El voto de calidad o la calidad de un voto


El voto de calidad es el voto que la autoridad utiliza en caso de empate, para inclinar la balanza hacia un lado u otro. Ayer, la señora Alberich, ésa que es alcaldesa y senadora, y tan mala en uno como en otro cometido, utilizó el voto de calidad para poder mantener como representantes de la comunidad musulmana a dos condenados por amenazas y coacción a una trabajadora municipal. Aunque la sentencia no es firme, los hechos son de todos conocidos, especialmente los que atañen a la señora Alberich, que se mostró tal cual es en el curso de esta lamentable historia.

Los tres partidos de la oposición municipal (CiU, ICV y ERC) solicitaron que el imán y el presidente de una asociación islámica local, condenados (todavía provisionalmente) por coacciones graves a una empleada municipal (mujer y musulmana) no fueran más los interlocutores de la comunidad musulmana con el Ayuntamiento. Por razones evidentes, añado.

Faltó un voto para rechazar la moción, el de la socialista Sílvia Martínez, que se ausentó. La señora Martínez fue apartada del área de inmigración del Ayuntamiento de Cunit por la señora Alberich, el día que la señora Martínez dijo en voz alta lo que pensaba de la infumable gestión de este asunto que hacía su jefa. Aunque luego dijo que no había dicho lo que de verdad dijo, la señora Martínez ha sido considerada desde entonces una apestada por la señora Alberich, que tiene un tacto para el trato personal... La señora Martínez, antes que votar en contra de su partido (en verdad, en contra de su jefa), lo que todos hubiéramos agradecido, se ausentó por motivos personales y propició un empate. Eso también duele, pero menos.

Porque, aunque el PP se despachó a gusto con el papel de la señora Alberich, votó a favor del PSC. Los dos partidos comparten el gobierno municipal y uno traga sapos por no perder la silla. Hubo un empate y se ahorró la vergüenza in extremis.

En resumen, la señora Alberich tuvo que utilizar el voto de calidad para librarse de una buena, y la calidad de su voto fue la que fue. No quiso pronunciarse (sic) aunque leyó un comunicado al principio de la sesión, uno de esos que provocan vergüenza ajena. Dijo que su único objetivo era trabajar por la gente del municipio, quizá para despejar las dudas razonables que produce su caso y la evolución del mismo. Luego añadió (copio) que ante el juego sucio, el desprestigio personal y el escándalo su respuesta sería el silencio.

Por sus hechos los conoceréis. Cuando le llegó el turno, voto en contra de la moción. Decidió, ella sola, mantener como interlocutores a dos personajes que habían coaccionado gravemente a una de sus trabajadoras municipales por hacer bien su trabajo y por ser mujer. ¡Olé, señora! ¡Se retrata usted sola!

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