Los Inválidos (el conjunto arquitectónico)


La cúpula de la iglesia del Domo, adornada con 18 kg de pan de oro.
Es el remate de uno de los edificios más representativos de París.

Luis XIV, el Rey Sol, el más ilustre de los Luises, tenía un ego que se lo pisaba, pero también alguna que otra buena idea, y los Inválidos (Les Invalides, en francés) fue una de ellas. Una gran idea donde, por supuesto, asomó el ego de Su Majestad.

En su época, y hoy también, éste es un cargo de mucho prestigio.

Uno de los patios de entrada a los Inválidos, a un lado de la iglesia del Domo.

En 1670, Luis XIV mandó construir el edificio para dar cobijo a aquellos soldados que habían resultado mutilados en alguna de las guerras de por aquel entonces. Ya que lo habían dado todo por Francia y el rey (si no todo, un brazo, una pierna, lo que fuera), era hora de que Francia y el rey hicieran algo por ellos, todo un detalle. Con el tiempo, los Inválidos fue la sede del gobernador militar de París, de centros de documentación del ejército, etcétera, hasta convertirse, también, como es hoy, en un gran museo del ejército. 

Fachada de la iglesia del Domo.
La catedral de San Luis de los Inválidos no tiene fachada propia.
(De hecho, su fachada sería ésta).

Aprovecho y recuerdo con pena la colección de armaduras y cachivaches militares de toda clase y condición que se conservaban en el castillo de Montjuic, en Barcelona. ¡Qué gran museo militar (o de la Guerra Civil) podría haberse hecho con todo ese material! Como en París, en Londres, en Viena... Pero aquí decidimos prescindir de todo eso y tenemos un Centro de la Paz que nadie sabe ni qué hace ni qué deja de hacer, si es que funciona, lo que desconozco.

Interior de la catedral de San Luis de los Inválidos.
Era costumbre colgar en lo alto las banderas capturadas al enemigo.
Todavía pueden verse algunas.

¡Al grano, que hablábamos de los Inválidos! En aquella época, un centro como ése debía tener una iglesia, pero ¡atención! ¿podría mezclarse el Rey Sol con lasoldadesca a la hora de oír misa? ¿No se acuerdan del grandísimo ego de Luis XIV? La respuesta es que no, pero ¿cómo solucionar este problema?

Interior de la iglesia del Domo. 
Aquí una de las pequeñas cúpulas de las capillas laterales.

La iglesia del Domo se ha convertido en un panteón militar.
Aquí la tumba del mariscal Lyautey, héroe de la Gran Guerra y las guerras coloniales.
En el suelo, el anagrama del rey Luis (XIV).

Por eso se levantó en los Inválidos la catedral de San Luis, para la soldadesca, y la iglesia del Domo (la cúpula) para el rey. En verdad son un único templo, que comparte una zona del altar, pero está partido en dos. Se entra en la catedral por el patio de armas y en la iglesia del Domo por la (voy a llamarla así) puerta mayor.

En 1840, los restos de Napoleón Bonaparte fueron trasladados desde Santa Helena hasta los Inválidos, pero ésa será otra historia. Igualmente, la explanda de los Inválidos, que conecta con el puente Alexander, el Grand Palais y el Petit Palais fue la culminación de una urbanización de París debida a Napoleón I y Napoleón III (el segundo, pobrecito, no llegó a gobernar). 

La tumba del mariscal Foch, uno de los militares que hizo posible la victoria de Francia en la Gran Guerra.

La tumba del mariscal Foch ocupa una de las capillas laterales. 
Aquí es visto desde otra de las capillas. En medio, bajo el Domo, se abre el inmenso hueco de la cripta donde está enterrado Napoleón Bonaparte.

También yacen tanto en la catedral de San Luis de los Inválidos como en la iglesia del Domo grandes militares de la historia de Francia, como el mariscal Foch o el mariscal Lecrec. Los funerales de Estado se suelen celebrar en los Inválidos, como también las recepciones a mandatarios extranjeros, con tropa y banda, como corresponde.

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