La banda de los Sacco



Andrea Camilleri es famoso por sus novelas policíacas, pero también (más en Italia que aquí) por su denuncia de la mafia y el fascismo, una inclinación que comparte con otros muchos escritores sicilianos. Pienso en Sciascia, por ejemplo, pero hay muchos más. Porque, como dice el mismo Camilleri, la mafia no sólo mata gente, sino que cambia la vida de las personas, y nunca para bien.

Camilleri, en La banda de los Sacco (publicada por Destino), narra un caso real que se inició en los años veinte, en un pueblecito siciliano, Raffadali, y se arrastró durantes décadas, hasta bien entrados los años sesenta del siglo XX. Camilleri expone los hechos, pura y simplemente, y lo hace con un estilo casi telegráfico, periodístico, desprovisto de poesía, seco como el paisaje, breve, al que añade unas observaciones sobre cada capítulo, al final, que ponen las cosas en su justo lugar. Un lector poco avezado creerá vérselas ante una novela demasiado simple, pero un lector de verdad apreciará en esta síntesis el trabajo de un maestro de la narrativa. No hace falta decir más, la historia se cuenta por sí sola y pone en evidencia qué es la mafia y cómo funciona.

La historia es aterradora. Una familia campesina, los Sacco, recibe una carta de la mafia. En vez de ceder a la extorsión, los Sacco plantan cara a la mafia y bien pronto se verán abandonados por las autoridades y echándose al monte para poder sobrevivir. Pero esta rebelión de los Sacco servirá también para que la mafia del lugar se vea amenazada. No sólo morirán los Sacco, sino también los capi de la mafia local. Camilleri dice de su novela (de su historia novelada) que es un western. No lo es, pero como si lo fuera o fuese, la verdad.

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