Los avances de la ciencia (del pedo)


Como dijo un filósofo español, la ciencia avanza que es una barbaridad. Los periódicos del verano traen estos días una noticia que podría revolucionar nuestras vidas, una noticia que, como todas las noticias verdaderamente importantes, ha pasado desapercibida. 


Se trata de una empresa británica que ha conseguido un tratamiento del algodón que filtra el mal olor de los pedos. Así, tal cual. La marca es Shreddies (http://www.myshreddies.com/) y se anuncia como The Original Shreddies Flatulence Filtering Underwear (la ropa interior que filtra las flatulencias). Según cuentan, el éxito del invento se basa en un tejido llamado Zorflex.

El uso de esta ropa interior está recomendado para personas con algunas enfermedades crónicas del aparato digestivo, pero también para personas sometidas a estrés o que comen desordenadamente, por ejemplo, que somos casi todos los demás. Porque cuando sucede eso, el riesgo de un pedo maloliente se incrementa demasiado. 

La mayor parte de los gases de un pedo son metano y dióxido de carbono, más el aire tragado, todos gases incoloros e inodoros. Si todo fuera eso, el pedo quedaría en un gracioso sonido, a veces sólido y rimbombante, a veces triste, pero en todo caso inofensivo. No es el caso.


Son las pequeñas trazas de azufre y de otros compuestos las que provocan los malos olores. Cuantos más carbohidratos complejos, más pedos, y entre éstos, los oligosacáridos son los que proporcionan más gases por gramo. A poco que se cuele un poquito de azufre, un poquitín así de nada, así que una cadena de aminoácidos se rompa malamente... El olorcillo desagradable a mantequilla rancia será causado por el ácido butírico procedente de las grasas y ese tufo a infierno de huevos podridos vendrá directamente de los sulfuros de hidrógeno. Etcétera, toda una ciencia, la del pedo. 

Para combatir estas pestes, se optó por investigar la acción de los filamentos de carbono. En la 86.ª Conferencia Mundial del Instituto Textil, hace unos años, se presentó un estudio de la Universidad de De Montfort donde se decía que esos filamentos de carbono eran capaces de eliminar los sulfatos y los derivados del etileno tan efectivamente que podían filtrar un olor doscientas veces (sic) más intenso que el de un pedo medio. La vida media de esos filamentos era de dos a tres años y The American Journal of Gastroenterology publicó la noticia. 

Poco después, Shreddies ha lanzado sus pijamas, sus pantalones tejanos y su ropa interior de algodón con filamentos de carbono que absorben el tufo de las flatulencias. Sus pestilencias quedan atrapadas y neutralizadas (sic) y después de un pase por la lavadora, eso filamentos carbónicos vuelven a estar activos. Albricias.

Look Good, Feel Good, es uno de los lemas de las campañas publicitarias de Shreddies. Sus clientes habla de una idea fabulosa, de prendas con mucho estilo, de un producto muy necesario... y aseguran que este maravilloso invento puede salvar un matrimonio. Se acabaron aquellas escenas de alcoba en que después de un cuesco él o ella aventaba las sábanas para que el cálido aliento de las tripas abandonara el lecho conyugal. 


Prendas del catálogo de Shreddies, vistas por la parte de la salida de gases.

No todo van a ser parabienes. Ahora, con Shreddies, se acabaron los cuescos inconvenientes y silenciosos, esos traidores gases que procuraban tanto solaz en las reuniones sociales, pues ¡qué divertido era contemplar el disimulo del prójimo al tiempo que arrugaba las narices y buscaba con la mirada, desesperada y airada, al responsable de semejante perfume! 

Y digan lo que digan, a la que uno se baja los calzoncillos o las braguitas para cumplir con los deberes conyugales corre el riesgo de impulsarse a reacción, dejando escapar gases de combustión copulatoria, incontenibles y alguna vez inoportunos. El llamado pedo de joder (perdón) está ya descrito en anónimos medievales y tratados de medicina humanista, y se relaciona con el mover de las tripas propio del acto sexual. El imprevisto obsequio en esas lides, aderezado con la falta de costumbre, podría provocar graves crisis en la relación de pareja. Pronostico que los psicólogos bien pronto se enfrentarán al Síndrome de Peer, que reduce la frecuencia copulatoria en parejas poco acostumbradas a peerse libre e incondicionalmente, asiduas a los Shreddies.

Ahora mismo, las braguitas o los calzoncillos Shreddies se venden a unas veinte libras esterlinas la unidad, aunque puedes comprar paquetes de tres o de cinco con descuento. Su difusión a gran escala nos privará del imborrable recuerdo de un cuesco de ascensor, y nadie protestará por ello.


No hay comentarios:

Publicar un comentario