Tochos homeopáticos


¿El ecologismo es una pseudociencia? ¿Una ideología? ¿Tiene más de ciencia o de magia potagia? Dicho de otra manera, uno se pregunta si es racional, si tiene sustancia y fundamento, si el diagnóstico de los problemas ambientales y las propuestas para resolverlos vienen avaladas por un criterio científico. Si no, al menos, por uno razonable, con cara y ojos.

A más de uno le asalta una imagen parecida a ésta cuando le hablan de ecologismo. 
¿Por qué?

Pero lamento decir que alrededor del llamado ecologismo abundan los chiflados y engañabobos y pueden llegar a ser tantos que en más de una ocasión han puesto en cuestión la sensatez de los movimientos ambientalistas. Las pseudociencias como la homeopatía, la medicina tradicional (china, tibetana o de Cáceres, da lo mismo), que es más bien curanderismo, el fenchuí, el reiqui o la monja Forcades pretenden darle color y aportan esperpento a un movimiento cada día más alérgico a todo lo que pueda tener una base científica. Observen cuántas pseudociencias emplean la palabra natural en su propaganda... y cuantos fabricantes de yogur. Da en qué pensar, tanta naturalidad.

Peor todavía, uno pasa por progre(sista) si pone buena cara a tales zarandajas y por reaccionario, retrógrado, caníbal o yo qué sé si se le ocurre llamar a las cosas por su nombre. ¡Lo sé muy bien! Veinte años en el ámbito del ahorro y la eficiencia energética, las energías renovables y políticas ambientales dan para meterse en muchas batallas de éstas. Lo peor de todo es que tanto imbécil hace daño a quienes hacen lo posible por mejorar nuestro futuro, regándolos con el descrédito y dando argumentos al enemigo, digámoslo así. Los científicos que han alertado al mundo sobre el cambio climático se dan con un canto en los dientes cada vez que se ven metidos en el mismo saco que esta tropa, por poner un ejemplo.

La Font del Rieral, la guardería ecochachi de Santa Eulàlia de Ronçana.
En venta.

Todo esto viene a cuento porque en televisión han anunciado que el municipio de Santa Eulàlia de Ronçana pone a la venta el que había sido su parvulario estrella, un edificio natural (sic) que los vecinos conocían como el parvulario La Font del Rieral. Los munícipes lo han puesto a la venta; necesitan el dinero y mantenerlo les cuesta un ojo de la cara. Quizá podrían instalarse unas oficinas. El argumento de venta es claro: es un edificio singular, con varios premios a cuestas por ser ecosostenible y tal. Pero avisan: quien compre el edificio tendrá que solucionar el asunto de las goteras. Desde el primer día, el edificio sufre humedades.

La noticia, en catalán, pueden verla aquí:

Como es normal, los vecinos se sublevaron contra la decisión del municipio. 
A nadie le gusta que cierren una guardería.
Otro ejemplo del daño que hacen los recortes en la educación pública.

Lo cierto es que el edificio vino cargado de tonterías, en origen. Véase qué dicen de él quienes lo diseñaron y construyeron (copio):

Un edificio de pura conciencia e intención, barro y amor en consecuencia con la salud mental y espiritual de los niños. El futuro está en sus manos y por tanto si queremos desviar el rumbo actual, debemos educar, vivir y habitar de otro modo. Estamos hablando de crecer en escuelas vivas, bioconstructivas, resonadoras y armonizantes, donde todo sea puro resentir del potencial interno de cada ser. Por eso, en todo el proceso de materialización de la idea, se ha cuidado la forma de trabajar, pactar y dialogar posibilitando que el amor humano perdure impregnado en sus muros. Esas intenciones, pensamientos, deseos y cariño se ven potenciados a su vez por una dilución homeopática de cuarzo rosa y flores de Bach en todos los bloques.

En este ejemplo, la forma general responde a criterios de proporción áurea y geometría sagrada basada en los ángulos solsticiales, con criterios recuperados de los antiguos maestros europeos de catedrales. Cada aula tiene una proporción y color específicos, dónde el hexágono coronado por cúpula es el dominante, promoviendo así el trabajo en círculo tan usual en las guarderías.

Literal. Tal cual. Barro, amor, una dilución homeopática de cuarzo rosa y flores de Bach y la geometría sagrada de los primeros masones, que seguro que eran templarios, ya puestos. Aunque no he copiado la parte de (cito ahora) los muros trombe de sal del Himalaya, para filtrar la luz solar, acumular y a su vez activar iones beneficiosos para la piel sensible de los niños y la calidad del aire que respira, que tampoco está nada mal. Dejando a un lado la patraña de los iones, qué gran idea la de hacer un muro trombe con láminas de sal. La humedad no ha tardado en comerse el material y dejar unos agujeros que convierten el muro trombe en algo completamente inútil, en un coladero de aire frío en invierno y de calor en verano. Bravo.

Más en:

Lo de la geometría sagrada tiene miga.

El parvulario de Santa Eulàlia de Ronçana abrió sus puertas en 2009. Pronto recibió premios nacionales e internacionales de construcción sostenible, creo que ya lo he dicho. Su estética es... Va por gustos. Diré que tiene cosas interesantes y otras que mejor podrían habérselas ahorrado, pues mezcla el ingenio con detalles horteras, pero éste es un juicio personal y cuestionable. Sírvanse ustedes mismos.

El interior de la guardería.
Parece un túmulo funerario etrusco.

Se cerró en 2012. Las razones, muy prosaicas: No había dinero (recortes), había descendido la natalidad y había menos niños en la guardería, el coste era de 200.000 euros al año... Además, como ya he dicho, tenía goteras y hacía aguas por todas partes, desde el primer día. La construcción había sido de mala calidad, asegura el actual alcalde, y el antiguo le da la razón. Pero la polémica persiguió al cierre. Nos podemos reír de las gilipolleces que dijo el estudio de arquitectura, pero tenemos que ponernos en contra de quien quiere ahorrar dinero maltratando a la educación pública. Los padres protestaron, con razón, y siguen quejándose.

Naturalmente, el arquitecto de la guardería sostenible y holística (sic) La Font del Rieral no está de acuerdo con eso de la mala calidad de la construcción. Se llama Gabriel (Gabi) Barbeta Solà, director de Ecoarquitectura. Echa las culpas al constructor, que le ha arruinado la obra. Por una vez que consigue integrar criterios de construcción sostenible y holísticos en un todo (sic)... ¡Y diluciones homeopáticas de cuarzo rosa y flores de Bach! ¡Por favor...!

Jardín y patio interior de la guardería.

Qué pena. Porque el edificio tiene cosas dignas de estudio. La elección de materiales en función de su inercia térmica, el uso y aprovechamiento de materiales reciclables, la orientación para provecho de la insolación y la iluminación natural, las instalaciones de recuperación de aguas grises, el uso de muros trombe (pero no de sal, por favor), la ventilación cruzada, la cubierta ajardinada y un largo etcétera son opciones tecnológicas muy racionales y efectivas tanto aquí como en otras partes. Pero si va usted por ahí hablando de holística, flores de Bach, geometría sagrada y sandeces por el estilo, ¿qué vamos a pensar de usted?

¡Qué ganas de estropearlo todo! ¿Por qué tienen que andar jugando con la parafernalia chachichupiguay ecosúper holíticomeopática de las flores de Bach de cuarzo rosa? Luego se quejan de que no les toman en serio.

La guardería, estado actual de abandono y dejación.
En otras palabras, está reintegrándose de nuevo a la naturaleza.

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