Numerología manifestante


¿Cuántos fueron?
¡Muchos!

El sábado, en Barcelona, se manifestó mucha gente pidiendo acoger más refugiados e inmigrantes. Digo mucha gente porque es la aproximación más exacta a la que uno puede echar mano leyendo los periódicos y las notas de prensa. 

Algunas tribus primitivas contaban así: uno, dos, tres... muchos. Sus matemáticas no eran muy avanzadas, pero se ahorraban líos innecesarios. En cambio, nosotros presumimos de saber matemáticas y somos incapaces de contar el número de manifestantes de cualquier manifestación. De hecho, contamos diferentes si son de los nuestros o de los otros

En 2012 se hicieron dos manifestaciones multitudinarias en Barcelona, que ocuparon prácticamente el mismo espacio y reunieron a la misma cantidad de gente, con dos meses de diferencia. Pero una, el 11 de septiembre, reunió (según la estimación oficial más conservadora) a un millón de personas, mientras que la otra, el 14 de noviembre, no sumó a más de 110.000 (según la estimación oficial más optimista). Qué cosa más rara. No me lo explico. ¿Se reúne más o menos gente según se manifiesten por una cosa u otra? ¿Tanto han engordado los manifestantes en dos meses que ocupan diez veces más en noviembre que en septiembre? ¿Será cierto que no podemos contar exactamente cuánta gente acude a una manifestacuión?

¿No podemos...? Mentira. Sí que podemos contar manifestantes. De hecho, con una precisión pasmosa, con márgenes de error inferiores al 1% si nos ponemos finos o de un 5% si no nos esforzamos demasiado. Con un poco de práctica, con un margen de error del 10% simplemente a ojo. La tecnología nos lo permite. Podemos contar uno a uno a todos los manifestantes mediante un algoritmo computerizado y fotografías aéreas. Esos programas existen, no me lo invento. Si no, podemos estimar perfectamente el área cubierta por los manifestantes y su densidad (tantos por metro cuadrado), lo que debería permitirnos un cálculo muy correcto. Calculen cuanta gente cabe dentro de un plato de ducha y comparen con las fotografías para hacerse a la idea de la concentración.

Estos ¿no cuentan manifestantes? ¿Arrementen a ciegas?

Hubo una empresa que se puso a contar manifestantes con métodos muy precisos. No tardó en levantar ampollas en todas partes. Una misa del papa en Fátima pasó de tener un millón de asistentes a tener apenas 45.000. Una manifestación sindical en Barcelona pasó de los 150.000 asistentes a los 3.500 que se reunieron en verdad. Una manifestación pro-vida en Madrid dejó de tener un millón y medio de asistentes para pasar a tener unos 90.000, y un desfile del Día del Orgullo Gay, también en Madrid, pasó de los millones (en plural) a los miles en un pispás. El millón y pico largo que se concentró en Barcelona para abuchear al Tribunal Constitucional (y, de paso, al presidente Montilla) y aplaudir a Jordi Pujol en 2010 pasó a ser una cifra próxima (por debajo) a las cien mil personas... Etcétera. No es una cuestión ideológica, pues todos mienten por igual. Todos. Eso es algo que a mí me pone de los nervios. ¿Por qué la gente insiste en mentir tan descaradamente?


Según la Guardia Urbana y las autoridades competentes, la manifestación de arriba sumó el doble de asistentes que la de abajo. ¿Qué dirían ustedes? Aprecien la densidad de manifestantes y ya me dirán.

Chasco tras chasco, las manifestaciones millonarias se descubrieron todas una leyenda y las bocas llenas de los convocantes a las manifestaciones se mostraron mentirosas. La Guardia Urbana, la Delegación del Gobierno, la autoridad competente en general se descubrió incompetente a la hora de echar cuentas. Muy incompetente. Que una máquina contara los asistentes uno a uno o hiciera estimaciones de personas por metro cuadrado tan precisas e indiscutibles supuso una tremenda molestia. 

Nos habíamos acostumbrado tanto al millón de manifestantes que reunir a 150.000 nos parecía una bobada, cuando es una barbaridad, ¡es mucha, pero mucha, gente! Les recuerdo que el frente de ocho kilómetros de la batalla de Waterloo fue cubierto por 150.000 soldados y unos 50.000 caballos, sumando ambos bandos en la batalla, y que ahí donde uno ponía el ojo, veía batallones en prietas filas. 

La empresa, no hay ni que decirlo, quebró, y esa quiebra fue aplaudida por todos. Ahora podemos volver a contar con la alegría de costumbre, como esos indígenas: uno, dos, tres... ¡un millón! ¡Otro! ¡Venga, que somos pocos!

1 comentario:

  1. Nunca me he creído las cifras "ideológicas", parto de la idea de que las matemáticas no son la materia preferida de los políticos y opinadores, no son su fuerte y menos aún cuando se pretende engañar. No me creo las cifras económicas, ni los estudios de opinión, ni las estadísticas que publican, hay mentiras y errores voluntarios y tendenciosos por todas partes. No me creo las cifras de los votos, sospecho que casi siempre se cuentan mal y más aún cuando hay errores en el censo electoral o cuando éste simplemente no existe.
    Saludos
    Francesc Cornadó

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