Tolstói escribió Dos húsares en 1856. Fue su segunda novela y la escribió poco después de haber conocido la guerra en Crimea. Sabía muy bien lo que se decía cuando describía el comportamiento de un oficial de húsares.
Tolstói decía que el escritor no ha de comenzar una historia, seguirla y darle fin, sino que ha de aparecer en la vida de unos personajes, narrar a partir de ese momento, seguir narrando y poner un punto final a la novela, pero no a la vida de éstos, que seguirá su curso. La vida sigue. En Guerra y Paz cumple con esta regla casi al pie de la letra. Tengo la impresión de que cuando escribió Dos húsares tenía esta idea de la literatura en la cabeza, porque parece seguirla al pie de la letra.
El planteamiento de la novela es simple y original y pone en evidencia a los postmodernos, que creen haber inventado la rueda. Los dos húsares del título son padre e hijo, y los dos serán, uno antes y otro después, el conde Turbin. La primera parte de la novela está dedicada al padre y la segunda, al hijo.
El conde Turbin padre es un oficial de húsares de la vieja escuela. Es decir, bebe como un cosaco (como un húsar, en propiedad), apuesta fuerte en el juego, es un donjuán irredento y osado, es generoso a la hora de dar, puntilloso al recibir, se corre unas juergas de padre y señor mío y no le importa plantarse en un duelo por asuntos de honor. Tan sinvergüenza como parece, como de hecho es, resulta un tipo amable y simpático, con mucha clase, y dejará tras de sí un gran recuerdo en todas las personas de la ciudad de K. Ésta es la primera parte de la novela.
Veinte años después, el conde Turbin hijo pasa por la ciudad de K. con un escuadrón de húsares y despierta los recuerdos de los habitantes del lugar, ¡que todavía recuerdan a su padre! Pero el conde Turbin hijo no es el conde Turbin padre y es entonces cuando Tolstói demuestra su gran genio. El mismo escenario, los mismos personajes (poco más o menos), y dos escenas completamente diferentes debidas a esa gran distancia entre el sinvergüenza padre y el sinvergüenza hijo, el primero, noble y el segundo, canalla.
À la Tolstói, la historia del padre y la historia del hijo ya existían antes y seguirán existiendo después del episodio narrado. La coda del desenlace es el punto final que muestra quién es quién, una brillante manera de dejar en evidencia todo el intríngulis de la historia.
Hermida Editores ha publicado la traducción de Olga Korobenko y nos ha obsequiado con una de esas pequeñas joyas literarias con las que da tanto gusto tropezar en el momento menos pensado. Puede parecer una obra menor de Tolstói, pero da mucho juego si pensamos en la estructura del relato y cómo se establecen las diferencias entre padre e hijo. A su modo, brillante.
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