El cuento del velomotor yacente


Yace tristemente destripada, abandonada. Todos la ven, ninguno la mira. Ya no corre el aceite por sus venas y el aliento de la bencina hace tiempo que la ha abandonado. Las gomas se cuartean, llueve la mugre sobre el óxido, pasaron a la historia los petardeos cuesta arriba, el traqueteo del ralentí y la ilusión del primer velomotor. La bombilla se apagó, hace ya mucho tiempo. Requiescat in pacem.

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