Quizá hayan oído hablar del conde Dejean, un francés honorabilísimo que hizo carrera a la sombra de Napoleón Bonaparte. Fue general, ministro, senador, tuvo cargos de mucha enjundia y una vida dedicada a la ingeniería, la estadística y la economía política. Pero es de su hijo de quien hablamos, de Pierre-François-Marie-Auguste Dejean (1780-1845), Auguste para los amigos, segundo conde Dejean.
Fue un oficial de caballería valiente y capaz. Llamó la atención de Bonaparte en Austerlitz, donde luchó a la cabeza de un escuadrón de caballería. De ahí en adelante, Auguste Dejean no se perdió una gran batalla, y destacó en todas ellas. Llegó a ser ayudante de campo de Su Majestad Imperial, y teniente general de la caballería. Pero tenía un defecto que ponía de los nervios a sus hombres y a todo el mundo en general. Un ejemplo y ya verán ustedes.
El 23 de mayo de 1809, la caballería francesa a las órdenes de Dejean está a punto de cargar contra el centro del ejército español, a la desesperada. Justo en ese momento, el entonces coronel Dejean desmonta, se acerca a una flor, coge un escarabajo y lo guarda bajo el casco. Luego ordena la carga y resuelve la batalla a tajos, alzándose con la victoria. En medio del fregado, un bote de metralla le arranca el casco, pero el escarabajo sobrevive intacto y Dejean lo bautizará como Cebrio Ustulatus, o escarabajo de Alcañiz, porque ésa era la otra cara del soldado: Dejean fue quizá el entomólogo más importante de su época.
Era fácil verlo en el campo de batalla corriendo de un lado al otro con botes de cristal, donde guardaba sus bichos, y no era extraño ver a su estado mayor a sus órdenes corriendo tras un insecto. De hecho, Dejean fue herido en Waterloo mientras perseguía mariposas, y esto es tan cierto como que lo estoy contando ahora.
Coleccionaba méritos y condecoraciones, galones y dorados, pero también bichos. Hasta el punto que su colección de coleópteros fue considerada la mayor de su época. Ya en 1802, publicó un catálogo con 22.000 especies de coleópteros. Retirado del ejército, él mismo listó 22.399 especies de estos bichos en su colección particular. Sus méritos como científico compiten con sus méritos militares. En 1834, fue escogido miembro de la Real Academia Sueca de Ciencias; en 1840, presidente de la Sociedad Entomológica Francesa. Consiguió la Gran Cruz de la Legión de Honor en 1844, pero no por andar a cuchilladas con el enemigo, sino por andar cazando mariposas en el campo de batalla.
Fue un oficial de caballería valiente y capaz. Llamó la atención de Bonaparte en Austerlitz, donde luchó a la cabeza de un escuadrón de caballería. De ahí en adelante, Auguste Dejean no se perdió una gran batalla, y destacó en todas ellas. Llegó a ser ayudante de campo de Su Majestad Imperial, y teniente general de la caballería. Pero tenía un defecto que ponía de los nervios a sus hombres y a todo el mundo en general. Un ejemplo y ya verán ustedes.
El 23 de mayo de 1809, la caballería francesa a las órdenes de Dejean está a punto de cargar contra el centro del ejército español, a la desesperada. Justo en ese momento, el entonces coronel Dejean desmonta, se acerca a una flor, coge un escarabajo y lo guarda bajo el casco. Luego ordena la carga y resuelve la batalla a tajos, alzándose con la victoria. En medio del fregado, un bote de metralla le arranca el casco, pero el escarabajo sobrevive intacto y Dejean lo bautizará como Cebrio Ustulatus, o escarabajo de Alcañiz, porque ésa era la otra cara del soldado: Dejean fue quizá el entomólogo más importante de su época.
Era fácil verlo en el campo de batalla corriendo de un lado al otro con botes de cristal, donde guardaba sus bichos, y no era extraño ver a su estado mayor a sus órdenes corriendo tras un insecto. De hecho, Dejean fue herido en Waterloo mientras perseguía mariposas, y esto es tan cierto como que lo estoy contando ahora.
Coleccionaba méritos y condecoraciones, galones y dorados, pero también bichos. Hasta el punto que su colección de coleópteros fue considerada la mayor de su época. Ya en 1802, publicó un catálogo con 22.000 especies de coleópteros. Retirado del ejército, él mismo listó 22.399 especies de estos bichos en su colección particular. Sus méritos como científico compiten con sus méritos militares. En 1834, fue escogido miembro de la Real Academia Sueca de Ciencias; en 1840, presidente de la Sociedad Entomológica Francesa. Consiguió la Gran Cruz de la Legión de Honor en 1844, pero no por andar a cuchilladas con el enemigo, sino por andar cazando mariposas en el campo de batalla.
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