialmente para experimentar con las comidas en un formato muy directo y de interacción constante con el cocinero.

Privatización del paisaje.
Queda claro que el disfrute de muchos se restringe para proporcionar placer a pocos.
In situ, por el autor.

Es decir, que montan la barraca para que, a cambio de 90 euros por menú, o más, usted pueda contemplar cómo se fríe un ajo y atender a las explicaciones de un profesional sobre la caramelización de la cebolla mientras va dándole al vino. Comido y bebido, quizá se deje convencer para alquilar un apartamento en Lloret. Ésa es la idea.

Pero, ay, en esta promoción se supera la línea roja entre los intereses privados, que son lícitos, y la apropiación del espacio público, con la que hay que andar con mucho ojo. Porque ¡anda que no tenían sitios para montar estas cocinitas! ¿Tenían que jodernos el paisaje a los demás? ¡No hacía ninguna falta! 

Pero, claro, esto de la arquitectura en voladizo, los cuatro pijos reunidos alrededor del chef tastando platitos deconstruidos mola mogollón. Chist, cuidado conmigo, que estuve el Gerona y Fulanito de Tal cocinó para mí y estuve hablando con él y mira cómo te jode que tú no. La prostitución del espacio público fue bendecida por las autoridades que, en el fondo, se mueren de ganas de poder participar en estos rituales de exhibición de riqueza y poderío. Así nos va.

1 comentario:

  1. El chiringuito colgante, se carga el ángulo para hacer la mejor foto posible desde el "Pont de pedra"...de pena. Por cierto, sólo habían 4 comensales dentro. Deberían sentirse igual que "Copito de Nieve" en su encierro de cristal.

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