Quede dicho que la Sábana Santa es, como objeto, digno de muchísimo estudio, porque es de admirar el ingenio del hacedor de reliquias medieval. También es digno de estudio el grupo de científicos que se han dejado arrastrar por la sindonología, cuando no tiene fundamento. El papel de la Santa Madre Iglesia también daría mucho que hablar sobre falsificación y engaño en las cosas del querer, y no es de recibo.
Sobre la datación de la Síndone se han dicho muchas cosas y alguna barbaridad. Un tal doctor Frei empleó el polen atrapado en la tela como mecanismo de datación del tejido, pero su método ha sido muy criticado por la mayoría de los expertos y es altamente impreciso.
Hasta hoy mismo, la datación más precisa de la Sábana Santa fue coordinada por la revista Nature, con el permiso de la Iglesia. Fue en 1988. Con una fiabilidad del 95% y un margen de error de diez años, los laboratorios de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, la Universidad de Oxford y la Universidad de Arizona, cada uno por su lado y de manera independiente, la dataron entre el 1260 y el 1390 dC. Es decir, era un objeto medieval, y la fecha coincide con las denuncias de los obispos de Troyes, las primeras pruebas documentales de su existencia.
La datación fue un jarro de agua fría para los sindonólogos, que se apresuraron a cuestionar el método del radiocarbono. Unos decían que la exposición de la Síndone a los fieles y su historia (se quemó en parte al menos una vez) afectaba a la datación por radiocarbono. Esta teoría se ha demostrado falsa. Otros dijeron que se habían tomado muestras de la Síndone que no correspondían al tejido original, sino a unas piezas que se cosieron después del famoso incendio... La sospecha se disipó en un pispás en 2002. Un nuevo estudio sobre las muestras analizadas demostró que la datación se había realizado correctamente y sus resultados eran del todo fiables. No cabe ninguna duda sobre este asunto.
El informe sobre el particular fue tan contundente que la Iglesia (¡la Iglesia!) aceptó la datación como buena. Eso sí, una de cal y una de arena. Por un lado, aceptó que se trataba de una reliquia medieval. Por el otro, que la veneración de la Sábana Santa aproximaba a los fieles a los misterios de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, aunque sea a través de una engañifa. Así, pues, todos contentos.
Debo añadir que no es ningún secreto que el Vaticano se molestó muchísimo por el resultado de la datación por radiocarbono. También es evidente que le interesa muchísimo la propaganda (para)científica de los sindonólogos. De hecho, la promueve y patrocina, a sabiendas de darle alas a un fraude. No me parece que esto sea muy cristiano y diría yo que se detectan trazas de faltas de pensamiento, palabra, obra y omisión en este asunto.
Más pruebas del fraude las encontró Walter McCrone, un experto independiente que aceptó supervisar los trabajos de la STURP (la Asociación Sindonóloga Americana) sobre la Síndone. La STURP es muy poderosa, porque los católicos americanos tienen mucho dinero que gastar en sindonología y los evangélicos, también. Curiosos aliados, los anabaptistas, iconoclastas en origen, que buscan el auxilio de la ciencia para demostrar que la fe tiene un fundamento empírico y ¿qué mejor que demostrar que existe el lienzo que envolvió al Cristo?
A lo que íbamos con el doctor McCrone. En un frotis que hizo de la superficie de la sábana, McCrone encontró rastros de pintura. Fue acusado de todo menos guapo por la STURP y expulsado del estudio de los sindonólogos americanos, pero su análisis no dejó lugar a dudas: por la razón que sea, existen restos de pigmentación en la Sábana Santa. De las sucesivas restauraciones, dicen los sindonólogos, aunque no cuela.
Si nos ponemos a pensar un poco, ¿existe un debate científico sobre la Sábana Santa? ¿No será que no hay nada que debatir? ¿De verdad da para un congreso internacional como el de Valencia?
Si se discute si fue o no fue el sudario del Cristo, la respuesta es que no, un no rotundo, y sobran razones. Que hay científicos que opinan que sí... Bueno, siempre los hay, y son los que más ruido hacen en los periódicos. En estos asuntos tan retorcidos, la verdad es insípida y no da para un titular. En cambió, presentar el lienzo que envolvió al Cristo es tan noticia ahora como lo fue en el siglo XIV, y de ahí su éxito.
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